Mi mochila y los negros
Camine por los amplios e iluminados pasillos del Ceasar’s Palace en Las Vegas al nomas cumplir los 21.
Esa es la edad legal para poder ingresar a los casinos de aquella ciudad de pecado en medio del desierto de Nevada.
Hacia algún tiempo que estaba ahorrando de mi mensualidad escolar para poder darme un paseo por la ciudad.
Mi mochila era lo único que necesitaba, pues solo llevaba otro jeans, una camiseta y mis efectos personales.
Trasnocharía lo mas posible para ahorrarme una noche en algún motel barato, quizá el motel 8.
El Palacio del Cesar con su arquitectura romana límpida y provocante era un escenario propicio para encontrar alguna aventura, especialmente cuando me detenía a mirar a aquellos hombres que deambulaban por allí al estilo de los soldados romanos mostrando piernas descubiertas debajo de aquellas falditas que solo había visto en las películas como Ben Hur.
Pero la verdad es que mis probabilidades eran mínimas, casi nulas. Sin embargo, el destino me tenia reservado una agradable sorpresa.
Mientras paseaba por aquel inmenso edificio escuche un sonido «raro», digamos. Con la curiosidad que me caracteriza me acerque a la puerta donde había un rotulo que se leía «employees only» (solamente empleados).
«Dame ese culo negro»- la voz ronca de un hombre se escuchaba clara y excitada mientras abría con sumo cuidado la puerta.
«Aquí esta, cómetelo todo»- para mi sorpresa la voz que le contesto era la de otro hombre que sonaba igual de excitado.
«Quieres que te lo dilate con mi lengua?»- puse un pie adentro mientras notaba que había una luz encendida al fondo del cuarto donde había escobas, trapeadores, cestos con ropa de cama y toallas.
«Dame esa lengua…mójame mi culo…»- di un par de pasos mas y me detuve al observar un par de nalgas negras y un par de piernas negras y fuertes.
«Así? ah…»- este era el negro que yo tenia enfrente pues el otro, un negro menos fuerte y alto, estaba subido en una mesa con el culo frente a la cara de este.
De inmediato mi verga se paro, volví a ver hacia donde había entrado y decidí regresar para ponerle llave. Lo que no calcule en ese momento fue que la cerradura haría un leve chasquido que de inmediato alerto a los dos hombres.
«Ey!»- dijo el mas fuerte y que estaba de pie dándose media vuelta y dejándome ver una verga negra, larga y dura como se le veía el resto del cuerpo moreno.
«Déjalo que me imagino que quiere participar, o no?»- dijo el que estaba con el culo hacia mi tratando de calmar al otro.
«Yo…yo…»- titubee por un par de segundos sin saber que hacer -«estaba…»
«Ven, te gusta ver culos negros como el mío?»- me pregunto mientras el otro cambiaba su rostro severo y se tocaba maliciosamente la erecta verga.
«Bueno…yo…»- en realidad no sabia ni que decir ni que hacer, y obviamente ellos lo notaron, así que el matón se acerco a mi. La presencia de aquel cuerpo moreno con piernas fuertes, con un pectoral que parecía de hierro y con una verga deliciosamente parada, me hizo estremecerme.
«Que te gusta hacer?»- me pregunto mientras me tocaba los glúteos y podía sentir su respiración entrecortada frente a mi -«te gusta esto?»
«Ven acércate, estas lindo»- me dijo el otro sin bajarse de la mesa.
El fuerte me empujo levemente y no pude, o no quise, resistirme.
Puse mi mochila a un lado, sobre un estante y me deje llevar por aquella mano fuerte hasta donde estaba el otro acostado boca abajo. «Te gusta comer culos?»- me pregunto mientras abría mas las piernas dejándome observar aquel orificio mas negro que la noche.
Ya tenia saliva del otro y por algún motivo esto no me provoco asco sino excitación. Me incline un poco y sin pensarlo mucho introduje mi lengua en aquel orto ya lubricado.
El matón me desabotono el pantalón y me lo bajo bruscamente mientras se agachaba para besarme mis nalgas.
«Me gusta este color…ni negro, ni blanco»- comento mientras yo sentía sus labios carnosos que jugaban con mis nalgas. Luego me abrió y comenzó a comerme la raya como si aquella fuera su primera comida después de vagar por el desierto.
«Quítate la ropa, quiero verte desnudo»- me dijo al que yo le estaba haciendo círculos con mi lengua en su trasero. Le hice caso y me despoje de todo lo que tenia.
Este se movió un poco hacia el borde de la mesa, se dio media vuelta -«que cuerpo mas lindo tienes…latino, precioso»- diciéndome esto me tomo mi verga que aun no estaba dura sino mas bien a media asta.
Su mano fría hacia contraste con su culo caliente, pero igual cuando me la toco de inmediato comenzó a pararse y luego cuando se agacho y se la trago por completo me hizo estremecerme mientras el otro hacia que me arqueara para que pudiera seguir tirándome con su lengua.
Así estuvimos por un par de minutos hasta que no soporte mas y con mi mano busque la verga larga y peluda del matón.
Nunca había tenido una verga tan larga, quizá mas de 20 cm y el imaginarme que la tenia en mi culo o en mi boca me producía temor.
Pero el placer era mas fuerte que el temor así que cuando la encontré comencé a frotarla con fuerza. Parecía que tenia entre mis manos la verga de un burro pues apenas lograba abarcarla. Al poco rato el otro que seguía mamándome se dio nuevamente la vuelta poniéndome su culo frente a mi.
«Ahora estamos mojados los dos»- me dijo con una insinuación en su rostro que me gritaba «métemela, métemela!».
Con la bravada latina que nos caracteriza acerque mi verga babeante a aquel culo mojado y la introduje de un solo golpe sintiendo el placer inmenso de estar cogiéndome a un desconocido mientras otro desconocido estaba a punto de cogerme a mi.
Y es que el matón no se tardo mucho tiempo en abrirme como pudo y comenzar a poner la cabezota de su negra verga en mi orto.
«Con cuidado»- alcance a decirle en tono de suplica.
Me imagino que el ya tenia experiencia en como penetrar con esa gran verga pues comenzó a moverse en un ligero vaivén libidinoso que me puso de a mil mientras trataba de llevar el mismo ritmo que yo llevaba al estarme cogiendo al otro. Poco a poco fue abriéndome el intestino.
No podía creer que estaba en aquella posición, con mis piernas prácticamente luchando por mantenerse de pie mientras yo gozaba de un culo tremendo y mientras mi culo era perforado por la verga de otro.
Finalmente, al cabo de varios minutos de jadeos, sudor, contoneos, espasmos, besos, y placer sentí como el negro que tenia a mis espaldas sacaba su verga dejando un inmenso agujero en mi culo y vaciando su semen espeso sobre mi espalda.
Un par de segundos después hice lo mío sobre el otro y este a su vez tardo un par de segundos mas mientras se pajeaba para terminar sobre la mesa.
Sin decir nada, y después de recuperar el aliento y tratando de caminar (el agujero del culo casi me lo impedía) me acerque a mis pantalones para ponérmelos.
El matón se acerco y me dio una de las tantas toallas que estaban guardadas allí para que me limpiara.
Lo vi y su bestialidad me siguió provocando a pesar que acabábamos de terminar.
Me viste rápidamente, recogí mi mochila y solo tocando aquella verga me atreví a decir algo.
«Esta arma me destrozo el culo, pero no me arrepiento».
Con la mochila en mi hombro salí al pasillo nuevamente donde me encontré en medio del bullicio del casino. Pero yo ni siquiera había apostado, y seguramente que había ganado.