Y la mosca voló

La calle desierta, los pájaros en silencio, ningún coche en circulación o aparcado, las ventanas de los edificios con las persianas bajadas.

Solo una persona caminando por la acera, con la mirada perdida en el suelo. Su andar era pausado, prácticamente arrastraba los pies.

Parecía cansado, estaba delgado, el estómago le sonaba y la barba le medía unos centímetros.

Decidió parar un momento para descansar, había un pequeño banco de metal, era marrón, con un respaldo que se adaptaba a la espalda y agujeros con forma de panal.

Se encajó perfectamente en el asiento y continuó con la mirada baja.

Allí pasaron horas, él continuaba en la misma posición. Por su cabeza no transcurría nada, simplemente estaba en blanco.

Era como si le hubieran arrancado la vida, su cuerpo se mantenía (a duras penas) activo, pero su mente permanecía dormida.

Unas cuantas horas más, las manecillas de su reloj giraban lentamente. Este hombre seguía con los ojos abiertos y su vista borrosa hacía los azulejos del suelo.

De repente una mosca se posó sobre su mano izquierda, sus pupilas se cerraron y se centraron sobre el insecto. Como pudo, tras su inactividad, realizó un movimiento rápido y la atrapó con su otra mano.

Enjaulada entre sus dedos, fue depositada en un jarro de cristal que había en una papelera cercana.

Cogió un pequeño punzón que encontró junto a un contenedor y le hizo unos agujeros a la tapa del recipiente.

Este personaje hambriento se quedó de pie, mirando a través del vidrio. Hacía días que no veía nada vivo, lo que parecía una simple mosca, le animó lo suficiente como para ponerse en marcha de nuevo.

Continuó su caminar portando su improvisada jaula, ya se sentía más activo y observaba lo que había a su alrededor.

Llevaba días inmóvil, tiempo atrás había gente con la que conversar y discutir, tenía cosas que admirar, un trabajo al que acudir y una novia a la que amar, entre otras cosas típicas de una convivencia con la sociedad.

Pero el mundo un día le dijo «adiós» y todos desaparecieron…

No había personas, ni animales, ni insectos… nada! Eso fue lo que le dejó en estado vegetativo, sin motivaciones para vivir ni continuar adelante. Al principio pensaba en lo que tenía, en lo que había perdido.

Su novia se le aparecía en sueños y le decía » Tu puedes cariño, puedes salir de esto y seguir luchando».

A veces también soñaba con sus amigos y familiares, todos dándole ánimos para aguantar, para hacer algo por continuar viviendo.

Pero él, absorbido por su antigua vida, se fue apagando, tranquilizando y no existiendo.

Ahora, con su pequeñita motivación, tenía algo por lo que volver a luchar, por lo que volver a buscar alimento, o un sitio dónde dormir.

Lo primero que hizo, tras un paseo por el barrio, fue buscar un supermercado dónde encontrar comida para seguir sobreviviendo.

Vio uno pequeño, se acercó, abrió la puerta y paseó por los pasillos. Estaba repleto de alimentos de todas clases, se acercó a unas latas de comida precocinada y cogió unas cuantas.

Con su manjar en la mano, pasó por la línea de caja tranquilamente.

Cuando ya estaba en la puerta notó que algo le cogía del brazo, se giró y no vio a nadie, pero notaba la presión de una mano sobre el antebrazo y como le cogían de la camisa.

Se movió bruscamente, intentando liberarse de ese algo que le atrapaba.

Chillaba, sollozaba y pataleaba, y cada vez notaba más manos sobre su cuerpo, hasta que sintió un golpe seco en la nuca y se desmayó.

Lo último que vio antes de perder el conocimiento fue a la mosca salir del tarro y escapar volando.

Cuando volvió a abrir los ojos estaba en una pequeña habitación blanca, acolchada, silenciosa. Su mosca viva había desaparecido.

La soledad le invadió de nuevo y volvió a su estado comatoso, sentado en su cama blanca y mirando sin ver los azulejos blancos.

Y así vivió, conectado a un gotero que le alimentaba y sentado todo el día sin desviar la mirada o pensar en algo.

¿ Qué es lo que le ocurrió a este personaje realmente?

Era una persona «normal», con su trabajo, su novia, sus amigos y familiares, sus aficiones…

Un día se estresó porqué quería hacer demasiadas cosas a la vez, unas por obligación, por gusto o responsabilidad ante otros.

Era tanto, que en su cabeza algo se desquebrajó y dejó de ver todo ser vivo o en movimiento que tenía a su alrededor. Cuando soñaba con su novia, no soñaba, era ella o sus amigos que intentaban sacarlo de su estado paranormal, que le cegaba ante la vida.

Un día, sin que nadie se diera cuenta, salió de casa. Comenzó a pasear, pero como no tenía motivaciones, ni a dónde ir, solo andó hasta que se cansó y se sentó.

La mosca le activó de nuevo, era la puerta que tenía que abrirse al mundo real.

Pero cuando fue al supermercado y cogió lo que se le antojó, salió como si fuera un ladrón del establecimiento y entre los cajeros y la policía, cuando acudió, lo redujeron.

Le dio un ataque de locura y lo encerraron en un psiquiátrico dónde se quedó.

(y, bueno, para los que piensen que es un final un tanto triste, que sepan, que este hombre un día se encontró con otra mosca, esta se coló sigilosamente en su habitación y se volvió a posar sobre su mano izquierda.

Esto hizo que él comenzara a ver gradualmente, de nuevo, a la gente que le rodeaba, se le brindó otra oportunidad y la aprovechó, ahora creo que sigue viviendo y que disfruta de cada segundo de su vida, eso si, sin estresarse…. Y le va muy bien!)