La familia secreta de Héctor I

Héctor, el vecino que se inició tras nuestro hallazgo, ver a su madre, loca de placer… Le cambió la vida.

Aquella tarde todo pintaba para ser normal, un día como cualquier otro.

Siempre acostumbramos subir a las azoteas de nuestras casas y, si no molestamos a algún vecino, leemos historietas o espiamos a una que otra vecina.

Pero no, ese día no sería normal, se me ocurrió correr al espacio destinado para vigilar los movimientos de su hermana, tiempo atrás le habría dedicado no menos de ocho puñetas acompañadas de varios sueños extraordinarios, era una chiquilla encantadora que aún tendría 15 añitos.

Héctor me alcanzó ahí, creo que fue al mismo tiempo que ambos descubrimos lo que a través de nuestro pequeño escondite se podía ver.

Era Laura, su madre.

Que cosa mas hermosa, aunque ya alguna vez la había observado detenidamente jamás pensé que desnuda sería tan excitante.

Y no fue eso lo que nos impacto, pues Héctor me contó que algún día haciéndose el dormido se había colado a la regadera cuando Laura se duchaba.

Esta vez, serían los lentos pero deliciosos segundos que nos dedicamos a verla, los que nos darían un vuelco en nuestras ideas.

Laura era de piel morena clara, cabello largo y sedoso, unos ojos grises que daban la impresión de miedo cuando te miraba fijamente, su boca era carnosa mas no grande, tendría cerca de los 37 años, y sus pechos aún firmes eran casi del mismo tamaño que unas deliciosas naranjas, estaba recostada en la cama de la hermana de Héctor, sin ropa, y boca abajo, creímos que lloraba, pero antes de que alguno pudiera decir algo, ocurrió algo que nos dejo paralizados.

Laura comenzó a meter entre sus piernas una mano, lentamente empezó a acompasar sus dedos con rítmicos movimientos de caderas, era obvio, Laura se estaba dando una dedeada riquísima, pero lo increíble fue ver a una orilla de la habitación, de rodillas y con sus deditos en su vagina a Leonora hermana de Héctor, su madre la había incitado a masturbarse, junto a ella, Leonora se puso de pie y llegando a la orilla de la cama, se inclino sobre ese delicioso trasero, Laura tenía unas nalgas redondas y paraditas, Leonora clavo una inmensa lengua que jamás imagine pudiera sacar de su pequeña boquita.

La espalda de Laura se contorsiono, increíble, no solo parecía que se entendían en las masturbadas, esto parecía tener un pasado no reciente, eso que veíamos era experiencia y perfecto acoplamiento.

Leonora intercambiaba su lengua por sus dedos y volvía a la carga con su lengua. Laura parecía trepada en un toro eléctrico, sin despegar la lengua del cuerpo de su madre logro cambiarse de postura, ahora su vagina chocaba directamente sobre el ano de Laura.

En algún momento de cordura, recordé que Héctor se encontraba a mi lado y sentí pena.

Pero no había visto aún nada, Sergio el padre de Héctor entro violentamente a la habitación, nuestra respiración se detuvo unos segundos, las habían descubierto, pero no, esto ya era demasiado, Sergio, con un ágil, e imperceptible movimiento, desprendiose de sus prendas y puso entre los labios de Leonora un miembro de no menos de 20 cms., ella lo introdujo ¡ todo y de un solo golpe !!!

Leonora era toda una experta en desaparecer ese enorme miembro y sabia como hacer para que Sergio olvidara sus tensiones.

Laura ya había clavado para entonces sus dedos en la pequeña cueva de Leonora, quien al sentir esa intrusión, chupo con rabia el miembro de su padre.

Héctor parecía no entender.

Tanto tiempo y no sabia nada de esto.

¿Por qué no lo habían introducido en estos juegos?

Nos miramos unos segundos, en los que todo parecía un sueño, sin hablar creo que fue mutua
decisión volver a mirar otra vez.

Continuará…