¡No se puede marcar tanto!

Necesitaba relajarme, un trabajo demasiado intenso los últimos meses me había sacado de la tradicional calma que siempre había acompañado mi vida.

Decidí pasar unos días en un hotel próximo a un conocido monasterio castellano.

Una semana sería suficiente para desintoxicarme, o eso pensaba yo.

Nada mas llegar me impregne de la calma que rodeaba el lugar. En el hotel me dijeron que si me apresuraba podría unirme al grupo que estaba visitando el monasterio.

Y hacia allí fui a toda prisa.

La visita llevaba tan solo 10 minutos iniciada y mientras el guía terminaba de explicar la sala me dediqué a observar a mis compañeros de visita.

Un puñado de gente aburrida y seria. Pero cuando mi repaso concluía ella rompió todo lo que yo esperaba de ese viaje. Muy atentamente seguía la explicación mientras yo la recorría con la mirada.

Era de piel morena, se notaba que le gustaba mucho tomar el sol. Tendría unos 45 años en un cuerpo excepcional. Su pelo era teñido rojizo y liso y unas gafas de montura dorada adornaban un rostro serio.

Pero su cuerpo fue lo que en ese primer momento hizo hinchar mi pene.

A esa mujer le gustaba marcar, eso estaba claro. Llevaba un traje color marrón compuesto de unos pantalones estrechos que contorneaban perfectamente unos muslos que parecían muy muy duros.

«Debe tener un magnífico culo» pensé al instante pero seguí recorriéndola con la mirada. Arriba llevaba la chaqueta del mismo color que el pantalón, era tipo americana y la llevaba sobre los hombros. Bajo ella llevaba una camiseta negra realmente ajustada el escote de pico dibujaba el inicio de su canalillo.

Marcaba un par de tetas de un buen tamaño y, sobre todo, muy redondas. Estaba con los brazos cruzados sobre sus tetas, realmente tiesa, como me gustan a mí las mujeres.

Cuando acabó la explicación y nos encaminamos a otra sala decidí seguirla de cerca para comprobar lo que suponía. Andaba con estilo y el pantalón se ajustaba a su culo como un guante. Su culo era redondo, duro, grande.

Vi que estaba sola y en la siguiente sala me puse junto a ella. Era toda una pantera. Después de la charla acudí junto a ella para examinar una escultura expuesta y de paso a ella entera.

Me dijo que no había entendido cierta explicación y yo, claro, aproveché para pegarme bien a ella y repetírsela.

Nos mirábamos y yo la examinaba de arriba abajo, ella lo notaba y no le molestaba, eso estaba claro. Mientras le explicaba un detalle me acerque mas a ella y para acercarla al objeto rodeé su cadera con mi mano. Apoyé mi mano sobre la parte mas baja de su espalda, casi sobre su culo, y me acerqué junto a ella a la vitrina.

Mientras concluía mi explicación acabé por mirar directamente a su escote para ver que esa camiseta que dibujaba ese buen par de tetas estaba marcando unos pezones enormes. Estaba cachonda pese a su rostro serio.

– Hace frío aquí, ¿verdad? – me dijó.

Si, está fresquito – contesté.

Aunque yo estaba pensando que la causa era otra… Mientras seguíamos la visita juntos y comentábamos diferentes aspectos me comentó:

Oye, no he entendido bien lo del relieve de la anterior sala…

¿El de marfil?

Si, ese… no entiendo el significado…

Pues si quieres te lo explico luego, estoy en el hotel de aquí al lado

¡Yo también!

Pues vamos…

Cuando acabó la visita fuimos juntos al hotel. A su habitación. Mientras estábamos sentados a la mesa y le explicaba sus dudas recorría su cuerpo con mi vista y cada vez me empalmaba más. Entonces para tomar no sé que nota se levantó hacia delante de tal manera que me presentó su culo delante de mi boca. Allí tenía su culo, redondo, dentro de ese pantalón que le marcaba todo.

No aguante más y apoyé mi mano sobre su muslo y subí hasta su culo, que acaricie con suavidad. Ella se giró hacia mí, seria, como siempre.

Pero, ¿qué haces?

Calla, estás muy buena.

Se giró manteniendo la posición de tal manera que mi mano seguía apoyada en su tremendo culo. Con el dedo índice de mi otra mano bajé su escote hasta que podía prácticamente ver la mitad de sus tetas. ¡Que par de bolas morenas!. Inmediatamente le di un beso en la boca sin dejar de sobarla.

Levanté su camiseta y la tiré, lo mismo hice con su sujetador y me dediqué a trabajar ese par de globos morenos. Estaban a punto, aun mantenían su posición, no estaban nada caídas. Ambos jadeábamos aunque ni uno ni otro decíamos ni palabra.

Mientras yo comía sus pechos con mis manos agarraba su culo y acariciaba su cada vez más caliente sexo. Ella al mismo tiempo me había quitado la camisa y me agarraba con fuerza.

No aguanto más… -le dije.

Déjame a mí, nene.

Entonces soltó mi cinturón y bajó mis pantalones y bóxer. Me quedé completamente en pelotas con mi pene terriblemente duro, ella lo agarró y comenzó a darle ritmo. Entonces decidí quitarle esos pantalones que me habían vuelto loco.

Sin decirle nada la incliné sobre la mesa, las piernas rectas y el culo en pompa. Recorrí con mis manos y mi lengua su culo.

Lentamente solté el botón delantero y bajé muy despacio su cremallera.

Sólo el sonido ya hizo que mi rabo se inflara y casi me rozara el ombligo. La vieja se giraba y me miraba tras sus gafas mientras yo, lentamente y con dificultad, bajaba su pantalón y dejaba su culazo al descubierto.

La muy provocadora no tenía una sola marca, estaba totalmente morenita. Comí su sexo por detrás y el agujero de su culo. Ella gemía y lo movía mientras mi lengua la recorría.

Chupé mi dedo anular y suavemente pero con rapidez se lo introduje por el culo. Ella dio un respingo pero moviendo el trasero de forma que mi dedo entró hasta el fondo, ¡de un golpe!

El agujero se hacía mas y más grande, «a esta mujer le han reventado el culo 200 veces», pensé para mis adentros mientras metía otro dedo mas y hacía el hueco más grande. Al mismo tiempo noté que una mano agarraba mi rabo y le daba ritmo, era ella que no quería que nada decayera. Se lo llevo a su boca y me la chupo de arriba abajo, la lleno completamente de saliva y me dijo en voz baja:

Ahora párteme en dos, nene.

Ya mismo, vieja.

Cabrón… – susurró.

Me di la vuelta y la volví a mirar por detrás. Apoyada sobre la mesa, con el culo en pompa y las piernas rectas y abiertas con los pantalones por las rodillas.

Era todo un espectáculo, el sudor recorría su cuerpo moreno y allí iba yo empalmado como en mi vida… Cogí mi pene goteando saliva y se la metí poco a poco pero bien fuerte, hasta el fondo.

Como gocé. Mi miembro entraba y salía de maravilla en ese magnífico agujero. La empujaba mas y más fuerte, apretaba mis dientes y de vez en cuando soltaba sus caderas para darle unos cachetes en los muslos, cada vez le daba más fuerte y cada vez nos movíamos mas fuerte sudando como animales.

Así estuve cerca de una hora, dándole por el culo mientras la mesa se movía y caían los lápices al suelo, en todo ese tiempo ella mantuvo la posición de sus piernas completamente rectas.

¡Qué pantera! Me las ingenié para mientras seguía bombeando dentro de ella poder masturbar su sexo.

Y lo debí hacer muy bien porque se corrió como una loca poco antes que yo, me dejó la mano empapada la muy marrana. Saqué mi rabo de su ojete y mientras nos besábamos ella me masturbaba hasta que finalmente me corrí sobre sus tetazas morenas.

Fue toda una erupción.

Después nos fuimos a la ducha juntos donde seguí sobando su culo y sus muslazos.

No hay nada que me ponga mas caliente que vestir a una mujer, imaginad cuando volvía a ajustar esas braguitas y ese pantalón tan estrecho en el trasero de la vieja. La estaba vistiendo cuando me comentó:

¿Te gusta, eh?

Sí. Si te hubiera visto por la calle te habría mirado enterita…

Eso me encanta. Me gusta mucho marcar…

Le subí la cremallera y me dijo entonces:

Ahora me tengo que ir a la estación. Viene una amiga a pasar aquí unos días… Si quieres nos vamos mañana los 3 de excursión. Llevaré unos vaqueros que dicen que me quedan muy bien…

Me quedé sin habla mientras ella se alejaba meneando ese culazo por el pasillo. Mañana mas, pensé, pero esa es otra historia…