Mi secreto infiel

Estaba enamorada perdidamente de un hombre, prácticamente convencida que él era el amor de mi vida, lo amaba con locura y no podía imaginar una vida que no sea con él.

Tenía para ese entonces 18 años, cuando él vino con la noticia más desastrosa, me dijo que se iba a casar con otra persona ya que había quedado embarazada de él.

En ese momento mi mundo se derrumbó, pensaba que era injusto lo que él me hacia, nadie lo iba a amar así con este amor, pero ese amor se transformó en un deseo muy fuerte de herirlo, tanto como él lo hizo conmigo.

Para ese entonces aun yo era virgen, y no tenia idea de lo que era el sexo.

Conocí a una persona y decidí que me casaría con él, claro que no lo amaba, es más me resultaba repugnante tanto físicamente como su forma de ser tan extraña.

Resumiendo un poco, nuestra noche de bodas fuimos a un hotel, el cuarto estaba en penumbras, pensé que él vendría hacia mí, que me abrazaría, pero no lo hizo.

Estaba sentado en una silla mirándome, no sonreía, estaba sombrío, vacilé, no sabía que decirle, no sabía que debía hacer, nadie me había dicho que sucedía, si es que sucedía algo entre marido y mujer, que cosas misteriosas los unían, al fin por estar cansada y por sentirme fuera de lugar, me senté frente a él, me miraba de un modo hostil y me alarme ¿qué estaba mal?

De pronto me dijo: Te explicaré como viviremos tu y yo, y quiero que lo entiendas, los hombres y las mujeres cuando se casan, cuando duermen juntos, realizan un… un acto físico que se llama acto de procreación, es simplemente un acto por el que el hombre une su cuerpo al de la mujer y la penetra, es algo horriblemente degradante, algo animal, y muy doloroso para la esposa, tengo entendido que muchos hombres llegan a disfrutarlo ¿cómo podrían hacerlo?

Es una acción inmunda enfermante, he decidido no infligirte algo así ¿entiendes lo que te estoy diciendo? No entendía pero asentí, porque comprendí que era lo que esperaba que hiciera.

Así fue mi lamentable noche de bodas.

Mi marido era una persona totalmente enferma pero eso lo descubrí un tiempo después cuando si conocí el amor de verdad y el despertar a la vida, a la sexualidad.

Lo conocí en casa de un amigo, el cuarto estaba lleno de gente pero fue como si estuviésemos solos, sentí como si me hubiera despertado de un largo sueño o que en ese momento se iniciara un sueño, solo lo veía a él y supe que nunca había visto antes a un hombre, que allí había recibido el don de la vista y del sentimiento.

Una noche me invitó a su casa a cenar, comenzamos a bailar, me sentía mareada, débil por el vino que había bebido, por la fragancia de su perfume, por el calor y sobre todo por amor a él. Inexperta como era, sabía que él no jugaba conmigo.

Comenzó a desprenderme los botones de mi vestido, mientras hacia eso me besaba cada parte de cuerpo que se iba descubriendo, el cuello, los hombros, después me beso los pezones rígidos, paso la lengua por los pechos y los besó, yo comencé a fundirme, a sentir un tormento dulcísimo que latía dentro de mí y que nunca había sentido, me tomo en brazos y me recostó en la cama a su lado y me acarició, yo escuchaba el sonido de mi voz, gimiendo, buscó con su mano y descubrió mi clítoris.

Yo estaba húmeda, llena de líquidos; el acercó su boca y comenzó a lamer, mi cuerpo se retorcía en espasmos, la respiración aumentaba entre gemidos y sollozos de placer, se subió encima mío y sentí un pequeño dolor cuando se introdujo en mi, él encontró su camino al sitio que me atormentaba y me colmo, me devolvió a la vida, sus movimientos eran tiernos y me sostuvo allí en un prolongado orgasmo, estuvimos así hasta calmarnos y quedarnos dormidos y luego al despertar el tenía otra erección y esta vez me dijo que me subiera sobre él, me senté sobre su miembro hinchado, el tomó mis senos, mordisqueaba mis pezones, con su mano me tomó la cadera.

Contuve el aliento, expectante ¿dónde me tocaría ahora? Era una delicia sentir que recorría cada parte de mi cuerpo dándome cada vez mas placer, el deseo me volvía loca. Durante 3 días apenas si salimos del cuarto.

Mucho tiempo ha pasado ya de aquellos días.

Y él ya forma parte de mí.

Nos cuidamos para que mi marido no sospeche nada y cada vez que podemos nos fundimos en nuestro amor.

Pero nadie conoce el secreto que escondo en el baúl de mi espíritu y mi sensualidad.