La jefa I

Era un día difícil en la oficina pues se reincorporaba a su puesto la gerente luego de una licencia de 3 meses por maternidad y, con su llegada, terminaban también las nuestras ya que en su ausencia estábamos por completo libres de su tiránica soberbia.

Por mi parte pude dedicarme, entre otras cosas, a cortejar a su preciosa secretaria con la que no tuve el menor avance puesto que Andrea desalentó una y otra vez mis intentos.

A las 8,50 horas como siempre, apareció ella destilando su típica altivez ataviada impecablemente con su traje gris de falda corta, medias negras y zapatos que elevaban su metro ochenta hasta hacerla parecer gigante.

Un gigante que en seguida pidió café y el periódico.

Me cruce con Andrea en la puerta de la cocina, la bandeja con el café oscilaba elegante en sus manos.

La seguí con la vista mientras subía la escalera intentando reconstruir su cuerpo escalón a escalón a partir de lo que insinuaban sus piernas largas.

A las 9,30 horas se solicitó mi presencia en la oficina. Me presente respirando de forma pausada y calculando posibles errores.

-Adelante

-Llamó la señora? Pregunté tímidamente.

Su figura era imponente como su carácter y la maternidad había dejado en ella algunos kilos que no estaban nada mal, y para que hablar de sus pechos que siempre me parecieron enormes. Los imaginé a punto de estallar debajo de la camisa.

-Necesito a la brevedad el estado de cuenta de… y las facturas desde…. y etc, etc…..Yo salgo 30 minutos con Andrea.

-Bien señora.

Rápidamente terminé con el trabajo y aprovechando que estaba solo entre a la oficina de la «jefa» y pasé a su baño para «meditar» mientras leía el diario, de la meditación bajé al sueño y desperté bruscamente cuando oí voces.

Entreabrí la puerta y vi a la «jefa» apoyada en el ángulo del escritorio hablando con Andrea que la escuchaba parada frente a ella.

Luego la invitó a sentarse en el sofá mientras comentaban los pormenores de su maternidad, la convalecencia y esas cosas.

-Ahora mismo te aseguro, Andrea, se me revientan los pechos de dolor. Es que estaba acostumbrada a amamantar cada 2 o 3 horas.

-No me digas? Es mucho lo que te baja?.

-Si un montón, tengo las lolas que no sabes.

-Una amiga usaba un sacaleches

-Si yo lo traje pero no se si…..

-Dale, dale que yo te ayudo. Dicen que te puede agarrar fiebre si te quedas.

-Bueno para.

Mientras la conversación se desarrollaba pensé cada vez menos en como salir de mi complicada situación y mas en lo que se hablaba, para poder ver me tiré en el piso y saque medio cuerpo del baño de modo que alcanzaba a ver las piernas de las mujeres que estaban sentadas muy cerca una de la otra.

Ante semejante visión sumado a lo que se discutía me excité de tal forma que abrí mi pantalón y comencé a masturbarme.

Ella busco en su bolso de cuero y extrajo un pequeño «aparato» con forma de trompeta.

-Ni se como es esto

-Vos deja que yo te ayudo.

Esforzándome en mi postura pude ver como la «jefa» se despojó del saco y abrió 2 o 3 botones de la camisa, luego Andrea tomo el sacaleches y yo me daba una paja que ni te cuento.

-Ahí esta mira como me empapó el protector

-Bueno déjame ver.

Cuando Andrea tomó su pecho me vino un orgasmo que no pude contener y fui a golpear con mi rodilla la puerta de modo que ambas se percataron de mi presencia.

-Que hace acá?, como?

Me encontraron en semejante posición tratando de disimular el semen que estaba por toda mi mano.

-Degenerado, asqueroso. Inmediatamente salga y está despedido.

-Espere, espere señora no se apresure puedo explicarle.

-Nada que explicar solo con ver su mano basta y sobra.

Me puse de pie y apelando a todos mis recursos dije:

-Señora no llevemos esto a mayores, dejemos esto en un mal entendido, necesito trabajar y por otro lado no quisiera dar a conocer a quienes usted ya sabe ciertos documentos y cifras de negocios manejados por usted.

-Espere un momento, no puede chantajearme de esa forma.

-Señora usted esta forzando la situación porque no nos tranquilizamos y dejamos la charla aquí para no levantar sospechas. La seguimos esta noche.

-Ellas se miraron complacientes y Andrea dijo:

-Bien esta noche en mi casa.