Capítulo 1
- Esclava puta-cerda609. Mi historia I
- Esclava puta-cerda609. Mi Historia II
- Esclava puta-cerda609. Mi historia III
- Esclava puta-cerda609. Mi Historia IV
- Esclava puta-cerda609. Mi historia V
Esclava puta-cerda609. Mi historia I
Mi nombre es «puta-cerda609». Casi no recuerdo como me llamaban antes, cuando aún ostentaba el rango de persona… creo que María, o algo así.
Desde hace unos ocho años he ido perdiendo progresivamente todos mis derechos como ser humano y me han ido convirtiendo en lo que ahora soy: un trozo de carne con tres agujeros, para uso, abuso y disfrute de machos de toda raza o especie.
Mejor dicho, soy lo que mis Amos quieran que sea, según su capricho.
Y digo mis Amos, porque pertenezco a dos concretamente. Bueno, hay también un cornudo esposo con el que me casé, que fue quién me inició en la esclavitud cuando aún éramos novios, y quien me entregó a mis Amos.
Él también les sirve, como criado, y nuestro matrimonio no tiene ningún efecto, ya que soy Propiedad exclusiva de mis Dueños.
A veces le permiten montarme o lamer la leche que sale de mi coño cuando me lo llenan mis Amos o alguno de sus amigos, aunque habitualmente le obligan a mantener castidad absoluta mediante un cinturón de castidad que le impide tener erecciones.
Durante un periodo tiempo me usaron como una puta. Aunque, según mi cada vez más corto entender, ni siquiera creo que en mi estado actual se me pueda catalogar como tal.
Supongo que una puta debe ser una hembra atractiva destinada a dar placer a los hombres.
Pero, después de las vejaciones y deterioro que ha ido sufriendo mi cuerpo a lo largo de estos años, mi aspecto no creo que resulte atractivo mas que para algunos degenerados de mente retorcida y perversa.
Por eso creo que pronto me cambiarán el nombre. De hecho creo que lo acortarán, dejándolo simplemente en cerda609.
Y es que han ido eliminando en mí todo aquello que han considerado superfluo o incómodo para su forma de usarme o humillarme, añadiendo otros elementos que en cambio han considerado útiles para sus objetivos.
La primera gran vejación que cometieron conmigo fue «vaciarme» por dentro. Decían que para evitar que una basura como yo pudiera procrear.
Me llevaron a un ginecólogo chino clandestino, y en el sótano de un sucio restaurante me extirparon los ovarios, y con ello mi dignidad femenina. En pago a sus servicios, el «doctor» pudo despacharse a gusto conmigo antes de la operación. Pero esa historia la contaré más adelante.
Otro «doctor» fue el encargado de arrancarme las uñas de manos y pies.
Mis Amos alegaron que a veces les arañaba con ellas, bien cuando les hacía pajas o al intentar rebelarme ante lo que ellos llaman «tratamientos severos». Lo hizo tan bien que no me han vuelto a crecer, ni creo que lo hagan.
Cualquier rastro de vello en mi cuerpo también ha desaparecido. Llevo la cabeza totalmente afeitada, el coño, culo y axilas depiladas, e incluso me han quitado las cejas.
Y periódicamente uno de mis Dueños se encarga del depilado de pestañas una a una. A veces me ponen pelucas y pintan sobre mis ojos grotescas cejas, solo para divertirse.
Pero no quedan ahí los cambios provocados en mi cuerpo. Un «muy reputado» odontólogo fue el encargado de arrancarme una a una, a lo largo de varias sesiones, todas mis piezas dentales, de tal forma que ahora soy considerada por mis Amos una excelente mamadora de rabos.
La cerda desdentada, dicen, ya no tendrá que preocuparse de no hacer daño con los dientes a la polla del macho que se la «enchufe» en la boca. Las violaciones bucales son, después de aquello, salvajes. Las pollas entran y salen de mi boca con la misma facilidad que de mi coño o ano, sin obstrucción de ningún tipo.
Cuando terminó el trabajo, el dentista, supongo que orgulloso de su obra, tuvo a bien regalarme una copiosa meada que tuve que tragar y agradecerle más tarde sus servicios con un coito oral completo. Desde entonces solo como papillas, cuyo contenido desconozco, que me prepara un viejo encargado de mi mantenimiento, a las órdenes de mis Amos.
Para completar el patético aspecto de mi cara, un cirujano plástico me extrajo el cartílago de mi tabique nasal, y lo sustituyó por un grueso aro de metal, del que mis Amos tiran transportándome así como vulgar ganado.
Al fin y al cabo eso es lo que soy, una sucia res.
Otras veces, mediante unos ganchos nasales que unen a un collar de perro, a la altura de la nuca mediante unas gomas, me estiran las aletas de la nariz hacia arriba abriéndolas completamente al no impedírselo el tabique nasal.
El labio superior se me levanta mostrando lo que en otro tiempo eran mis encías. Realmente la cara de cerda que se me pone me hace convencerme cada vez más de que en realidad lo soy.
El resto de mi cuerpo está también bastante machacado. Mis pezones, alargados e hinchados por el uso y castigo, lucen dos aretes.
Mis tetas, están algo caídas, aunque creo que todavía soy bastante joven, y habitualmente llenas de moratones y marcas.
Mis labios vaginales, los mayores, también están taladrados por aros, y bastante alargados por el uso. Los labios menores me fueron amputados.
De todas formas eran pequeños, y no servían para colgar pesas, según mis Amos. Mis agujeros inferiores, coño y ano, han sido dilatados al máximo, ofreciendo a simple vista el interior de mi asqueroso cuerpo.
Por lo demás, tengo una marca a fuego en mi nalga izquierda, con el «hierro» de mis Amos, TR. Completan mi aspecto quemaduras de cigarrillos y marcas de vara, al margen de múltiples hematomas que cubren toda mi piel, en distintas partes, y un tatuaje en mi pubis con mi nombre: «puta-cerda609».
Pero se preguntarán cómo una chica de 22 años (ahora tengo 30) puede llegar hasta este extremo de degradación sexual y personal, que excede todos los límites sexuales habituales, hasta el punto de perder la noción de la realidad, la dignidad personal y la propia autoestima, entregándose sin condiciones a todo tipo de abusos físicos y psicológicos.
La respuesta es sencilla: por el puro placer de sentirme esclava, aunque el proceso ha sido lento y no exento de dificultades.
Por orden de mi Amos, me dispongo a relatarles la historia completa de mi transformación de chica joven y guapa (eso decían) a sumisa, esclava, puta barata, cerda engrasada, saco de cuajo, retrete con coño, bola de sebo, carne de apaleo, cenicero con coño, fulana con tres coños, funda de rabos, furcia de relleno, perra de apareo, vaca de monta, marrana pelada, ramera traganabos, orinal de tres plazas, mamona multiusos… y otros apelativos con los que actualmente me regalan mis legítimos Propietarios y Dueños de mi cuerpo y mi voluntad.
Esta es mi historia:
Continuará…