Capítulo 1
Mi amiga Maite
Me llamo Carlos, y lo que os voy a contar es un relato casi a tiempo real, no, no es que me pase mientras que lo escribo por su puesto, pero si me pasa ahora, en estos días.
Todo empezó en la época del instituto, hace ya casi nueve años, y me remonto tan atrás porqué es cuando la conocí a ella.
Se llama Maite, y es una mujer bellísima, tiene 23 años, rubia natural, delgadita, con un cuerpo de muñequita ya sabéis, no muy dotada pero si muy bien conjuntada.
Pues como os decía fue en el instituto cuando me enamoré de ella, me enamoré de forma profunda y sincera, aún así por timidez no le dije nada hasta dos años después, fue su primer rechazo, ha habido tres, pero aún así hemos seguido siendo muy buenos amigos.
Ella según pasaban los años se ponía cada día mas buena, y claro los chicos se le pegaban como moscas, eso durante una época me sentaba muy mal, pero con el paso del tiempo me llegó a gustar, no se me ponía caliente, me daba morbo.
Me gustaba salir con ella, y ver como los tíos se le acercaban, sacándola a bailar, para después irse con ellos y volver al rato con una cara de follada impresionante.
Me empezó a gustar que oír a amigos comunes hablar de ella, incluso que sus ligues me contaran lo que le hacían.
Me sentía humillado y cachondo a la vez.
Me gusta sentirme humillado, que me digan lo tonto que soy pensando que ella es una santita y todo eso.
Podría contaros muchas cosas morbosas, pero me voy a centrar en las ultimas semanas, concretamente hace unos días, resulta que hará un año ella y yo nos buscamos un trabajo, conseguimos en un restaurante de los caros, no de gran lujo pero si de ejecutivos.
Si vierais lo buena que esta con el uniforme, esa faldita ajustada, que le marca las caderas y el culito, y ella que es muy lista, se dio cuenta que si se la subía bastante, los clientes le dejaban mas propina. Y ahí se sube la falda, hasta que casi parece que lleve una minifalda, los clientes e vuelven locos por que los atienda ella.
Pues lo que os decía hace unos días, llegaron un grupo de unos cuatro clientes, ejecutivos y clientes habituales, uno de ellos, el que llama mas la atención, siempre pide a que le atienda Maite, le gusta tomarse confianzas con ella, también ella le ríe las gracias, esa noche, estuvieron bebiendo hasta tarde, todos se habían ido, solo quedábamos, Maite, otro camarero, dos cocineros y nuestro jefe, por supuesto esos clientes que apuraban sus copas, nosotros recogíamos el restaurante, cuando llamaron a Maite para que les pusiera una copa mas, ella fue les sirvió y al pasar por el lado del «jefe del grupo», este le paso la mano por la cintura, y le dice:
– !Que buena esta mi Maite!
El resto río, y ella también lo hizo, el le pidió que se sentara con ellos, solo un rato, como ella dudaba mirando al jefe.
El cliente se lo pidió a el, y este accedió, así que le hicieron un hueco y se sentó. Hablaban de tonterías reían mucho y muchas indirectas y todo eso.
El hombre que ya tenía copas suficientes dejo caer la mano, sobre los muslos de ella, de esto yo no me di cuenta hasta que el otro camarero me lo dijo con una seña. Allí estaba la mano de aquel tipo acariciando los muslo de ella.
No se cuanto tiempo estuvieron, pero lo que se es que le serví dos rondas mas, cuando puse la última el tipo dijo:
– Maite ¿Por qué no nos enseñas las tetas? Venga cariño alégranos la noche.- yo al oírlo me quede de piedra, miré esperando la reacción de ella. Pero no dijo nada, sonrió y negó con la cabeza, a lo que el tipo, sacando un billete de 100 del bolsillo dijo – Venga no seas mala y si te doy 100, venga solo un momentín.- La misma respuesta.- Chicos sacada cada uno 100, no seáis racanos, que la chica lo merece.- Todos reían y sacaron sus billetes.- Venga los camareros también que pongan algo.- Yo estaba bastante rabioso con ganas de darle en la cabeza con la botella al tipo, cuando llegó el cocinero y puso el bote de las propinas sobre los billetes. Al final habían allí, entre unas cosas y otras 1000, ella miraba el dinero, y sonreía cuando de repente se echa para atrás, se desabrocha la blusa, y se la quita, quedándose en tetas, enseñándolas a todos los presentes. Ante un mm general, la verdad es que eran preciosas, no muy grande pero si muy bonitas. Pero no creáis que se tapo enseguida, estuvo un rato largo enseñándolas, tomándose la copa, charlando como si nada, incluso aquel cliente, que se llamaba Mario según dijo, le paso la mano por el hombro y según le parecía le acariciaba un pecho.
Todos seguimos recogiendo hasta que ya no hubo mas excusa, entonces ellos por fin se levantaron, Maite se puso la blusa otra vez y todos salimos a la calle.
Allí fuera Mario, nos dijo que nos invitaba a tomar una copa, en un sitio cercano. El abrazaba a Maite, como si fuera su propiedad.
Nuestro jefe dijo que si que el iba, el otro camarero también, yo por no quedarme atrás dije que si, mas que nada por ver en que quedaba la noche.
Al final fuimos los que he dicho ya que los otros dijeron que era tarde y todo eso.
Pues fuimos con el, a un club que el pertenecía, estaba en el ático de uno de los edificios mas importante de la ciudad, era de eso para gente selecta y todo eso, que no entras sino te recomienda alguien, estaba bastante vacío.
Mucha moqueta roja, sillones de cuero, música a media luz, etc.
Pedimos las copas, y nos sentamos, yo hablaba con Raúl, el otro camarero, de cosas tontas, mientras Mario y el jefe charlaban con Maite.
En una de estas me entro el sueño y me dormí, estaba muy cansado y el alcohol me embota. No se cuanto estuve durmiendo, pero me despertó, un hombre de unos 60 años, muy bien vestido y un poco gordo.
– Eh chaval despierta.- sonrío, era un miembro de aquél club, que estaba tomando una copa cuando llegamos. Yo me sobresalte un poco, y mire aturdido a mi alrededor, estaba solo. El para tranquilizarme me dijo; – ¿Que tus amigos te dejaron solo eh? No te preocupes que están todavía en el club, que no han salido.
– ¿Cómo lo sabe?
– Por que los hubiera visto salir, además el camarero te hubiera echado, no se puede estar aquí si no eres miembro o vienes con algún miembro.
– Ah ya ¿ y usted sabe donde están?
– No se si decírtelo,- sonrío – pero en fin no debieron dejarte solo. Ven conmigo.
Salimos del bar, caminamos por un pasillo y al llegar a la mitad, me dijo:
– Al final del pasillo, hay una puerta forrada de moqueta igual que la pared, gira el pomo y ellos están allí.- volvió a sonreír.
Llegue hasta la puerta y al abrirla vi un amplia habitación toda forrada de moqueta roja y espejos.
La habitación era amplia, por que tuve que girar la cabeza para ver el espectáculo, Maite estaba desnuda tumbada en el suelo, boca arriba, mi jefe se la follaba estilo misionero todavía con los pantalones por las rodillas, Raúl el camarero estaba sentado en un sillón pegado ala pared y se hacía una paja, a Mario no lo vi, pero eso fue solo al principio por que la acercarme me di cuenta que no se había ido, estaba debajo de ella metiéndosela en el culo.
Ella gemía, daba unos grititos de lo mas cachondo.
Yo me acerque a Raúl y le pregunte, el estaba a mil, no me dijo nada no podía quitar la vista del espectáculo, mi jefe empujaba con ganas, de una manera rítmica pero con mucha fuerza, al rato, Mario se la saco, y salió de su posición, mi jefe la saco también. Ella se puso de rodillas y mirando para nosotros nos dijo:
– Vosotros solo mirar eh! Que no esta echa la miel para la boca del asno.- Mario, el jefe y ella se echaron a reír.
Ella de rodillas y ellos de pie. Tragándose la polla de Mario, mientras masturbaba al jefe. Los tres gemían, yo no pude mas me saque la polla y empecé a tocarme, mientras me la tocaba vi que Raúl, tenia algo en las manos, si eran las bragas de Maite, mas bien un tanguita que lamía con deleite, se lo iba a pedir pero me dio asco lo estaba babando, peor me puse a mil viendo como lo lamía.
En una de estas, Mario se acerco a Raúl, dejando la placentera mamada a la mitad, y le pidió el tanguita, bueno mas bien se lo quito, volvió a Maite y se lo metió en la boca completito. Para des pues ponerla a cuatro patas y follársela.
Después de un rato larguísimo, se corrió, sacándosela para correrse en las nalgas de la chica, se echo para atrás y le dejo el paso al jefe, que en la misma posición se la follo, este duró menos y no le dio tiempo de sacarla, corriéndose mitad dentro mitad fuera, aquello era genial, yo apure mi paja pensando que se acababa y me corrí.
Pero de acabarse nada, Mario, se levanto, Maite estaba otra vez tumbada boca arriba, el se puso de pie junto a ella, y agarrándose la polla, le meo encima, todos los whiskys, el vino, los refrescos todo lo soltó en una meada larga y olorosa, para mi sorpresa ella, abría la boca y sacaba la lengua, la meada la recorrió entera pero sobre todo tetas y cara, aquello era increíble. Mi jefe también asombrado, supongo que no la conocía tanto como el creía, yo sabía que s ella follaba desde hacía unos meses, eso ya os lo contaré si queréis.
Como os digo el asombrado, se acerco y se unió a la fiesta, meandola, ella estaba bañadisima en orines, mientras Mario miro hacia nosotros y nos dejo que nos uniéramos ala fiesta, aunque solo fuera para mear. Raúl no perdió tiempo y fue hacia ellos, yo al principio dudé pero después me acerque, y con un poco de rabia, le meé la cabeza bien meada, su pelo mojadísimas, estaba deseable al máximo.
Cuando terminamos de mear, nos apartamos un poco y Mario se sentó encima de su cara, ella le comió el culo, mientras le masturbaba una tremenda erección.
El jefe cachondo otra vez, se la metió, follándosela de nuevo, esta vez se corrió mas tarde, pero si le dio tiempo de sacarla y correrse en su ombligo.
Mario cuando vio que le jefe terminaba, se levanto y ocupo de su puesto, alternando entre culo y coño se la follo de una forma increíble durante un largo rato. Hasta que se corrió en sus tetas.
Aquello fue maravilloso. El de pie ayudo a levantarse a Maite, y los tres se fueron a ducharse, yo y Raúl nos quedamos, allí muy calientes.
Al rato aparecieron, ya vestidos nos tomamos una copa en el bar, y nos marchamos.
Fuera en la calle Mario se despidió con un beso de tornillo de ella, y con una apretón de manos de nosotros y cogió camino de su coche.
El jefe cogió a Maite por la cintura y se despidieron de nosotros, Raúl y yo nos fuimos ha coger el autobús.