Me gustó pasar la prueba
Mi marido siempre me insistía con introducir otro hombre en nuestra cama y yo me negaba rotundamente.
Realmente tengo que confesarles que no quedaba muy satisfecha luego de nuestros encuentros amorosos y mucha de las veces tenía que recurrir a mis propias caricias para llegar al orgasmo.
El hacía lo suyo y cuando acababa no seguía con los juegos eróticos y por más que pretendía que siguiera acariciándome la mayor parte de las veces se daba vuelta y quedaba dormido.
No era como cuando éramos más jóvenes que no sabía cómo sacármelo de encima.
Así que un día que insistía por centésima vez en meter a otro tipo en la relación de pareja le sonreí y le dije que estaba loco y vi cómo le brillaban sus ojitos. Ahí supe que estaba por pasar algo y tenía que estar preparada porque en cualquier momento me lo traía al dormitorio.
Yo lo quiero a Salva y soy feliz con él aunque no quede satisfecha después de nuestros encuentros sexuales y pienso que si me lo propone es porque debe sospechar algo. Nunca le dije nada pero debe de suponerlo.
Y nomás llegó el día. Era sábado y aprovechando que los chicos estarían ausentes hasta la noche mi marido lo había programado todo como después me di cuenta.
Me invitó a recostarme un rato para hacer la siesta y como estaba algo cansada acepté sin pensar siquiera en lo que sucedería.
Me empezó a acariciar y como realmente no tenía ganas de jugar lo rechacé al principio pero poco a poco fui cediendo ante el avance de sus manos y su boca por mis zonas erógenas.
Debo de reconocer que es todo un experto para el juego previo, lo que pasa es que después acaba pronto.
Cuando estábamos en plena caricias me vuelve a preguntar si no me gustaría hacerlo con otros hombres y le repito, que no hinche más con eso.
¡Qué lástima! me dijo al oído porque te tengo una sorpresa. En cualquier momento se nos unen dos amigos y juntos la pasaremos muy bien los cuatro.
No podía creer lo que estaba escuchando, me había amenazado -en el buen sentido de la palabra- con introducir a otro y ahora salía diciendo que eran dos. Me puse muy nerviosa y mi respiración se aceleró.
Gire su cabeza hacia la puerta y como no vi a nadie lo miré con una sonrisa burlona a mi esposo y continuamos acariciándonos.
Ya estábamos los dos desnudos y tratando de introducirme su miembro erecto en mi conchita.
Cuando sentí que una mano ajena me acariciaba la cola giré bruscamente y me encontré con nuestros amigos Jorge y Raúl desnudos al lado de la cama. Me separé inmediatamente de Salva y me senté en la cama tratando de taparme mi desnudez como podía al tiempo que lo miraba a los tres con una bronca que ni les cuento.
Les grité a los visitantes que se marcharan, que eran unos degenerados al igual que mi marido y no que era una puta dispuesta a hacerles favores. Me puse a lagrimear y les pregunté por qué me hacían esto a mí e indirectamente a sus esposas que eran mis amigas. Por qué me humillaban de esa manera si nunca les había dado motivos para ello.
Los tres se quedaron sin decir palabras hasta que Raúl me dijo, casi avergonzado, que tenía razón, que los perdonara, que podía pensar cualquier cosa de ellos y Salva, pero que no lo hacían con mala intención, que acudían al llamado de mi marido porque pensaba que yo no disfrutaba tanto con él y necesitaba más sexo del que podía brindarme y ellos luego de mucho pensarlo accedieron a ayudarnos a los dos.
Me juraron que nadie se enteraría de este encuentro, que no saldría una palabra de esas cuatro paredes, que sería por esta única vez y después volverían a su vida normal siendo nada más que amigos como hasta ahora.
A pesar de que no creía que esto último sucediera porque si iba a tener sexo con ellos no podía pensar que después se cortara todo así porque sí, les agradecí irónicamente su generosidad y accedí a pasar la «prueba» como argumentaran no sin antes putearlo a mi marido, ya que si bien reconocía que necesitaba más sexo de lo que él me proporcionaba no tenía por qué pasar por esa situación.
Le pregunté a boca de jarro si le gustaba vermea coger con otros hombres y vi que se puso mal y no me contestó nada.
Pasaron unos segundos interminables sin que nadie dijera o hiciera nada hasta que Salva me diera un beso en la boca y comenzara a acariciarme los pechos.
Casi sollozando porque realmente no me sentía bien me volví a subir encima de él y empezamos a movernos de nuevo.
Lo noté raro y me pareció que iba a suspender todo pero dudó un instante y ya Jorge, al que notaba más excitado, me acercó su pija a la cara y sin mediar palabras empecé a acariciársela y después, mirándome de reojo a Salva, se la introduje lentamente en la boca.
Quería que jugará, pues jugaría aceptando el reto.
Raúl, que estaba ubicado detrás me empezó a lubricar el agujerito del culo. Primero besándomelo y luego con un gel que había traído expresamente. Emití un gemido pero no le negué la entrada, estaba dispuesta a todo aunque después me costara el matrimonio, así que acercó su verga también lubricada y empezó a metérmela en forma lentamente.
Si Salva quería que me cogieran sus amigos mejor no la podía estar pasando ya que estaba siendo penetrada por los tres al mismo tiempo. Lo mamaba a Jorge y recibía las pijas de Raúl y Salva por mi culo y concha respectivamente.
Tenía todos mis agujeros ocupados y estaba gozando mucho. El primero en acabar fue mi marido quien sin embargo la dejó adentro y por suerte erecta un buen rato. Luego acabó Raúl sacándola y tirándome la leche por mis nalgas y mi espalda.
Como estaba al borde del orgasmo aceleré los movimientos de mi boca ayudándome con mis manos y cuando sentí el primer chorro del semen de Jorge en mi boca la saqué salpicándome la cara y las tetas y parte del cuerpo de Salva, lo que no me disgustó.
Después de un rato de relax se fueron invirtiendo las posiciones y mientras se la chupaba a Raúl cogía con Jorge mientras Salva observaba todo con cara de calentura y resignación a la vez.
Descansamos otro poco mientras los masturbaba y chupaba indistintamente para que sus miembros estuvieran erectos con prontitud cosa que no ocurría fácilmente, dado que los amigos que había traído Salva eran tan maduros como él.
Al primero que se le paró totalmente fue a Jorge, que como dije estaba super excitado y además, era el más joven de los tres. Entonces me le subí encima y comencé a cabalgarlo. Me lo cogí prácticamente en pocos movimientos y acabamos simultáneamente en un grito de gozo y placer.
Luego Raúl me dio vuelta y me la introdujo suavemente desde atrás (pero no por el culo) mientras yo lo mamaba a Salva.
Después de un rato de seguir tocándonos les dije que me quería dar una ducha y me retiré dejándolos a los tres solos sin decir palabras.
Cuando regresé compartimos un café y charlamos de cualquier tema y ninguno de los presentes hizo alusión a los momentos vividos.
A la noche al acostarnos luego de concurrir al cine y a cenar afuera le confesé a Salva que me había gustado mucho pasar la experiencia de ese día y quería repetirla de vez en cuando, con ellos o con otros amigos o desconocidos. Luego nos dormimos plácidamente.
En un próximo relato les cuento cómo me fue