Mi inteligente y madura y joven Sonia
Tengo que confesar algo, lector, y creo que éste es el mejor lugar para hacerlo. He dicho confesar, pero por supuesto que no me arrepiento, ¡cómo iba a hacerlo!
Soy un hombre de mediana edad, no muy alto, fuerte, con pocas canas y con muchas ganas de divertirme con jovencitas. No estoy mal dotado, y mi reto es no dejar escapar a ninguna mujer de mi lecho sin que me la haya mamado y le haya dado por culo, pues me gusta tanto dominar como follar porque sí.
Me gusta el deporte, sobre todo la natación, y fue en una piscina donde conocí a Sonia. La estuve viendo día tras día mientras duró el curso de natación, y hablé con ella como con cualquier otra persona. Pero su juventud y su, no sé, seguridad y desenvoltura me incitaron a intentar follármela. No suelo tener líos con menores y, además, Sonia cumpliría los 18 en seguida, así que inicié una estrategia para llevarla a mi cama.
He dicho que era joven pero madura, y eso fue lo que me conquistó. Inteligente, de matrícula de honor, de clase media, extrovertida, elegante… ¿Cómo no iba a querer yo estrenarla – ya se veía que era virgen, ni novio había tenido – y doblegarla y pervertirla?
Y así empezó todo, el día en que me ofrecí a acompañarla a su casa tras el entrenamiento, pues cada vez anochecía antes. Con la excusa de dejar unos paquetes que llevaba en la mano en mi casa, que estaba de camino, le ofrecí una Coca-Cola si subía. Sonia no es tonta, lo repito, así que si subió tan decidida era porque conocía las posibles consecuencias…
Esto me provocó un cosquilleo en la polla: ya surgía esa independencia suya que ya me encargaría yo de eliminar. En 1 hora la tendría arrodillada ante mi picha.
Me puse a hablar de tonterías, y utilicé el truco de siempre de hablarle de si tenía novio, de lo guapa que era, etc. Y sorprendió, por penúltima vez en esa noche.
Mira, Óscar (así me llamo yo). Tú también me pareces atractivo… así que dejémonos de rodeos. Te he escogido para mi primera vez.
¿Estás segura?- dije, aunque me resbalaba pues hasta había cerrado la puerta tras de ella con llave.
Sólo te pido ternura, y que tengas cuidado- respondió.
Me lancé sobre su cuello y lo comencé a besar. Le acariciaba las tetas y le acabé dando un buen beso hasta meterle la lengua en la garganta. Ja ja ja, tendría que irse acostumbrando a tener otras cosas ahí dentro… La desnudé levemente los pechos, lo suficiente para chupárselos. Ya se le estaban poniendo duros.
Ah, Oscar… Qué bueno- gemía ella.
Intentó desnudarme ella también, pero le sujeté las manos.
Ahora es mi turno- dije
La dirigí a un sillón, donde la sobé un poco más. Luego la puse sobre mí, y la obligué a bajarse del sillón y arrodillarse a la altura de mi bragueta.
Bájame la cremallera- ordené
Ya la tenía muy dura.
Cógemela
¡Dios!- dijo Sonia con cara de susto- ¡Es enorme!
Ya he dicho que la tengo normal, quizá sólo un poco más gruesa que la media. No había visto ninguna en su vida.
Vamos a dejarlo, Óscar, mejor otro día- me dijo. De verdad tenía miedo de meterse eso.
Lo que quieras, niña – evidentemente no la dejaría escapar, pero seguía con mis planes- pero así no me puedes dejar. Hazme una paja al menos.
¿Cómo?- preguntó Sonia.
La enseñé, y sus manitas y su cara de susto estaban empezando a hacer fruto: una enorme erección apuntaba al techo. Al cabo de un momento, cogí suavemente su cabeza y la dirigía hasta que sus labios tocaron la punta de mi polla. No se quejó.
Chúpamela, ya verás cómo te gusta. ¿Ves como aprendes?- dije, pero sin quitar las manos de su nuca. Por el tono de mi voz Sonia se dio cuenta de que no podría negarse, pues la aferraba con firmeza la cabeza.
Me empezó a lamer la punta, pero yo la guié más allá.
Entera, guapa, entera. Ya verás cómo es fácil
Y a la vez de di un empujón hasta que le vinieron arcadas. Mi polla tocaba su garganta.
Finalmente me corrí, en su boca, pero la cara que puso no fue de mi agrado. Decidí que se encargaría de beber toda mi leche a partir de ahora.
Ahora te toca a ti, Sonia.
La terminé de desnudar – yo aún seguía vestido, con la picha fuera- y le agarré groseramente el culo, y le froté el coño, que estaba húmedo.
Te dije que te iba a gustar, putita.
La tumbé en el suelo, y le metí un dedo en la vagina. Era muy estrecha, pero no parecía tener himen. Le acaricié el clítoris, mientras se estremecía. Le comí el coño un rato. Cuando estaba ya chorreando decidí que era el momento de metérsela.
Levanté sus piernas, y con la punta de la polla empecé a frotar su clítoris. Daba círculos hasta acercarme a su gruta.
Ten cuidado, por favor, por favor- me suplicó.
Pensé que se merecía lo contrario ya, por pesada.
Le clavé la punta de la polla, pero la muy puta cerraba su coño y me era imposible ir más allá. Lo volví a intentar, pero sin consecuencias. Me subí más a ella y le mordisqueé los pechos y, cuando se relajó, se la metí de golpe. No se lo esperaba.
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh- gimió
Me quedé en el fondo, quieto, esperando que se recuperara. Diez segundos después me salí y empecé el mete-saca.
Dios, dios, dios, diosss- decía. Algo le dolía aún pero tenía verdadera madera de puta. Iba a tener una ninfómana o algo parecido. Se entrelazó a mí por las caderas y con su pelvis me hacía sentir maravillas.
La verdad, no creía que fuera tan buena jaca.
Tanto parecía disfrutar que arremetí más fuerte, pero ella aún sentía más. Se correría un par de veces antes de que lo hiciera yo. La cara de zorra que puso al sentir mi semen caliente dentro de ella era tremenda…. Vaya con la empollona.
Se la saqué de golpe.
-¿Te ha gustado, eh?- le pregunté yo.
Pero Sonia, en vez de responder, se lanzó sobre mi fláccida polla y se puso a chuparla de nuevo. No pude reprimirlo ya le di un cachete. Necesitaba descansar para recuperarme y embestirla de nuevo, se estaba poniendo muy caliente demasiado rápido.
Ahhhhhhh- gimió para mi sorpresa- Óscar, he de confesarte una fantasía mía. Siempre he querido que un hombre me azotara las nalgas con las manos, como castigo por mi mal comportamiento. Te he regalado mi virginidad, así que te pido que me hagas vivir mi fantasía.
Con que la niña perfecta, a la que no se había reñido nunca, le gustaría que la azotaran… Pues ya se enteraría. Me fui a por una de esas sogas de saltar a la comba, de unos 2 metros y los mangos, y la até a la mesa con ella. Le di unos tanteos rápidos, hasta que le puse rojo el culo. Curiosamente lo aguantaba en silencio, sin protestar ni gemir de placer. Francamente me aburrí, pero entonces se me ocurrió la gran idea.
Eres una niña mala, Sonia, y no creas que tu castigo se limitará sólo a estos azotes. Separa más las piernas. ¡Más! – dije. Sin más miramientos, pues ya estaba húmeda de nuevo, se la metí por el ano de golpe. Aún estaba atada.
¡No!- chilló- Ayayayyy…
Me salí y la desaté, pero no para lo que ella creía.
Con la cuerda le di unos 10 azotes, y luego le metí uno de los extremos, de plástico, con la forma esa tan característica de empuñadura, por el coño.
Y yo volví a clavársela por detrás. Ni que decir tiene que volvió a gemir… para el gusto de ambos.
Cuando estaba a punto de correrme, le di la vuelta y la obligué a tragarse el semen, por parte del anterior. Aún llevaba la cuerda en la vagina.
Le dije que se duchara, y la acompañé a su casa, para que no le pasara nada malo por el camino.
Hay muchos desaprensivos que se querrían aprovechar de ella, seguro.