Capítulo 6

Iniciación zoofílica VI

Una vez terminada la sesión de la tarde fui llevada a mi habitación, por cierto perfectamente ordenada lo cual me confirmó la presencia de una tercera persona en la casa, me tome un confortable baño y después de peinarme y perfumarme bajé al salón donde Sole estaba leyendo el correo electrónico, me dijo haber recibido carta de Luis el cual se interesaba por mi adiestramiento, si era correcto, si era una buena perra, si aprendía, si me revelaba con frecuencia, si era necesario algún castigo adicional en fin, quería saber si serían necesarias muchas sesiones para mi transformación.

Caray, que interés había tomado por mi. No dejaba de sorprenderme tanto interés repentino, si, ya sé que había sido idea suya, pero aún así no dejaba de estar un poco desconfiada por aquella preocupación por mi perfecta enseñanza. La cena sería a las nueve en punto y sería normal, en la casa, sentada delante de una mesa y con comida ordinaria, bueno, al menos si podría cenar debidamente acomodada.

A las nueve en punto de la noche estábamos las dos sentadas a la mesa, yo muy intrigada, si las dos estábamos sentadas a la mesa e íbamos a cenar, quién serviría la cena?, pronto salí de dudas, una chica de unos 25 años, muy guapa, con solo un tanga acabado en una cola de perro nos sirvió la cena, no hubo presentaciones, simplemente sirvió la sopa, la medida justa que traía en la sopera y de vuelta a la cocina a cuatro patas, estaba perfectamente adiestrada, sabia sus funciones y como realizarlas.

Una vez terminada la cena nos fuimos al salón a tomar un café, servido como no por la perrita, una vez servido se acostó delante de Sole con la cabeza apoyada en la alfombra y su mirada perdida en la pared de enfrente, sin un solo gesto, sin una sola palabra, solo movimientos perfectamente aprendidos, viéndola me di cuenta que se portaba esencialmente como una perra.

Cuando su Ama bajó la mano por el lateral del sofá se acercó suavemente a lamerle los dedos, la mano entera, lo hacía con delicadeza, como si le fuera en ello la vida, y tal vez fuera así, no lo sé, nunca lo supe, solo cuando la voz de Sole dirigiéndose a mi, me hizo recordar que yo estaba allí para un adiestramiento, pero las explicaciones dadas pronto me hicieron comprender que no se esperaba de mi un comportamiento tal, ni una sumisión hasta un punto tan humillante, no, para mi estaban pensadas o designadas otras metas, otras enseñanzas mas orientadas hacia el disfrute sexual que hacia el comportamiento como simple criada o perra de compañía.

Bueno, no fueron las explicaciones las que me tranquilizaron, mas bien me hicieron poner la mente a trabajar.

¿Qué estarían tramando Luis y Sole para mi?, ¿por qué no se contaba con mi consentimiento al menos para dar mi aprobación a un proyecto que al parecer estaba destinado a cambiar en parte mi vida?, de hecho ya lo estaban haciendo, mis costumbres, mis hábitos hasta mi vida familiar se estaba modificando mas de lo deseado o tal vez mas de lo imaginado.

A las once de la noche Sole se incorporó, sacó de un cajón un collar de perra y lo puso en mi cuello, una correa y me condujo a la sala de castigo que había visto la noche anterior, me ordenó sacarme toda la ropa, sin una palabra me ató a la cruz en forma de «X» existente en una de las paredes. Tenía miedo, no sabía que iba a suceder, no entendía el motivo de mi castigo, porque estaba claro iba a ser castigada.

Vendados los ojos, privada de la visión de lo que ocurría a mi alrededor solo escuché la voz de mi ama dirigiéndose a su perrita para pedirle los diferentes instrumentos a utilizar en el castigo que se me iba a imponer. Látigo, fusta, pinzas y pesas de diferentes medidas.

¿Por qué?, pregunté, solo una respuesta lacónica: Es necesario para tu adiestramiento, para que comprendas que solo el placer de las personas que estén en posesión de tu cuerpo es lo importante, no importan tus pensamientos, tus sentimientos, solo el placer de las personas que te posean.

Primero sería castigada físicamente en diferentes partes del cuerpo, luego sería de nuevo llevada a la nave adjunta donde sería de nuevo montada por uno o los dos perros y luego a la cama a dormir, eso si, esta noche dormiría atada de pies y manos, con los ojos vendados y una mordaza en la boca. Sería despertada cada media hora por un espacio de 2 minutos para sentir algo diferente cada vez, esto duraría un mínimo de 8 horas.

Me quedaba prohibido hablar, gemir y expresar el mas mínimo signo de dolor o placer, en mi cara no podría notarse ni una cosa ni la otra, solo indiferencia y por supuesto prohibición total de un orgasmo so pena de un severísimo castigo.

Si, era la parte mas difícil del adiestramiento, aprender a dominar los sentimientos o mas bien las expresiones que indican el estado de ánimo en cada momento. Si el castigo prometía duro en lo físico mucho mas duro era en lo psicológico, ¿Cómo no demostrar con los gestos, con la expresión del rostro lo que se sentía en cada momento?, pues ese era precisamente lo que se buscaba, la falta total de expresión.

Sentí el primer golpe, suave, era con la fusta en mi vientre, en la parte baja del ombligo, a ese siguió otro y otro y otro, todos suaves, cada uno en un sitio distinto, fue bajando a cada golpe, mas bien eran caricias un poco subidas de tono, no tocó con los golpes el sexo, bajó a la cara interna de los muslos, derecho e izquierdo alternativamente, llegó cerca de las rodillas y de nuevo hacia arriba, esta vez mas arriba, hasta la base de los pechos, los pezones estaban duros, no sabía si por la excitación o los nervios, el miedo y la desconfianza de lo que podría ocurrir.

El primer golpe serio lo recibí en el pezón derecho, no era una caricia, era un golpe seco, fuerte y sonó en mis oídos como una explosión y e mi cerebro como una descarga eléctrica, huaaaa, que dolor repentino, tal vez por inesperado, pero sin tiempo a reaccionar el segundo en el mismo pezón y un tercero y un cuarto y de pronto otros cuatro en el otro, las lágrimas a punto de resbalar de mis ojos pero el miedo a la mas mínima señal de dolor o de placer me hizo tragarme mis lágrimas y evitar que una sola se derramara.

Todo mi cuerpo en tensión, todo mi ser pendiente de no ser descubierta, que no supiera que en el fondo estaba disfrutando con aquella situación, que aquel miedo me estaba llevando a sentir mi vagina húmeda a punto de salir las primeras gotas hacia el exterior.

O no, cogida infraganti, la mano de Sole acarició mi sexo y detectó mi estado, una risita y un simple comentario que me dejó tranquila, no importaba, era normal, no podría nunca evitar mi excitación, además sería siempre deseable por si de pronto era ensartada con un consolador o por una polla inesperada, siempre a punto.

En realidad lo único que hizo mi ama fue comprobar si mi clítoris estaba lo suficiente excitado para recibir el primer golpe.

Así lo debió de considerar ya que en unos segundos recibí el primer golpe sobre los labios de mi sexo.

No pude evitar un ligero lamento, grave error, una fuerte bofetada me indicó que no debía haberlo hecho.

Oí como pedía pinzas para mis pezones, era la primera parte del castigo por mi lamento, una pinza en cada uno y de nuevo el golpe sobre el sexo, mas fuerte, mas seco y por supuesto mas doloroso, me mordí el labio para no gritar, detectado el gesto mi ama pidió una mordaza para mi boca, así tendría algo que morder.

Era una bola de goma sujeta con una correa elástica por detrás de mi cuello, me obligaba a mantener la boca muy abierta y la lengua retraída, solo podría respirar por la nariz.

Las pinzas de los pezones fueron sustituidas por unas abrazaderas con tornillo regulador de la presión, a partir de ese momento cada gesto sería una vuelta mas en la presión hasta hacerlo como papel, palabras de mi ama.

Una pinza en cada labio de mi sexo y de nuevo los golpes, esta vez con la tralla de cintas de cuero con nudos al final y en los muslos, un golpe tras otro en la cara interna, el frente y los laterales, las caderas y la cintura, era una serie concatenada de golpes, sin un segundo de descanso, no se cuantos fueron pero si se que de mis ojos corrían lágrimas, no corrían por mis mejillas ya que la venda colocada lo impedía pero notaba como se humedecía, el dolor era intenso en todo el cuerpo, una nueva vuelta de tornillo en las abrazaderas de mis pezones, debían estar casi como papel, el dolor era casi insoportable.

Sentí como se aflojaban las correas de mis muñecas y mis tobillos, casi me caigo, las piernas no podían con mi cuerpo, media vuelta entre Sole y su ayudante y de nuevo atada de espaldas a ellas, ahora tocaba castigo en la espalda y trasero.

No hubo ni un segundo de descanso, fui azotada desde el cuello hasta las pantorrillas, imposible recordar el número de golpes, solo sé que no quedó ni un centímetro de mi cuerpo que no fuera azotado con la tralla con especial detenimiento en las nalgas, las caderas y la parte baja de la espalda.

Perdí la noción del tiempo, no se con certeza si llegué a desmayarme, solo recuerdo uno tras otro los golpes, mi cuerpo debía parecerse mas a una mora que a un cuerpo de mujer hermosa y deseable.

El olor a café me hizo suponer que el castigo había terminado o que se trataba de un descanso, pero no, era lo primero, fui desatada, entre las dos me sentaron en una silla, me ataron las manos al respaldo y las piernas muy abiertas a las patas.

Las ataduras no eran fuertes, eran suaves lo que me hizo suponer serían cintas de tejido grueso.

Sin mordaza y ya con la venda de los ojos sacados vi l rostro pálido de la perrita de Sole y a esta con una sonrisa maliciosa que me decía haber aguantado de maravilla el castigo.

Había demostrado ser una buena aprendiza y haber entendido perfectamente lo que se esperaba de mi en el futuro. ¿Pero cual era mi futuro?, yo al menos no lo tenía claro, ¿lo tendrían claro Luis y Sole?.

Un café recién hecho, unos minutos de descanso hicieron que mi cuerpo se sintiera con mas energías aunque con dolor, todo el cuerpo estaba sensible al máximo, sentía un escozor en toda la parte de mi cuerpo que había sido castigado, claro que era poca la porción que de una u otra forma no había sentido la fusta, la tralla o las pinzas y mordazas, pero una vez liberado, poco a poco iba cogiendo de nuevo sensibilidad.

Sole me llevó a la nave donde de nuevo la música estaba sonando de forma suave y envolvente. Los perros atados en sus argollas al otro extremo, tranquilos, acostados los dos y sus cabezas reposando en el suelo, ni se inmutaron a nuestra entrada, ya nos conocían, éramos como de la familia.

El catre preparado y yo inquieta por saber como se desarrollaría el resto de la velada, no tenía la menor idea de la hora que era, pero supuse no muy temprano.

Quedaba noche por delante, supuse que sería de nuevo poseída por uno de los perros, daba lo mismo cual fuera, o los dos, a estas alturas ya era indiferente uno o dos. Pronto salí de la duda, serían los dos, Sole los soltó y a su lado caminaron hacia mí, desnuda y sentada en el catre esperaba las órdenes de mi ama para obedecerlas sin rechistar y con la mente preparada para no demostrar ni la más mínima expresión.

Acostada en el catre, las piernas colgando fuera, abiertas y los brazos en cruz, no me ataron, simplemente tenía que estar en esa posición, empezó el juego, uno de los perros empezó a lamer mi sexo, estaba muy sensible de los golpes y las pinzas en los labios de mi vagina, el otro a una indicación de Sole acercó su hocico a mis pezones, los olió, uno tras otro y luego como un rayo sacó su lengua y empezó a dar lametazos, parecía una lengua de kilómetros de larga, eran interminables sus lamidas, era dolor lo que sentía no placer lo que recorrías mis neuronas desde la punta de mis pezones al interior de mi cerebro, recibía miles de descargas en cada movimiento de la lengua desde la base del pecho hasta la punta del pezón, mis manos se crisparon sobre la tela que cubría el colchón, apreté con todas mis fuerzas para no gritar, no podía ni cerrar los ojos, no quería, luchaba ferozmente contra todo gesto, contra toda expresión en mi rostro, pero no pude, de mi garganta salió un grito que hizo que el perro se retirara como asustado, el otro dejó de lamer mi sexo y dio un paso atrás, momento que aprovechó mi ama para soltarme una tremenda bofetada haciéndome girar bruscamente la cabeza y hundirla en el colchón, lo esperaba pero no con tanta violencia, «ni un gesto perra, ni un solo gesto y menos un grito como ese», la miré casi asustada, no tuve tiempo de reaccionar, otra bofetada similar en la otra mejilla, «si vuelves a gritar te azoto hasta que te salga la sangre a chorros en todo tu cuerpo», todo mi cuerpo estaba temblando, miedo, dolor, rabia, indignación, impotencia, eso era lo que sentía en aquel momento, la miré a los ojos, estaba histérica, vi en su rostro el enfado, sentí su poder sobre mi, sentí que había sucumbido, me había doblegado y el temor se apoderó de mi.

Volvió a ordenar a los perros cada uno a su puesto, de nuevo esperaba el tormento de sus lenguas pero lo superé, cerré de nuevo las manos apretando con todas mis fuerzas la tela que cubría el colchón, cerré los ojos y esperé las nuevas sacudidas de placer-dolor sobre mis partes mas excitadas y aguanté, si, aguanté durante no se cuanto tiempo hasta que poco a poco fui tomando conciencia que en ese dolor había mas placer, mi cuerpo fue reaccionando y el dolor dejó paso al placer, la excitación empezó a ir subiendo por todo mi cuerpo, abría mas las piernas para buscar con mas intensidad sus lamidas, movía mi pecho para que la lengua recorriera mas espacio en mis pechos, para sentir mas tiempo sus caricias sobre mis endurecidos pezones, empecé a sentir la presencia de una excitación que me llevaría a un orgasmo, pero recordé la imposición de no tenerlo, no podía llegar al final, entonces una nueva sensación de miedo entró en mi mente, ¿conseguiría mantenerme excitada y controlar mi cuerpo para que no llegara?, cerré un poco la piernas para evitar la lengua recorriendo todo mi sexo, desde el culo hasta el clítoris, movía mis pechos para evitar el contacto prolongado, no duró mucho tiempo, unas manos me abrieron la piernas hasta lo máximo que daban mis músculos y mis huesos, otras manos me sujetaron los hombros para no poder mover los costados y el pecho para sufrir los lamidos en toda su intensidad.

Aquel si era un verdadero tormento peor que los latigazos sufridos tiempo antes, las bofetadas no eran nada comparado con lo que sentía, unas ganas terribles de un orgasmo, unas caricias que cada vez eran mas intensas, cada vez mas fuertes y de nuevo en mi mente empezaron a sentirse como si fueran cepillos de acero rasgándome la piel, movía la cabeza de un lado a otro, cada vez con mas fuerza, como intentando dejar atrás en cada movimiento las sensaciones que venían de mi sexo y mis pezones, estaba a punto de volverme loca, ¿era eso lo que querían?, sentí un pánico terrible, un miedo que recorría cada célula de mi cuerpo, de pronto los perros pararon, las manos me soltaron, mi cuerpo se vio libre de toda atadura y pude moverme, incorporarme y apretar con fuerza mis pechos y mi sexo, quería evitar el orgasmo, lo conseguí, con lágrimas en los ojos, pero lo había conseguido.

Unos labios me besaron la mejilla, una mano me acarició el pelo, y una voz que sonaba como en otra dimensión me felicitó por mi aguante. Era Sole, estaba orgullosa de mi temple.

No fue mucho el tiempo de espera, a cuatro patas, inclinada sobre el catre, las piernas abiertas y de pronto uno de los perros sobre mi espalda, su polla entra en mi vagina, con fuerza, rápida, movimientos continuos, sin parar, a un ritmo vertiginoso, la sensación de estar viviendo una oleada desconocida de sensaciones, casi imposible de controlar, la voz de mi ama diciéndome que diera rienda suelta a mis instintos.

Fue un orgasmo repentino, todas las sensaciones acumuladas de golpe, creí no terminar nunca, rápido, y casi sin darme tiempo a respirar otro, mas largo, mas pausado pero no menos fuerte, veo nublado, no siento nada y no, no puede ser, me voy a desmayar, siento esa sensación.

Despierto y no me puedo mover, abro los ojos y estoy en mi habitación, atada de pies y manos, el rostro de mi Ama frente al mío, una sonrisa, oigo su voz un poco lejana, ya todo ha pasado, has estado maravillosa, has superado la primera prueba fenomenalmente, eres magnífica, vas a ser una perra encantadora, los hombres se van a volver locos contigo.

No consigo entender lo que me explica, solo oigo y memorizo sus palabras pero no puedo analizarlas, me suenan a elogios pero nada mas.

Ahora toca dormir, pero recuerda que cada media hora dos minutos de caricias para luego volver a la oscuridad, así durante ocho horas. No pienso, solo quiero dormir, dormir, dormir.

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