Capítulo 4
- El padre de mi mejor amiga I
- El padre de mi mejor amiga II
- El padre de mi mejor amiga III
- El padre de mi mejor amiga IV
El padre de mi mejor amiga IV
Hola, soy Lisa, os acordáis de mí.
Soy la amiga de Leti, la hija de esteban.
Os refresco la memoria: hace unos meses, el padre de mi amiga Leti y yo comenzamos una aventura sexual deliciosa.
Fue mi primer hombre, y sigue siendo el único hombre de mi vida.
A él le entregué mi cuerpo y mi alma adolescente, y me transformó en una mujer.
Con él he conocido la dicha del placer sexual.
Me ha llevado a extremos de placer totalmente desconocidos para mi. De su mano he aprendido a gozar, y a dar placer a un hombre.
Mi cuerpo es suyo, he conocido el sexo oral, el sexo anal, y hoy finalmente el sexo vaginal.
Sí , ha llegado mi día más deseado, y temido. Hoy esteban finalmente me desvirgó.
Me ha hecho desearlo como a nada en mi vida, pero hoy me lo ha dado.
Finalmente soy una mujer completa. Pero paso a relatarles como fue todo:
Nos encontramos en la puerta de su consulta, y me llevó a comer a un restaurante muy lujoso.
Luego fuimos a caminar por la playa, hace frío, está nublado, pero nada de eso importa, estoy con mi hombre. hoy sé que seré finalmente su mujer, en toda regla.
Finalmente nos montamos en su auto y nos fuimos a un chalet en las afueras de la ciudad. Muy bonito, con un inmenso parque alrededor.
Hasta ahora nunca me había llevado allí. Dice que será nuestro nido de amor. Al entrar estaba muy calentito el ambiente.
Claro cuando entramos al salón estaba encendida la chimenea, y delante de la misma, una mullida alfombra, cubierta , a modo de cama, por una sábana y con una almohada en la cabecera.
Esteban me dijo: este es el lugar donde dejarás a la niña y te convertirás definitivamente en mujer. En «mi» mujer. ya te había dicho que debía ser un lugar muy especial, como tu te lo mereces.
Eso me derritió, y en un solo movimiento quité mi vestido por encima de la cabeza, quedando solo con mi tanguita negra, que resaltaba el bronceado, y las sandalias de tacón, y me arrodillé ante Esteban, desabrochando su cinturón y bajando su cremallera. Besé su dureza por encima del slip y me embriagué con su olor de macho alzado.
Pero todavía no quería seguir adelante por allí. Así, pues, me incorporé y lo despojé de su camisa, acariciando y besando sus pectorales, y jugando con sus vellos.
Finalmente me abrazó estrechando mi cuerpo al suyo, poniendo en contacto mis pezones duros y calientes contra su velludo pecho, y mi pelvis contra su dura y caliente erección.
Acarició toda mi espalda y al llegar al borde de la tanga, se introdujo con ambas manos por bajo el elástico de la misma acariciando suavemente mis nalgas y aprovechando para presionarme contra su cadera, haciéndome sentir toda la inmensidad de su excitación varonil.
Yo sentía las bragas empapadas y como me empezaba a correr el flujo por los muslos.
Cuando el se arrodilló ante mí y bajando mis bragas hundió su nariz entre mis vellos púbicos, a lo cual respondí separando mis piernas y permitiendo que su lengua se internara entre ellas, en busca de mi rajita; cuando sentí la lengua buscar mi clítoris, se me aflojaron las piernas , cosa que él aprovechó para recostarme sobre el improvisado lecho, frente a la chimenea encendida con sus crepitantes llamas, y separando aún más mis piernas se dedicó a darme una intensa sesión de masaje clitoridiano con la lengua.
La sentía tan húmeda y caliente, penetrando mis labios hasta la profundidad de mi vagina, que no lo podía creer.
Cuando cogió mi clítoris con los labios y empezó a succionarlo, tuve un tremendo orgasmo, que me dejó temblando y no precisamente de frío.
Se tendió a mi lado sin dejar de acariciar mi cuerpo ardiente.
Cuando pude reponerme y respirar normalmente, me incliné sobre él besándolo tiernamente en los labios mientras tomaba en mis manos su inmensa y caliente polla, dura cual lanza, preparada para todo lo que pudiera venir.
Sumergí mi cara entre sus pectorales, lamí sus pezones, baje besando y lamiendo su abdomen, enredé mi lengua con los vellos de su pubis, y finalmente lamí golosa, todo su tronco, glande y huevos.
Para finalmente engullirme toda su polla. Era fantástico sentirla palpitar al mismo tiempo que Esteban gemía y se retorcía de placer con la mamada que le estaba dando.
Por fin se corrió inundando mi boca de abundante semen, espeso, caliente, sabroso, que bañaba mis carrillos y mi paladar para bajar finalmente por mi garganta, aunque algo escapaba por mis labios yendo a parar a su pubis, que luego lamí con fruición rescatando esas gotitas de su vital filudo.
Volví a la carga chupando sus cojones y acariciando su tronco, y al mismo tiempo introducía un dedo en su culo, que me lo apretaba como no dejándolo entrar pero tampoco salirse.
De esta guisa logré una nueva y potente erección.
Entonces Esteban me volteó, puso un almohadón bajo mi cadera, acomodó mis piernas sobre su cadera, abrazando su cintura y apoyó su inmenso y caliente glande sobre mis labios mayores.
Mmmmmm que sensación aquella, sentir esa parte de él, precisamente esa parte, en ese lugar, sentir como frotaba mis labios, como intentaba separarlos, cosa que logró fácilmente merced a mi lubricación, fruto de mi excitación y su saliva, aunque luego tuvo algo de dificultad para seguir con su avance en profundidad, ya que como dije, la tiene muy gorda. me dolía mucho, me hacía daño, pero yo sabía (el me lo había dicho!) que enseguida pasaría y vendría el placer.
Sentía como abría mi interior frotando su enorme vara contra mi estrecha mucosa vaginal, sin embargo gracias a mis flujos no tardó en llegar el placer , el tan ansiado momento de estar totalmente llena por su polla, fue como si él se topara con una barrera infranqueable, pero de pronto en un movimiento de su cadera y tomando fuertemente la mía con sus manos, rompió mi membrana virginal y me penetró con toda su polla hasta las puertas mismas de mi útero. OOOOOHHHHHH Esteban, mi amor, que dolor, pero que placer, estoy llena de tí siento tu polla en todo mi ser, papi, sigue moviéndote , no pares, estoy bien, muy bien, quiero más, maaaaáas. AAAAAhhhhhhhhhh, sssssssiiiiiiii ssiiiiiiiiiiiiiiiiiii, llename toda, dame placer, soy tuyaaaaaaaaaaa.
Sentía sus cojones golpear contra mis nalgas en cada embestida de aquél ariete, sentía su pubis contra el mío, su pecho frotaba con sus vellos mis pezones, sus manos acariciaban mis nalgas, nos movíamos en un frenesí increíble, con una deliciosa cadencia sincronizada al milisegundo.
Cada movimiento llevaba nuestros cuerpos a la fusión total, y nuestras almas con ellos.
Éramos un solo ser, en el apogeo de la sexualidad total. Jadeaba, reía, lloraba de emoción, placer y alegría, lo arañaba, lo mordía, lo acariciaba, le pedía más, más, más, hasta que llegamos juntos al más glorioso de todos los orgasmos que me ha regalado hasta ahora.
Llenó m vagina con su caliente semen, que no paraba de salir, golpeando mis paredes internas con cada chorro.
Nuestros jugos se mezclaban y nos bañaban a ambos por igual. Nuestra pasión no cedía, yo seguía con ansias de más, estaba recaliente y el continuaba con su lanza erecta en toda su potencia, durísima y caliente.
Así que continuamos nuestra danza sexual, pero ahora yo estaba arriba de él, y tomando su cañón con mis manitas lo acomodé entre mis piernas y me dejé caer sobre él, abrazándolo con mi vagina y llevándolo hasta lo más profundo de ella.
Lo cabalgué cual amazona, mientras el acariciaba mi culo y besaba mis tetas. estuvimos así un largo rato, hasta que nos volvimos a correr en otro fabuloso orgasmo, y yo caí sobre su pecho exhausta, y notaba su respiración agitada contra mi cara y cuello.
Estaba muy confortable acunada entre sus brazos y así nos quedamos dormidos, al amparo de la lumbre hasta la mañana siguiente…