Reparaciones a domicilio

Yo trabajo en una tienda de informática y un día como otro cualquiera tenia que ir a reparar un ordenador.

Hoy tocaba Sonia, una profesora de instituto de 24 años, alta, pelirroja y con unos ojos verdes preciosos.

Vive con otras dos chicas en una pequeña urbanización a pocos kilómetros.

El chalet era precioso, escondido entre los árboles, con un jardín muy bien cuidado y una piscina gigantesca.

Cuando llegué me recibió en albornoz y con una toalla liada a la cabeza.

«Me has pillado recién salida de la ducha, ya sabes donde esta el ordenata, mira a ver que le pasa mientras que termino de vestirme».

No era la primera vez que iba a esa casa, por lo que ya me sabia el camino.

Yo comencé como lo mío.

Sonia tardaba mucho en venir y yo tenia que preguntarle unas cosillas así que me puse a ojear su colección de música para entretener mi espera

De pronto empecé a escuchar unos murmullos en la habitación de al lado, no logré entender lo que era así que no les presté mucha atención, pero después los murmullos se hicieron más claros, eran como gemidos.

Dejé lo que estaba haciendo y presté atención a lo que oía.

Pude distinguir claramente como una voz femenina decía: «no sigas Maite, por favor que está aquí el chico del ordenador «, «no pasa nada Sonia, si seguro que no se entera», y después siguieron los gemidos.

Yo no me podía creer lo que estaba pasando, había dos chicas dándose el lote en la habitación de al lado, cada vez los gemidos eran más fuertes y continuos, se podía ver que estaban disfrutando de lo lindo y yo ya me estaba poniendo cachondo.

Sin prensármelo dos veces me dirigí a la habitación donde estaba la juerga. La puerta estaba entreabierta. Me asomé con sigilo para ver lo que estaba pasando sin ser descubierto.

Allí estaba Sonia, comiéndole el coño a una chica que debía ser Maite. Maite es rubia, con un físico espectacular y unos pechos bastante grandes.

Estaba tendida boca arriba en la cama, con las piernas bien abiertas.

Pude ver que se depilaba la zona púbica. Sonia me sorprendió cuando la vi desnuda. Su cuerpo era impresionante, nunca me pude imaginar que debajo de su ropa hubiera un cuerpo tan precioso.

Toda su piel era sonrosada, sus pechos eran firmes y duros, y su culo, simplemente perfecto.

Aquella escena termino de ponerme totalmente cachondo y además Sonia parecía ser muy experta en comer coñitos, porque la cara de placer de Maite y sus gemidos eran espectaculares.

Cuando se iban a cambiar de posición, Maite se dio cuenta de mi presencia y con un gesto me invito a que me uniera a la fiesta.

Yo entré y Sonia se quedó un poco sorprendida, quizás mas por vergüenza que por la sorpresa, pero su amiga no estaba dispuesta a que se detuviera la fiesta, se dirigió hacia mi y en un segundo me dejó totalmente desnudo y tendido en la cama.

Se echó sobre mi y empezó a besar mi cuerpo, bajando poco a poco hasta llegar a mi verga.

La cogió con las manos y empezó a chupar ávidamente, como si fuera la última vez que lo fuera a hacer. Se notaba que ya era experta en el tema, nunca hasta entonces me habían hecho una mamada tan buena, era un placer inmenso.

En el calor del momento cogí a Sonia, la senté sobre mi boca y empecé a comerle su rojizo coño. Primero lamiendo sus sonrosados labios, después los abrí en busca de su clítoris.

Allí estaba ese músculo rojizo, acerqué mi lengua y empecé a lamerlo suavemente.

Sonia se movía acompañando a mi lengua, cada vez gemía mas y mas, y cuanto más gemía, mas apretaba su cuerpo contra mi boca.

Entonces se dio cuenta de que cuando Maite chupaba mi verga con más fuerza, yo hacia lo mismo con ella, así que entre sus gemidos de placer animaba a Maite a que me la chupara mas fuerte.

Entonces moje mi dedo corazón en mi saliva y se lo metí a Sonia hasta el fondo.

Ella se estremecía de placer, cogió mi cabeza con sus manos y la apretó contra su coño hasta que con grandes gemidos tuvo un orgasmo.

Sus jugos caían por sus muslos y me dejó la cara totalmente mojada.

Seguí lamiendo el coño de Sonia mientras que Maite hacia lo mismo con mi verga, asi hasta que no pude contenerme mas y mis semen inundo la boca de Maite, quien parecía sedienta, porque no dejó escapar ni una gota de su boca.

Entonces Sonia se echó en la cama boca arriba, se abrió de piernas y me pidió que la follara.

Yo me eché sobre ella y empecé a comerle los pechos y a mordisquearle los pezones.

Ella, entre gemidos me dijo que necesitaba tener mi verga dentro de ella. «Te lo suplico, métemela toda» dijo ella.

No la hice esperar mas y empecé a metérsela, ella gritaba de gusto y se movía acompañando mis movimientos de tal forma que el placer que ambos recibíamos era inmenso.

Mientras Maite ofreció su depilado coño para que Sonia se lo comiera y ella acepto.

Los tres nos movíamos rítmicamente, mientras yo se la metía a Sonia , besaba y lamia los pechos de Maite. Al fin caímos los tres a la vez en un intenso y placentero orgasmo.

Maite quería más y se puso a cuatro patas sobre la cama y me dijo que ahora le tocaba a ella ser penetrada.

Yo acepté con mucho gusto, estaba deseando follarme aquel depilado y húmedo coño, asi que cogí mi verga y me dispuse a penetrarla con suavidad, pero ella, al notar ya la presencia de mi verga, empujo su cuerpo contra el mio provocando una violenta penetración que le hizo lanzar un estridente gemido de placer.

Ella quería llevar la voz cantante en el asunto y empezó a moverse según el ritmo que le convenía, provocando penetraciones lentas y largas y con sutiles gemidos de placer y penetraciones rápida y violentas con grandes gemidos.

Mientras tanto, Sonia se echó en la cama para que Maite le devolviera la comida de coño que le había hecho antes y esta se lanzo de cabeza a lamer el dulce y rojizo conejito de su amiga.

Sonia me pidió que en mis acometidas empujara fuertemente a Maite para asi provocar mayor presión en los lamidos de su conejito. Así lo hice y comprendí que Sonia me pidiera mayor empuje, porque sus gemidos ahora eran mayores y su cara de placer era inmensa.

Así seguí empujando mi verga dentro del conejito de Maite, el placer era inmenso, la tenia agarrada de las caderas para ayudarme a penetrarla con mayor profundidad. La sensación de su precioso culo golpeando mi cuerpo era fantástica.

Entonces sentí que no quería acabar la fiesta sin metérsela por detrás. Saqué mi verga del coño de Maite, cogí su culo y lo acaricié.

Era muy suave y con una forma perfecta. Cogí mi verga y la acerqué y cuando Maite se dio cuenta de lo que iba a hacer, paró de moverse y se quedo quieta para facilitar la penetración.

Mojé con mi saliva la punta de mi verga y el culo de Maite y empece a metérsela con suavidad, no quería hacerle daño.

Poco a poco mi verga se fue abriendo paso por el culo de Maite hasta que conseguí meterla toda.

Ella lanzo un entrecortado gemido. Empezó a moverse con suavidad y siguió comiendo el conejito de Sonia.

Yo acompañaba sus movimientos hasta que note que el orificio se había hecho lo suficientemente grande.

Entonces yo tomé la voz cantante, la cogí de las caderas y empece a empujar.

Ella cada ver gemía mas y mas y yo empujaba cada vez con mas y mas fuerza.

El placer era inmenso, ambos gemíamos ampliamente de gusto y ella me pedía que la penetrara con mas fuerza.

Así lo hice hasta que descargué violentamente todo mi esperma dentro del culo de Maite.

Ella, al notar mis ardientes jugos inundar todo su culo empezó a empujar violentamente su culo contra mi verga, lanzando intensos gemidos y empezó a gritar «…que me corroooo, que me corrooooo…» hasta que paró exhausta, se tendió sobre la cama, con la respiración acelerada y con la cara llena de felicidad.

Me confesó que nunca la habían penetrado por el culo y que había sido una experiencia maravillosa.

Intentamos convencer a Sonia que se dejara penetrar por detrás, porque tampoco a ella la habían penetrado por ahí, pero se negó en rotundo, dijo que ya se había quedado bien satisfecha y que ya lo probaría la próxima vez.

Cuando nos recuperamos, nos vestimos y quedamos en repetir la experiencia mas veces.

Así lo hemos hecho, y casualmente, cada semana me llaman para que vaya a arreglarles el ordenador.