Recuperando la infidelidad de mi esposa

Aquel sábado se celebraba la despedida de soltera de una amiga de mi mujer; por lo que a Javi -marido de su amiga Joana- y a mí nos tocaba sesión de fútbol por televisión en el canal vía satélite.

Salieron de casa vestidas ante nuestra disimulada extrañeza más sexy que de costumbre en nuestras salidas.

Nos resignamos y empezamos nuestra de sesión de fútbol televisado, pizza y cervezas.

Ya terminados los partidos, nos dedicamos a hacer zapping por las innumerables cadenas.

Algo aburridos nos paramos en las cadenas porno que afortunadamente nos animó algo más la noche.

Empezamos con los combinados; bromeando con las situaciones de las películas, pero excitándonos paulatinamente más con la sesión cinematográfica.

Nos desinhibimos e incluso bromeamos con situaciones obscenas con nuestras esposas.

La verdad es que se nos pasó el tiempo volando entre whisky y whisky, y nos dio como las cinco o las seis de la madrugada sin inmutarnos, pero bien excitados sexualmente.

De pronto, oímos abrirse la puerta de la casa.

Entraron en el salón Ana -mi mujer- ayudando claramente a Joana, ostensiblemente mareada sin duda a causa del alcohol, camino directamente del dormitorio para acostarla.

Cuando volvió mi mujer, nos pidió perdón por haber dejado que se pasara en la bebida Joana, y se dirigió a la cocina. Su actitud, no obstante me pareció algo extraña, así que la seguí.

La encontré algo desaliñada, aunque atractiva, y, sobre todo, bastante aturdida; cosa que me chocó bastante; así que me acerqué y seriamente le pregunté si tenía algún problema.

Ella, algo confusa empezó a balbucear algunas frases, pero finalmente se derrumbó sobre mi pecho llorando. Sentí un amargo escalofrío y le exigí que me contara.

«No sé muy bien qué pasó» -susurró, como no queriendo que nadie más oyera- «En una actuación de boys a la que hemos ido, uno me sacó al escenario y jugó conmigo.

Tengo que reconocer que me excitó pero nada más; aunque luego mis amigas me incitaron y animaron a que lo buscara después de la actuación; y yo bebida y quizás algo excitada me dejé llevar.

Lo buscamos y encontramos, no sé si mis amigas le dieron dinero, pero el hecho es que sin que me diera cuenta apenas estaba con él en su apartamento.

Fue muy amable y cariñoso, nos quedamos ligero de ropa.

Tengo que reconocer que su cuerpo musculoso me quitaba todos los obstáculos que pudiera ofrecer» -se echó las manos a la cara- «nos enrollamos… y… me gustó».

Estaba pálida, y yo confuso. Sufría de un cóctel de celos, excitación, deseo.

Sólo se me ocurrió decirle que tomara algo con nosotros en el salón para tranquilizarse.

Entramos, Javi hizo un rápido movimiento de mando, notando yo que cambiaba el canal porno.

Nos sentamos y charlamos. Lo que se me pasó por la cabeza para desdramatizar la situación fue invitarla medio en broma a ver una película porno, comentando jocosamente las diferencias y similitudes con el boy con el que había estado antes.

La situación nos relajó bastante y empezamos a sentirnos muy cómodos.

Ya Ana nos comentaba detalles del joven y su forma de actuar en la cama.

Reíamos con nuestros bultos y pezones erectos. En un instante se me ocurrió decirle que por lo ocurrido me debía una.

Le exhorté a que nos hiciera de boy (stripper) particular para compensar su desliz. Ella se quedó sorprendida, pero más pronto de lo que suponía se levantó sonriendo y se puso entre nosotros y la televisión.

Comenzó a moverse como nunca la había visto, y a desprenderse de su minifalda hasta los tobillos; no hacía pausas como teniendo prisa por llegar a donde fuese: se quitó el top, el sujetador, las medias y las braguitas; quedándose solo con los zapatos de tacón.

Se volvió e hizo un excitante baile con su culo, y ya fuera de sí se paso sus dedos por el coño y el ano, acariciándolos; para colmo mientras se acariciaba éste, con su dedo índice hizo una leve señal de invitación al acercamiento nuestro.

Nos levantamos sin pensar y nos acercamos sobándole por todo el cuerpo.

Ya desnudos restregábamos nuestras pollas por su piel.

Pasé a la acción y le abrí el coño y le metí la lengua; entonces un chorrito de semen de deslizó de su vagina hacia fuera cayendo sobre mi lengua.

Comprendí que era el resultado de su follada anterior y me produjo el morbo necesario para pasar del límite de una excitación normal.

La agaché hacia delante y cogí a Javi del brazo para ponerlo justo detrás de ella.

«Jode el coño de esa puta que folla con cualquiera»

No desaprovechó la ocasión y su polla le entró como si estuviera harta de hacerlo.

El espectáculo era maravilloso: los dos follando como locos, gimiendo como posesos.

Mi excitación rebosaba cualquier medida y acaricié las nalgas de Javi y le besé apasionadamente en el cuello.

El sin inmutarse siguió ejerciendo su faena.

Mi mujer, loca de lujuria gritaba: «lo siento mi amor… Javi… Te quiero… Soy tuya para siempre». Y yo le susurraba a mi amigo: «Cabrón, ya tienes puta gratis cuando quieras».

La tiró al suelo y siguió, el bombeo no parecía tener fin.

Al fin eyaculó dentro de ella por deducción de sus gemidos y gritos.

Ana seguía moviendo sus caderas no obstante, queriendo más sexo sin reparar en nada.

Yo entonces la levanté del suelo y, con la mezcla de celos y morbo que llevaba encima la conduje al dormitorio donde se encontraba dormida Joana, la introduje allí y cerré la puerta por fuera, agarrando fuertemente el pomo para que no abriera en sus intentos; al cabo de un rato esos forcejeos cesaron y dejé la puerta.

Bromeamos mi amigo y yo sobre lo que estaría haciendo una hembra en celo allí dentro. «Se estará haciendo una paja», «se habrá quedado dormida», comentábamos.

Nos decidimos a entrar a curiosear, al rato: Ante nuestra sorpresa Ana se estaba restregando con Joana, sobándola por todas partes, incluido su coño, tetas y culo; gimiendo y disfrutando.

Nos detuvimos ante el espectáculo, y nuestra pollas despertaron bien pronto y bien tiesas.

Nos masturbamos ante aquel espectáculo imposible de sufrir.

Eyaculamos bestialmente sobre aquellos cuerpos femeninos; yo apunté descaradamente al rostro de Joana, sobándole con el glande posteriormente y restregando el semen por su cara.

Había recuperado con creces la infidelidad de mi esposa.