Capítulo 2
- Viviana, mi ayudante erótica I
- Viviana, mi ayudante erótica II: Habla ella
Viviana, mi ayudante erótica II: Habla ella
Les confieso que soy desde hace buen tiempo aficionada a los relatos eróticos y unos días atrás, cuando estaba visitando esta pagina, encuentro una historia que relata lo que estoy viviendo, porqué tengo que reconocer que yo soy: «Viviana, la ayudanta erótica«.
Al principio me molestó el echo que «Luis» publicara en la web algo que consideraba solo nuestro, pero meditando un poco, me llegó a gustar la idea, pues nuestra identidad está resguarda por los seudónimos que el usó y además se siente bien el morbo que implica que todos lo puedan saber pero nadie se dé por enterado.
Les contaré los detalles que Luis no ha contado.
Yo llego a su casa por expresa gestión de su esposa, que ya no daba más con la alta exigencia de sexo que «Luis» le planteaba.
La manera como nos conocimos será tema de otro relato más adelante.
«Mary» me contó que «Luis» se había convertido era un «adicto al sexo total», cambio que la llevo a un esquema de comportamiento que resumió Luis en el anterior relato: «es de las mujeres que no necesitan del sexo para saberse amadas», pero ante el temor de la intromisión de otra mujer y por consiguiente perder a su amado marido, es que ella decide buscar una chica que se atreva a asumir la tarea de «apaciguarlo», pero manteniéndolo dentro del matrimonio.
Hecho el trato, llego a su casa como la supuesta «Ayudanta» que necesitaban, ocultando mi verdadera misión (Seducir y satisfacer plenamente a «Luis»).
La cuestión fue que «Luis» está realmente enamorado de su esposa, hasta creo que está obsesionado, tanto es así que demoró dos años en fijarse en mí, por mas que me insinuaba y hasta casi me regalaba, pero no lograba que me mirara como mujer.
Así es que estuve realizando ¡dos meses! de trabajo casero, claro que muy bien remunerados, pues ese era el trato con Mary.
Hasta que un buen día y cuando ya me iba a dar por vencida y renunciar al reto, sucedió al fin.
Muy de mañana y al abrirme la puerta, mientras me da los «Buenos Días», me doy cuenta que sus ojos se fijan en mis senos, que casi saltan del brassier push up que los aprisiona y levanta, noto en ellos (sus ojos) el brillo del deseo.
¡Ya picó!, pensé yo, y así fue.
Luego todo pasó como él lo cuenta.(ver relato: «Viviana, mi ayudanta erótica).
Pero no a contado lo que recibió de regalo por Navidad.
Toca la puerta y le abro con su copa de champaña en la mano y vestida únicamente con unos pequeños aretes de perlas y un poco de Chanel N° 5.
Le entrego su copa y tomándolo de la mano lo arrastro dentro y lo empiezo a besar desaforadamente, él está preocupado por no derramar el champaña, mis manos recorren su cuerpo y terminan en su erecto miembro.
Lo he tomado por sorpresa, pero se repone rápidamente y responde a mis besos. Pidiendo un respiro bebe de un sorbo la champaña y deja caer la copa, ya con las manos libres, me magrean toda, deteniéndose especialmente en mis senos y pezones, que están durísimos.
Mi mano esta sobre su hermosa barra de carne, que pide a gritos ser liberada. Lo hago y agachándome me la coloco toda ella dentro de mi boca, de un solo envión y hasta la empuñadura. Me enorgullesco de ser una experta en «garganta profunda», tengo por bien padecido lo que tuve que hacer para llegar a la perfección, por eso me agrada hacerlo a mi hombre, recibiendo y dándole sensaciones agradables.
Él está aun de pie en la entrada de la habitación, con su pene totalmente encajado en mi garganta, mientras una de mis manos juguetea con mi clítoris, que esta erecto en sus dos centímetros.
Mis dedos juguetean incansables con él y me llevan a gozar de un lento y largo orgasmo, lo que no me impide continuar comiéndole la verga, el mete y saca lento y profundo es constante, a la vez que mi lengua recorre todo lo largo de su tranca y llega a masajear sus peludos testiculos.
Detengo la mamada, solo cuando siento que va soltar su carga de semen, me retiro un poco y quitando mi mano de mi clítoris empiezo a hacerle una paja mientras mis labios juegan con su hinchado glande, el que está morado y brilla por lo inflamado que está, mi accionar lo lleva a gozar de un poderoso orgasmo, yo recibo todos y cada uno de sus chorros en mi golosa boca, engullendo su delicioso néctar sin perder la más mínima gota. Termino por exprimir su pene, retirando lo último de semen y con ayuda de mi lengua se lo dejo limpio y seco.
Ahora es cuando lo tomo de la mano y lo llevo a la cama, donde termino de desnudarlo, recorriendo su cuidado cuerpo con mis labios y lengua.
Tiene un buen físico a pesar de sus 42 años, me dice que siempre ha mantenido esa condición física, gracias a su gusto por los deportes y la vida sana.
Al llegar a su pubis, me topo con su mata de vellos, los que no me gustan para nada, les contaré que desde el dìa en que mi pubis empezó a poblarse (12 años) lo mantengo perfectamente depilado, solamente adornado con una delgada línea de pequeños vellos. Los que tiño de diferentes colores, solo por cambiar de look. Se me hace aburrido tenerlos mas de un mes del mismo color.
Ahora es cuando decido dedicarme al pubis de «Luis».
Le pregunto, tomando entre mis dedos sus vellos:
– ¿A la americana, brasileña o total?
Me mira intrigado y sin entender nada, me pregunta:
– ¿A que te refieres?
– A tu nuevo corte de pelo, ¿cómo lo quieres; a la americana, la brasileña o total?
– Lo dejaría a tu elección, pues no se la diferencia. Pero no creo que lo debas hacer, pues talvez a «Mary» le parezca sospechoso, que de un día para otro esté con el pubis acicalado.
– Pienso que te quedaría mejor a la brasileña, como el mío. Y por «Mary», no te preocupes pues tengo su permiso para hacer contigo lo que desee.
Ya se imaginaran la cara de «Luis» al decirle esto. Ahora es cuando le voy contando los detalles del trato que tengo con «Mary», mientras procedo a cortarle sus largos vellos y depilarle a la cera.
Después de lo cual queda con un hermoso corte «A la brasileña». Corte que complemento con una perfecta afeitada de testículos y perineo, quedando su entrepierna suavecita como «culo de bebe».
Hago que modele delante del espejo y observe su nuevo look, al verse reflejado manifiesta su conformidad, pues le favorece, ya que al quedar despejado su pubis, su verga está descubierta, mostrando sus 22 centímetros de largo y casi 4 de diámetro.
Parece haber crecido y en verdad viéndola bien, merece que se le clasifique como «Una Señora Verga».
El mirarla con tanta atención, más el masaje con crema humectante que le doy, la despierta de su letargo, lo que aprovecho para darle una ligera mamada, «Luis» agradece la atención y me dice que desea ponérmela por el culo.
– ¡Perfecto mi amor!, pero antes lubrícamelo.
Al decir esto me echo boca abajo en el alfombrado suelo, separando mis piernas y coloco mi culo en pompa, dejando libre el camino a su deliciosa lengua.
Él dirige su golosa lengua a mi rosado y ansioso ano, que palpitante empieza a recibir sus caricias, juguetea con cada uno de los pliegues de mi esfínter, las sensaciones que me da son placenteras, miles de pequeñas descargas eléctricas se inician en mi ano y recorren todas mis nalgas, subiendo por la columna vertebral para llegar a la raíz de los pelos de mi cabeza, poniéndomelos de punta, bajan por mis senos, erectando mis pezones y terminan su recorrido en mis clítoris que desafiante sobresale de entre mis labios vaginales.
Mis dedos juguetean con pezones y clítoris, aumentando aun más la carga erógena, mientras su lengua recorre cada uno de los rincones de mi ano, lubricándolo, a la vez que hace presión en la entrada, dilatándolo y penetrándolo lo más que puede.
Sus manos mantienen mis nalgas abiertas de par en par, que vibran con cada uno de sus lengüetazos.
Mi segundo orgasmo me viene incontenible y lo gozo con su lengua bien adentro de mi ano.
Los orgasmos que he gozado con «Luis» son realmente apoteósicos, siento que con él me libero de cualquier vergüenza y solo me dedico a gozar y gozarlo. Me agrada hacer el amor con «Luis», me siento muy bien con él.
De los orgasmos que me hace gozar, prefiero los que tengo cuando me excita por el culo, él me ha confesado que siente lo mismo, el afirma que la diferencia se debe a lo apretado y cálido, además del morbo de lo prohibido.
Termino mi orgasmo y sin demora me preparo para que me coja por el culo.
Me quedo de espaldas a él, estoy de rodillas en el suelo, entre sus piernas abiertas.
Suavemente voy flexionando mis rodillas dirigiendo mi ansioso ano a su fenomenal cabeza, con mi mano libre apunto su pene a la entrada de mi ano y hago presión sobre él, con la firme intención de colocármela dentro de un solo envión, pero no resulta fácil. Falta mas lubricación.
Sin moverme de donde estoy, levanto un poco más el culo y dirijo su verga a mi húmeda vagina, que recibe gustosa tremendo pene.
Me la clavo hasta lo más profundo y me entretengo jugando con ella dentro de mí, hasta que la dejo totalmente mojada de mis jugos vaginales, con mucha pena la retiro y la dirijo a su destino.
«Luis» aumenta la lubricación echando un poco de su saliva en la punta de su glande, lo que facilita la entrada de los primeros centímetros, me retira un poco y vuelve a lubricarlo con saliva y retomamos la tarea, ahora entra dos centímetros más, vuelve a retirarme y agrega mas saliva, continuamos así hasta que entra toda la cabezota y me detengo gozando la sensación de tenerla dentro de mí, la sensación de llenura incomoda un poco, pero el gusto de sentir su palpitante cabezón dentro de mi ano es más placentera, solo es cuestión de concentrarse en lo agradable y olvidarse lo demás.
Sus manos continúan recorriendo mis nalgas, cintura y espalda, dándome un muy agradable masaje.
Pasado algunos instantes y recuperada la calma, retomo la tarea y mi ano deja pasar el resto de su tranca hasta lo más profundo.
La lubricación ayuda bastante y consigo meterme sus 22 centímetros de carne, siento su depilado pubis chocar contra mis nalgas, a la vez que su terrible cabeza invade sin misericordia lo mas oscuro de mi cuerpo, ahora empieza mi verdadero gozo y estoy seguro que lo sorprenderé con: «La especialidad de la casa».
Déjenme gozando esta deliciosa penetración, mientras les relato el origen de mi especial gusto por el sexo en general: Hice mi secundaria (Preparatoria) en un colegio de monjas danesas.
En nuestro último año, la clase de Educación Familiar estuvo a cargo de la Hermana Ingrid, hermosa danesa de escasos 25 años, (Recién había entrado a la orden, después de quedar viuda tras un muy corto matrimonio) ella dedicó todo el año a dejar bien en claro lo errada que estaba la afirmación: «La puerta de entrada al corazón de un hombre, es el estómago», ella afirmaba que esa sentencia fallaba el blanco por 20 centímetros aproximadamente, puesto que la verdadera entrada al corazón de un hombre era su pene.
En consecuencia, los temas de nuestras clase fueron: «El Sexo nos lo dio el Creador, gocémoslo»,»Él Goza, yo también» «El Pene es hermoso, amalo», «Me gusta mi clítoris, luego existo»,»El Arte de Mamar», «El Ano, ese amigo desconocido», «La Chucha, ¿sobre valorada?», «Lo prohibido, ¿existe?», etc. Adicionalmente realizabamos ejercicios fisicos para fortalecer nuestros musculos olvidados, con rutinas como: «El lapicito», «Balistica», «Presion y Succión», etc.
Gracias a sus sabias enseñanzas, adquiero una nueva visión del sexo, elevándolo hasta un arte. Al igual que todas mis restantes compañeras de salón.
Me gustaría contarles con mayor detenimiento sobre Sor Ingrid, pero creo que será en otro momento. Ahora déjenme continuar culendo con «Luis».
Aun estoy con su tranca en lo más profundo de mi recto y empiezo con «Movimiento 1: afuera y adentro» , con una cadencia de 20 gpm (golpes por minuto) y recorriendo todo el largo de su tranca, sin sacarla.
Paso varios minutos en este Movimiento y cambio al «Movimiento 2: giro y contragiro», una vez con la verga al fondo, doy un lento giro a mis caderas horario y otro antihorario, retiro la tranca, sin sacarla.
«Luis» esta gozando con cada culeada que le doy, nunca pensó que así seria, tiene un espectáculo fabuloso delante de él, ve como entra y sale su pene de dentro de mi, la visión de este espectáculo, lo hace gozar como nunca. Su eyeculación no tiene visos de aparecer, ¿será por las «Gotas del Amor» que puse en su champaña?.
Con hábiles movimientos de cadera hago que su tranca actúe sobre mi punto G, que está al rojo vivo, siento como mi tercer orgasmo está naciendo desde lo más profundo de mi vagina y paso a «Movimiento 3: estrujo y salgo», con todo adentro y después del giro y contragiro, ajusto mi ano sobre la verga de «Luis» y así ajustada la retiro, la presión que ejerzo sobre su pene aumenta su estimulo sobre mi punto G, aumentando aun más las sensaciones que me hacen desembocar en mi tercer orgasmo de la tarde, mientras que «Luis» aun mantiene su verga dura y sin eyacular.
No me detengo durante cada una de mis descargas de placer, al hacerse más espaciadas y suaves, me dejo caer, agotada, manteniendo su verga bien dentro de mi, sintiendo como su semen inunda todos los rincones de mi adolorido recto.
Cuando me repongo un poco, me doy vuelta girando sobre su tranca, quedando frente a él sentada sobre su regazo. Le rodeo el cuello con mis brazos, mientras mi boca busca su boca y nos damos besos de autentica ternura poscoital.
Lo noto un poco raro y le pregunto si le preocupa algo.
– Me preocupa que no eyacule aun, nunca he aguantado tanto tiempo. ¿Me pasará algo malo?
– Tonto, sí estubieses una enfermedad que te hace durar más, ¿te molestaría eso?
Piensa un poco y mirándome maliciosamente responde.
– ¡No!, ¡Claro que no!
– Entonces, ¿qué te preocupa?
– No sé, solo te contaba lo inusual del echo.
– Te entiendo y para que no te preocupes más, te diré que con la champaña, te di de tomar un poco de «Gotas del Amor».
– ¿»Gotas del Amor», qué es eso?
– Un preparado de hierbas de mi tierra (Iquitos) que permite mantener una erección por largo tiempo sin eyacular y, lo mas importante, sin causar daño alguno al corazón (a diferencia de otras drogas).
– ¿En serio?, pues en verdad funciona, ¡que maravilla!.
Mas tranquilo ya, se decide a continuar gozando, libre de la preocupación de quedar mal conmigo.
Así es como manteniéndome aun clavada, me levanta en peso y me deposita de espaldas sobre la alfombra. Pone mis piernas sobre sus hombros y empieza a culearme suavemente. Mientras me habla despacio y suave, dándome ligeros besos en la cara, cuello y senos.
Con la confianza de saber alejado el temor a fallarme, demuestra ser un artista del cache, tiene un movimiento de cintura endiablado, penetra hasta lo más profundo y se retira despacio, se queda en la entrada y da tres pequeñas metidas y luego la empuja hasta lo más profundo, este combinación es deliciosa, las olas de placer de mi último orgasmo aun no llegan a desaparecer y ya renacen nuevamente.
No me resisto y dejo venir un cuarto y un quinto incontenible.
Mis espasmos de placer actúan directamente sobre su duro pene, llevándolo a una excitación tal que por fin eyacula inconteniblemente dentro de mi, dejando su caliente leche muy adentro.
Nos dejamos caer de costado, aun abrazados y echados en la alfombra nos dejamos llevar por el gusto del momento.
Pasados unos minutos y aun teniendolo en mi, despierto del letargo y lo animo a tomar un baño juntos.
Acepta muy gustoso, pues tanto ejercicio nos ha hecho sudar como marranos.
Saca suavemente su pene de mi adolorido ano, mientras ajusto mi esfínter para no dejar salir ni la más mínima gota de su mi trofeo.
Nos levantamos y nos dirigimos al baño, donde nos espera el jacuzzi, lleno de agua tibia y con sales aromaticas.
Gozamos de un buen baño de inmersión, que nos permite conversar y conocernos un poco más. Cada momento que pasa me permite conocer la calidad de hombre que es «Luis» y me va gustando cada vez más.
Salimos del baño y comemos algo del bar que hay en la habitación, mientras reponemos fuerzas.
Aun no han dado las 12, por lo que disponemos de tiempo para unos cuantos «agarres» más.
Tengo muchos días sin probar una verga tan buena coma la que tengo a mi disposición.
Cuando dan las seis de la tarde, lo dejo ir, totalmente fatigado y literalmente seco, pero eso sì con una sonrisa de oreja a oreja, que no lo abandona hasta el siguiente dìa que retorno al trabajo.
Yo estoy con mi vagina y culo en carne viva, me ha dado sin parar todo el día, hace tiempo que no tenia buen sexo, por lo que me ha dado sin piedad, yo estoy más que feliz, agradecida.
Es de esta manera como «Luis» y yo gozamos de nuestra mejor Navidad.