Reacción biológica
Esto pasó y nunca más conversamos de esto…
Mi amigo Cheo y yo somos de gym, trote, domingos de rodar duro en bici por el Hatillo, La Lagunita y La Unión, alguna que otra rumba y vamos a la playa con nuestras respectivas novias que ahora son esposas y la pasamos de pinga, pues hay mucha confianza y mucho tiempo de panadería.
Yo soy un tipo atlético, deportista como comenté, estatura media y Cheo un carajo que parece un gorila – se arrecha cuando le decimos así: La mole pelua, el tipo tiene demasiados vellos en todo el cuerpo y pesa como 100 Kg., yo he visto y oido chamas que se caen tendidas con este tipo, verídico.
Además , pues es entrenador personal de Gym y tiene prácticamente toda una vida en eso, entrena todos los días para competencia y bueno, vive para eso, es su trabajo y la verdad es que es buen entrenador, yo entreno con él desde que me inicié en esto de los gym, como 4 o 5 años.
Es burda de estricto, buen profesor y nos hemos hechos muy buenos panas.
En buen fin de semana, nuestra mujeres estaban en Miami de compras con otro grupo de amigas y quedamos en vernos en su apartamento para programar algo y ver que hacíamos en la ciudad como solteros.
Llegué como a las 5 de la tarde a su apartamento con la muda de ropa para la noche y destapamos unas birras para ir resolviendo la salida, estábamos burda de entusiasmados puesto teníamos casi tres años de casado y era nuestra primera salida después de casarnos: un buen sitio, chicas, tragos, tirar físico y echar un buen pié…
Entre el baño, las birras y unos buenos pasapalos pasábamos el rato mientras nos afeitábamos, echábamos vaina y nos preparábamos Cheo me llama desde su baño y me dice:
Mira José necesito rasurarme o depilarme completo porque la próxima semana es la competencia de fisicoculturismo y debo mantenerme preparado desde hoy para estar liso sin nada de pelos en la piel y necesito que me ayudes.
Yo le dije:
Dale pues yo te ayudo. Mole pelúa.
Cheo me miró con arrechera de pana y me dijo:
Te dije que no me digas así carajito, pása la máquina que está en mi closet y me la pasas completa desde la cabeza.
Yo le dije un poco asombrado:
Pelón chamo! Estas loco… vas a parecer un Cocoon
Cheo me dijo:
Si dale sin miedo.
Y de pinga, el carajo se terminó de quitar toda la ropa, comencé a pasársela por la cabeza hasta que no le quedó ningún pelo, paramos un rato, nos servimos otra birra, lo jodí porque parecía una vaina rara y seguimos, todo esto en el baño de su cuarto…
Esta vez le tocaba por la espalda en donde no le quedó nada, solo los músculos del tipo que parecían dibujados y sin un pelo, más aún. El tipo estaba muy bien definido – debía ganar un buen premio.
Le dije:
Al final te paso la afeitadora para que no quede nada.
Date vuelta pues y le dije para echarle vainas después te la paso por el culo.
Me dio un empujón que fui a parar a fuera y me dijo:
¡¿qué pasa José?! Y se sonrió con pena y creo que con un poco de susto
Le dije:
Nada guevón date vuelta pa’ terminá esta guevonanda que inventastes y que ahora me tengo que bañar otra vez. Yo estaba en interiores, él en pelotas y todavía riéndome de la vaina.
Reinicié la rasurada por el pecho, donde saqué pelo que jode, pero cada vez se podían ver más y mejor los pectorales tan arrechos que tiene este pana, los abdominales y con confianza le toqué el estómago y los pectorales y le dije:
-Coño pana, la verdad es que tu estas burda de definido, pareces una máquina, te felicito…
… y con toda confianza y panadería continué tocándole todo el pecho y al mismo tiempo que el se dejaba, con una risa disimulada. A los dos nos agradó ese momento. La verdad que esto lo hacíamos con sentimiento de buenos panas…
Dije:
– Bueno, date tu abajo y en la piernas. Ahí tu puedes solo y salí. El estaba medio erecto pero estábamos acostumbrados pues en el gym muchas veces en el sauna conversando de sexo los respectivos tomaban fuerza y era natural para nosotros andar con la pinga parada (yo particularmente no tengo rollos con eso delante de Cheo), y hasta ahí.
De regreso traje dos birras más y el carajo ya estaba caso todo rasurado, piernas, bolas, encima de guevo y lo que le falta era pasarse bien la máquina, yo me tire en la cama y encendí la Tv y continuamos allí echándonos vainas: pareces una vaina rara le dije yo y el respondiendo con «guevon deja la joda es por la competencia que me exigen esto que es la ladilla mas grande…»
Mira me dijo él, pásame la afeitadora por la espalda, me paré y se la pasé por toda la espalda hasta quedar completamente lisa.
Pero me la vas a tener que pasar por el trasero también, eso si, con cuidado.
Y le dije: tranquilo, ven acá. Yo sentado en el filo de cama y el parado en una toalla comencé a pasarle la brocha con espuma y luego la máquina poco a poco. Le dije en un tono – ya excitado – mira pana, sepárate las nalgas para pasarte bien por ahí y así lo hizo sin decir nada pero sabíamos que la vaina estaba candente, un pelo enrollado pero como éramos tan pero tan panas yo dejé pasar la cagueta y como un demonio yo lo empuje hacia mi y dejé que cayera sentado de culo en mi cara, metí mi lengua hasta el fondo, el carajo me arrancó los interiores y empezó a chuparme el guevo, las bolas y a pellizarme las tetillas… que sensación tan arrecha! Era una vaina como se explotara dentro mi y quisiera tragarme este carajo, pesado, caliente, físicamente muy armonioso – diría que hasta hermoso.
Yo le dije en susurro:
Ponte de rrodillas porque quiero mamarte el culo Cheo y con una risa muy pícara se voltió y me metí en ese tremendo culo hasta que casi que me vengo y paré.
El me agarró y me empujo contra la cama, me abrió las piernas y me mamó el culo hasta que le dije YA PARA QUE VOY A ACABAR y paramos nuevamente.
Le dije:
Que bolas Cheo… pero que de pinga que es contigo. El me contesto.
No sé qué es esto pero te quiero tragar y cogerte me pana.
Nos acomodamos y nos empezamos a mamar los guevos, metimos los dedos en el culo, nos restregamos durísimo, mordimos los pies, chupamos bolas, las tetillas ricas y duras y una jamoneada que la lengua nos llegaba a la garganta al mismo tiempo que nos pajeábamos hasta que nos miramos y suas, el lechero brinco por los pechos de los dos caliente y con fuerza hasta la cara. Nos restregamos durísimos, nos lamimos y me quedé encima de él con media risa los dos…
Le dije:
Terminamos la rasurada después, báñese y nos vamos…
Dale, dijo él.
Nos bañamos, nos vestimos y nos marchamos a rodar por Caracas hasta tarde de la noche… ni una palabra sobre lo que sucedió y mejores panas aún.