Capítulo 1

Mi esposa I: El inicio

Lo que voy a relataros comenzó en verano en Ampuriabrava donde pasamos las vacaciones.

A mí me gusta que mi mujer vista un poco provocativa y siempre sin ropa interior, además en verano lleva el coño completamente depilado.

Pues bien, todas las noches íbamos a un pub que hay en la zona de marcha de dicha urbanización, a mi mujer María, cuando entrábamos siempre la miraban, pues aunque no es muy alta tiene un buen cuerpo y en verano con la poca ropa que se pone esta para mojar pan, allí un día conocimos a Juan, un chico agradable, simpático y algo atlético, enseguida congeniamos los tres, aunque nosotros nos hicimos pasar por amigos que veraneábamos juntos..

A los pocos días cuando ya había más confianza comencé a notar que cada vez que nos despedíamos al besar a mi mujer en la mejilla ponía su mano en el culo de ella acercándola para sí.

Como vio que ni María ni yo decíamos nada se fue haciendo cada vez más osado.

Un día, para matar el aburrimiento, mientras tomábamos copas en una mesa que estaba al fondo del bar Juan propuso jugar a prendas para divertirnos.

Nadie se opuso.

Pronto las pruebas inocentes pasaron a ser pruebas menos inocentes, cuando a ella le tocó besarlo la primera vez lo hizo con un breve beso en los labios, pero la siguiente ya fue un largo beso en la boca. Yo no dije nada pues me excitaba ver hasta donde mi mujer era capaz de llegar en ese juego.

Llevábamos rato jugando cuando fui al lavabo, al volver me quede de piedra, Juan y María estaban besándose frenéticamente al tiempo que él tenia su mano debajo de la corta falda de mi mujer.

Al verme se separaron y ella intenta balbucear alguna excusa sin éxito.

«Va Pedro – me dijo Juan – María había perdido y estaba pagando su prenda», en mi interior, aquella escena me había excitado pues más de una vez habíamos fantaseado mi mujer y yo con realizar un trío.

Me senté, pero en lugar de continuar con el juego, Juan se puso a besar a mi esposa mientras le metía mano, ella le correspondía con efusión, palpando su paquete, mientras yo le tocaba sus magníficos pechos. Pronto Juan y yo besábamos a mi mujer al tiempo que metíamos nuestros dedos en su chorreante coño.

María estaba fuera de sí, nos besaba a ambos mientras con sus manos buscaba nuestras pollas, ella estaba tan caliente que no tardo en musitar

«¿Porque no vamos a otro sitio más discreto?», Juan dijo «vamos a mi apartamento que está aquí cerca».

Nos levantamos y fuimos a su casa. Por el camino mi esposa iba en medio agarrada a nosotros dos mientras iba intercambiando besos.

Nada más entrar en el apartamento Juan agarro a María por la cintura y comenzó a besarla en la boca, el cuello, mientras su mano le levantaba la falda y la sujetaba por las nalgas, ella le correspondió sobándole el paquete que ya se entreveía a través del pantalón.

No tardo María en quedar completamente desnuda, Juan le besaba los pechos y ella le iba desabrochando el pantalón, en cuanto tuvo el pene en su mano se agacho y comenzó a mamárselo.

Mientras yo miraba atónito como mi mujer le mamaba la polla a un tío delante de mí. Y he de confesar que me gustaba lo que estaba sucediendo.

Juan tumba a María en el sofá y comenzó a meterle la lengua en el coño, yo que no aguantaba más me desnude y le puse mi polla en su boca.

Ella gemía de placer pues le encanta que le coman el chocho.

Luego pusimos a cuatro patas a María así yo la follaba por el coño mientras Juan se la follaba por la boca, nos intercambiamos varias veces hasta que Juan se sentó en el sofá y mi esposa encima de su verga.

Comenzó a cabalgar como una experta amazona mientras me gritaba «¡follame por el culo, cabron, follame!», me acerque por detrás y lentamente la empale.

Ella se puso a jadear, gritar mientras nos insultaba «¿folladme cabrones, soy vuestra puta, quiero que me folleis toda la noche, hasta reventar, más, más!».

Con algunos descansos, estuvimos hasta el amanecer follandonos a mi esposa, cuando regresamos a nuestro hotel María y yo apenas hablamos de lo sucedido.

Estuvimos varios días sin ir por el pub, pues aunque María había visitado otras camas cuando éramos novios, o sea me había puesto los cuernos, es más, entonces descubrí que lo que más la excitaba era que la obligaran sexualmente, de hecho más de una vez me había confesado, ya casados, que una fantasía suya era que la violase un grupo de depravados.

Lo que comenzó a levantar mis sospechas, de que algo estaba cambiando en ella, fue un día que estábamos en una cala de Cadaques, ella se puso a tomar el sol desnuda y como a mí no me gusta tomar el sol me fui de excursión por las rocas del cabo de Creus.

Estaba lejos cuando mire hacia donde estaba mi mujer con los prismáticos y cual no fue mi sorpresa la ver que un individuo de aspecto nórdico le estaba poniendo crema en la espalda, o eso me pareció en un primer momento pues enseguida vi que su mano estaba en la entrepierna de ella, el culo de María subía y bajaba cada vez mas deprisa debido al masaje que le estaban dando en el clítoris.

Vi como la mano de María acariciaba, por encima del bañador, el aparato del tipo ese, ella se gira y se besaron para irse al poco hacia una zona de rocas que quedaba más discreto.

Yo, más mosqueado que nunca, me dirigí hacia una zona desde donde ver qué pasaba, cuando llegué ella ya estaba cabalgando encima de ese tipo y vi como un segundo individuo la estaba besando mientras con la mano le tocaba los pechos.

Ella le mamaba la polla.

Me puse a correr hacia allí, pero dada la orografía del terreno cuando llegue ya solo estaba ella.

Le dije lo que había visto y ella solo me respondió «No sé lo que me ha pasado, pero me puso tan caliente que no pude reprimirme, además el otro día lo hice con Juan y no dijiste nada».

Pasados unos días, cuando volvimos Juan nos preguntó de inmediato si estábamos molestos por lo sucedido días atrás, mi mujer y yo le respondimos al unísono que no.

Él estaba con un grupo de amigos a los que nos presentó.

Nos sentamos y pedimos unas bebidas, al rato uno de los amigos de Juan me dijo de ir a jugar al sótano al billar.

Cuando acabamos la partida y volví a la mesa cuál fue mi sorpresa al ver que no había nadie, estuve esperando durante más de una hora y harto y cabreado de esperar me fui al hotel.

María llego al amanecer y al verme despierto y con cara de pocos amigos me dijo «¿Cómo es que no has venido?»

«Eso digo yo, ¿cómo es que no me esperasteis?» Respondí.

«Es que Juan me dijo que luego vendrías».

«Y bien ¿dónde has estado?» Pregunte en tono cabreado.

«En casa de Juan con todos sus amigos».

«¿Y que es lo que hiciste?» Insistí.

«Nada» respondió ella, «nada seguro que no, puesto que estuviste toda la noche, te lo repito por última vez ¿qué paso?»

«Pues nada más llegar – comenzó ella – Juan y otro, que se llama Carlos, me desnudaron mientras llenaban mi cuerpo con sus besos, mientras los otros miraban al tiempo que gritaban – cómele el chocho – Carlos se agachó y poniendo una de mis piernas encima de su hombro introdujo su lengua en mi chorreante clítoris mientras Juan y yo nos besábamos enroscando nuestras lenguas. Pronto note como unas manos separaban mis nalgas y una lengua me hurgaba en mi culo, era otro de los muchachos que se había unido a la fiesta.»

Yo estaba cada vez más cabreado, pero también más excitado al oír el relato de mi mujer, así que le dije «Sigue, ¿qué más paso?»

«Luego me llevaron al sofá donde se sentaron dos de ellos obligándome a chuparles la polla, mientras los otros me metían sus lenguas en el culo y el clítoris. Luego me senté encima de la polla de Juan mientras Carlos me enculaba y los demás me daban sus penes para que se los chupara. Cuando ambos se corrieron uno que se llama Pedro me agarro por los pelos y poniéndome de rodillas me obligo a limpiarles los penes a Juan y Carlos, cuando estuvieron sin una gota de semen me puso en pie y levantando unas de mis piernas me penetro mientras unos de sus compañeros hacia lo mismo por mi culo»

«O sea, puta, que te estuvieron follando toda la noche ¿verdad?» Le pregunte, ella me dijo que si, que había sido satisfecha sexualmente como nunca jamás antes y que si no me gustaba pues que me jodiera.

Después de eso estuvimos varios días sin apenas hablarnos y sin salir por las noches, pero lo cierto es que cada vez que pensaba en lo sucedido e imaginarme a mi esposa follando y disfrutando me ponía el pene duro como una piedra.

Al llegar el fin de semana nos encontramos a Juan en la playa, nos pidió disculpas por lo pasado y nos invito esa noche a cenar en un buen restaurante de la zona.

A las nueve y media llegamos al sitio donde Juan nos esperaba, se besaron mi mujer y él, lo cual aprovecho para susurrarle al oído, y que yo oí, que como lo había pasado en su casa, ella con un gesto cariñoso le dijo: maravilloso.

La cena transcurrió de lo más normal, al finalizar y salir al parking Juan pregunto «¿Dónde vamos?», «Di tu algún sitio, puesto que eres de aquí» contesto mi mujer.

«¿Qué os parece ir a un showgirls que hay cerca?»

«Oh sí, que no he estado nunca» exclamó mi mujer.

Así que nos dirigimos hacia el local en cuestión. Nada más entrar me di cuenta que Juan era cliente habitual del local pues no paraba de saludar a porteros y camareras.

En eso que se acerco una señora de unos 45 años de muy buen ver, iba vestida con una falda corta y un body apretado que le marcaba unos magníficos pechos, Juan nos presento a Ana como la encargada del local, nos besamos a modo de saludo y nos llevo a un sofá cercano a la barra donde nos invito a tomar algo.

En la barra había dos chicas estupendas bailando a los sones de la música, Juan le pregunto a mi mujer «¿Qué te parece María?», Ella respondió «no esta mal, subir ahí y menearse es fácil, eso hasta lo hago yo».

«¿Bien quieres ser tú la protagonista del próximo espectáculo?, ¿No te rajaras?» «No, claro que no, si ellas pueden yo también» respondió ella. María, cuando se la picaba era más chula que nadie.

Juan llama a la encargada y le contó su propuesta, Ana miro a mi mujer y le dijo «¿estas segura que quieres salir tu? Y sin consultarme se fue con Ana y yo me quede atónito, no podía creer lo que ella iba a realizar.

Mientras Ana, Juan y yo tomábamos una copa esperando pronto salió a la barra, he de confesar que estaba buenísima, iba con una tanga y un tops minúsculos, calzaba unas botas de lycra por encima de las rodillas.

El espectáculo comenzó, al son de la música iba contoneándose alrededor de la barra mientras iba tentando al personal.

Sus manos se acariciaban las tetas, el coño. Lentamente iba deshaciéndose de la poca ropa que llevaba, primero el top, más tarde el tanga y como colofón se puso a jugar con un consolador que fue introduciéndose en su vagina y su boca, luego lo pasaba al publico para que fuera este el que se lo introducía.

Cuando finalizo su espectáculo Juan me dejo con una excusa, al ver la tardanza de mi esposa me dirigí a la encargada para preguntarle por María, ella me sonrío y me dijo ven.

Me llevo a una habitación medio oscura llena de pantallas de televisión, cerro la puerta y me dijo «¿quieres saber donde esta tu amiga?»

«Si» respondí.

«Siéntate aquí» al tiempo que encendía una de las pantallas. Cual fue mi sorpresa al ver a mi mujer en una habitación con dos hombres, ella iba vestida solo con unas botas altas por encima de la rodilla, ella se contorneaba alrededor de los dos machos, al tiempo que acariciaba sus penes, uno de los hombre cogió a mi mujer por la cintura y la beso al tiempo que le acariciaba los senos, el otro le había levantado una pierna y apartando la tanga le lamía el clítoris, ella cerraba los ojos de placer. El macho que la besaba saco su pene y se lo introdujo en la boca, mi esposa se trago la descomunal verga hasta el fondo, comenzando un vaivén lento al principio, pero cada vez más rápido como si su boca fuera su clítoris.

Yo estaba atónito, estaba viendo a mi mujer con dos desconocidos y estaba claro que se la iban a follar.

Aquella escena me había puesto a mil, mi polla estaba dura como una piedra.

Ana me la toco y sin darme tiempo a reaccionar ya estaba en su boca.

Su lenta mamada y el morbo de ver a mi esposa como era montada en ese momento era más de lo que podía aguantar, pronto me corrí en la boca de Ana.

Mientras mi mujer era follada y sodomizada en ese momento, Ana me miró y sonriendo me dijo:

«Esa no es amiga tuya cabrón, ¡es tu mujer!, Pero que cabron que eres, así que te gusta ver como se follan a tu mujer ¿eh?». Ana se puso a reír y se fue.

Por la pantalla vi como en ese momento los dos tipos se corrían en la boca de mi mujer y ella no desperdiciaba ni una gota de semen.

Cuando regreso a la mesa, ella no dijo nada, solamente pregunto si nos había gustado el espectáculo. Como era tarde nos fuimos.

Al día siguiente ella me insistió en volver al local argumentando que había quedado allí con Ana y Juan, no sospechaba yo que lo sucedido la noche anterior era el principio de una situación que no iba a poder controlar y que para mi desgracia yo mismo había propiciado.

Como os imaginareis aquella noche se lo monto con más de un tipo.

Al poco de llegar la perdí de vista, así que me puse a buscarla, pues el local estaba bastante lleno, al cabo de un rato la vi en la barra besándose con un apuesto joven el cual le metía mano por debajo de la falda, que era bastante corta, me sentí confuso al verla con otro en público así que volví a la mesa.

Pronto apareció Ana la cual me pregunto, con recochineo, por mi amiga, pues ella ya sabia que María era mi mujer.

Le dije que la última vez que la vi estaba en la barra (omití los detalles). Ella me mira y me dijo ven que veras donde esta.

Ana me llevo a la sala que ya conocía, allí en el monitor estaba mi mujer con el tipo de la barra, Ana pulsa una tecla y del techo bajo una pantalla gigante, ahora podía ver a la puta de mi mujer en «cinemascope y estéreo».

Ana se fue, no sin decirme al oído «disfruta mamón, mira bien como se follan a la zorra de tu amiga», remarcando lo de amiga.

María le estaba mamando la verga al hombre, este la cogía por los pelos al tiempo que le decía «chupa, chupa zorra», cuando tuvo el pene duro la tumbo en la cama, se puso un preservativo y le dijo a mi mujer «enséñame tu culo, putita, vas a saber lo que encular» le echo saliva en el ano y la enculo.

María soltó un grito de dolor que pronto cambio por gemidos de placer.

El hombre la estuvo enculando en esa posición un buen rato, luego se sentó al borde de la cama y ella hizo lo mismo encima de su pene.

Vi como la polla salía y entraba con fuerza del culo de mi esposa, ella gritaba «más, más fuerte, más, necesito otra polla», cuando pareció que se iba a correr cogió a María la puso de rodillas en el suelo y le metió su verga en la boca de mi esposa y sujetándole la cabeza para que no pudiera zafarse hizo varios movimientos como si la boca de María fuera su clítoris.

Se corrió completamente dentro de la misma, de las comisuras le salía el semen. Sacó su polla y le dijo «límpiala bien con tu lengua».

No sabia que hacer, yo estaba muy caliente de verla follar como una puta, pero no podía soportar él sentirme engañado así.

Por suerte era él último día de vacaciones puesto que al día siguiente volvíamos a Barcelona.

Lo que no sospechaba era que en Barcelona la cosa iba a ir a más, mucho más. Nunca creí que su pasión por el sexo llegará a esos extremos.

Continuará…

Continúa la serie