Capítulo 4
- Unos cuernos bien puestos y… disfrutados I
- Unos cuernos bien puestos y… disfrutados II
- Unos cuernos bien puestos y… disfrutados III
- Unos cuernos bien puestos y… disfrutados IV
- Unos cuernos bien puestos y… disfrutados V
Unos cuernos bien puestos y… disfrutados IV
7 de marzo – cuarto día
Ayer estábamos ambos cansados, el día anterior había sido fantástico.
Ella llegó con unos ojos que apenas se veían.
Empezamos despacio a tontear en la cama y la desnudé, me encanta desnudar ese cuerpo, tenerlo todo desnudo con esas tetas y ese culo, y con el conejito pelado… es una delicia verlo y acariciarlo… nos tocábamos y besábamos pero nada más hasta que la puse acostada sobre mi pecho mientras la besaba y noté lo caliente que estaba, ¡cómo quemaba ese coño!
Se revolvía, me estaba pidiendo sin decirlo que la volviera a hacer vibrar.
La verdad es que aquello me puso a 10,000 y a pulso la hice sentar en mi pecho y luego con las piernas bien abiertas la hice sentar con el coño en mi boca.
Le empecé a meter la lengua como si fuese una polla pequeña y húmeda y ella se retorcía, se puso como nunca, totalmente ida, la tuve así un buen rato y luego me dejé caer hacia abajo mientras ella seguía apoyada en el cabezal de la cama y en esa postura le taladré el coño sin compasión, mientras ella empujaba y se movía buscando tenerme muy dentro.
Fue inmenso, se movía como una batidora, aquellas caderas de un lado a otro, en círculos, mientras se clavaba cada vez más hondo mi polla en su coño… ella quería que yo me corriera y yo buscaba lo mismo de ella.
Pero estaba muy cansada y al final se dejó caer un poco mientras le llegaba un orgasmo de infarto, y yo le llenaba de leche el coño, le temblaban las piernas.
Luego me quedé un rato encima de ella y descansamos. Bebió cava y charlamos un poco. La intenté tocar y al final me dijo que no podía, que estaba dolorida y que es que le hacía daño.
Al cabo de un momento me volví a subir a su espalda y con la polla empecé a jugar en su culo, ella lo notaba y en un momento determinado me dijo que la penetrase cuando quisiera y como quisiera que era absolutamente mía y estaba a mi disposición..
Se puso boca arriba y cuando la enfilaba de lado me abrió el culo y por ahí le di.
Al principio estaba solo receptiva pero a medida que le daba mas fuerte se fue animando hasta que de repente se empezó a masturbar y se corrió de una manera bestial, mientras yo también dejaba mi semen en su culo.
Esta vez estábamos los dos para el arrastre y necesitaba que ella me la comiera pero he decidido no tomar la iniciativa en eso, voy a esperar que salga de ella si es que sale…. y saldrá, seguro…
La enculé aún dos veces más.
La primera de las dos en la misma postura pues ella quería seguir follando pero casi no tenía fuerzas ni para levantarse, ella tumbada boca abajo totalmente en la cama y apretando el esfínter ya bastante dolorido para que mi entrada costará más, yo me dejaba caer con todo el peso sobre ella y notaba como se la clavaba hasta el último milímetro, tocando mis testículos entre sus suaves y duras nalgas, luego volvía a levantarme unos centímetros y me dejaba caer de nuevo provocándole en cada clavada un espasmo de placer y como eso la ponía a punto de estallar, seguí haciéndolo durante un largo rato con ella dispuesta a más corridas que, por supuesto, tuvo en un número indeterminado, hasta que en una de mis «caídas» decidí correrme dentro de aquel culo acogedor y generosamente tragón, derramando mi semen en sus entrañas.
La siguiente vez, casi de inmediato a la anterior, para que no se moviera mucho la desplacé hasta el borde de la cama y allí la separé bien las piernas con el culo sobre la cama y me arrodillé tras ella.
Ella boca abajo con las manos extendidas sobre la cama y el culo en pompa. Jugué con sus nalgas dándole unos azotes suaves pero firmes que le dieron un ligero color a aquellos blancos cachetes, mientras mi polla se hundía dentro de su culo hasta los testículos.
Seguí dándole azotes mientras entraba rítmicamente y salía de aquella estrecha cueva anal, provocándole un par de orgasmos que la hicieron gritar como una loca, mientras ella me decía como le gustaba que la diera por detrás, hasta que decidí correrme una vez más.
Intenté dejarle varias marcas en el culo y mordiscos pero supongo que no apreté demasiado, quería marcarla, para que supieras quien es su señor.
Busca las marcas.