Feliz año nuevo I

Allí estaba yo con mi cara lo mejor rejuvenecida posible bajo la mirada exploratoria de mi amiga ansiosa de escuchar todos los detalles de mi noche de amor, la primera del año .

Sentada en el borde de su lecho observaba como frente al espejo me arreglaba el cabello sin lograr sacudir de mi mente las sensaciones arrebatadoras de la noche pasada en ese tinglado justamente montado por ella.

Cuando la tarde anterior llegamos hasta el hermoso fundo en el sur del país para esperar el año nuevo, nuestros maridos se habían fundido en un abrazo de esos sonoros que se dan los hombres maduros con violentas palmadas en la espalda, mientras.

Eva me había besado sin mirarme y yo no pude decirle que me estaba matando la envidia de verla tan juvenil sabiendo que ella tenia 36 años justamente uno mas que yo.

Hacia casi diez años que no nos veíamos, desde la primera comunión de Raúl, su hijo, que ahora tenia 18 y que se aprestaba a ingresar a la universidad.

Yo era su madrina de bautismo.

Allí estaba Raúl, saliendo de la piscina con esa estampa de hijo único bien alimentado y dueño del mundo, en cuyo rostro era imposible no reconocer la satisfacción de quien carece de todo tipo de necesidades y problemas.

Ahora en la mañana allí en su cuarto, Eva se había puesto de pie y me miraba lentamente recorriéndome con pausa, así como los hombres miran su automóvil luego de un viaje largo y exigente tratando de ver si el recorrido ha dejado alguna huella en la carrocería.

Total si hubiese sido así, ella habría sido la principal causante aunque yo no podía eludir la parte mas que importante de mi responsabilidad.

Y había sido efectivamente así porque fui yo quien durante la cena de año nuevo justo antes de los abrazos había fingido no reparar en ello, cuando Raúl rozaba con su rodilla la parte baja de mi muslo derecho.

Podría haber sido casual, claro, pero cuando acompaño este ejercicio con una mirada francamente insinuante mientras levantaba su copa y yo le sonreí, quedo claro que yo lo estaba alentando. Y de verdad lo hacia, me había dejado llevar por ese juego.

Eramos solamente cinco a la mesa y justo a las doce nos pusimos de pie para abrazarnos, Raúl abrazo a su madre mientras yo recibía el tufoso abrazo de su padre y libre ya de eso me sentí arrebatada por los fuertes brazos del muchacho, que ceñido a mi cuerpo con inusitada fuerza, hacia deformarse mis pechos contra su hermosa camisa blanca.

Pero lo que me termino por paralizar fue el contacto, ahí justamente sobre mi vientre, de una inequívoca masa de carne cilíndrica de tales proporciones que despertaron en mi un torrente de deseos y temores.

El se movió de tal forma que no me cupiese duda de que todo aquello era estrictamente real.

Ahora, sentada en la cama junto a Eva esperaba la pregunta que vendría, como si en realidad estuviese ante un tribunal supremo y me dispusiera a entregar la descripción detallada de mi crimen.

La diferencia era, en este caso, que Eva no era el juez sino más bien una perfecta cómplice.

Efectivamente ella generó la idea de que yo me fuera esa noche a la cama de su hijo para poder iniciarlo sexualmente, ya que a ella le preocupaba mucho que el muchacho se fuese a la Universidad sin que hubiese tenido experiencia y al parecer ella estaba segura que no la tenia.

Así entonces no había, según ella, mejor oportunidad que esta y yo debería hacerle ese favor en `prueba de una amistad tan grande que databa de tiempos del colegio.

Ella, por su parte, se encargaría de asegurarse que ninguno de los maridos , a esa altura de la noche ya bastante bebidos , no se dieran cuenta de nada.

Al día siguiente yo debería contarle todo.

Y en eso estaba yo en ese preciso momento, narrándole como la noche anterior, el corazón me golpeaba con fuerza en el pecho mientras completamente desnuda caminaba por el pasillo oscuro hacia la pieza de Raúl.

Como los golpes en mi pecho hacían vibrar mis pezones dilatados y duros, como latía mi sexo y como manaba de el un liquido denso que tenia completamente mojada mi entrepierna y como el llegar a la puerta de su cuarto y empujarla con suavidad, sentí la rítmica respiración del muchacho que en la penumbra, pude ver tendido sobre la cama sin cubrirse con nada porque la noche era calurosa.

Eva había cambiado de posición en la cama y ahora estaba con un vaso conteniendo un trago helado en su mano derecha, mientras con la otra mano me arreglaba el pelo que yo no había conseguido ordenar del todo después de mi reparador baño de la mañana.

Ella estaba mas bien seria, quizás demasiado concentrada en los pormenores que yo le estaba entregando.

Yo me acomode lo mejor que pude para facilitarle la tarea mientras continuaba narrándole los sucesos de la noche.

El muchacho pareció no verme, pero cuando me senté a su lado en la cama vi que tenia los ojos abiertos, entonces lo bese en la mejilla y le puse mi mano en la boca como para indicarle que no hablara, el entendió y al bajar mi mano roce casualmente con su sexo duro y dirigí la vista en esa dirección.

Era algo maravilloso.

Allí en el centro de sus piernas, estaba dirigido a las alturas, con una inclinación curvada como describiendo un ligero arco diabólico, su longitud me impresiono pero su grosor me lleno de un temor agradable, de un deseo violento y prohibido, de unas ganas irrefrenables.

Se movía con un palpitar rítmico con una cadencia parecida a la que estaba agitando mis labios mayores en un abrir y cerrar que no recordaba haber experimentado jamás.

En ese momento note que Eva movía las piernas como balanceándose y eso era seguramente porque de alguna manera su cuerpo respondía a la evocación que su mente estaba haciendo de la figura de su hijo descrita por la mujer que ella esa noche había mandado a poseerlo yo trate de calmarla poniendo una de mis manos sobre sus muslos.

De esa misma forma había puesto yo mis manos sobre los muslos del muchacho para poder admirar en detalle y de cerca ese miembro fabuloso, pero no quise tocarlo porque una idea se me había atravesado en la mente y sin mayor dilación la puse en marcha.

Separe mis piernas y me puse de rodillas dejando el cuerpo de Raúl entre mis muslos.

En seguida con ambas manos me separe los labios mayores y me acomode de tal modo, que la cabeza a punto de estallar de su miembro, quedara en la entrada empapada de mi tubo sediento y de esa forma me fui penetrando.

Lentamente esa cabeza se iba adentrando en mi, ese grosor inaudito me iba llenando estirándome mas allá de toda posibilidad, empujándome lentamente, abriendo mi personalidad completa, barriendo con todos mis recuerdos, llenándome de una juventud casi olvidada y yo quería que ese recorrido no terminara nunca, porque aun tenia en mi mano un trozo grande de su carne que aun no entraba y yo quería disfrutar cada pulgada y quería que mi sexo se transformara en un receptáculo hirviente que lo fundiera conmigo y en ese recorrido en que voluntariamente me iba sometiendo al mas hermosos de los tormentos, fui recordando todas las frustraciones de mi vida de hembra insatisfecha, de mujer inhibida, de señora prudente y quise darle al hijo de mi amiga la experiencia de mi vida y los deseos de mi futuro, hasta que por fin sentí la presión despiadada de su cabeza en mi fondo y sus testículos duros tapando mi entrada.

Había llegado y yo estaba traspasada entera, inmóvil clavada por 23 centímetros endurecidos de deseo palpitante.

Y en ese momento empece a mover mis nalgas en circulo como efectuando un baile que le permitiera a él conocerme mas detalladamente. Me tenia asida de las tetas que apretaba con furia contenida enderezándose para chupar mis pezones que yo generosamente le proyectaba y mi culo se movía allí en redondo subiendo y bajando al mismo tiempo para que mi boca vertical se deleitara mojándolo con lo mas intimo y viscoso de mi ser.

La evocación de esos momentos había despertado mi deseo al sentir aun en mi sexo la dilatación nocturna, de tal modo que me había puesto de pie para mostrarle a Eva en forma divertida como me había movido cumpliendo su misión y cuando la mire vi sus pupilas dilatadas al centro de sus ojos llorosos y sus manos extendidas hacia mí en un gesto de agradecimiento, porque seguramente consideraba que su hijo era ya verdaderamente un hombre listo para enfrentar la vida y había rendido conmigo su examen final y definitivo.

Y yo pensaba que así había sido porque de pronto el me había tomado de los brazos y sentí su fuerza al darme vuelta en la cama y separándome las piernas con cierta violencia me monto con la pericia de un macho seguro y posesivo y agarrándome los pies me los puso en sus hombros y entonces sentí que me traspasaba con furia inusitada pero al mismo tiempo con ternura, porque me había abierto completo para él, como nunca lo hice para nadie y su río fue lo mas descomunal que había recibido en mi interior desde siempre y por fin ni su grosor me fue extraño porque percibí que no volvería a cerrarme nunca y yo quería que fuese así para tener ese recuerdo ancho y profundo conmigo eternamente

Así como lo estaba sintiendo, allí frente a Eva.

Me había sacado la falda y sin calzones le mostraba mi vulva con sus labios violentamente expuestos palpitantes y mojados en medio de los cuales Eva estampaba sus besos de mujer madura y ardiente, dichosa y satisfecha agradecida y sensual y su lengua entraba allí donde Raúl me había marcado para siempre en su fabulosa noche de año nuevo.