Mi virginidad para mi hermano

Luego de leer algunos relatos en la red, me interesé por revelar uno de mis grandes secretos, aunque como dicen, los fragmentos de un diario son pedazos del alma.

Cuando yo, tenía mis 17 años, mi cuerpo experimentaba los cambios naturales a mujer, donde mis curvas se notaban y mi cola aumentaba tornándose redonda y paradita y mis senos preciosos, crecían con su pezón pequeño y rosado.

Yo siempre buscaba tiempo para mirarlos en el espejo y tocarlos sabiendo que es lo más hermoso de mi cuerpo.

En aquella época, nosotros vivíamos en una pequeña casa con mis padres y 6 hermanos todos hombres los cuales eran mayores en edad con más de 10 años, Juancho con quien éramos contemporáneos, pues él me llevaba apenas un año y medio.

Por eso siempre compartíamos todo, nuestras vivencias en el colegio y con nuestros amigos.

Como la casa era pequeña, dormíamos en el mismo cuarto, pero en diferente cama; donde lo único que poseía para la intimidad personal, era un pequeño vestier para cambiarnos las ropas.

Juancho, desde su cama me decía que quería hablar conmigo pero sin tener que alzar la voz, porque podría escuchar mis padres que dormían en el cuarto contiguo, y empezó a pasarse a mi cama diciendo además, que tenía frío, y se me acercaba tanto a mi cuerpo que escuchaba los latidos de su corazón y empezaba a contarme sus historias que tenía con sus amigas y su novia.

A mí me gustaba escuchar sus historias las cuales cada día eran más eróticas y eso me emocionaba y quería escuchar más, porque cuando mi hermano se pasaba para su cama, sentía calor en mis senitos, me los acariciaba y me tocaba mi cuca y mi clítoris, hasta humedecerme toda y así podía dormir plácidamente.

En una de sus historias que mi hermano me contó, fue la noche que para mí cambió mi vida. Me decía que le acarició los senos a su novia, que quiso besárselos, pero que ella le impidió que siguiera.

De esta manera y ya acostados en mi cama me dijo que mis senos eran similares a los de su novia y que me dejara tocarlos y besarlos.

Yo, asustada pero deseosa de su petición sin pensarlo dos veces, le dije que sí, él me los acarició y besó muy intensamente, parecía que mi hermano se comía el helado de cono más rico, luego él me abrazó pegándome contra su cuerpo, que además por cierto, sentí su polla parada en mi pubis que ya estaba bastante húmedo.

Después de un rato se fue para su cama. No me quedó otra que acariciarme toda, tocar mi cuca hasta saciarme. Fue la primera vez que experimentaba algo tan real con un hombre, aunque era mi hermano.

Fue así como continuaron sus «visitas» a mi cama, con sus historias y besándome mis senitos y arrimando su pene a veces contra mi pubis y otras veces en mi culito cuando se situaba abrasándome desde atrás, hasta que un día, él se había vuelto a pasar a mi cama, mientras yo dormía pero esta vez, se situó por mi espalda dibujando la misma forma como dormía, llamamos posición de cucharas en Colombia, y desperté pero fingiendo estar dormida lo dejé que hiciera conmigo lo que él quisiera; empezó a tocar mis senos, mis caderas mientras sentía su polla en mi trasero, eso hizo que mi corazón latiera como si se fuera a salir, luego me bajó el pijama y quedé sin nada porque no acostumbro dormir con tangas, a menos que sean esos días difíciles de cada mujer; sentí que colocó su polla inmensa y dura, en medio de mis piernas, en un segundo, pensé mucho sobre lo que estábamos haciendo, si tal vez mi hermano sería capaz de penetrarme, si era correcto lo que hacíamos, pero mi cuerpo ya no respondía a nada sino al placer, él empezó a pajearse sobre los labios de mi cuca mojada, mientras que su mano tocaba mi clítoris, yo fingiendo seguir dormida, movía mis caderas lentamente, hasta que Juancho se derramó, y mojó mi cuca, mis piernas y mi cola de una manera deliciosa.

Luego por más de un mes no volvió a «visitarme», yo no podía decirle nada porque tenía vergüenza, además supuestamente estuve dormida y no me había enterado de lo que pasó, lo que me daba algo de tranquilidad. Pero una noche volvió mientras dormía, me sacó la pijama me besó mis senos, lamía mis pezones paraditos, me acarició mi cuerpo, luego bajó lentamente besándome hasta llegar a mi cuca, yo disimuladamente abrí mis piernas, y empezó a besarla, a meterme la lengua entre mis entrañas mojadas.

Yo «dormida» empecé a acariciarle su cabeza, su cabello, y le hice un intento de halarlo para que me montara, porque ya no aguantaba más el inmenso cosquilleo, él sin pensarlo se subió y me colocó la punta de su polla en mi cuca haciéndome sentir aun más placer y luego de unos minutos donde ya las ganas de que me metiera su polla eran intensas, colocó su pene en mi mojado hoyo y me fue penetrando muy suavemente con un fuerte dolor pero delicioso, metía y sacaba su polla muy despacio, como si supiera el dolor que me causaba, luego empezó más rápido y el dolor ya era placer. Hasta que de pronto sacó su pene y me mojó mi cuerpo.

Estuvo allí un rato besándome mis senos, yo no quería que se fuera de mi lado nunca más, luego de un rato se marchó para su cama.

Fue algo lindo aunque por fingir que dormía, no pude decirle lo hermosos que pasé esa noche.

Esto se repitió varias veces pero nunca le dije nada, porque al día siguiente, era como si no hubiera pasado nada.

Espero guarden en su pensamiento esta historia como algo lindo que me pasó aunque nunca se lo pude decir, y que la virginidad como la mía sea para alguien muy especial.

Ahora he tenido algunas experiencias con amigas que he compartido vivienda, donde la parte que hacía mi hermano conmigo, la desarrollo yo, es decir lesbi muy activa.

Pero esa es otra historia que si me escribes te la comento.