Un madurito muy caliente II: El otro Jaime
Después de que Jaime me contó lo de su hijo yo no dejaba de darle vueltas a la cabeza.
Por un lado la situación tan morbosa me excitaba muchísimo, pero por otro había algo que no encajaba.
Seamos sinceros, es un poco raro que un hijo actúe así.
De modo que fui al despacho de Jaime al cabo de cuatro días, estuvimos hablando de chorradas hasta que su compañera se marchó a tomar café, entonces fui al grano.
Le dije que me lo contara todo, que en su historia faltaban cosas, que no me creía que un joven actuara así con su padre de forma natural.
La cosa se puso un poco tensa, pero finalmente le convencí, le tranquilicé diciéndole que yo soy muy discreto.
Jaime se confesó, me dijo que por supuesto yo no era su primer chico, que había habido otros en su vida, pero de forma demasiado esporádica, demasiado para él.
Entre polvo y polvo fue fijándose en su hijo, que por aquel entonces tenía diecisiete años:
– La primera vez fue en verano, en mi chalet del campo, me fijé en que su cuerpo había cambiado, que era todo un hombre, y que estaba muy desarrollado muscularmente, sus piernas eran fuertes, sus brazos también, y tenía el vientre plano.-tomó un vaso de agua y siguió-
– Después ocurrió algo que yo jamás hubiera esperado. Mi mujer había salido a la ciudad con el coche, Jaime (su hijo también se llama Jaime) se despertó de la siesta y se dio un baño en la piscina, después se tumbó en el césped a mi lado, se dio crema y comenzó a escuchar música. Hasta ahí todo normal, yo seguía leyendo un libro como si nada. Al cabo de unos 10 minutos entré a buscar agua y al volver Jaime estaba en la ducha del jardín completamente desnudo, de espaldas, yo hacía por lo menos dos años que no le veía así, se giró y se tumbó desnudo en la toalla. Yo dudé un momento, y le dije ¡Qué haces te vas a quemar!. El me contestó: !Qué va¡
Yo no le dije nada más y me quedé mirando su cuerpo y su pene, con solo diecisiete años ya tenía una muy buena polla, estupenda diría yo.
Yo le miraba con pausas, para que no me pillara, pero debió darse cuenta, y el crio adivina lo que hace, !se empieza a acariciar allí delante mía¡
Yo no sabía que hacer así es que no hice nada, disfruté, su verga le creció de forma espectacular, la tenía desproporcionada con respecto a su cuerpo.
Permaneció un par de minutos así, se levantó y entró en la casa, yo estaba durísimo. Inmediatamente oigo su voz -Papá ven.
Entré en la casa:
– !Donde estás¡
– !En mi habitación¡
Me dirigí a su habitación lo que me encontré al entrar estuvo a punto de hacer que me corriera, allí estaba Jaime, tumbado sobre su cama meneándose la verga, de una forma descarada y erótica.
Mi voz salió temblorosa de mi boca:
– Qué quieres?
– Ven, acércate. -me ordenó sin dejar de subir y bajar por aquella maravilla de carne.
– Qué te pasa?
Él cogió mi mano y la puso sobre su polla, después me dijo: – Quiero saber si soy maricón, hazme una paja por favor.
Yo cegado totalmente por la tremenda lujuria que recorría mi cuerpo le obedecí, le masturbé, le hice una paja dulcemente, disfrutando con lo que hacía.
Naturalmente se corrió en seguida, descargando su semen caliente en mi mano, en su vientre, y por toda la cama.
Inmediatamente se dio la vuelta y se quedó como arrepentido.
Yo me fui al cuarto de baño y refregué el semen que tenía en mi mano por mi cuerpo, y me hice una grandiosa paja.
– No hemos vuelto a hablar de eso nunca más, pero es evidente que a él le excita enormemente que yo le mire, y se que si quisiera haríamos el amor, y el disfrutaría.
– Y tú también capullo.
Jaime quedó en silencio, yo sabía que tenía que intervenir o me quedaría sin mi ración de vergas.
Estuve una media hora más en el despacho y por fin acabé convenciéndole de que si su hijo no estaba traumatizado, si su hijo había dado todos esos pasos, había demostrado mucho más que él.
Le dije que él era un cobarde, y que quería que se lo dieran todo hecho.
También le puse los dientes largos pues no sabía lo que se perdía.
Finalmente lo conseguí, y trazamos una pequeña estrategia, con alguna excusa tenía que invitar a tomar algo a su hijo en algún bar, yo debería estar, deberíamos conocernos y después yo actuaría.
Jaime obedeció quedó con su hijo el viernes en un bar cerca de nuestras oficinas.
Nos presentó, y tengo que decir que a los jóvenes de hoy los alimentan muy bien.
Que espaldas tiene el niñato, no me extraña que tenga a su padre tan cachondo.
En todo momento le tratamos como se merecía, y le metimos en nuestras conversaciones.
Yo adopté el Rol de «machito-Ibérico-folla-coños».
Bebimos bastante.
Llevé la conversación hacia los deportes:
– Tienes pinta de deportista, estás cuadrado macho, que deporte practicas?
– Fútbol -me dijo Jaime hijo.
– En algún club?
– No, en el centro polideportivo, voy los sábados, me junto con gente que va por allí, hacemos dos equipos y ya está. Cojonudo, esa era la mía, me encanta jugar al fútbol.
– Oye y mañana vas a ir, yo tengo muchas ganas de jugar un partidito.
– Vale, si quieres quedamos.
– Bueno a que hora te recojo en tu casa.
– A las 10 de la mañana.
– Ok, a las 10.
Ya estaba todo liado, antes de marcharnos llevé aparte a Jaime y le dije que como fuera tenía que conseguir que su mujer no fuera el sábado a su piso de la ciudad, que se tenía que quedar en el chalet del campo, y que yo iba a intentar que su hijo comiera por ahí conmigo.
Por supuesto también le dije que él tenía que estar como muy tarde a las cinco en su piso de la ciudad.
El me dijo a todo que sí, que lo conseguiría, que no me preocupara.
Llegó el sábado, recogí a Jaime hijo y fuimos al polideportivo.
A las once ya habíamos formado dos equipos y estuvimos jugando hasta la una.
Cuando terminó el partido me dijo que se marchaba, y yo eso no lo podía permitir, le dije que no, que primero nos ducharíamos y después le iba a invitar a comer.
Estuvo un rato poniendo excusas, pero yo zanjé la cuestión dejándole mi teléfono móvil y ordenándole que llamara a quien le hiciera falta para anular todas las citas.
Me obedeció, y fuimos a las duchas.
Yo estuve un rato entreteniéndole para conseguir que se quedara poca gente en las duchas.
Ambos nos duchamos, yo terminé primero y puse su bolsa de deporte junto a la mía.
Después salió él.
Yo estuve haciendo como si me peinara durante un rato y cuando sólo quedaba un tío duchándose, me acerqué donde él estaba y me quité la toalla.
Él me miraba la verga, estaba como alucinado, me dice con asombro:
– Te has afeitado los pelos.
– Si, te gusta.
– Ssii, -me dice-, por qué lo haces?
– Pues porque cuando estoy con un amigo les gusta más que no tenga pelos cuando me la chupan.
– Tu eres gay?
– Bisexual, ¿te molesta?
– No que va, que va.
No hubo más conversación, pero yo sabía que había dado en el clavo.
Le llevé a comer a un restaurante cojonudo de un amigo mío, y empecé a ametrallarle, le puse supercachondo.
Pedí café y un par de habanos, le di uno pero no sabía encenderlo bien, acerqué mi silla y le dije:
– No así no Jaime, no aspires tan fuerte, chupa el puro como si fuera una verga.
– Nunca he chupado una, no se como se hace. Le saqué el puro de la boca y le dije:
– Mira así, despacio, como cuando tienes helado en los dedos y te lo limpias.
– Qué bien lo haces, bueno ahora que me has enseñado como se enciende un puro podrías enseñarme como se hace lo otro. – Ningún problema, tienes la llave de tu casa.
– Sí.
– Pues ya estamos tardando.
Llegamos al piso a las cuatro y media, hubo un instante de duda por su parte, pero yo lo vencí, me abalancé sobre él, empecé a desnudarlo, joder es espectacular.
Le empujé hacia el salón, le tumbé en el sofá y empecé a chuparle por todas parte, el se animó y me quitó a mi la camisa, yo mientras le besaba me deshacía de sus pantalones de chándal, le queden en calzoncillos y empecé a besarle la parte superior del pubis, noté con mi barbilla el bulto de sus calzoncillos, no lo resistí más, metí mi mano en su slip y ante mí salió balanceándose un ejemplar de al menos 20 cm, pero sobre todo gordo, muy gordo, empecé a comérmelo, a sobarlo, le acariciaba los huevos, me los metía en la boca, le lamía el tronco, le besaba el capullo, su polla es preciosa.
El me gritó:
– para, para, que todavía no quiero correrme.
Me levantó y nos besamos, el rápidamente agarró mi verga y se la metió en la boca (descubrí entonces que era un mentiroso, no era la primera que chupaba).
Lo hace de forma espectacular, chupa sin ningún pudor, como se debe hacer, traga cuanta más mejor.
Yo también hice que se detuviera, fui a mi bolsa y vine con un un bote de aceite corporal, se lo entregué me tiré sobre la alfombra panza arriba y le dije, ya sabes lo que tienes que hacer ¿no?
Tomó el bote y vertió un poco de líquido en sus manos, me separó las piernas y empezó a chupar mi agujero, metía su lengua, aspiraba, chupaba, me tenía al borde de la locura.
Con uno de sus dedos empezó a estimularme, primero un dedo, después dos, giraba sus dedos en mi agujero, fue maravilloso, aquellos dedos en mi culo, mientras me miraba con cara de zorra. Miré el reloj del salón, eran las cinco y cinco. Ya debía estar Jaime padre en la casa.
Jaime hijo seguía con su trabajo, se lubricó el pene y me clavó su verga empujando con fuerza, mi polla iba a estallar, él me clavaba su verga con fuerza, yo gemía de dolor y de placer.
De momento apareció su padre por la puerta de la cocina.
Había entrado por la puerta de servicio. Estaba con su polla en la, mano, yo le hice una señal como diciéndole que se apartara, él me hizo caso.
Hice que Jaime hijo parara, nos dimos la vuelta. Le tocaba recibir a él, metí mi lengua en su culo todo lo que pude, él movía sus piernas por el gusto que le producía.
Lubriqué mis manos y le introduje un dedo, hasta que conseguí darle elasticidad a su agujero.
Coloqué su cabeza en la parte de abajo del sofá, le levanté las piernas y hundí mi verga en su culo, él dio un pequeño grito, pero me dijo que siguiera.
Tras un rato levanté la cabeza y le hice a Jaime la señal de que entrara, el se acercó con mucha indecisión, yo insistí con mi gesto y por fin se decidió, se agacho donde estábamos y acarició la cabeza de su hijo.
Curiosamente el no se sorprendió, miró a su padre y con una sonrisa alargó su mano hasta agarra su polla.
Yo salí del culo de Jaime Hijo, y contemple el espectáculo.
Un hijo chupándole la verga a su padre, (lo había conseguido). Jaime se lubricó la polla y ocupó mi lugar, ambos, padre e hijo disfrutaban de lo lindo.
Después llegó mi turno, hicimos muchas variaciones, Jaime enculó a su hijo.
Pero lo que más me excitó fue ver como la gorda verga del pequeño Jaime se metía en el culo peludo de su padre y se la clavaba hasta los cojones, fue bestial.
Todas las variaciones las hicimos procurando al máximo que el orgasmo tardara en llegar.
Poco a poco fuimos terminando los tres: Jaime hijo se vertió dentro de mi culo.
Jaime padre en el culo y en la espalda de su hijo. Yo en el pecho y en el vientre de Jaime.
Después del trío, estuvimos bebiendo y riéndonos, no hubo traumas, es más, nos reíamos de la cara que pondría la mujer de Jaime si nos hubiera visto.
Fue un día inolvidable, pero ha habido más como ese.