Lencería erótica
Hola, me llamo Lorena, pero me dicen Lola. La historia que les voy a contar me pasó cuando tenía 19 años. Actualmente tengo 24. Bueno, ahora paso a contarles mi experiencia. A los 19 años, yo ya era una chica bastante linda, no por presumir, pero bueno, hay que decir la verdad. Soy morocha, mido 1,75, tengo los ojos verdes, piel bronceada, y a esa edad, mis medidas eran 92-60-90. Tenía unos pechos hermosos, bien redonditos, y mi cola estaba bien paradita.
Mi atracción por las mujeres empezó a los 15 años, cuando me empecé a dar cuenta que no sentía nada por los hombres, en cambio, cuando me juntaba con amigas en el cole, o entraba al vestuario del club, o solamente al ver a mi hermana en ropa interior, sentía como un cosquilleo adentro mío y hasta a veces me llegaba a poner un poco caliente. Me gustaba mucho masturbarme viendo películas de lesbianas o revistas, y me encantaba espiar a mi hermana cuando se cambiaba.
Bueno, lo que me pasó a los 19 años fue lo siguiente. Ese día era el cumpleaños de mi prima, se llama Florencia. Ella tenía 23, 4 más que yo. Es muy linda, bueno para mí, ella tiene pelo negro, ojos café, mide más o menos como yo, tiene los pechos hermosos y una cola mucho mejor. Bueno, el cumple empezaba a la mañana, pero yo me iba a quedar a dormir en su casa, como acostumbraba a hacer cada vez que iba. Cuando llegué a su casa, me abrió mi tía. Entré y ella me dijo:
Pasa Lola, las chicas están en la pileta.
Bueno tía, gracias -respondí yo.
Me cambié, me puse mi bikini azul y fui jardín. Allí estaba mi prima y como 10 de sus amigas. Además estaba su hermana, mi otra prima, que tenía. La saludé con un beso, igual que a todas sus amigas. Nos metimos a la pileta y jugamos al volley, comimos, bueno, hicimos todo lo que se hace en una fiesta. En un momento, cuando estábamos bailando con mi prima, yo, sin querer le toqué su cola, pero rápidamente saqué mi mano. Mi corazón latía fuertemente y no sabía qué me iba a decir mi prima, aunque también me había calentado, ya que su cola es hermosa. Afortunadamente, no me dijo nada, y pasó.
A medida que se fue haciendo tarde sus amigas se fueron yendo, hasta que nos quedamos solas. Una vez que se fueron, limpiamos todo, ordenamos un poco, y nos metimos adentro de la casa. Adentro estaba mi tía, arreglándose, porque tenía una fiesta, y también estaba mi primita, jugando en la computadora. A la 10:00 mi tía se fue. Fuimos a la habitación de mi prima, mientras mi primita seguía jugando a la compu. Me puse a escuchar música mientras mi prima se fue a bañar. Hacía unos minutos que se estaba bañando, y como toda curiosa, me puse a ver su armario, a ver qué tenía. Lo abrí, y ahí encontré, bueno, revistas comunes, CD’s de música, etc. Me puse a ver sus cajones de ropa, ya que siempre me gustó su ropa. Ahí encontré remeras, camisas, minifaldas, bueno de todo. Pero había un último cajón, cerrado con llave. Quería ver qué tenía, pero no tenía la llave. No sé qué fue lo que moví, pero un montón de llaves cayeron al piso. Empecé a descartar las grandes, como de la casa, hasta que probando, encontré la del cajón. Lo abrí. Adentro estaba lleno de lencería erótica, tangas, brasieres, todo de encaje. También habían portaligas, medias largas, babydolls, bueno, de todo. Me encantó. Justo estaba por probarme algo, cuando sentí el ruido de que la ducha se cerraba. Cerré todo rápido, dejé la llave, más o menos de donde había caído, y me puse de vuelta a escuchar música.
Cuando ella entró al cuarto, tenía puesta la toalla solamente, se veía hermosa. Luego, entré a ducharme yo, como a la media hora, salí del baño. Me había puesto mi camisón, era de seda, y me llegaba un poco más arriba de las rodillas. Abajo me había puesto unas panties rojas, muy lindas, y un bra, también rojo. Salí, caminé por el pasillo hasta el cuarto, pero antes le cerré la puerta de la habitación a mi primita, ya que se había dormido, y nosotras bueno, ponemos música o eso, y se iba a despertar. Luego entré a nuestra habitación, y mi prima ya estaba dormida, cosa que me pareció rara, porque siempre nos quedábamos hasta tarde hablando, pero bueno, pensé que tal vez se había cansado mucho durante el día. Sin nada que hacer, me fui a la sala a ver TV. Estaban donde una película divertida, era una comedia, así que me quedé viéndola.
Cuando terminó, no pasaban nada en los otros canales, así que me fui a dormir. Llegué a la habitación. Mi prima seguía durmiendo. Me acosté tratando de hacer el menor ruido posible. No me podía dormir, solamente daba vueltas en la cama. Algo dentro de mí, me llevó hacia el armario. Me había quedado sorprendida con lo que había visto. Busqué la llave y abrí el cajón. Busqué una linterna, y saqué todo lo que me gustaba. Me fui al baño y me lo probé, me encantaba. Luego volví, guardé todo, dejé la llave, y me fui a dormir. Eran las 2:00 a.m.
Algo me despertó. Con los ojos apenas abiertos miré el reloj, eran las 11:30 a.m. Mire hacia delante, y mi sorpresa fue encontrar a mi prima, sentada en mi cama. Apenas la vi, le dije:
¿Qué haces? Para qué me despertaste?
Mejor decime quien te dio permiso para andar revisando mis cajones – respondió ella.
¿Qué? ¿Qué decís?
No te hagas Lola, sé que estuviste revisando, la llave no estaba donde esta siempre.
Y qué tiene que ver, se puede haber caído – respondí, haciéndome la tonta.
Bueno, puede ser, pero entonces, déjame verificar algo.
Claro, lo que quieras -le dije.
Entonces ella, sin pedir permiso, me sacó la sábana que me cubría, luego me levantó el camisón, y vio que yo tenía puesta una de sus tangas, una roja que me había encantado, yo ni me había dado cuenta y me la había dejado puesta.
Y, ahora ¿qué me decís Lola?
Eh, no sé, yo… bueno, no sé… -la verdad, hasta yo me había sorprendido, y no sabía que responder.
Mira Lola – me dijo- no me molesta que te guste mi ropa, y más este tipo de ropa, lo que me molesta es que no me hayas pedido permiso para sacarla.
Está bien, te entiendo, perdóname – respondí.
Ahora que me estoy dando cuenta, te queda muy bien esa tanguita. Vení, vamos a probarte más cosas.
Este, no se Flor. Mira si viene la tía o tu hermana y nos ven.
No te preocupes, las dos se fueron a lo de la abuela, y no vienen hasta la tarde. Entonces, ¿querés probarte la ropa?
Claro- respondí.
Entonces, entre las dos, empezamos a sacar toda su lencería. La verdad que era un montón, nunca terminábamos de vaciar el cajón. Luego, saqué la que me gustaba y le dije que me esperara, que iba al baño a probármela. Ella respondió con una sonrisa, y me dijo: – ¿para qué vas a ir al baño? No tengas vergüenza, cámbiate acá, estamos entre mujeres ¿no?. Yo acepté, me daba lo mismo. Primero me saqué mi camisón, luego, aproveché que mi prima se dio vuelta y me saqué el bra y me puse una rojo de encaje que me había gustado. Luego, me di vuelta, y me cambié la bombacha. Me puse una, que era chiquita, roja también y de encaje. También había sacado unas medias con el portaligas, pero como nunca las había usado, le pedí a Flor que me ayudara. Ella vino, me puso el liguero en la cintura, luego, agarró una media, y lentamente la fue subiendo. Cuando sus manos rozaron la parte interior de mis muslos, me excité bastante, y creo que ella se dio cuenta porque me miró y sonrió.
Luego, ella se puso su conjunto. El suyo era un corsé, que iba desde la cintura hasta debajo de sus pechos, y se ataba al frente. Desde el corsé salían los ligueros, con los que se ató las medias. Luego se puso una tanguita y un brasiere. Todo el conjunto era azul, sólo que la tanga y el bra, eran más claritos.
Cuando las dos nos terminamos de cambiar, fuimos hacia el espejo y nos miramos. La verdad que yo estaba fascinada, me encantaba cómo me quedaba ese conjunto, y a ella, el suyo también le quedaba hermoso. Florencia se puso atrás mío, y mirándome por el espejo dijo:
Lola, qué lindo cuerpo que tenés.
Gracias -respondí yo. El tuyo también es muy lindo.
En un momento dado, Flor me empezó a acariciar el cabello. Yo me quedé inmóvil. No sabía qué hacer, porque la verdad, presentía que algo iba a pasar. Luego me dio vuelta, me miró fijo a los ojos, se acercó a mí, y me dio un beso en mi boca, un beso hermoso. Cuando terminó, yo estaba como en otro mundo, su beso me había dejado, como en coma. Me agarró de la mano, y me llevó a la cama, me sentó en estay nuevamente empezó a besarme, pero esta vez, con su mano, lentamente a acariciaba mi coñito, por arriba de mi bombacha.
Ella me recostó sobre la cama y me sacó el bra. Con su lengua empezó a juguetear con mis pezones, los lamía muy suavemente, y le daba pequeños mordiscones. Yo estaba realmente excitada, y el primer gemido salió de mi boca. Con su lengua fue bajando por mi abdomen, hasta llegar a mi coñito. Corrió mi bombacha un poco, y empezó a lamer mi coño, muy suave, lentamente. Luego, metió un dedo de su mano en la boca, lo humedeció, y empezó a acariciar mi vulva. Suavemente, desprendió mi liguero, y me la sacó, y luego, con sus dientes, tomó mi tanga, y me la sacó por completo.
Luego me tocó el turno a mí. Mientras besaba su boca, fui desatando el corsé. Se lo saqué y lo arrojé al piso. Luego, metí mi mano por su tanga, y noté que estaba algo mojada. Luego le quité su bra. Mis manos se fueron sobre sus pechos, junto con mi lengua. Eran unos pechos hermosos. Luego, lentamente, fui bajando, y le quité su tanga, dejándole sólo sus medias, al igual que ella me lo había hecho a mí. Con mi lengua, lamía sus labios, mientras que con uno de mis dedos, acariciaba su clítoris.
Luego ella introdujo uno de sus dedos en mi vagina y llegó a un punto que me hizo arquear de placer. Empecé a moverme sin cesar, incluso un poco bruscamente. Me encantaba sentir ese dedo saliendo y entrando de mi cuerpo. No podía más, mis suspiros inundaban la estancia, ella notó que mi orgasmo estaba muy cerca e incrementó el ritmo a la vez que me besaba y acariciaba uno de mis pechos esta vez con un poco más de dureza. Luego metió el dedo más grande de su mano derecha en mi boca y me dijo que lo empapara en saliva. Lo hice, pero no imaginé siquiera el propósito de aquella extraña petición y cuando el dedo salió de mi boca, chorreante de saliva, no adiviné su trayectoria hasta segundos después, cuando sentí que algo romo y húmedo punzaba en mi ano tratando de introducirse en él. Debido a la lubricación, la falange entró completa con poca dificultad en mi recto lo que me produjo un delicioso dolor. Ella mojó los dedos de una de sus manos con su saliva y con ellos jugó con mi clítoris por largo rato. Otro dedo había irrumpido en mi ano de nuevo. El placer se me subía al cerebro en oleadas cada vez más frecuentes y continuas. Ella se dio cuenta de esto y volvió a chuparme el sexo para que yo alcanzara el orgasmo por medio de su boca y su lengua. Hasta que un escalofrío sorprendente recorrió como relámpago mi espalda, me estiré al máximo con una sacudida violenta y lancé un gemido largo y deleitable. Sentí cómo sus dedos abrían mis labios latentes, y su lengua lamía delicadamente, desde los labios, mi clítoris, mi hoyito, mis nalgas, y sorprendentemente me alzó de ellas y lamió mi culo, era la primera vez que me electrizaba de esa manera esa caricia. No se detenía, metía su lengua en mi culo una y otra vez, mientras tres de sus dedos frotaban mis jugos en mi explotante clítoris. Luego ella tomó cada pezón entre sus labios estirándolo, succionándolo, mordiéndolo, haciéndome sentir esa extraña mezcla de placer y dolor infinito que no termina, prácticamente me los mamó, como si fuera una criatura de pocos meses, tratando de obtener su alimento diario. Y me dio vuelta, me lamió el culo sin descanso, sentía que estaba llena de mi propio flujo por todos lados, la habitación estaba inundado de olor a sexo y ella seguía, metiéndome un dedo en el agujero caliente del culo mientras que la otra mano no dejaba de arrastrarse a lo largo de mi concha.- -No doy más… no puedo más… méteme los dedos en la concha, métemelos – le pedí ansiosa de poder llegar al orgasmo con sus dedos dentro de mí.
Ahora me tocó el turno a mí. Sin previo aviso, me lancé sobre su entrepierna, y la comencé a besar con pasión, luego fui usando mi lengua sobre su vello púbico, hasta llegar a su clítoris. Ella gemía con cada uno de sus movimientos, pero yo no me detenía, haciendo una labor como nunca habría imaginado que fuera posible. Yo seguí lamiendo, chupando y mordiendo cada uno de los sectores de su concha, mientras agarraba su culo con mis manos, y metía uno de mis dedos en su ano, que también ardía de deseo. «Qué deliciosa eres» le dije sin dejar mi labor, «mmmmm, y qué rico juguito te sale…» Lamí todo su cuerpo, desde los pies a su cuello, sus piernas perfectas eran inacabables, y su concha me hacía estremecer. Mordí con pasión sus vellos actuando ya con instinto casi animal. Flor se corrió y sus líquidos mojaron mi boca.
Se colocó encima mío de tal forma que quedamos abrazadas, como dos cuerpos fundidos, yo debajo y ella sobre mí, nos besamos, esta vez nuestras lenguas jugaban, nuestros labios se mordían mutuamente. Al mismo tiempo nuestros pechos se juntaban y nos acariciábamos todo el cuerpo, yo rozaba su lindo trasero y ella abarcaba con sus manos desde mi cintura a mis caderas para luego subir hasta mis tetas. Flor era una experta y sabía proporcionar muchísimo placer. Ella bajó un poco más mordiéndome en el cuello para luego chupar mis tetas y mordisquear mis pezones, mis gemidos iban en aumento y estaba llegando a mi segundo orgasmo.
Se puso de costado y con su mano fue bajando hasta tocar mi depilado coñito con sus dedos, metió uno de ellos en mi rajita y comenzó a subir y a bajar hasta que me volví a correr entre hipidos y un jadeo prolongado. Permanecimos abrazadas durante un par de minutos para después seguir besándonos, rozándonos, acariciándonos. Esta vez fue mi boca la que fue recorriendo su cuerpo: mis labios se desplazaban por su cuello, luego sus hombros, sus tetas, su cintura, hasta que quedó boca arriba. Metí mi cabeza entre sus piernas y empecé a lamerle las ingles al tiempo que ella se agarraba fuertemente a mi cabeza, sus piernas estaban totalmente abiertas recibiendo mis caricias, mis besos. Cuando mi lengua tocó su sexo sentí un sabor extraño para mí, pero al mismo tiempo muy agradable, le quise recompensar los dos orgasmos que había tenido gracias a ella y empecé a comérselo de verdad, mis uñas se clavaban en sus muslos, mis manos intentaban alcanzar sus tetas y mi lengua y mis labios jugaban con su chochito y su clítoris, hasta que llegó al orgasmo, su cuerpo se tensaba por momentos y luego se relajaba con un profundo suspiro, para luego pasar a un grito más y más fuerte.
Luego de un rato de descanso, comenzó de nuevo. Bajó su cara hasta mi coño y comenzó a lamerlo poco a poco, primero los labios con la lengua a medio salir, luego me la introdujo expertamente, a fondo, de repente llegó al clítoris, lamiéndolo levemente al principio, luego con todas su boca. Ella se masturbaba al mismo tiempo que me mamaba la raja, yo escuchaba el sonido que hacían sus dedos en su vagina.
Después, ella me tomó por mis piernas y las abrió, ya cuando las tenía abiertas ella se fue acostando sobre de mi lentamente primero besándome el ombligo, después chupándome los senos, entonces llegó hasta mi boca y jugamos largo rato con nuestras lenguas, en ese momento yo estaba súper húmeda, y entonces ella se bajó entre mis piernas y de manera muy delicada la cual nunca he olvidado con sus dedos separó lentamente mis labios vaginales, poniéndome toda al descubierto, ella con su otra mano ensalivó sus dedos y con ellos tomó mi clítoris entre las yemas de sus dedos frotándomelo muy lentamente, después de un momento ella acercó su boca y de repente se puso a chuparme toda, al hacer esto yo me abrí de piernas lo más que pude para así dejarla llegar más profundamente, pasaba su lengua desde mi clítoris pasando por la vagina y terminando en mi ano, después de hacerlo varias veces yo tuve un orgasmo tremendo, ella recibió ese orgasmo en su boca lo cual le fascinó, entonces se acercó hacia a mí y nos besamos, al sentir su lengua sentí mi sabor, en sus labios y en parte de sus mejillas, lo cual de nuevo me excitó mucho, y empecé a chuparle los senos, me gustó su piel era suave y sus senos eran duros era rara la sensación pero la disfrutaba mucho, entonces decidí besarle la vagina, entonces me agaché y sin más ni más puse mi boca en su vagina, ella se movía mucho y yo no quitaba mi boca de su clítoris y le pasaba duro mi lengua hasta que ella tuvo un orgasmo.
Luego de este ultimo orgasmo, nos besamos y nos abrazamos. Estuvimos así un buen rato. Luego, nos fuimos a duchar. Ahí nos besamos más y más, hasta cansarnos. Salimos de la ducha, me vestí y me fui a mi casa.
Lo hicimos en otras ocasiones que tal vez le cuente en otra oportunidad.