La esperaba y ella llegaría
El borde de la ciudad se dibuja, deformado en las gotas caídas, en el vidrio.
Lluvia, llovizna fría.
La tarde tarda en irse y todo se ve sin matices.
No es todavía la hora.
Hace frío mejor quedémonos en tu casa.
Ordené un poquito pero es un quilombo.
Sos un exagerado.
Suena el teléfono y la voz electrónica de una máquina me dice que el lunes me van a cortar el teléfono.
No me informa, no me lo sugiere, no me lo pide por favor…
Me amenaza.
Tampoco es hora de amenazas.
Si querés preparo una comidita… ¿Tenés leche, huevos, queso en la heladera?
No tengo nada, ¿si querés compro algo hecho abajo?
Cien veces abrí la heladera esperando que sus pocos habitantes me tienten…
Saco una botella de vino blanco que sobró de la cena del miércoles pero me doy cuenta que no es hora de beber.
Necesito más contraste.
Ya que bajas, en el almacén y comprate una botella de vino… tinto.
Bueno
Quisiera tener todo resuelto y no encuentro por donde empezar.
Falta un rato para vestirme, para bañarme, para pensar en estar listo.
Tengo que sobrellevar este momento que es el más intranquilizador.
Cerrá los ojos que tengo una sorpresa para vos.
No me gustan las sorpresas.
Es una fantasía.
Cuando el gris es tan intenso es difícil calcular los objetos, las distancias y los sentimientos… es difícil decirle que la amo.
Si estuviera en la cama quizás ya se lo hubiera dicho… pero no está.
No es hora para estar en la cama.
Apagá esa luz y prendé aquella.
¿Alguna música en particular?
Si, Tom Waits, Foreign affairs.
Si empiezo a prepararme, es peor.
Voy hasta el equipo elijo un disco y lo pongo.
No es el disco que quisiera escuchar, pero ese disco no lo tengo.
Me compro discos que son los que creo que quiero escuchar pero siempre quiero escuchar uno que no tengo.
Esto es una masturbación…
Vení más cerca que tengo frío.
Estás muy linda.
¿Te gusta?
Me excita.
Pienso en cada detalle, contesto mis propias preguntas, veo su cara y me sonrío.
Un poquito más despacio… Así, así…
Me gusta olerte
Me gusta que me huelas.
Me masturbaría pero sé que no es hora de masturbaciones. Entonces.
¿Qué haces?
Juego ¿te gusta?
Si, tonto.
El reloj paró sus agujas hace más de quince minutos.
El atardecer se cae en ese momento en que nadie sabe si es la tarde o la noche.
¿Así o querés más fuerte?
Me vas a dejar toda la espalda rayada
¿No lo hago más?
No, seguí. Me volvés loco.
¿Por qué no te ponés a ordenar la casa? Sería una buena actividad para este momento.
¿Por dónde empiezo? Haciendo una breve recorrida encuentro tres lugares claves para limpiar, ordenar y guardar. Por orden alfabético: el baño, la cocina y el cuarto.
Más abajo, si, si. Ahora las tetas… así, más fuerte.
Miro el reloj y calculo que los tres sería imposible.
Hago la cama, lavo los platos y después cuando me baño lo ordeno.
Sería un despropósito ordenarlo y dejarlo hecho un quilombo después de mi paso.
Alcánzame el almohadón.
No, vamos a la cama.
Bueno, pero servirme más vino.
Dentro de la cama encuentro migas, medias y páginas de un diario.
Esto confirma mi teoría de que no es hora de hacer la cama… pero sigo. ; el tiempo tiene que pasar.
Tócame la cola… adentro… más.
¿Te duele?
Me gusta.
La cama quedó bastante bien, el cuarto, con la cama hecha, es otra cosa. Junto vasos, medias y otros enceres que me apresto a guardar, lavar o tirar.
¿A vos te gusta esto?
Si, pero me da vergüenza.
A mi me gusta hacerte.
Prendo el calefón, que se me apaga siempre cuando hay viento, el agua sale caliente y los platos brillan contra el poder del detergente.
Ahora, vení, no abajo.
¿Me vas a atar?
Si
Me aprieta.
Mejor, así no te podés soltar.
El tiempo camina lento. Ya que prendí el calefón me voy a dar un baño de inmersión, es más largo que un duchazo. Me relajo, me limpio y el tiempo pasa ¿Qué más se puede pedir?
No puedo más… me mataste.
Los cigarrillos están por ahí.
Si, toma. Voy al baño
Las luces encienden, la noche surge. Y ella vendrá…
Un, dos, tres, cuatro.
El timbre, sus pasos por la escalera y no estoy listo para salir.
Y ella se querrá quedar. Y Yo le diré que si.