El hombre del ascensor I: El comienzo
Ring , Ring ¡ , pensé que soñaba, abrí un ojo pero aquel ruido atronante seguía sonando, asomé una mano de entre las sábanas y con un poco de impulso tire el reloj al suelo, este se paró de inmediato cuando su cuerpo mecanizado impacto contra el parquet.
Cuando conseguí despegar mi otro ojo lo primero que vi fue aquella horrible lámpara que me regalaron el día de mi boda entonces recordé que debía comprar una, mi mente se quedo en blanco unos segundos hasta que decidí levantarme mire a mi lado y Víctor dormía no quise despertarlo así que metí mis pies en las zapatillas y restregándome los ojos llegue hasta el baño, estuve como unos diez segundos mirándome al espejo pero aquello que vi era lo mismo que veía todos los días.
Lave mi cara peine mi pelo y volví otra vez a la habitación, estuve buscando algo que ponerme y cuando al fin lo encontré se me había hecho tarde, me vestí corriendo y fui a coger mi coche.
Tarde poco más de veinte minutos en llegar al despacho aparque mi coche y cogí el ascensor.
Mientras subía pensaba en la proposición de tener un hijo que Víctor me hizo hace poco más de una semana, no creo estar preparada para ello puesto que mi trabajo me absorbe mucho tiempo y no estoy dispuesta a perderlo por un enano que lo rompe todo, aunque por otro lado no creo que estuviese tan mal, rápidamente evadí el problema, de repente el ascensor paró, las puertas se abrieron, y al otro lado un atractivo hombre rubio, alto , y muy atractivo, sacó un de sus manos del chaquetón y apretó un botón, yo intente ver a qué piso iba pero me fue imposible dadas las grandes dimensiones de ese hombre, cuando llegó a su destino saliendo del ascensor y clavando su mirada en mis ojos me dijo con voz muy educada, -buenos días señorita- yo me quedé atónita y no pude contestar, aquel hombre se fue y yo me quede pensando que fui una mal educada, pero ya era tarde para rectificar, en fin el ascensor se volvió abrir, y allí estaba la jungla de todos los días, pero que íbamos hacer era mi trabajo y me gustaba.
Mientras Alfredo mi ayudante me dictaba el dietario de hoy yo me limitaba a dejar que mis pensamientos volaran no podía quitarme a ese hombre de la cabeza, sus ojos, su pelo, alguien interrumpió mis pensamiento bueno algo no alguien, era Maria mi secretaria con una invitación a cenar en su casa, hace tiempo que no salíamos así que en cuanto tuve un momento llamé a Víctor y se lo comenté, él estuvo de acuerdo así que me dijo que iríamos pero que el llegaría un poco más tarde yo se lo confirme a Maria y quedamos a las nueve.
En cuanto termine me acerque hasta casa para arreglarme, había un gran atasco así que tuve que esperar como unos quince minutos cuando al fin pude salir llegue a casa, en el contestador había varios mensajes decidí escucharlos, uno era de mi madre que como todas las madres se preocupan por sus hijos pero la mía era excesiva en fin que la llamara etc…etc…, el otro era de Víctor que se retrasaría más de lo previsto así que intente hacerme a la idea de que esta noche cenaría sola con Maria y su marido.
Así que me fui a la habitación y busqué algo para ponerme, cuando ya estaba realmente desesperada vi el vestido que Víctor me regaló para nuestro aniversario, aquel precioso vestido dorado anudado al cuello y que no es modestia aparte pero me quedaba perfecto, cuando me puse el vestido y me maquille salí de casa dirección al ascensor, desde la puerta pude divisar un cartel suspendido en la puerta del ascensor, me acerque para poder leerlo y en él ponía que el ascensor estaba estropeado pero que con precaución podía ser utilizado, en fin me arriesgue a usarlo, cuando se abrieron las puertas entre y apreté el botón de bajar cuando las puertas estaban apunto de cerrarse los sensores detectaron un cuerpo, yo alcé mi mirada para cerciorarme de quién era, y cual fue mi sorpresa que aquella imagen era la misma que la que vi en el ascensor del despacho.
–Parece que lo nuestro son los ascensores—dije yo con un tono de ironía, el sonrió y me dio las buenas noches, yo le devolví el saludo,
– abajo supongo- me dijo –aha- dije yo, la bajada fue lo más normal del mundo, pero cuando faltaban dos pisos para llegar el ascensor paró, los fluorescentes parpadearon durante unos segundos hasta que se apagaron, entonces solo quedó la tenue luz de emergencia en la que decía «salida», yo me puse muy nerviosa y empecé a presionar todos los botones, el agarro mi mano y mirándome a los ojos me dijo que me tranquilizase, que eso pasa; me tranquilizo mas el calor de su voz que el tacto de su mano, cuando el acabo de hablar dirigí mi mirada hacia sus ojos, tenía unos preciosos ojos verdes y grandes –gracias—le dije mucho más tranquila, el acaricio mi mano y me agarro la otra con mucha dulzura, -tienes la piel muy suave- yo evadí aquel comentario preguntándole si vivía en el edificio, el contestó asintiendo con la cabeza y siguió acariciándome las manos, yo no me resistí aquel contacto físico, claro estaba que me debía de gustar.
Acto seguido levantó su brazo y con el dedo índice acarició mi cara, sus ojos me tenían hipnotizada, las piernas me empezaron a temblar , mis impulsos en esos momentos eran besarle pero supe controlarlos bien,– eres preciosa–, me dijo en voz bajita y cálida, aquel hombre tenía un atractivo físico algo sobrenatural, tenía algo que me hacía estremecer.
Alzó sus brazos hasta mis hombros y los acarició suavemente, cuando me disponía a preguntarle cómo se llamaba, el hizo callar mi boca posando sus labios sobre los míos, estos eran rosados y cálidos, deliciosos, antes de darnos cuenta nuestras lenguas jugueteaban dentro de nuestras bocas, el se aparto besándome dulcemente, empezó a besar mi cuello, su lengua recorrió toda mi piel hasta llegar al escote de mi vestido, yo no era capaz de reaccionar, mientras yo volaba en mi nube de placer el seguía con su ruta turística por mi cuerpo.
Al acabar en mi escote apartó un poco el vestido dejando al descubierto mi rosado y erecto pezón, su lengua se aproximó hacia él y lo roció de saliva, yo simplemente me dedique a cerrar los ojos y disfrutar del momento, aquel momento de placer que el me estaba regalando.
En aquel inmenso silencio empecé a escuchar el latido de su corazón acelerándose cuando me quito el vestido, este cayó rápidamente en el suelo
– me encanta que bajo las ropas no llevéis sujetador—dijo con aquella dulce voz que lo caracterizaba , -¿ no te gusta la ropa interior?- le pregunté tímidamente, él negó con la cabeza y me miro con carita de pillo, tras aquel gesto volvió a deslizar su lengua por mis pezones, estos cada vez se ponían más erectos, su mano empezó a bajar por mi vientre hasta llegar al límite de mi tanga, allí la dejó quieta durante unos segundos, solo le basto una mirada mía para arrancármelo del sitio, acto seguido también me arrancó un gemido que resonó en todo el ascensor, en ese momento estaba completamente desnuda y mi cuerpo era totalmente suyo, no me importaba lo que quisiera hacer con el.
Recorrió mi cintura con su lengua, mi cuerpo levitaba de placer mientras el olor de su perfume inundaba el ascensor, en cualquier momento nos podía pillar alguien y eso cada vez me excitaba más.
De repente me cogió en brazos y me acostó en el suelo, me parecía increíble pero este estaba caliente, deduje que era del calor de nuestros cuerpos, su lengua jugueteaba con mis muslos y la excitación era mayor cuando se aproximaba a mi sexo, mis manos se deslizaron hacia el y agarraron su pelo rubio y suave mientras lamía la zona más escondida de mi cuerpo, mis gemidos cada vez eran más fuertes, llegó un momento en que mi cuerpo temblaba de placer, entonces me incorporé sentándome, el me miro y se abalanzó sobre mis labios besándome, su boca portaba el sabor de mi sexo, entonces el me pregunto:
– ¿no te gusta?—yo no pude responder estaba como hipnotizada, tuve un arrebato de pasión entonces busque los botones de su pantalón, desabroche estos y allí estaba su sexo erecto esperándome, no pude resistirme y me llene la boca con aquel delicioso sabor, sus ojos brillaban, tan solo pensaba en ese momento , ni siquiera me paré a pensar en Víctor el estaba tan excitado que se incorporó me volteo y me penetro, en ese momento me sentí volar no conocía de nada a ese hombre y eso era lo que más me excitaba.
Había pasado bastante rato desde que nos quedamos atrapados, antes de llegar a la cumbre escuchamos una voz que preguntaba si estábamos bien, debimos tener el mismo pensamiento porque rápidamente nos incorporamos y nos vestimos,
–¿me escuchan?—preguntó alguien – por favor sáquenos de aquí¡¡¡¡– respondí yo, realmente no pensaba eso pero debía disimular, el me miro y sonrió, antes de que abrieran las puertas me dijo que le gustaba acabar lo que empezaba, rápidamente dirigí mi mirada hacia el y le dije que estaba casada y no quería problemas que lo esta noche fue una locura y no debía volver a ocurrir, al fin las puertas se abrieron al otro lado el portero y dos vecinos más, nos preguntaron que si nos encontrábamos bien y mientras respondía el se alejaba del lugar, en aquel momento pensé que ya no lo volvería a ver, en algún sentido me sentí aliviada pero en otro sentí desolación.
Cuando llegue a casa de Maria Víctor no había llegado todavía, la mesa estaba preciosa y nos sentamos a esperar a Víctor, mientras me comporte como si nada hubiese pasado, no pretendí contárselo a nadie, de repente el móvil sonó en mi bolso, era víctor que no vendría a cenar, qué cenáramos sin él, aquello yo lo tenía previsto decidimos cenar sin el, fue todo de lo más normal ni siquiera se dieron cuenta de que algo había ocurrido en el ascensor de mi casa.
Cuando acabamos de cenar decidí irme a casa, así que me despedí de ellos y me dirigí a coger mi coche, en ese momento el móvil sonó, era Alfredo quería que fuera a la discoteca que el había inaugurado aquella misma noche, y a la cual no había ido por la simple razón de que a Víctor no le caía nada bien, no porque fuera hombre sino porque era gay, me lo pensé unos minutos antes de contestar, así que después de la faena que Víctor me había echo decidí ir.
Llegue al lugar y aparque mi coche en la puerta había un chico alto creo pensar que era el seguridad, nada más entrar encontré a Alfredo, de fondo sonaba la música, y el sitio estaba lleno así que era imposible pasar, Alfredo estaba guapísimo con un traje negro una camisa azul eléctrico y una corbata a juego, me sorprendió verlo así vestido porque al despacho viene siempre en tejanos y jersey, ironice un poco sobre su vestimenta y luego me invitó a tomar algo, hablar allí era casi imposible así que subimos al despacho, desde allí se veía toda la discoteca, más o menos sabía cómo iba a ser porque antes de ser inaugurado había visto el local y los planos, pero siempre impresiona ver las cosas acabadas.
Mientras miraba a la gente bailar me imaginaba a aquel hombre entrar por la puerta del local, además no se si podría ser capaz de volver a subirme a ese ascensor, Alfredo me despertó de aquel sueño y me pregunto qué me pasaba, algo que me temía que pasaría porque él también es psicólogo lógicamente yo no podía contarle aquello todos creen que yo limito a mi trabajo y a mi matrimonio, pero también soy humana así que esquive la pregunta diciéndole lo bonito que le había quedado todo, así que estuvimos un rato hablando sobre la discoteca y lo feliz que estaba, le pregunté por su pareja y el me contestó que estaba sirviendo en la barra, así que fui a saludarlo, después de una media hora me despedí de Alfredo y me fui a casa.
Al llegar a la portería fui incapaz de subir en el ascensor así que subí a pie, Víctor aún no había llegado así que lo llame, me dijo que tenía mucho trabajo y que no sabía a qué hora iba a llegar, le conté todo lo que había hecho se molesto un poco por haber ido a la discoteca pero lo acepto, no sentí ningún síntoma de arrepentimiento ante mis actos así que colgué el teléfono y me fui a dormir como si nada hubiese pasado.
A la mañana siguiente mi cabeza era un mar de dudas, intente volver a dormirme un rato más pero un gran ruido muy fuerte me despertó eran las obras que estaban haciendo en la calle, habían empezado la vía del tren, a mi me iría fenomenal porque así no tendría que coger el coche y me dejaba justo en la puerta del despacho.
Cuando me arregle e iba camino del despacho sonó el móvil era Víctor me dijo que sentía lo de anoche y que si me apetecía comer con él, yo le dije que era un mal día puesto que tenía que ir al centro penitenciario de mujeres, una magnífica idea para pasar la mañana le dije irónicamente, él se empezó a reír y me dijo que me recompensaría por lo de anoche, colgué y pensé ¿que me tiene que recompensar con lo que le hice? en fin el nunca se enteraría, al entrar en el despacho me estaba esperando Alfredo como un reloj con las manos llenas de papeles, y me dio la mala noticia de que la visita al centro penitenciario era para ver a la Sra. Márquez yo me senté y suspire, aquello era un reto para mi tenia que tomar la decisión de que si la ejecutaban o no, aquella mujer no tenía sangre en sus venas, os cuento la noche antes de la boda de su hijo esta señora se encontraba de permiso del psiquiátrico debido a la boda y su hijo quiso alojarla en su casa, si este hubiese sabido lo que haría se lo hubiese pensado dos veces, lo mató con un taladro, le agujereo la cabeza y luego se guardó un mechón de pelo, conclusión no se hubiese guardado ese mechón de pelo si no quisiera a su hijo, sus abogados alegaron locura transitoria, pero la decisión definitiva la teníamos nosotros.
Bueno pongámonos en marcha le dije, cogimos su coche porque el dice que conduzco muy mal, osea como una mujer, algo irónico viniendo de un gay, pero le gustaba sacarme de mis casillas, en el coche no hacia mas que darle vueltas a la cabeza, Alfredo que además de ser un amigo muy especial también es psicólogo lógicamente noto algo en mi que no era normal, así que procedió al bombardeo de preguntas,
– ¿te a ocurrido algo con Víctor?–, yo negué con la cabeza, quiso hacer una broma y me pregunto riendo que si tenía goteras, volví a negar con la cabeza y le mire sonriendo, entonces le dije que me había pasado algo alucinante, se quedó boquiabierto y con voz de sorpresa me dijo:
— cuenta, cuenta, — me quede pensando unos segundos, entonces le dije que a la hora de la comida se lo contaría, suspiro y me dijo: –¡! uff me das miedo anna¡¡¡–.
Cuando llegamos al aparcamiento de la cárcel dejamos el coche lo más cerca que pudimos de la entrada, entramos dentro y nos dieron nuestras asignaciones, mientras esperábamos en la sala de visitas Alfredo me contaba lo que me perdí el sábado la noche después de que inaugurará la discoteca, me contaba que había organizado una fiesta erótica y había invitado a algunas de las estrellas del cine erótico, si el supiera la noche del viernes tan erótica que tuve yo, sonreí, de repente el ruido de unas llaves interrumpió mis pensamientos, por la puerta apareció una mujer bastante más estropeada que la ultima vez que la vi, tenia el pelo sucio y enredado, tenía los ojos azules pero casi no se podían apreciar, llevaba las uñas largas y sucias, y un cigarro en la boca, se sentó y me miro, de su cara emano una sonrisa desafiante, Alfredo decía que aquella mujer era la figura de Satanás, pero a pesar de lo que hizo a mi me parecía una persona no normal pero si trastornada por los malos tratos que había sufrido durante toda su vida, tenía un desequilibrio mental muy grande, cuando acabamos nos dirigimos al coche, Alfredo me pregunto que si había tomado una decisión, le dije que no la dejaría libre, pero que tampoco la mandaría a la silla eléctrica, le dije que pasaría un comunicado al juzgado para que internaran a esta mujer en un psiquiátrico donde pueda tener las mejores atenciones, Alfredo no le pareció buena idea pero era un sol y estaba de acuerdo con todo lo que yo decía.
Fuimos a comer entonces allí me hizo un tercer grado, preguntas, preguntas, y mas preguntas, en fin como no iba a contárselo él era el mejor amigo que he tenido jamás, así que decidí contárselo, empecé diciéndole que me fui a casa de Maria a cenar y que al salir de casa me ocurrió algo en el ascensor, él me interrumpió diciéndome que si me había quedado encerrada en el, yo le dije que sí pero no sola, allí fue donde encendió los oídos y estuvo atento escuchando la historia, cuando acabe de contárselo se quedó atónito sin palabras, después de un rato me pregunto que si se lo había dicho a Víctor yo puse cara de asustada y le dije que estaba loca si le comentaba algo de esto a el, el estuvo un rato riendo no se lo podía creer me dijo irónicamente que tenía que subir en mi ascensor a ver si él también se lo encontraba aquello me hizo reír un rato.