Octubre 23. (Lunes).
No necesité llamar a Mónica para conseguir la siguiente mujer MSCH.
A la tarde me llamó Adriana y me ofreció una amiga que estaba dispuesta a pasar un fin de semana conmigo.
Le hice algunas preguntas, y después de juzgar que prácticamente había pasado la prueba, hice la última pregunta.
Adriana se rió mucho, y cuando se recuperó, me dijo:
-Si. No tiene problema en entregar el redondo –se rió un rato más y agregó-. Te gusta más que respirar, hijo de puta.
Quedamos que Adriana me iba a esperar con su amiga el viernes en la placita. La que venía era la última, la que iba a cerrar el ciclo. Después tendría que evaluar y elegir una ganadora. Todo había salido perfecto hasta ahora, ¿así que por qué tendría que cambiar?.
Octubre 24. (Martes).
Hace un par de días comencé a leer «Tiempo de abrazar», de Juan Carlos Onetti. Veremos si me gusta. Después de todo, no todo en la vida es sexo. Pienso que tengo que hacer por lo menos otra cosa además de coger.
Octubre 25. (Miércoles).
La escuela se me hace por momentos insoportable. Eso de usar el uniforme todos los días, y tener que bancarme todo ese orden patético impuesto a la fuerza, por que no decirlo, me aburre un poco. Hoy recibí una postal de mi tía desde España. Espero que la esté pasando bien. Acá la cosa se está poniendo brava.
Octubre 26. (Jueves).
A la tarde revisé el correo electrónico y envié un par de e-mails. Después navegué un par de horas por internet y cerca de las ocho me di un baño. Estuve a punto de hacerme una paja, pero a último momento desistí y decidí guardar fuerzas para el fin de semana.
Octubre 27. (Viernes).
Nombre: Susana Romero.
Edad: 28 años.
Ocupación: Ama de casa.
Hijos: Tres.
Estado civil: Viuda.
Dirección: Villa las bufandas.
Esta fue una pequeña ficha que pude hacerme de Susana, la mujer que me presentó Adriana, después que terminamos de tomar mate.
-¿Qué pasó con tu marido?.
-Lo mató la cana –dijo Susana-. Fue en un golpe que salió mal. Él murió y mi hermano cayó preso.
-¿Y cuánto hace de esto?.
-Dos años.
Después me contó que había conocido a Adriana yendo a visitar a su hermano, ya que el marido de ella también estaba preso.
Más tarde, cuando estábamos sentados en el living la miré con detenimiento y me hice esta imagen de ella.
Pelo negro hasta los hombros, peinado con raya al medio. Morocha, y con las características físicas que a mi me gustaban. Tenía puesta una remerita gris que le dejaba al descubierto el ombligo, un pantalón de gimnasia también gris y zapatillas.
Como los chicos miraban televisión, nos pusimos a hablar y Susana me contó que la había impresionado la casa, pues ella vivía en una casilla de madera con dos habitaciones. Una la usaba de cocina y comedor y la otra de dormitorio en donde dormía ella con sus hijos.
-¿Cómo haces si queres llevar a alguien a tu casa?.
-No puedo. Tiene que ser afuera de mi casa.
Como a las nueve de la noche pedimos la comida por teléfono y más tarde, después de acostar a los chicos, nos fuimos al parque a tomar una cerveza.
Octubre 28. (Sábado).
A la mañana recorrimos todo el parque en bicicleta. Yo llevando a dos de los hijos de Susana y la misma Susana a otro. Después de comer nos metimos a la pileta un rato y después nos fuimos a dormir la siesta. Cuando nos levantamos nos metimos otra vez con los chicos.
A la madrugada, nos metimos desnudos a la pileta. Mientras tomábamos champan con helado de limón, le di a Susana la cadenita de oro. Ella se alegró mucho.
Octubre 29. (Domingo).
Dormimos bastante y nos levantamos tarde. Después de comer, les mostré a Susana y sus hijos como se manejaba la computadora. Después de la siesta volvimos a meternos a la pileta. Para que Susana no tuviera que dar explicaciones le di la plata apenas nos levantamos.
Cuando llegó el remis, nos despedimos con un beso de lengua y luego salí a saludarlos mientras se iban.
Más tarde, mientras miraba televisión acostado en el sillón, los recuerdos del fin de semana cayeron sobre mi como un batazo en la cabeza.
Lo primero que me había sorprendido de Susana mientras nos estábamos desnudando fue que tenía puesta una tanguita negra. Le quedaba muy bien y se lo dije. La primera noche cogimos bien. Susana estaba medio nerviosa al principio, pero después se soltó y la pasamos bien. Lo hicimos cuatro veces. Dos por la concha y dos por el culo.
Disfruté como loco del culo negro de Susana y acabé dos veces de manera casi interminable en su interior.
Más tarde, cuando sólo habíamos dejado un velador prendido y estabamos dándonos besos mientras nos acariciábamos suavemente, Susana me confesó que no cogía desde que habían matado a su marido.
El sábado hicimos la clásica. Cuatro en la siesta, y dos a la noche. A la siesta le mandamos dos y dos. Y a la noche uno y uno. Disfruté mucho de su ano, y a la madrugada, mientras caminábamos hacia la pileta desnudos y de la mano, ella me confesó que le había gustado mucho como la había cogido por el culo y que al otro día tenía una sorpresa para mi. Cuando le di la cadenita me pasó los brazos alrededor del cuello y me dio un beso larguísimo.
El domingo a la tarde lo hicimos seis veces por el redondo, que era la sorpresa que me tenía preparada Susana (adoctrinada seguramente por Adriana) y le di hasta gastarle el agujero.
Noté que Susana no tenía ganas de irse, ya que seguramente no tenía muchos deseos de volver a la villa. Pero yo no podía hacer más de lo que hacía.
Noviembre 15. (Sábado).
Mucho a pasado desde que el 1 de octubre me atreví a comenzar el juego que ha cambiado mi vida. El juego consistía en tomar una mujer con las características MSCH, Mujeres Separadas, Culonas y con Hijos y pasar un fin de semana con ella teniendo sexo a cambio de dinero. Pude hacerlo con cuatro mujeres, a las cuales les pagué 300 dólares a cambio de disponer de sus cuerpos. Con las cuatro pude realizar mi mayor fantasía que era tener sexo anal con ellas. De las cuatro una tenía que resultar ganadora del juego, ya que así lo había decidido desde antes.
La ganadora fue Mónica. Si bien fue la primera, ella me ayudó consiguiéndome dos mujeres. Además por ser la primera, fue ella la mujer con la que tuve mi primera relación anal, y es algo que para un chico de quince años es difícil de olvidar.
Al ser ella la ganadora, la consulte sobre si quería seguir en el juego y dijo que si. La segunda parte consiste en que ella y sus hijos pasen un mes conmigo a cambio de tres mil dólares.
Hace quince días que estamos viviendo juntos y hasta ahora va todo bien. De lunes a jueves cogemos dos veces por día, y los fines de semana nos matamos. Le damos al culo como locos.
Cuando termine con Mónica estoy pensando en una segunda tanda del concurso, sólo que esta vez pienso incluir el doble de mujeres. Voy a mantener las mismas consignas de la vez anterior y la regla de oro va a seguir existiendo. Para venir tienen que aceptar tener sexo anal, de lo contrario quedan descartadas.
La repentina irrupción de Mónica en mi vida, me abrió las puertas de un mundo antes desconocido para mi: Las puertas del sexo anal con una mujer, y lo maravilloso que eso puede ser si las dos personas involucradas están de acuerdo.
Por ahora la vida me sonríe.
Algunos pueden pensar que me aproveché de la mala situación económica de mujeres solas y con hijos.
A esas personas les digo que tienen razón.
Pero el dinero mueve al mundo, a las mujeres les gusta el dinero y a mi me gusta moverme a las mujeres.
Es una cadena interminable.