Salí, como siempre en estas circunstancias, a dar un paseo, sin pensar ni siquiera en lo que me iba a suceder.

Al poco rato de ir conduciendo, me fije en una chica que, por su provocativa vestimenta, me llamó fuertemente mi atención.

Ella era alta, casi 1.75 m. de estatura, de piel morena clara y cabellos largos hasta la cadera y con un rizado de estos que la hacían lucir salvajemente; tenía un cuerpo delgado y espigado que le permitían lucir una pequeña cintura y un trasero prominente y elevado.

Tenía busto pequeño, pero no por eso menos incitante; de pechos tamaño medianos, se movían y bamboleaban al ritmo de su andar; por supuesto que no llevaba sujetador y; como después me di cuenta, tampoco llevaba panti, truza, tanga o lo que fuera.

Su mirada lucía perdida, extraviada, no atinaba a comprender porque seguía esa marcha mecánica, trivial.

Lucia unas piernas largas y torneadas; aunque algo delgadas para mi gusto, pero excitantes a mas no poder.

Calzaba zapatillas descubiertas y de tacón alto, esto pronunciaba su movimiento erótico de todo su cuerpo, tenía un excelente cuidado de sus pies: uñas perfectamente pintadas, y arregladas; sin una sola muestra de descuido en los bordes de sus pies; en serio, que era excitante disfrutar de la mirada de esa escena.

Su rostro, como dije, estaba desencajado, aún así, denotaba facciones finas, bien delineadas.

Nariz perfecta, ojos grandes, mentón delicioso y unos labios encarnados que lo único en que me hicieron pensar, fue en disfrutarlos al menos verlos, ya no sentirlos. Eran incitantes a una práctica de fellatio inmediata.

No supe como fue el encuentro, pero instintivamente orillé mi auto, y la salude, sonriéndole amablemente.

Por supuesto no quise ser rudo ni vulgar, al ofrecerle ayuda. El sitio por el cual caminaba era solitario y era una calle bastante proletaria y riesgosa.

Ella me regreso la sonrisa y se acerco al auto.

Le explique que estaba en una zona riesgosa para su integridad física y le ofrecí llevarla a donde ella quisiera ir, no sin antes expresarle mi agrado por su imagen y figura.

Agradeciendo el cumplido, acepto subirse y diciéndome:…no tengo a donde ir, estaba dando la vuelta, pero ya llevo caminando mucho tiempo, estoy cansada y sudada….» «…»¿me puedes invitar un refresco, te lo agradecería mucho?»….-Encantado, dije, súbete.

Cuando ella dio el paso para sentarse, me di cuenta que no llevaba ropa interior, le alcance a ver una vagina total y oscuramente peluda.

Déjenme contarles que dentro de las características físicas de su piel, esta era demasiado velluda, las piernas, aunque depiladas, indicaban un exceso de vello en ellas.

Las cejas, bastamente pobladas pero perfectamente depiladas y delineadas.

Regreso a mi relato: al ver este fantástico descubrimiento de su vagina peluda, ella se dio cuenta y sonrió, me dijo «….¿te gusta lo que ves…? …¡si quieres ver mas y tocar, solo pídelo, no te costara trabajo, pero primero invítame un refresco!.

¡Wow!!! esto me puso a mil, sentí una tremenda erección, que incluso ella noto y sonrió al respecto, diciéndome: «…tranquilo, cariño, en un momento exprimiré toda esa fuerza que presume..»

Rápidamente, nos dirigimos a una cafetería que conocía cerca de donde estábamos, estuvimos disfrutando de una platica trivial, sin darnos cuenta que otra cosa era lo que nos interesaba.

De repente, sentí un tocamiento por debajo de la mesa (el mantel era bastante largo afortunadamente), era su mano sobando ardientemente mi pene sobre el mismo pantalón; su caricia era suave pero bien intencionada, reconocía cada parte de mi pene: el largo, el grosor, el glande.

Sabía perfectamente lo que hacía.

Era bastante diestra, al mismo tiempo con su mano izquierda tomaba tranquilamente su refresco. Era increíble lo que estaba sintiendo, cualquier movimiento brusco en ese momento y sería capaz de eyacular.

En ese mismo instante dejo de acariciarme y me dijo: «…no seas egoísta, estas sintiendo rico y yo no, porque no haces lo mismo, nadie nos ve, ándale mi vagina esta mojadísima y estoy muy excitada…»

Sin preocupación, baje mi mano y empecé a hurgar entre sus pierna, las tenia suaves como seda, tibias al tacto y duras de músculos.

Sentí el calor que emanaba su sexo mucho antes de tocarlo, de repente sentí una verdadera maraña de pelos, eran muy delgados y suaves; empecé a separar sus labios sintiendo un calor hirviente de su interior, estaba excitadísima, así lo notaba la humedad de su vagina. «..busca el clítoris, me decía jadeando, búscalo mmmmmmmh es rico, apriétalo con tus dedos, anda cariño mmmmmmmmmmh, aaaaaaaahhhhhh…»

Por mas que quería tener control de sus facciones, estas se desencajaban, por el placer que sentía al excitarle el clítoris, éste

era grande; no lo podía ver pero lo sentía, era casi del tamaño de un dedo, era grande y sobresalía de sus labios, parecía un pequeño pene. En eso, solo alcanzo a cerrar los ojos y dijo: «… ya, mi amor, ya, me vengo, sigue así aaaaaaaaahhhhhh, me vengooooooooooo, que rico, sigue, sigue así…»

En eso sentí como un chorro de líquido que empapaba mi mano, no supe que fue, si se había orinado, o era flujo excesivo; lo importante era que se había venido tremendamente.

Tomo mi mano y discretamente chupo mis dedos, los lamió de arriba a abajo, diciendo «… me vine riquísimo, y sabe mejor, ya lo probarás…» «… ¿nos vamos?…»

¿A dónde iremos, amor?, -me pregunto, ella- necesitas relajarte, fuiste muy amable y todo un caballero al dejarme terminar primero, te espera un premio que jamás has imaginado..» «…me llevas a tu casa o a un hotel, donde gustes estará bien..»

Sin perder tiempo, la llevé a un pequeño motel cerca de dónde estábamos y rumbo a la salida a la autopista.

Entramos, y directamente nos dimos una ducha, para quitarnos el sudor y el polvo del día.

Solo en ese momento pude admirar su cuerpo, era esplendoroso, era delgado, espigado, con unas piernas largas y torneadas, una pequeña cintura que hacia aumentar más el volumen de sus caderas; anchas de por sí, tenía un culo voluminoso y parado a mas no poder, sus pechos eran medianos y bien disimulados bajo su vestido, eran firmes, con unas aureolosa rosas extensas y unos pezones grandes y fácilmente excitables incluso por el aire que los cruzaba accidentalmente; eran grandes, de verdad, al momento de mamarlos éstos se erectaban, se ponían duros y tiesos.

-!Muérdemelos, mi vida. Me encanta que me los maltraten, ándale, siento rico, mmmmmmmmmmmhhhhh¡

-Habías visto unos pezones de este tamaño?

-Tienes suerte, pues son tuyos. Jálalos, papacito, pellízcalos, ooohhhhhhhhh, que rico siento.

Esta mujer era una amazona del sexo, su larga cabellera rizada y suelta era un sello de su imagen. Era larga, obscura y alborotada.

Sin sentirlo estábamos en la cama, tomando ella la iniciativa empezó a chuparme el pene, primero lentamente, después con fruición desmedida, como si tuviera ansía de tragarlo, de devorarlo.

Se lo introducía hasta ahogarse; podía sentir la pared de su garganta vibrar con sus gemidos, al sacarlo, éste salía repleto y chorreando de saliva espesa, ella a su vez jugaba con esta y la volvía a tragar.

Era tan asqueroso pero incitante a la vez.

Por lo pronto, yo empezaba a dedear su vagina húmeda, y por otro lado penetraba con mi dedo medio su ano, que estaba tan estrecho y apretado como ningún otro había sentido.

Ella gemía de placer, al mismo tiempo empujaba y reculaba sus caderas para recibir más profundamente mi penetración manual.

– Méteme dos dedos, decía gimiendo, asiiiiiiiiii papito……massssssssssss adentroooooo¡

ahora intenta con tres, ándale… estoy cachonda….. mételos, por favor¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

-Suplicaba, balbuceaba, gemía, rogaba.

No podía mas, estaba a punto de eyacular, necesitaba penetrarla inmediatamente. La tome bruscamente y la puse de a perrito.

-No, no, todavía no. Penétrame la vagina con tu mano, por favor, me encanta, ándale…..

Tomo mi mano derecha y como si fuera un pene dirigido, la puso en su vagina y se sentó sobre ella

yo empecé a empapar mis dedos con sus lubricaciones, que eran abundantes. Inicié con todos los dedos en punta, poco a poco.

Su vagina sentía que iba cediendo, lentamente fueron absorbidos por ese sexo hambriento. Poco a poco, le fui introduciendo el puño, era increíble, iba entrando lentamente.

Ella dirigía la acción, agarraba mi antebrazo a manera de pene y lo metía y sacaba.

-Así, papito…..poco a poco…..aaaaaaaah me encanta¡¡¡

-Sigueeeeee….dame mas……así cógeme con tu puño……me voy a venir,mi amor, sigueeeeeeee.

Entonces, lanzó un grito apagado recargándose en la almohada, fue un grito increíble, casi un bramido animal.

Empezó a derramar nuevamente, no se que líquido, pero inundó mi brazo completamente.

Yo, loco de excitación, lo empecé a lamer, a probar; era riquísimo sin sabor determinado pero con un sabor a hembra animal.

Lentamente fui sacando mi puño de su vagina al tiempo que ella resoplaba de placer. Aún tambaleándose por su intenso orgasmo, le dio una mamada a mi pene que para ese entonces estaba a punto de explotar, lo ensalivó completamente y sin decir nada se sentó sobre el, se lo enterró de un solo golpe; no era de extrañarse con lo lubricada que estaba del intercurso previo.

No permitió que hiciera ningún movimiento, ella me cabalgó completamente, ella misma tomaba su medida, solo bastaron dos o tres movimientos pélvicos y me hizo explotar.

Se quitó de encima de mi y tomó mi pene con ambas manos y lo metió a su boca.

Yo eyaculé como nunca lo había hecho, ella no permitió que se derramara ni una sola gota de semen, lo trago todo. Nunca había estado con una mujer así, me había dejado seco.

Descansamos por un instante, algo separados.

Ella bocabajo, lucía un trasero elevado, firme, incitante; sentía que lo hacía a propósito.

Al ver esta imagen de ella, mi pene se erecto nuevamente, sin mediar palabra empecé a besar sus nalgas y la oquedad que hacían estas al unirse a su espalda, empecé a lamerle el culo, que sabor tenía, era delicioso, ella levantaba lentamente sus nalgas para ofrecerme una posición mas cómoda.

Alcance a abrirle mas sus glúteos y empezar a chupar su ano; éste era estrecho y fuerte, me daba trabajo meterle mi lengua. Ella gemía intensamente y exclamaba:

-No, no, por ahí no. Nadie me lo ha hecho por ahí¡¡¡¡¡

-No sigas, que me excitas, mmmmmmmmmmmmhhhhhh nooooooo¡

De algún modo empecé a lubricarle su estrecho ano con mi dedo ensalivado, entraba difícilmente, alcancé a meterle dos dedos, cuando de repente se estremeció todo su cuerpo.

-Sigue, papito, sigue, me esta gustando, oooooooh, que rico, méteme tus dedos. ¡Escúpeme el culo, lubrícame bien y méteme todos tus dedos, ándale que no aguanto, mmmmmmmmmmmmmmhhhhh, así mi rey, que rico me penetras, sigueeeeeeeeeeee.

En ese mismo instante la coloque en cuatro patas, de a perrito y coloque la punta de mi pene en su ano.

Le di instrucciones que se relajara, que se pusiera flojita, que no opusiera resistencia.

La cabeza de mi pene empezó a penetrar ese culo estrecho y virgen; incluso se oyó como se rompía el esfínter anal al paso de mi pene. Ella bramó de placer: ¡penétrame, méteme toda tu verga, mi amor, ándale….estoy lista para ti, te doy mi culito virgen…..mmmmmmmmmmgggggggghhhhhh. métela toda, vida, cógeme con esa verga tan tiesa que tienes.

Cógeme, cógeme, por favor, cógeme……aaaaaaaaayhhhhhhhhh, cabrón, eres un cabrón, que verga tan rica tienes, cógemeeeeeeeeee.

Se movía intensamente, como si le dieran convulsiones, yo no hacía ningún movimiento, ella lo hacía todo.

El largo y grosor de mi pene estaba totalmente adentro. Sentí miedo de desgarrarle el recto con el movimiento tan alocado de ella. Pero no cedía, se movía cada vez más frenéticamente.

-Cógeme, pinche cabrón, soy una puta para ti, soy tu puta, ándale, cógeme como un macho, como hombre…..aagggggggggggghhhh¡ que rico siento…..ándale, que me quiero venir en tu verga rica, muevete tu ahora…… soy tuya. Me vengoooooooooooooo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ -decía- vente dentro de mi culo, quiero sentir tu leche, mi vida, vente dentro de mi

ahoraaaaaaaaaaa.

No pude mas y eyaculé dentro de su ano, humedeciendo todo el interior de su recto, sólo sentía que salía y salía semen, nunca supe cuanto, pero fue una venida brutal de mi parte

Nos quedamos inertes, sin movernos por espacio de varios minutos, nunca supe cuantos, pero fueron los más placenteros de mi vida.

Al despertar de ese pequeño descanso, le hice una pregunta:

-Y a todo esto, ¿cuál es tu nombre¿

-Sin inmutarse me dijo: Gabriela.

-Hermoso nombre, dije. Y ¿cuántos años tienes? Sin ofender.

-Me dijo, tengo 18 años. No los represento, verdad?