La sombra de mi cuerpo se proyectaba de una manera extraña sobre la superficie de la gran ventana de vidrio semi esmerilado que separa el cuarto de baño del dormitorio para visitantes.
Yo había elegido un departamento pequeño porque siempre pensé que lo ocuparía por poco tiempo y la verdad era que no tenia a quien esperar durante esa temporada que pasaría en la capital del país.
Estoy aquí desde hace dos meses en una etapa de perfeccionamiento para las tareas de la empresa.
Este trabajo ha sido hasta el momento el centro de mi vida y siempre me he considerado con notables limitaciones en el campo de la expresión amorosa.
No soy virgen ni pacata, pero el erotismo no había estado en el centro de mis preocupaciones.
La proyección del perfil de mi cuerpo desnudo no me preocupaba, si bien mi hermana Luisa, que había llegado la tarde anterior, ocupaba el pequeño cuarto contiguo.
Yo no tenía la certeza que Luisa pudiera observar nítidamente desde el cuarto.
El reducido pudor que yo podría tener, se hacia mas pequeño considerando que la virtual observadora era otra mujer y mas aun mi propia hermana.
El agua, agradablemente tibia, se deslizaba entre mis pechos opulentos , invadía mis caderas y volvía a juntarse en mi vientre para caer en cascada por mis piernas, mientras yo admiraba la perfección con que la sombra reproducía mis perfiles y me sentía hasta cierto punto halagada de poder proyectar esa silueta mas perfecta que mi propia realidad.
Debo reconocer que, por la educación recibida, mi cuerpo desnudo nunca ha sido motivo de preocupación particular y solamente en las ultimas semanas , quizás como producto de la soledad, había comenzado a descubrir aspectos de mi cuerpo en los que nunca había reparado, la firmeza de mis pechos, la dureza de mis pezones proyectados en forma casi insolente, la leve curva de mi vientre así como la sensualidad acariciante de mis vellos cubriendo mi sexo invisible.
Ya envuelta en mi amplia toalla salí del cuarto de baño casi sin hacer ruido segura de que mi hermana aun dormía, pues la luz de su pieza permanecía apagada, sin embargo, en la suave penumbra que lo invadía pude ver a Luisa, de pie frente a la pared del cuarto de baño. Al percatarse de mi presencia se volvió, sonriente, hacia mi para decirme
– Tienes un perfil sensacional hermana… no me lo había imaginado… Luisa siempre había sido una mujer alegre y natural.
Un pensamiento atolondrado hizo presa de mi, porque de inmediato comprendí que ella había estado observando mi perfil desnudo durante mi ducha y si bien rápidamente recapacite en el hecho que se trataba solamente de una sombra, no pude dejar de admitir que era esa misma sombra la que a mi me había causado elevado grado de complacencia.
Sumergida en mis tareas habituales, de momento, volvía a mi mente el recuerdo de la vivido en la mañana ,pero no me causaba ningún tipo de alteración especial sino mas bien la evocación tenia características anecdóticas y era acompañada por una sonrisa mezcla de pudor y deseo.
Podría ser que solamente era un pensamiento mío sin ningún significado especial para Luisa.
Este pensamiento pareció ser confirmado durante nuestra cena y la alegre conversación que la siguió, durante la cual reímos haciendo recuerdos e intercambiando información del tiempo en que no nos habíamos visto.
Al día siguiente amanecí mas despierta que de costumbre extrañamente vigilante y me encamine hacia la ducha sin que lo sucedido en la mañana anterior abandonara ni un solo momento mi mente.
Sin embargo no altere para nada mi rutina, de modo que a los pocos minutos estaba bajo la ducha disfrutando del embriagador y tibio abrazo del agua y al volver la vista hacia la pared el perfil de mi cuerpo se destaco nítidamente contra el vidrio devolviéndome la imagen perfectamente negra.
Ahora podía apreciar cada uno de los detalles.
. Levante los brazos, me puse de frente y luego nuevamente de perfil, . separe las piernas, y levante mis pechos jugando ahora claramente con mi sombra.
De pronto me detuve . pensé que Luisa estaría observándome.
La idea me pareció descabellada por completo, pero no me abandonó.
?Por que habría de estar Luisa observándome, Que novedad podría tener mi cuerpo para ella? acaso no me había visto desnuda algunas veces así como yo la había visto a ella?
Sin embargo Luisa me había dicho que le gustaba mi perfil y su comentario me había resultado halagador, pensé que era hermoso gustarle a otra persona aunque esa persona fuese mi hermana, mas aun , porque las hermanas generalmente se envidiaban.
Este pensamiento se fue apoderando de mi de una manera extrañamente agradable y mientras pensaba esto me percibía raramente hermosa.
Comencé a moverme lentamente, con intensión, con sensualidad renovada, acariciándome los pechos y las nalgas y recorriendo mis muslos con la palma de mis manos, acercándome a la pared lo mas que podía , para que Luisa pudiera observarme con detalles y a su voluntad.
Estaba conmovida , con mi piel exageradamente sensible a mis propias caricias y una hola de ternura y deseo pareció invadirme. Me estaba moviendo para ella para que Luisa me percibiera, para que pudiera saciar todas sus ansias de observarme, para que mi imagen saturara sus visiones.
Yo tenia ahora muy claro lo que yo deseaba . No era la tibieza del agua ni la intimidad del cuarto de baño . No eran los perfumes que me envolvían cada mañana ni tampoco la sensación de frescura ni la maravilla de sentirse despierta.
No Lo que me hacia ondular el cuerpo en contorsiones de un erotismo desbocado era la simple y pura certeza de sentirme observada , y quizás deseada. Sentía que mi sexo latía desesperado y mis rodillas parecían doblarse cuando escuche claramente la voz de Luisa que me llamaba.
Volví bruscamente a la realidad y apenas cubierta con la toalla entré en su pieza . Luisa desnuda y casi desfalleciente se apoyaba apenas en la pared vidriada sobre la que momentos antes se había proyectado mi desnudo perfil.
Decir que durante todo el día estuve inquieta, seria una pobre descripción para mi estado de animo. La verdad es que estaba completamente conmovida.
Eran demasiadas las evidencias que existían para demostrarme que me estaba pasando lo mas conmovedor que habría podido imaginar. Y no eran solamente los hechos indesmentibles, sino sobre todo la sensación completa de estar procesando en mi mente una visión nueva de mi intima realidad.
Lo que había sucedido no me desagradaba en absoluto , muy por el contrario, mi animo estaba lleno de agrado.
Añoraba lo vivido en la mañana con una complicidad promiscua, evocaba los deseos que habían invadido mi cuerpo con cierta dosis de rupturismo, me sentía innovadora , me sentía libre para aceptar la doble faz de esta verdad que yo encontraba fascinante de saberme deseada físicamente por una mujer hermosa.
Porque Luisa era una mujer hermosa y la imagen de su cuerpo desnudo, apoyado allí , volviéndome la espalda , presentándome las curvas enloquecedoras de sus nalgas de una belleza nunca imaginada, la atracción de sus caderas y la doble perfección de sus muslos que me hacia olvidar mi origen y el suyo para mirarla y desearla simplemente como lo que era, una Diosa plena de tentaciones.
Un aspecto fascinante de mi experiencia era el pensar lo que le estaría pasando a Luisa, porque evidentemente algo le pasaba.
Lo percibí en la mañana cuando nos despedimos. Su vestimenta , su forma de caminar , su mirada, sus labios, todo en ella me parecía sugerente y liberado. Casi no habíamos hablado y no se si era necesario porque toda nuestra conducta silenciosa era un lenguaje de signos evidentes que solamente las dos entendíamos sin hablarnos y sobre todo lo que nuestros ojos reflejaron , al bajar ella de mi automóvil frente a la Universidad y decirme que al día siguiente tenia que marcharse.
Pienso que en ese momento, en cada uno de nuestros cuerpos, se hecho a andar el reloj que fue marcando inexorablemente el tiempo que faltaba para lo inevitable.
Sin embargo uno no aprecia el peso que tienen los hechos reales sino hasta que suceden y todas las evocaciones de mi insomnio, ni las tensiones de reprimir mis deseos de correr a su lecho, ni la angustia de esperar en la oscuridad escuchar sus pasos silenciosos acercándose a mi cuarto, ni los sueños sobresaltados en los que me veía recorriendo su cuerpo con mis labios, fue suficiente para evitar que yo terminara casi temblando mientras entraba esa mañana en la ducha con la angustia de no saber si ella se acercaría a mirarme o todo no había sido sino la mas cálida de las fantasías de mis treinta y cinco años.
Temblaba como una muchacha mientras la tibia ducha calmaba mi piel y animaba mis manos para acariciarme con un deleite definitivamente placentero.
Me estaba entregando al deseo ahora sin inhibición ninguna. Observaba mi perfil desnudo en la pared con la sensación de tener en mi poder un arma poderosa con la cual podía avivar hasta el infinito el deseo de Luisa.
La deseaba allí, observándome fijamente , devorando cada uno de mis detalles . ocultando en la sombra todo el deseo contenido durante años. como yo había ocultado el mío que creía sepultado y que ahora se había liberado de manera inevitable.
Yo quería decirle con cada uno de mis movimientos voluptuosos que ya no teníamos secretos, que mi único anhelo era tenerla y mi único deseo brindarme a ella .
El prohibido deseo, por fin expresado libremente por mi cuerpo, llegaba a su culminación, cuando pude observar nítidamente la mano de Luisa recorriendo mi perfil oscuro sobre la superficie del vidrio y fue en ese momento cuando por fin mi garganta venció las presiones que la habían hecho enmudecer durante tres días y me oí gritar.
… Por favor Luisa… ven…
En ese momento cerré los ojos y me quede inmóvil.. y desee con una intensidad desmesurada que ella saliera de su cuarto , así desnuda como sabia que estaba, que caminara el corto trecho con sus pechos bravíos apuntando hacia mi, que sus muslos preciosos se rozaran con cada paso que la llevaba a mis brazos, y que su sexo latiera desesperadamente como el mío mientras avanzaba al encuentro total.
Y esos pensamientos eran tan intensos que cuando sentí que ella me abrazaba juntando su desnudez con la mía en medio de la ducha simplemente comencé a desfallecer desde adentro hacia afuera para entregarme y fundirme con ella de una forma como no podrían hacerlo nuestros negros perfiles abrazados que se dibujaban sobre la pared.