La criada asiática.
Mi nombre es Maria Pilar, pero todo el mundo me conoce cómo Mapi, en la actualidad regentó una tienda de lencería en las afueras de Madrid. Mi vida dio un vuelco hace un año cuando mi marido me abandonó dejándome con mi hijo de 18 años.
Económicamente estoy en una situación holgada, pero no podía atender un negocio, ser ama de casa y madre a la vez y cada vez sufría más estrés y me faltaba más tiempo. Ya hacia tiempo que buscaba a alguien para que me ayudara, pero no acababa de encontrar a la persona ideal y a algunas que había entrevistado me pedían un dineral.
Por suerte y después de comentárselo a unas amigas en una cena recibí una llamada de una de ellas, una chica sin papeles buscaba trabajo mientras hacía los trámites para regular su situación y al día siguiente me remitían a la chica para una entrevista.
Al día siguiente me reuní con ella en la tienda. Era una chica de unos 30 años, bajita, delgada tez muy morena, atractiva y con unas facciones muy achinadas y la nariz chata con unos ojos muy llamativos.
-¿Cómo te llamas?
-Tala – contestó en un español forzado.
-Háblame de ti- le dije.
-Soy filipina – me contestó – estoy tramitando papeles, soy muy servicial.
Me dio un papel con unos nombres, direcciones y números de móvil, supuse que eran sus referencias, pero como venía recomendada por mi amiga no consideré oportuno hacer ninguna indagación.
-¿Sabes cocinar?
-Yo cocino, lavo, plancho – dijo en tono angustiado – ¡Yo muy obediente…usted contenta!
Me gusto su humildad y me cautivo su presencia desde que entró por la puerta, se quedaría interna y le daría un sueldo de 750€.
Al día siguiente se instaló, vivo en un adosado y consta de tres habitaciones, mi hijo duerme en una, yo en la principal y la tercera para Tala, le enseñe toda la casa, donde guardábamos la ropa, etc… al haber solo dos baños dejé uno solo para mi hijo y yo con ella compartiríamos el baño y la ducha de mi habitación.
La llegada de Tala me cambio la existencia y me despreocupe de muchas cosas, la casa la tenía impoluta, la ropa planchada hasta la última arruga, nos gustaba el toque exquisito de su comida oriental y 3 veces por semana me limpiaba la tienda, los cristales exteriores brillaban dándole un toque selecto y lo más importante se llevaba a las mil maravillas con mi impresentable hijo.
En menos de un mes Tala conocía todos nuestros gustos y preferencias al detalle, todo eso con una sonrisa siempre en su boca.
Aquella noche entre en mi habitación, escuche cómo alguien estaba en la ducha, me asomé y vi a Tala duchándose, su piel era de una tez morena oscura, sus pechos dos melocotones con unos pezones puntiagudos, sus pies eran diminutos y su pelo le llegaba hasta la cintura, era la primera vez que la veía con el pelo suelto, me pareció una mujer muy atractiva, me sentí mal al observarla, Tala se giró y se dio cuenta de mi presencia me saludo con la mano y siguió en la ducha sin importarle que la mirara, algo me impidió moverme y no supe interpretarlo, ella se enjabonaba el coño y luego dejo que el agua le cayese por los pechos hacia abajo, su coño tenía un triangulito de pelo, sus caderas eran anchas y tenía un culo respingón.
Salió de la ducha secándose con la toalla y pasó delante de mí, no pude evitar mirar su pequeña figura y sentí una sensación muy extraña y olvidada en mi, mi intimidad se estaba humedeciendo, aquella noche empecé a volver a hacer otra costumbre también olvidada a masturbarme.
La realidad es que la presencia de Tala cambió mucho nuestra forma vivir, un impulso que no supe asociar hizo que volviera a cuidarme, me pinte las uñas de manos y pies y me depile las ingles y volví a ir a la peluquería asiduamente.
Tengo 39 años, mido 1.65 y peso unos 70kg, un poco rebasando el límite de obesidad, media melena con un flequillo recto de color castaño me confiere un aspecto interesante, físicamente visto bien, tengo un buen culo y unas buenas tetas.
Aquella noche llegué a casa, mi hijo estaba estudiando en su habitación y salude a Tala que estaba en la cocina, me dirigí a mi habitación y me senté en la cama y me quité los zapatos y me di unas friegas con los dedos en mis pies.
Tala entró en la habitación, se arrodilló frente a mi y empezó a masajearme los pies con sus manos lo que me produjo una sensación de relajación inmediata, dejé que siguiera con su masaje.
-Señora pies muy bonitos- me susurró – dedos bien formados, uñas bien pintadas.
Tala subió mis piernas y puso las plantas de mis pies enfrente de su cara y empezó a soplar con suavidad, un escalofrío recorrió mi cuerpo.
-¿Señora gustar? – me dijo en un susurró –¿ Yo seguir con esto?
-¿Dónde has aprendido a hacer eso? – le pregunte llena de curiosidad.
– Filipinas yo masajes y dar placer.
Sentí como me daba pequeños besos en la planta de mis pies, lo que me provoco una sensación muy morbosa, luego ella subió la cabeza y me beso los dedos de mis pies, solté un suspiro complacida.
-¿Té gusta? – susurró Tala en voz baja.
No pude hablar, estaba excitada y tan solo asentí con la cabeza, ella se puso mi dedo gordo en su boca y empezó a chuparlo lentamente, mi dedo desaparecía en sus labios y sentí un placer nunca antes experimentado. Ella dejo mi dedo gordo y busco el del otro pie repitiendo la operación y chupándomelo también.
-¡Te gusta oler y chupar mis pies? – le dije con voz rota.
-Pies de señora oler muy bueno.
Se llevo la planta otra vez a la cara y dio un lametazo desde el talón hasta los pies, solté un gemido y mi cuerpo tembló, ella soltó mis pies suavemente en el suelo y beso tiernamente mis rodillas.
-¿Señora quiere que yo doy placer?
-¡Ya esta bien! – dije nerviosa y levantándome de la cama -¡Ves a la cocina y prepara la cena!
Tala se levanto obediente y salió de la habitación, yo tuve que dejar pasar unos minutos para recomponerme, estaba alterada, húmeda y salida.
Aquella noche me masturbe salvajemente, la imagen de la cara de Tala chupándome los dedos me alteraba y no pude negar que me sentía atraída por ella, era la primera vez que sentía algo por una mujer.
Al día siguiente tuve una bronca enorme con mi hijo porque iba a ir a pasar el fin de semana con su padre, la bronca duro hasta finalizada la cena. Cómo era normal en mi cuando no podía dormir salía a fumar un cigarro a la entrada para tranquilizarme, la nicotina me producía ese efecto.
Unas manos me acariciaron el pelo, me gire sorprendida y vi a Tala detrás mío, me hizo un gesto con la mano para que volviera a entrar en casa.
-Señora entra – me susurró dócilmente – no coger frio.
Estaba tan disgustada que no me di cuenta que tan solo llevaba una camisa de un pijama y unas braguitas, ella me acompaño a mi habitación y me estiró en la cama y me tapo.
-Señora dormir ahora – me dijo – ¡No lloras!
– Cuando estoy así de nerviosa me cuesta mucho dormir – le dije entre sollozos.
Tala se levanto y cerró la puerta y volvió a la cama esta vez se subió encima mío y me sujetó por la barbilla y me dio un suave beso en los labios.
-¡Tala yo! – le susurré sorprendida.
Ella me volvió a dar otro pico suave, sentí sus labios muy sedosos y deje que me diera otro pico pero esta vez saco su lengua y busco mi boca, me mordió los labios y jugo con mi lengua.
-Yo follar – susurraba entre besos – y tú dormir de puta madre.
Su mirada era maliciosa y yo me sentía confundida una extraña sensación me invadía por un lado quería que se marchara y me dejase sola y por otro deseaba que volviera a besarme.
Apago la luz y sentí cómo sus manos se introducían por debajo de la camisa pellizcándome los pezones, en un instante me había quitado la camisa y sus dedos jugaban ya de forma constante con mis pezones, sentir su lengua me provoco un gemido largo y placentero y luego me lo mordió arrancándome un grito.
Prosiguió bajando por mi estomago, su lengua se detenía en mi ombligo y bajo hasta quitarme las bragas, me beso los muslos y su dedo recorría lentamente mi raja y con la yema acariciaba circularmente mi clítoris, mis gemidos eran cada vez más escandalosos.
Pasó su lengua por mi raja y solté un suspiro al mismo tiempo que mi cuerpo convulsiono, levanto la cabeza y volvió a besarme los labios.
-¡Me gusta sabor de tu coñito!
Bajo otra vez y abriendo mis labios con sus dedos me lamió el clítoris con movimientos parpadeantes, yo sentí un placer inmenso, su lengua me arrancaba gemidos profundos.
Volvía a besarme y a morderme los labios, yo aceptaba todas sus caricias y juegos.
-¿Té gusta chupo clítoris?
-Me vas a volver loca.
-Yo quiero que tu corres para mi – me susurraba entre besos y mordisquitos – tú corres en mi boca.
Su lengua volvió a lamer mi clítoris yo suspiraba profundamente, ella me abrió los labios con los dedos y pasaba su lengua muy lentamente para luego sus movimientos eran frenéticos y la punta de su lengua parpadeaba de forma incesante, mis manos sujetaban su cabeza y le roge que no parara hasta que mi cuerpo estalló en un orgasmo salvaje, placentero, me mordí los dedos para evitar chillar, mis piernas temblaban y mi abdomen subía y bajaba absorbiendo aire.
-Yo ahora follar con mis dedos.
– ¡No ya vale, esta mi hijo!
-¡A ti gustar y pedir yo folla más!
Tala metía dos de sus dedos en mi boca, yo los chupaba y los lubricaba con mi saliva y los pasaba por mi raja, haciendo que temblase y soltase suspiros profundos.
-¡Tu suplica! – susurraba maliciosamente – Y yo follo a ti.
– ¡Fóllame! – le suplique
Tala puso la almohada encima de mi cara y la sujete con las manos, metió los dedos en mi coño y exploro por un instante, yo jadeaba con fuerza.
-¡Tu coño apretado! …..muerde almohada tu hijo no te oye gritar cundo te follo.
Sus dedos se empezaron a mover lentamente, los introducía profundamente y al sacarlos abría los dedos estirando de mis labios y los movimientos eran cada vez más fluidos al igual que mis gemidos, me puse la almohada encima de mi cara y estire de cada lado con mis manos, los movimientos se volvieron cada vez más rápidos y mi cuerpo volvió a convulsionar hasta recibir otro orgasmo, esta vez más brutal y prolongado mi boca mordía la almohada mientras todo mi cuerpo temblaba y sentía cómo mis flujos descendían por mis muslos.
Tala me dejó respirar y recuperarme y cuando pensaba que todo había acabado ella me sujeto la cabeza y se sentó encima de mi cara.
-Tú come tu primer coño!
Le bese la rajita, sus pelos me producían cosquillas, lo bese y le pasé la lengua de forma inexperta, noté cómo se le inflamaba el clítoris y lo bese, estiré de él con mis labios cómo si quisiera arrancárselo , lo lamí con la punta de mi lengua, Tala me pegaba golpes en mis tetas con la mano mientras empezaba a gemir tímidamente y su cuerpo se contraía, le lamí el clítoris con fuerza y sentí cómo sus piernas se cerraban apretando mi cara contra su coño y dejando escapar sus fluidos sobre mis labios, me trague sus fluidos y le di besos en el coño mientras ella temblaba débilmente, me impresiono el sabor de su cuerpo, de su corrida.
Ella me dio un beso en los labios y salió de mi habitación sin hacer ruido, yo me quede profundamente dormida.