Héroe de la noche:

La historia que les cuento, me pasó hace un par de años tras. Mi nombre es Micaela, tengo 25 años, soy argentina, mido 1.80, soy rellenita y nalgona.

Mi culo es mi atributo mayor: pechos pequeños, cabello largo, ojos pardos. Bueno, les paso a contar mi historia, espero que les guste. Fue una noche como cualquier otra.

Yo salí de mi trabajo un poco más temprano que de costumbre, pero a diferencia de cualquier día, yo me dirigía directamente a mi casa, pero esta vez decidí bajarme 7 cuadras antes de llegar a mi casa.

El motivo era una feria que por ahí había, para comprarme unas empanadas que hace tiempo se me antojaban, y bueno, también para distraerme un poco viendo los juegos que había…

Todo era normal, en eso que compre las empanadas que tanto me antojaba, y empecé a comérmelas, vi un perro de tamaño medio tirando a grande, aproximadamente media unos 50 centímetros a la cruz, parecía una mezcla entre bóxer y labrador, o bueno eso creo, estaba algo flaco, pero se veía musculoso, su pelaje era amarillento su trompa era negra algo cabezón y sucio, a simple vista su apariencia daba miedo. Parecía un perro callejero, pues ni collar tenía, y su apariencia daba a pensar eso, pero como yo estaba comiendo, se veía muy manso y movía su cola como pidiéndome un bocado. La verdad es que me dio muchísima lástima ahí viéndome con esos ojitos tiernos mientras yo me comía mis empanadas. Se notaba que estaba hambriento; me miraba casi suplicándome que le diera un pequeño trozo de lo que yo comía. La verdad es que yo no me pude resistir a darle todo lo que tenía aún en el plato.

El perro estaba muy contento; lo noté porque no dejaba de mover la cola de alegría, así que decidí comprar otro plato para seguirle convidando.

Así estuve un rato hasta que se hizo un poco más tarde, y ya era hora de retirarme a mi casa a descansar; además, estaba un poco lejos de mi casa.

Me despedí del perro, que al verme, no dejaba de mover su cola en señal de agradecimiento. La verdad es que también estaba contenta por mi buena acción del día.

Cuando ya me dispuse a irme, noté que el perro iba detrás de mí, me siguió unos cuantos metros, y yo solo en ese momento le dije: «Ya nene, ya no tengo más…» Cuando de pronto el vendedor de empanadas lo llamó, para que no me siguiera dándole un trozo de carne…

Así me fui alejando de la feria… Al llegar a las 4 cuadras noté que todo estaba oscuro; de esta cuadra en adelante, no me explicaba qué había pasado…. Pero tenía que seguir caminando para llegar a mi casa; no había otra cosa que hacer…

Así llegué a la quinta cuadra, cuando de pronto se me pusieron dos tipos delante de mí, y sin decirme nada, uno de ellos me sujetó de un brazo y me tapó la boca. Yo me asusté tremendamente, porque ya sabía que esos dos tipos no tenían buenas intenciones conmigo.

Quise gritar, pero no pude… ¡Cuando de repente escuché a uno pegar un grito e inmediatamente escuchar unos ladridos, uno de ellos le escuché decir… cuidado, trae un perro!! Él valientemente me había defendido mordiendo a uno de esos hombres. Era el perro que le había dado de comer momentos atrás; seguramente me había estado siguiendo sin que yo me diera cuenta. Giré la cabeza y lo pude ver; era él y se veía muy furioso, ladrando muy fuerte y de manera muy agresiva.

Sus gruñidos daban miedo, y esos dos tipos también lo notaron porque de inmediato me soltaron y con mucha cautela se fueron alejando hasta que los vi desaparecer en la oscuridad. Me dio muchísima alegría volverlo a ver, y él también le dio alegría verme porque no dejaba de mover su cola.

Me arrodillé, le di un abrazo. Esta vez yo estaba muy agradecida de tan lindo gesto de ese animalito. Este perro me había salvado de esos dos tipos, y me sentía a salvo y muy agradecida con él… Luego me puse de pie y tomé aire porque todavía seguía nerviosa, y me dirigí a mi casa. Esta vez el perro me siguió de cerca.

Donde vivía era un barrio pobre y las calles estaban muy solas a esa hora, y la calle estaba en medio del monte. El perro iba acompañándome caminando junto a mí, y yo me sentía muy segura a su lado. Así llegamos a mi casa y lo metí porque quería darle algo más de comer; se lo merecía de premio por lo que había hecho… (Cabe aclarar que para ese entonces ya tenía un pasado zoofílico, pero en ese tiempo llevaba un tiempo sin hacerlo por distintos motivos, y tampoco hasta ese momento no se me había ocurrido nada fuera de lugar con el perro. En fin, continuemos con la historia.

Me dirigí a la cocina y le preparé un inmenso plato de comida, se lo di y el feliz se quedó comiendo y yo aproveché para irme a dar un baño antes de dormir… Me quité toda la ropa, y cuando me disponía a entrar a la ducha, el perro entró al baño.

Al principio como que eso me sorprendió un poco; no es que nunca nadie antes me había visto así desnuda, sino que, bueno, solo me sentía rara.

Yo no me había depilado la concha, así que solo mis pelitos me cubrían un poquito mis labios y mi monte de Venus, pero me puse a pensar y me dije que era solo un perro y no tenía nada de malo ni tampoco de qué preocuparme…  (En ese momento me acordé de lo bien que me lo había pasado con los perros de mi pasado.

Pero no sé qué me pasó, y decidí ignorar mis recuerdos; pensé que se me estaban ocurriendo locuras y volví en seguida como si nada…Él se me acercó alegre, y seguramente agradecido por la comida que le había dado… Yo también me acerqué a él, y con una mano le acaricié la cabeza; hasta ese instante todo era normal…

Hasta que de pronto él hizo un movimiento que me sorprendió mucho. Acercó su cabeza directamente hacia mi vagina y comenzó a lambérmela toda… Al principio me quedé helada por esa reacción…  (Pero esa lengua me hizo recordar lo rico que era eso.) Aunque me sorprendió mucho, quise alejarlo, pero él se empecinaba en seguir haciéndolo (mi mente me decía que estaba mal, pero mi cuerpo me pedía un poco más).

No me resistí más y comencé a sentir una rica sensación, ya que después de intentar alejarlo un par de veces no hubo una tercera porque me estaba agradando lo que el perro estaba haciendo y lo dejé que prosiguiera… Mi cuerpo temblaba de placer, y mi mente empezó a recordar lo bien que hace poco tiempo me la pasaba con mis amantes caninos…

Este perro realmente lo hacía tan bien que hasta parecía que no era la primera vez que lo estuviera haciendo…  ( pensaba en mi mente si alguien le había enseñado) . me senté y abrí bien las piernas para que él siguiera haciendo, me lamía toda la concha de arriba, abajo también de vez en cuando pasaba toda su lengua por mi ano, se sentía tan rico, era fabulosa la sensación que estaba sintiendo en ese momento, que me dejé llevar, no me importó nada y solo disfruté hasta tener un rico orgasmo 《¡¡¡UFF, qué rico sentí!!! Al correrme hasta mi ano me palpitaba.

Él siguió lamiendo sin importarle que yo estaba a punto de desmayarme del placer. Así estuvo un buen rato, hasta que de pronto el perro hizo otra cosa que me sorprendió mucho…. Paró de lamerme la concha, se alejó un tanto, y con movimientos algo graciosos intentaba como decirme algo… Al principio no entendí y solo lo miraba… Él daba unos pequeños saltos con sus patas delanteras, como que diciéndome que yo fuera hacia él; como no le hacía caso, él me movía la cabeza de lado para luego otra vez dar unos pequeños saltos…

Al entender en parte lo que quería, me levanté y lentamente me acerqué a él; él solo movía la colita de felicidad… Me paré frente a él, pero yo seguía sin entender nada; él solo seguía con sus pequeños saltos, pero esta vez con su hocico apuntando a mi vagina para luego apuntar al suelo… Eso me dio a entender que él quería que me arrodillase, y al hacerlo, él movía más la cola.

En ese momento entendí lo que él me estaba tratando de decir. La verdad es que eso me sorprendía mucho, que un animal se estuviese comunicando de alguna forma conmigo… Pero la sorpresa mayor fue que al estar arrodillada el perro se fue atrás mío y se subió en mi espalda… Y entendí, por fin, lo que desde el principio me trataba de decir…

Él quería que me pusiera a su disposición para cogerme. ¡¡¡El perro quería sexo conmigo!!! Y la primera reacción que tuve fue levantarme y quitármelo de encima, ahí parada y desnuda frente a él. Estaba realmente sorprendida de las cosas que había hecho ese animal. Seguramente alguien ya le había enseñado a hacer ese tipo de cosas, estoy segura de que no fue por casualidad…

( Recuerdo que eso me hizo llenarme de miedo y  dudas,  no se porqué pero aunque ya en mi vida habían pasado varios perros lo qué este estaba haciendo me pareció demasiado raro). Inmediatamente, salí de ahí, me fui a mi habitación y no dejaba de pensar en lo que estaba ocurriendo; de alguna manera estaba muy sorprendida y caliente a la vez. No sabía qué hacer. (Si bien lo que el perro quería no era raro para mí). Un sentimiento de culpa me invadía.

Pero me sentía muy agradecida con él; mi mente me decía que no había nada de malo en hacerlo; total, no sería la primera vez, y además, nadie se iba a enterar. me vi en el espejo de mi cuarto estaba con la cara colorada por la calentura y seguramente por el orgasmo de recién, entonces me dije a mí misma ¿Por qué no? Él te salvó, es lo menos que se merece. Así que me decidí a que pasará lo que tenía que pasar…  Me puse un hilito colour rojo para mirarme más sexy. Me vi una vez más en el espejo y me sentí re caliente al ver que mis nalgas se tragaban todo el hilito de la tanga.

Pude ver mi pubis sin depilar; no necesitaba depilarme porque no tenía a quién dársela, así que tenía mi concha peludita. Salí de la habitación y fui a buscar al perro. Entré al baño y ahí estaba; cuando me vio, se alegró nuevamente, y yo me sentí re putísima.

No podía creer que estaba a punto de dejar que un perro me cogiera otra vez. En fin, estaba decidida, y no había marcha atrás… ¡ Ya sin pensarlo mucho me puse en cuatro dándole las nalgas; con mi experiencia previa no se me dificultaba sabre la pose indicada. Con una mano agarré el hilo de la tanga, me los saqué de entre las nalgas, paré bien el culo para estar como toda una verdadera perra, esperando ser perforada por su macho, y él no tardó mucho en darme unas ricas lamidas.

Esta vez me lamía las piernas, las nalgas, mi ano, mi Conchita, y me dio un par de lamidas por todos lados como preparándome para lo que venía.  (Yo me moría del gusto; me había olvidado de la rica sensación que me provocaba estar en 4 totalmente expuesta). de un salto se me montó me agarro de las caderas y empezó con sus movimientos pélvicos buscando meterme la verga, me daba piquetes fuertes en las nalgas, a todo esto como el perro era algo grande yo le quedaba un poco bajita, y casi solo me rozaba la punta de su verga en las nalgas,  sentía los chorritos mojando entre mis nalgas y eso me ponía a mil,el perro seguía intentando meterme su pija, asi que me acomodé de mejor manera e intenté ayudarle, pero como esté perro ya tenía experiencia rápidamente sentí que empezó como a tantearme mejor, en eso se bajó y me dio otras cuantas lamidas por toda la raja de mi culo hasta abarcar toda mi concha, para esto yo ya estaba supercaliente mi vagina chorreando. Se me volvió a montar, pero esta vez como que ya me había calculado mejor y me agarró de más abajo y empezó nuevamente a culear buscando metérmela.

Yo le decía, «¡Ya, papi, métela!!!»En una de sus embestidas casi me la clava por el culo, yo me asusté mucho, pero por suerte se le salió inmediatamente, yo solo exclamé: ¡¡UFF!!. El perro seguía bombeando sin poder penetrarme…  Yo sentía sus jadeos sobre mi espalda muy cerca de mi nuca; en una de sus embestidas me la metió un poquito. ¡¡UFF qué rico!!! Se detuvo por un segundo buscándome el hoyo y lo encontró justo. Sentí apenas la puntita cuando él me apretó más con sus patas delanteras y como que me jaló hacia él y de un solo golpe me la metió toda. ¡¡¡Oh, papacito!!! ¡¡¡Así que rico!!! Le decía, Sentí la pija del perro llegar hasta el fondo de mí, se sentía delgada, su temperatura era bastante alta, al parecer lubricaba mucho porque me sentía supermojada, y el perro no dejaba de culearme. Oh sí!!! ‘Dámela, métela’, le decía.

Los sonidos de la cogida que el perro me estaba dando se escuchaban por todo el baño, seguramente también por el eco. Se escuchaba como sus patas traseras chocaban con mis nalgas y sus huevos pegando en los labios de mi concha. ‘Splash’, ‘splash’, ‘qué rico’, decía en mi mente.

La velocidad de la cogida era lo máximo. La metía y la sacaba a tal velocidad que parecía que estaba tirando unos peditos por el aire que él me metía con su verga. Este perro me estaba dando la culeada que tanto tiempo había esperado. Él me seguía bombeando mientras yo aguantaba como podía. Se sentía superrico. Se escuchaba el choque de sus piernas en mi culo y un ploff, ploff, ploff. {Jueputa que rico} ¡¡¡Aahhh!!! ¡Qué rico, amor! ¡¡¡UFF!!! ‘Papi, soy tu perra,’ she exclaimed.

Mientras sentía el éxtasis invadir todo mi ser.En un momento, empecé a sentir que su verga me expandía mis paredes vaginales. ¡¡aaahhh!!! Era una sensación increíble, exquisita, había olvidado lo rico que era la sensación de quedarme abotonada, aunque ya antes lo había sentido sentía casi como la primera vez…

Mi macho me siguió culeando; yo solo paraba mis nalgas lo más que podía. De repente empezó a bajar el ritmo de la cogida e inmediatamente sentí 2 o 3 chorros de semen dentro de mi concha. Fue lo mejor; estaba supercaliente la leche y me llegaba hasta el útero.

Yo me empecé a correr como una verdadera perra; sentía mi concha repleta. Ese perro tenía la verga grandota; no había espacio para nada más en mi interior, me tenía sellada totalmente.

Al sentirme así, fue imposible intentar no correrme; me vine a chorros, solté 4 o 5 chorros con mucha fuerza y otros cuantos menos copiosos que los anteriores. Las piernas me temblaban, pero me logré sostener en 4 como toda una buena puta… Fue un momento maravilloso; nunca pensé que este animal me pudiera dar tanto placer como en ese momento lo estaba sintiendo. Tuve otro par de orgasmos fulminantes, mientras que él seguía disparando chorro tras chorro dentro mío.

Él se quedó quieto sobre mi espalda; solo lo escuchaba jadear y resoplar en mi espalda. Así me quedé quieta disfrutando segundo a segundo. Él me tenía bien abotonada; como mi concha tenía suficiente experiencia, lo retendría el máximo tiempo posible. Quería quedarme pegada a él…  Seguramente alguien le había enseñado a coger con personas porque él también se quedó súper quieto disfrutando la concha de su hembra humana.

La persona que le enseñó lo hizo muy bien; ese perro estaba hecho para coger perras humanas. Era una de las mejores culeadas que me habían dado … Así estuvimos unos minutos, pero él se bajó por mi costado e intentó cómo bajarse – al menos eso pensé yo en ese momento – se giró pasando una pata por encima de mis nalgas y quedamos culo con culo. Él me tenía bien abotonada; me dolía un poquito, pero era un dolour como electrizante, era muy rico.

Así estuvimos pegados unos 10 minutos, hasta que de un jalón me la sacó.

No me dolió, pero sentí como que me dejó muy abierta la concha, y los chorros de semen comenzaron a salir en abundancia de entre mis piernas.

Yo me quedé ahí echada y contenta con ese perro; me había salvado y ahora también me había echado un muy rico polvo.

Él estaba echado a un costado limpiándose la verga de los restos de semen que tenía, al verlo me dirigí en cuatro patas a él y de agradecimiento, le dije papi te la voy a mamar, su verga casi le llegaba al piso era enorme gruesa venosa y en la base una bola de un tamaño increíble no me pude resistir a ese maravilloso momento que, agarre su pene y me lo metí en mi boca mamándosela, cabe decir que a mi me encanta mamarles la verga a los perros,  su sabor, olor y textura me ponen loquita, se la chupe todo lo que pude le la lamía de arriba a abajo le pasaba la lengua por todita su verga se sentía rico suave se la chupe hasta dejarlo bien ordeñado se la seguí mamando, limpiándosela hasta que se le bajó del todo la erección, para luego abrazarlo y darle un beso y quedarme dormida a su lado…

Cuando desperté, pensé que todo había sido un sueño, pero al verlo ahí junto a mí, supe que todo fue real.

Eso me alegró mucho, porque había encontrado nuevamente a un amante monumental. Encontrar un animal así, tan inteligente, no le pasa a cualquiera.

Ahora solo tengo que tener cuidado de que la verdadera dueña del perro pueda aparecer y me lo quite… Pues desde ya al perro no le faltará nunca comida, casa y menos sexo con su perrita que soy yo, así no extrañará la calle y nadie me lo podrá quitar nunca.