Capítulo 2
- Las experiencias de Boris II
- Las experiencias de Boris I
- Las experiencias de Boris III
Lo que dijo de su novio me sorprendió, y creo que ella lo notó en mi cara. Se rió y me soltó tranquila:
-Ivana: Hahaha, no te preocupes… está bien. Tenemos una relación abierta. Nos gustan muchas cosas… ya vas a saber.
No entendía nada, pero su tono me tranquilizó un poco. Esa mezcla de sorpresa y misterio me calentaba. ¿Qué clase de cosas les gustaban? ¿Por qué él lo sabía? ¿No estaba molesto? Eran muchas preguntas en mi cabeza, pero mi polla seguía dura.
Ella me la agarró con firmeza y me acercó a ella. Me dio un beso sucio, lleno de saliva, y me escupió. Después otro beso, intentando juntar todo en su boca. Cuando se separó, varios hilos unían nuestras bocas. Los agarró con los dedos, se los metió en la boca, los tragó y me mostró la lengua. Luego me empujó boca abajo en la cama, suave, y me dijo:
-Ivana: Solo mira la película… y disfruta.
Era un compilado de acabadas y anales. Me excitaba ver eso mientras ella acomodaba las almohadas, se colocaba con el culo elevado por encima de mi cabeza, totalmente entregada. Y ahí empezó a lamerme el ano. La sensación era increíble. Mi cuerpo vibraba, pero mi cabeza seguía en conflicto. Pensaba si todo esto estaba bien, si cruzaba algún límite. Pero la verdad… me estaba dejando llevar. Ella tenía más experiencia, y se notaba. Yo estaba cayendo, sin freno.
En un momento sentí cómo empezaba a echar lubricante en mi ano mientras lo lamía. Luego metió un dedo, después otro, sin dejar de lamer. Agarró el control del dildo y lo encendió en mínimo. Cuando me di cuenta de lo que estaba por hacer, intenté moverme, pero se subió encima de mí y me detuvo con firmeza.
-Ivana: Tranquilo… lo vas a gozar, mi chiquillo juguetón.
Esas palabras, el tono, su mirada, el ambiente… me dejaron completamente sometido. Me recosté sobre las almohadas y ella me susurró:
-Ivana: Tú tranquilo… te voy a mostrar algo que vas a disfrutar como nunca.
Se acomodó detrás mío, dildo en mano, y empezó a jugar con mi ano. Sentí cómo presionaba hasta meter la primera bolita.
-Ivana: Buena chica.
No dije nada. Luego metió la segunda. Jugaba entrando y sacando, a veces reemplazaba el dildo por sus dedos. Sentía cómo se me abría de a poco, y cada vez el dildo entraba más profundo, hasta que sentí la base contra mi culo. Lo había metido entero.
-Ivana: ¿Ves que puedes? Hahaha.
Y me dio una nalgada firme.
-Ivana: Ahora yo te voy a hacer mío… mi putito privado, hahaha.
No sabía qué pensar, pero no me dio tiempo a nada. Sacó la mitad del dildo y lo volvió a meter de golpe. Solté un gemido, y ella se rió en voz alta.
-Ivana: Hahaha, ¿ves cómo te gusta, putito de mami? Y eso que es el primero… vas a soltar muchos más.
Y así fue. Empezó a meterlo y sacarlo cada vez más fuerte. Yo sentía algo distinto, como una presión rara, como si fuera a orinar, pero cuando estaba por llegar al punto máximo, ella lo sacaba entero y me dejaba ahí, en el aire, temblando.
-Ivana: Ponte en cuatro, mi putito.
Obedecí sin decir nada.
-Ivana: Abre bien las piernas.
Lo hice.
-Ivana: Vas a sentir algo mágico.
Me puso un balde entre las piernas y me dijo con tono firme:
-Ivana: Asegúrate de que tu polla esté adentro… vas a necesitarlo.
Apretó el control del dildo al máximo. Empezó a metérmelo y sacarlo cada vez más rápido, a veces todo de un tirón. Yo sentía una presión distinta, intensa, como si algo se estuviera acumulando adentro.
La sensación me dominaba. Todo mi cuerpo se contraía, me temblaban las piernas, la respiración se me cortaba. Era algo nuevo, distinto al orgasmo, pero igual de poderoso. No podía pensar. Solo quería que siguiera, que no parara. Mi cuerpo se entregaba solo, sin control.
-Ivana: Putito vicioso… estás acabando como una puta a los gritos. Bajá el volumen, que nos pueden escuchar.
No me había dado cuenta de que estaba gemiendo tan fuerte.
-Ivana: Seguro estás queriendo una más grande, ¿no?
Asentí sin pensar.
-Ivana: Jajaja, tengo justo lo que necesitás, viciosito. Pero primero, vení.
Me levanté. Miré el balde. Lo que había salido era mezcla de muchas cosas. Estaba exhausto… pero no satisfecho.
Con el dildo aún vibrando al máximo y metido hasta el fondo, me puse de pie. Di unos pasos hasta su armario, y en medio del trayecto sentí cómo se me salió de golpe. Cayó al suelo con un golpe húmedo y pesado. Ella lo miró, se rió y me dijo:
-Ivana: Putito vicioso… te voy a tratar como tal.
Abrió un cajón, sacó un sostén y una tanga negra suya. Me los tiró a las manos y dijo:
-Ivana: Póntelo, putita. Que mami te va a tratar muy bien.
Estaba tan fuera de control que no lo dudé. Me ayudó a ponerme el sostén. La tanga se sentía rara, ajustada… pero excitante. La sensación de tenerla pegada al cuerpo me ponía aún más caliente.
Después sacó un dildo curvo, más grueso. Me miró con una sonrisa perversa.
-Ivana: Ahora acuéstate, putita.
Me dio una nalgada fuerte. Volví a mi posición, boca abajo, sumiso… y esperé lo que venía.
Ese dildo era más grande y más grueso, con unos 25 cm por lado. Tenía bolas intermedias y un diseño doble, uno para cada cuerpo. Ella se metió primero el que ya había usado, directo en su culo, y lo encendió al máximo. Después se introdujo el otro extremo en su coño, mirándome con esa cara de vicio. Me colocó más lubricante y dijo:
-Ivana: Ahora vas a ser mi putita en esta casa.
Comenzó a metérmelo despacio, como antes, con cuidado, moviéndolo dentro y fuera hasta que me acostumbré al tamaño.
-Ivana: Ponte en cuatro.
Obedecí. Me hizo bajar la cabeza contra la cama y empezó a follarme con el dildo. Primero lento, después más rápido, echando lubricante sin parar. De pronto se paró en la cama, de pie, mirándome desde arriba.
-Ivana: Ven, putita.
Gateando, me acerqué en reversa hasta ella, entregándome.
-Ivana: Así me gusta, vicioso.
Me arrodillé frente a ella, y con la tanga corrida hacia un costado, me volvió a meter ese dildo con fuerza.
-Ivana: Muévete, puta.
Empecé a empujar con las caderas, moviéndome yo mismo para hacerlo entrar más. Estaba completamente entregado. Me sentía como lo que era en ese momento: su putita.
Ella me puso boca arriba, con las piernas juntas, como en posición fetal. Mi polla quedaba por debajo de los muslos, y la erección era tan intensa que me dolía un poco. Sacó el dildo por completo, echó bastante lubricante —este se sentía caliente— y se me acercó. Me escupió en la cara, me besó con fuerza y dijo al oído:
-Ivana: Vamos a acabar juntos ahora… no te me vayas a desmayar.
Comenzó a follarme con fuerza, sin pausas. Cada embestida tocaba algo profundo, distinto, como si activara una zona que no conocía. La sensación era parecida a lo de antes, pero mucho más fuerte, más intensa, más profunda. Le vi la cara, y sabía que ella también estaba por acabar.
-Ivana: Ya viene… ya viene…
Y empezó a meterla más frenéticamente, sin descanso.
En una de esas embestidas, sacó todo el dildo y lo metió de golpe. Sentí una descarga recorrerme el cuerpo entero. Por la posición no podía acabar como siempre, pero la presión era tanta que no pude aguantar. Acabé un poco antes que ella, sintiendo cómo el semen caliente se escurría por mis nalgas. Ella no paró hasta que la sentí temblar, y sus fluidos bajaron por el mismo camino.
Fue un orgasmo tan fuerte que por un segundo sentí que me desvanecía. Ella sacó el extremo del dildo que tenía dentro suyo, dejando el otro aún dentro de mí. Bajó de inmediato, usando la boca para buscar todo lo que pudiera: entre mis nalgas, mi polla, las sábanas… nada se le escapaba. Me dejó de espaldas y se tiró encima mío, podía sentir sus tetas presionadas contra mi pecho. Me abrazó de la cabeza y nos dimos otro beso profundo.
Se elevó apenas, y escupió esa mezcla de fluidos en mi boca. La tragué sin pensar.
-Ivana: Hahaha… putito vicioso. Esa era mía. Ahora tenemos que hacerlo otra vez, ¿me entendiste, putita?
Yo solo pude asentir con la cabeza. Estaba fuera de mí, casi desmayado. Ella bajó la cabeza y comenzó a chuparme de nuevo. Estaba tan sensible que me dolía un poco. Creo que lo notó enseguida.
-Ivana: Date la vuelta.
Volví a mi posición boca abajo. Ella se acomodó su dildo doble, se montó sobre mí e insertó de nuevo la parte que seguía dentro de mí.
-Ivana: Mientras tu polla descansa y no puedes follarme… yo sí voy a follarte a ti.
Y siguió moviéndose, follándome ella misma durante al menos diez minutos. Yo no podía hacer nada más que quedarme ahí, procesando todo lo que estaba pasando… y disfrutando.
Ya no sabía cuándo iba a parar o si ella conocía algún tipo de límite. Esta vez me puso boca abajo, piernas juntas, y me agarró de las muñecas, llevándolas detrás de mi espalda. Me ordenó doblar las rodillas con los tobillos al aire. En esa posición se afirmó y comenzó a cabalgarme con fuerza, sin descanso. Acabó antes que yo, pero no paró hasta que sintió cómo mi cuerpo se relajaba por completo. Se acercó a mi oído y me dijo, suave pero con esa voz dominante:
-Ivana: Así se siente, mi putito… ¿viste que te gusta? Ahora no lo tragues todo, déjame algo a mí, hahaha.
Apagó su dildo y lo sacó de su culo, pero antes de soltarlo lo pasó por mi nariz como provocación. Después me quitó el que seguía en mí. Sentí lo abierto que tenía el ano. Ella le dio un beso al juguete y un lengüetazo que me recorrió como una descarga. Bajó a mi polla y buscó lo poco que quedaba. Luego me pidió que me pusiera de rodillas. Me entregó su dildo para que lo lamiera. Cuando terminé, se arrodilló frente a mí y comenzamos a besarnos, mezclando saliva, restos de todo lo vivido y el sabor de los juguetes. Después trajimos el dildo doble y lo chupamos los dos como si fuera un tercero.
-Ivana: Ahora ponte en cuatro, arquea bien la espalda… ofreceme ese culo como me gusta.
Así lo hice. Ella también se colocó y seguimos besándonos, compartiendo todo, entre bocas, mientras chupábamos el dildo, turnándonos. Al final, se lo tragó entero y me mostró la boca abierta como una victoria. Me miró con esa sonrisa sucia:
-Ivana: ¿Viste qué hora es?
Eran las 4 de la mañana. Solo tenía dos horas para dormir antes del trabajo. Yo estaba agotado, sin entender bien todo lo que había pasado.
-Ivana: Mejor no vayas… te va a doler todo y no vas a poder sentarte, hahaha.
Y tenía razón. Me dijo que durmiera con “eso” puesto. Escupió un poco el dildo que había usado ella misma, me lo volvió a meter, y acomodó la tanga para mantenerlo dentro.
-Ivana: Vamos a dormir en tu cama… esta está empapada.
Antes de levantarnos, me dio un beso… y me escupió en la cara. Luego pasó la lengua por mi piel, recogió todo y se lo tragó. Nos acostamos. La abracé.
-Ivana: Buenas noches, mi putito vicioso.
Encendió el dildo al mínimo con el control y me susurró:
-Ivana: Duerme así… que en un rato, follamos de nuevo.
Así terminó esa noche… o al menos, una parte. No sabía bien qué estaba pasando, pero algo dentro de mí ya había cambiado.
Esto recién empieza. Nos vemos en el próximo capítulo: Las experiencias de Boris IV.