He decidido ponerle este título al relato porque mi historia se parece muchísimo a la que cuenta Luis Buñuel en su película, hasta físicamente recuerdo un poco a Catherine Deneuve, aunque creo que tengo más pecho que ella y mi pelo es castaño.
Tengo 31 años, casada desde hace 6, con un rico industrial, bastante mayor que yo. Vivimos en la parte alta de una gran ciudad mediterránea. No tenemos hijos, un problema en mi juventud me incapacitó para ello. Mi marido no quiere que trabaje fuera de casa y con el servicio que tenemos dentro, no tengo mucho que hacer durante el día.
En este contexto, podéis imaginar que mi vida no es muy divertida, por si fuera poco, mi esposo pasa largas temporadas en el extranjero por asuntos profesionales. Y cuando está aquí muchas veces se tiene que ayudar con Viagra y ni por esas.
Me encontraba bastante desesperada, casi al borde de la depresión y ojeando el periódico me sorprendí a mí misma mirando las páginas de Contactos, me fijé en un anuncio que ofrecía chicas de compañía, casa, hotel o viajes, elegantes y muy discretas. Después de mucho pensarlo decidí que por probarlo no perdía nada, si realmente eran discretos no habría problemas y si no con marcharme asunto solucionado.
Era una soleada mañana del mes de Mayo, me arreglé, con un traje-chaqueta gris, elegantísimo, y llamé a mi marido al despacho y le dije que no nos veríamos al mediodía porque iba a comprar con una amiga.
Estaba muy nerviosa cuando llamé al timbre. Era una finca regia en una calle céntrica de nuestra ciudad y nada hacía sospechar que actividades se realizaban en aquel apartamento.
Me abrió la puerta una señora de unos 50 años muy elegante,
Buenos días, querría hablar con usted, ¿puedo pasar?
Naturalmente, adelante
Me condujo a un salón, muy bien decorado, al igual que la parte de la casa que había visto.
Siéntese, por favor. Usted dirá, ¿cuál es el motivo de su visita?
Yo, querría… ¿cómo decirlo? …
¿Ofrecerme sus servicios?
Efectivamente, me gustaría trabajar en sus instalaciones.
¿Tiene experiencia?
¿Experiencia? ¿A qué se refiere?
Sexual, si ha efectuado este tipo de «servicios» con anterioridad.
Oh, no, no, que va, nunca.
Entonces creo que no podré ofrecerle trabajo.
Pero estoy muy interesada y seguro que no la defraudaré
A ver primero, tendríamos que ver el «material», desnúdate, supongo que no molesta que te tutee
No, no en absoluto, puedes hablarme de tú
Tu a mí no, debes hablarme de usted y decirme señora, ¿de acuerdo?
Si, si de acuerdo, ¿dónde puedo desvestirme?
¿Dónde? Aquí mismo y rapidito.
Muy bien, señora
Me quité la chaqueta, doblándola con cuidado, abría la blusa y la falda, dejándola caer, me quedé en ropa interior ante la señora.
He dicho desnuda, aunque por ahora prometes quiero ver si es oro todo lo que reluce.
¿Quiere que me lo quite todo?
Si y date prisa no tengo todo el día
Me armé de valor, desabroché el sujetador y baje la braguita, cuando me iba a quitar las medias
No las medias no te las quites.
La señora se acercó a mí, y empezó a apretarme las tetas y las nalgas
Realmente estás buena, jodida, creo que vamos a hacer un buen negocio contigo. Lo primero que tienes que tener claro es que no puedes decirle que no a nada de lo que te pida un cliente. Una vez que me digas que sí, que quieres trabajar aquí, tendrás que hacer y dejarte hacer todo lo que quiera quien pague, ¿de acuerdo?
¿Cualquier cosa? pregunté asustada
Todo lo que quiera el cliente, evidentemente dejarte besar, follar, mamársela, si quiere darte por culo, te dará, cualquier cosa que quiera ¿estás de acuerdo?
Dudé unos instantes, pero si había llegado hasta aquí, no iba a dejarlo ahora. No era una gran experta, pero estaba decidida
De acuerdo ¿podré escoger los clientes?
Ellos te escogerán a ti y seguro que cuando te vean habrá más lista de espera que en los hospitales. ¿Eres virgen por detrás?
… Si, la verdad es que no lo he hecho nunca.
Tranquila, si tienes un par de horas lo podemos arreglar ahora mismo.
¿Ahora? ¿Qué quiere decir?
¿Tienes tiempo?
Si, hasta la tarde no tengo nada que hacer.
Bien, aquí tenemos un chico que cuida el local y nos cuida a nosotras, es ideal para iniciarte en esto y darte el bautismo de sexo. ¿Estás dispuesta?
Es que no venía preparada.
Estás muy preparada – dijo mientras me metía una mano en la entrepierna, acariciándome – recuerda que no puedes decir que no.
De acuerdo como usted diga.
Toma ponte esta bata, coge la ropa y sígueme
Me acercó una bata transparente y cortísima y me condujo por un pasillo jalonado de puertas de diferentes colores, hasta una de colores sepia
Esta será tu habitación, o sea tu despacho, aquí los despacharás a todos, je je. Entra y espera. Tienes bebida, ducha, en la mesita hay condones y lubricante, lo vas a necesitar.
¿Por qué lo dice?
Tranquila ya lo verás, pero estoy casi segura que hoy no vas a querer irte de aquí.
Cerró la puerta y me dejó allí con mis pensamientos. Empecé a plantearme que me estaba volviendo loca, como se me había ocurrido meterme en este antro, y si me hacían daño o me secuestraban y hacían trata de blancas conmigo, estaba a punto de empezar a vestirme cuando se abrió la puerta y apareció un hombretón de casi 2 metros, con unas espaldas inmensas, de unos 25 años y guapísimo. Si todo lo tenía en proporción al cuerpo realmente iba a necesitar mucho lubricante.
Hola soy José, me ha dicho la señora que tengo que probarte.
¿Probarme? ¿Qué quieres decir?
Pues eso, hay que comprobar que vales para esto. ¿Cómo te llamas, preciosa?
Loli, dije el primero que me vino a la cabeza
Te llamarás Natasha, es más sugerente y exótico, ahora que están de moda las putas rusas. Bueno no sé si tienes mucho tiempo, pero por lo que se insinúa a través de la bata me están entrando muchas ganas de ponerme a trabajarte. Anda ven aquí.
Cerró la puerta con el pie y me atrajo hacia él, empezó a besarme mientras me rodeaba la cintura con un brazo y su otra mano no se quedaba ociosa, empezando a abrir la bata. Su lengua me dio un buen repaso, me mordía los labios suavemente y me acariciaba las tetas.
Estas buenísima, vamos a pasarlo muy bien, putita.
Me estaba excitando muchísimo y todavía no me había tocado la vulva. Empecé a desnudarlo, y tenía un cuerpo de impresión, estaba muy bueno, cuando descubrí su pene, casi me da un desmayo, menuda cosa, era inmenso.
Venga preciosa, cómetela toda – Dijo poniéndome el glande en los labios – Chúpamela.
No me va a caber en la boca.
Seguro que si – me cogió la cabeza con sus dos manazas y empezó a metérmela en la boca. Yo le besaba la punta y la lamía hasta la base y abriendo la boca me la metía hasta la mitad.
Prepara la garganta que te la voy a meter toda.
Poco a poco me la fue introduciendo. Tenía unas arcadas horribles, los ojos llorosos, pero no me la sacó hasta que él no quiso.
Ahora vamos a comerte el chochito, verás cómo te gusta – me recostó en la cama y me abrió las piernas, se lanzó a chupar y lamer mi vulva. Me chupaba y mordisqueaba el clítoris. Mi marido nunca me había hecho una cosa así.
Sigue, sigue – gritaba sujetándole la cabeza con las dos manos. Si todo el trabajo iba a ser así, seguro que haría horas extras.
Bueno, putita, vamos a meterla en caliente – Muy romántico no era el muchacho, pero se le podía perdonar – Se colocó sobre mí y empezó a meterme la verga, sin prisa pero sin pausa, tenía más o menos la mitad dentro cuando de un soberbio empujón me la hundió hasta el fondo. Le abracé con las piernas y le rogué
Despacio por favor, cariño, o me desgarrarás toda. Hummm – me tenía bien empalada, solo de pensar cuando me diera por culo me ponía a temblar. Empezó a bombearme, al principio suave, para ir acelerando el ritmo paulatinamente, me aplastaba con su cuerpazo, mis tetas parecía que iban a explotar. Me levantó sin sacármela y me colocó sobre él. Ahora podía respirar un poquito.
Venga, zorrita, fóllame tu – empecé a cabalgarlo con verdadero delirio, su polla me debía llegar al útero.
Como me lo llenas, cabrito, me voy a correr – otra vez y ya iban… había perdido la cuenta.
Me la sacó de golpe, la sensación fue la que sentiría una botella de champan al quitarle el tapón. Me colocó a cuatro patas y en ese momento fui consciente de lo loca que estaba, allí me tenía un hombretón inmenso, que me iba a meter su aparato por el culo y yo como una buena puta a aguantar lo que tuviera a bien ordenarme.
Ahora, preciosa, vamos a desvirgar el culito, anda relájate que te va a encantar – empezó a ensalivarme el culo a fondo, y a meterme un dedo, luego dos y al rato tenía tres dedos entrando y saliendo con toda comodidad. Eso no era nada comparado con su verga.
Cuando quieras, cariño – me sorprendí a mí misma casi pidiéndole que me sodomizara, la verdad es que lo estaba deseando.
Pues ahí la tienes – apuntó el capullo y empezó a empujar. Ahora sí que tenía bien empalada, no me atrevía ni a respirar. Poco a poco me la fue metiendo hasta que noté sus huevos contra mis nalgas, no pude evitar sonreír satisfecha, toda para mí – Ahora, putita empieza a moverte, poco a poco.
Ahhh, ahhh, duele, duele mucho – poco a poco el dolor fue desapareciendo y empecé a encontrarle el gustito, y mi empalador se fue animando, como culeaba. Me cogía las tetas que seguían el ritmo de sus embestidas y pellizcaba mis pezones. Como sudaba el cochino, aunque la verdad es que no me extrañaba con el trabajo que me estaba haciendo no era para menos. Ahora ya sabía lo que era ser multiorgásmica y me estaba gustando mucho. Mi follador empezó a gritar como un poseso
Me corro, me corro – me la sacó del culo y me la metió en la boca – trágatela toda, toma mi leche – y yo muy obediente no dejé ni una gota, bueno un poco me rezumaba por la comisura de los labios, y calló sobre mis tetas – venga putita, chúpamela y límpiamela bien.
Le di un buen repaso y se la dejé como nueva. En eso estábamos cuando se abrió la puerta y apareció la Madame
¿Qué tal. José? ¿Cómo ha ido? ¿Vale la pena?
De maravilla, señora, Natasha es toda una puta de los pies a la cabeza, creo que va a hacer un gran negocio con ella.
Y tú, Natasha, ¿qué tal? ¿Quieres seguir adelante?
Desde luego que si señora, cuando y como usted diga.
Ahora solo tienes que decirme que días quieres trabajar y si prefieres aquí o también quieres salir a hoteles y domicilio.
¿Le parece bien martes y jueves? Y al principio preferiría trabajar aquí.
Perfecto, Natasha, supongo que si te necesito un fin de semana o un festivo lo podremos arreglar ¿no?
Yo creo que con un poco de tiempo no tendré problemas.
Muy bien pues te espero el jueves a las 11, ya tengo un par de clientes seguros para empezar, vas a ganar muchísimo dinerito. Anda arréglate, que se está haciendo tarde.
Bien señora hasta el jueves – la Madame salió de la habitación y José se abalanzó sobre mí, besándome.
Repetiremos esto a menudo, eh zorrita mía, estás buenísima.
Cuando quieras José, estoy a tu disposición – le dije mientras le sujetaba la polla – Solo tienes que decírmelo.
Me besó apasionadamente y me dejó sola. Me duché, me arreglé y me fui hacia casa, algo dolorida, pero entusiasmada con el nuevo trabajo. Esa noche dormí muy, pero que muy relajada.
El jueves a las 11 de la mañana…