Virginia era una mujer menuda de mediana edad que ya rondaba los 50 años, de piel muy blanca con algunas pecas, y con una melena corta, hasta los hombros, ondulada y rubiona. Con la edad que tenía, lo que más se destacaba de su cuerpo eran sus dos pechos, que aunque no fuesen excesivamente grandes, con el cuerpo esbelto que tenía resaltaban mucho. Tenía un trabajo bien remunerado, y vivía en una zona residencial, a las afueras de Buenos Aires. En un chalet, con amplios jardines y con una piscina para refrescarse en época de verano. Divorciada desde hacía bastante y de “buena” familia: tenía una desahogada situación económica, lo que le había dado la oportunidad de vivir la vida, centrándose en su trabajo, pero descuidando un poco la relación con su hijo.

Su hijo David, fruto de la relación con su ex-marido, siempre había sido muy independiente. Desde pequeño, se dio cuenta, que no iba a ser el centro de atención de su madre. Y tuvo que hacerse así mismo, lo único que recibía de Virginia era dinero y de vez en cuando, alguna muestra de afecto. Era un joven de 25 años, profesor de en un instituto, impartía educación física, y tenía un cuerpo muy marcado y definido. El pelo era castaño y tenía unos ojos marrones claros. Y aunque era un joven muy atractivo, y había realizado alguna sesión de modelo, nunca quiso meterse en ese mundillo.

La vida en la casa transcurría tranquila, cada uno llevaba su ritmo de vida, y solían coincidir de vez en cuando para cenar. Momento que aprovechaban para ponerse un poco al día. Tanto madre como hijo, solían llevar sus ligues a casa, con mucha discreción, pero al vivir bajo el mismo techo a veces era inevitable que se enteraran. Era un tema que no lo hablaban, pero se respetaban.

Virginia, siempre había sido muy activa sexualmente, tenía una larga lista de amantes de todas las condiciones y edades, en las que se incluían alguna mujer, y algún trio en noches de sexo desenfrenado. Pero prefería en particular hombres mayores, porque decía que esa experiencia de vida se notaba en la calidez del vínculo.

David a su vez, siempre había sido más comedido, aun teniendo relaciones sexuales habituales, siempre habían sido con chicas de su edad, y no era porque mujeres mayores, no se le hubiesen insinuado. Pero siempre se decantaba por jóvenes de su entorno.

El curso escolar había terminado, y David tenía ante sí, dos meses de vacaciones. No tenía muy claro lo que iba hacer en enero y febrero, pero de momento ir a fiestas a casas cercanas con los amigos, y entrenar todas las mañanas.

También a hora temprana, solía pegarse un chapuzón en la piscina, después tomaba sol para mantener un interesante bronceado, y solía ir al club de tenis de la zona residencial. Por las tardes solía quedar con los amigos a tomar alguna cerveza y charlar.

Una mañana que hacía calor, tomando el sol se sentía incómodo con el traje de baño, le molestaba más de lo habitual. Sabiendo que su madre no estaba en casa, se animó a quitárselo y quedarse desnudo en la piscina. No había peligro de mirones ya que había una valla natural de árboles medianos entre los vecinos, protegiendo la intimidad de cada vivienda. Le daba más pudor que le viera su madre.

Lo que él no sabía, es que su madre estaba en el dormitorio, recién levantada de la cama, sólo tenía puesto unas bragas negras y una bata corta, de raso del mismo color. Cuando fue a subir la persiana completamente, advirtió que su hijo estaba en la piscina, y le entró la curiosidad.

Miró entre las cortinas, sin que David se diera cuenta. Le vio desnudo, estaba sentado sobre la toalla, leía una revista y aunque estuviese a cierta distancia, podía adivinar a ver el pene de su hijo. Hacía años que no le había visto desnudo, y menos con ese cuerpo ya totalmente desarrollado.

David se levantó y se dirigió hacia la ducha que tenían en el jardín, Virginia pudo ver la anatomía trasera de su hijo, ella seguía mirando, turbada, inmóvil, con cierto morbo.

Un cosquilleo le recorrió el cuerpo. David mientras tanto, ajeno a lo que ocurría a su alrededor, comenzó a ducharse con agua fría para quitarse el calor. Se pasaban las manos por su cuerpo como queriendo repartir el agua, con la mano derecha se tocaba el pene y lo estiraba para abajo.

Este respondió y se puso un poco grueso, no llegaba a estar tieso, pero le colgaba como si fuese un palo. Terminó de ducharse, se acercó a la toalla y mientras entraba a casa se iba secando, mientras su pene, de considerable longitud y grosor, se balanceaba.

Su madre que estaba de cuclillas mirando por la ventana, se apoyó contra la pared y se tocó la braga, la tenía caliente. En un movimiento suave metió dos dedos y los pasó por su vulva: estaba ligeramente mojada, ¡¡se había excitado con su hijo!!.

Intentaba no pensar en su hijo, pero la excitación le era más fuerte. Le parecía muy morbosa la situación, el vivir bajo el mismo techo con una persona a la que le había visto desnudo y que era intocable. Que esa misma persona, fuese su hijo, y que en su mente calenturienta, le pudiese lamer toda su rajita, la ponía a cien. Se imaginaba en la cama de su hijo, ella desnuda y abierta de piernas, y él, lamiendo sus jugos. Ufff! de esa calentura infernal zafó con una masturbación rápida y muy intensa….

Se pasó todo el día dándole vueltas al asunto, cuando llegó la noche, no pudo más y según salió de la oficina y entró en casa, Virginia se metió en su habitación y tal cual estaba vestida, con una falda corta, se bajó las medias y las braguitas y cogió el dildo para recorrer todo su sexo. Empezó a masturbarse, tuvo que ponerse boca abajo, para tener la cara contra la almohada y su hijo no oyese sus gemidos. Mientras con una pierna estirada y otra recogida le daban facilidad para meterse bien el dildo.

Virginia miraba de otra manera a David, éste ajeno a todo, seguía con su rutina. Una mañana de sábado, Virginia fue a tomar el sol al jardín Sabía que su hijo había llegado tarde a casa, y en compañía. Tumbada en la toalla, pensaba como follaría con las chicas, y que es lo que habría hecho hoy con su acompañante. Sin saber por qué, se quitó la parte de arriba del bikini, dejando sus bonitos pechos al descubierto. Tras un rato de estar boca arriba, vio como la cortina del cuarto de su hijo se movió, e intuyó que alguien la observaba. En un acto de reflejo, recogió sus rodillas y suavemente se quitó la parte inferior del bikini, quedando al descubierto los pelos de su sexo, que estaban bien recortados y sin mucho bello. Mientras, David, por la ventana, observaba oculto, con solo una camiseta encima.

-¿Que miras?- Le dijo su acompañante, María uno de sus habituales ligues.

-Eee, nada….mi madre, que está en la piscina.

María se acercó y le sorprendió ver a Virginia desnuda, pero más le sorprendió ver la pija de David tiesa.

-¿Te pone ver a tu madre desnuda?- No hubo respuesta

-Daviiddd…

-No, no se…

María, alargo su mano y le cogió el pene, se estaba poniendo duro. Lo soltó, se puso detrás de él y se arrodillo, empezó a masajearle los huevos, hasta que la tenía todo tieso. Mientras con una mano subía y bajaba el pellejo del miembro, con los dedos de la otra mano buscaban el ano que estaba a escasos centímetros de su cara. Acariciaba ese agujerito y le hacía una suave y excitante mamada. El, inmóvil con la vista al frente, no dejaba de mirar a su madre desnuda, que estaba sentada extendiéndose crema. María consciente de la calentura de David, le susurró al oído «cogeme, David…imagina que soy tu madre…cogeme bien cogida”, y le agarró de la mano suavemente indicándole el camino a la cama.

-¿Quieres que te folle como si fueras mi madre?

-Si, como si fuese una cerda…esa perra…

Le dio la vuelta, la cogió de sus manos y se las puso en la espalda. La tumbó contra la cama, de rodillas en el suelo, mientras la inmovilizaban sus manos y la penetró. Tenía a su madre en la cabeza y estaba desatado, las embestidas hacia aquel culo grande de María eran cada vez más fuertes.

-Síí!!, ¡soy tu madre!, dame, ¡¡sí!!- No dejaba de provocarle María

Tuvo que soltar las manos de María, para agarrar bien aquel culo grande que le estaba volviendo loco, mientras que ella se acomodó para recibir todas las penetraciones. María acabó corriéndose, pero David seguía con la misma intensidad, lo cual satisfacía a ella, que no lo ocultaba y era fácilmente audible en la casa. Finalmente se corrió, y María ágilmente se dio la vuelta para que su fogoso amante se corriese en su vientre. Tal fue la corrida, que los primeros chorros del semen fueron a dar a la cara de ella, y con la ayuda de su lengua se limpió la comisura de los labios. David se dejó caer extasiado sobre la cama.

Al otro lado de la pared estaba Virginia, petrificada con los comentarios y los gemidos de María, “Zorra” era lo que tenía en mente. Había suplantado su rol de madre, ella tenía que ser follada por su hijo, y no aquella cría Cuando subía a su habitación a cambiarse, pudo oír el final de aquella follada. Cada vez tenía más claro que quería ser penetrada por su hijo.

Virginia pasó una semana masturbándose diariamente, no sabía cómo acercarse a su hijo, ese fruto prohibido. Y tampoco sabía cómo reaccionaría, estaba deseando tener un contacto físico, pero no quería que la tomase por una obsesa, y menos que la rechazase y después lo contase por ahí.

La oportunidad de Virginia surgió cuando compro un jacuzzi para el chalet. David le había pedido hacía tiempo que comprase uno, pero su madre siempre le había dado largas explicaciones.. Cuando Virginia le dijo a su hijo que iba a comprar un jacuzzi, este se alegró. Incluso le pidió que le acompañase para elegirlo y así hacían alguna compra más. Virginia cogió un día libre para ir entre semana con su hijo. Se aseguró de comprar uno amplio, que cupiesen dos personas. Tras una hora de compra del jacuzzi. Se fueron a tomar un café y después fueron a una tienda de ropa, ella le dijo que necesitaba unas blusas y unas camisetas. David un poco resignado accedió, ya que el ir de compras con su madre le aburría Tras mirar unas prendas fueron al ropero, que era amplio y tenía un taburete chiquitín Virginia le dijo a su hijo que entrase con ella, él dudó, le daba vergüenza, pero entró y se sentó Ella había elegido una camiseta de tirantes ajustada, sobre todo de la parte de arriba. Se quitó la blusa dejando ver el sujetador, su hijo no quitaba ojo de aquel sujetador y se excitó, su pene reaccionó ligeramente. La madre consciente de las miradas de su hijo tardó en ponerse la prenda, y cuando se la puso, el sujetador se le notaba mucho.

– ¿Qué te parece hijo?, ¿no me queda muy ceñido?

–Sí, igual una talla más grande…

–No, yo creo que es para llevar sin sujetador.-le insinuó

–No sé, tú sabrás

–Voy a probármelo sin sujetador, yo creo que quedará mejor.

David no dijo nada, solo observaba la figura de su madre, que tenía puestos unos pantalones blancos de lino, de tiro bajo, muy insinuantes, y que le dejaba entrever la tanga que llevaba. La madre sabía que estaba recibiendo todas las miradas de su hijo, y eso le agradaba. Los pezones se le habían puesto duros y eran evidentes. Se quitó el sujetador y dejó sus pechos a la vista de su hijo, antes de probarse otra vez la prenda, se acarició los pechos ligeramente y se probó la camiseta, le seguía quedando ajustada, y ahora le marcaba los pezones.

– ¿cariño, igual marca mucho? – Le dijo para llamar toda su atención

–Si mami, pero te realza mucho el pecho. -Respondió

–Sí, me realza bastante. – Mientras se tocaba las tetas.

David ya tenía una erección que no podía disimular, y su madre se había dado cuenta. Se miraron a los ojos y algo surgió entre ellos, los dos comprendieron que esto iba más allá de estar probando ropa. Virginia se quitó la camiseta de tirantes quedándose con los pechos al aire.

– ¿Dime que te parece este vestido?

–Vale. – Sonrió David.

Virginia se acercó a David, y le dijo que le desabrochara el pantalón. El sin decir nada, le puso la yema de los dedos en el vientre, sintiendo la piel y despacio bajo al primer botón, los desabrochó uno a uno. Dejando ver la tanga, acercó un par de dedos y lo bajo ligeramente, lo justo para ver los primeros pelos que asomaban. Ya con las dos manos le bajo el pantalón hasta las rodillas y con la ayuda de ella terminó de quitárselo. Solo llevaba la tanga puesta.

– Gracias cariño.

Virginia se puso el vestido y tras preguntar a su hijo de cómo le quedaba y mirarse al espejo, tomó unas bragas del montón de ropa que había metido al probador. Eran de color naranja muy finas, casi transparentes.

– Dime que te parecen estas bragas.

Y subiéndose el vestido hasta la cintura se quitó la tanga que llevaba puesto y se lo dio a su hijo para que lo sujetara. Se puso las bragas, no quería que le viese el sexo, todavía no, y se quitó el vestido, se quedó solo con las bragas puestas que dejaban ver el vello púbico.

– ¿Qué tal?

–Bien mami, pero se te transparentan los pelos…

– ¿Y no te parece sexy?

–Si

Tras un silencio y una mirada, la madre le dijo para volver a casa, el accedió Ella se vistió y al final no compró nada. De camino a casa casi ni hablaron, pero algo había surgido entre ellos. Los dos iban muy excitados, ¿pero quién daría el primer paso? Nada más cruzar la puerta de casa, David le dijo a su madre que se iba a duchar y fue al cuarto de baño de su habitación, ella fue a quitarse la ropa, ya en su habitación espero unos minutos y tras ponerse la bata negra, se fue directa al cuarto de baño donde se duchaba su hijo. La puerta estaba abierta, era como una invitación a pasar. Entró sin decir nada y David estaba bajo el agua. Le había dejado la cortina abierta, se miraron y no dijeron nada. Su madre se apoyó en el lavabo y dejo caer el vestido al suelo, mostrándole su cuerpo desnudo, ni una palabra. David se le empinó al instante, y bajo el agua empezó a masturbarse bajo la atenta mirada de su madre desnuda. Que de vez en cuando se tocaba la rajita, metía dos dedos y sacaba parte de sus jugos para probarlos. David seguía masturbándose cada vez con más intensidad. Metió un dedo en su sexo y se lo acerco a la boca de su hijo para que lo probase. Estaba muy excitado y se iba a correr de un momento a otro. Le puso las manos delante de su pene, se corrió, y con todas las manos manchadas de semen se las pasó por sus tetas, las untó bien, estaba calentito y quería sentir aquel líquido pringoso.

David salió de la ducha y Virginia se volvió apoyar en el lavabo, y aprovechó para comerle las tetas, esto le excitó mucho a su madre, que su propio hijo le comiera las tetas manchadas de su propio semen. Ella respiraba entrecortada, pero ni una sola palabra. El hijo paró, se miraron y la madre fue a la cama de su hijo, se tumbó y se abrió de piernas y con la ayuda de sus dedos se abrió los labios vaginales invitándole a su sexo más profundo. Él se acercó a su cajón y saco unas esposas. Ella sonrió dando su aprobación Las esposas estaban preparadas para atar las manos y después mediante otro mecanismo sujetarlas a la cama. Virginia le acerco las manos, el, la esposo y la sujetó a la cama. Era toda suya, se puso a un lado poniéndole su polla a la altura de la cabeza, y empezó a masturbarla con los dedos. Suavemente, metía un dedo y lo sacaba, después frotaba por la parte externa. Mientras su madre con la ayuda de su hijo se metió la pija en la boca y con la poca movilidad que tenía empezó a jugar con ella. El observaba, su madre era suya, podía hacerle lo que quisiera. Paró, se agachó delante de ella y empezó a comerle la concha, su madre cada vez se movía más y más. Gemía y cada vez más alto.

– ¡¡cógeme!! Por favor, cógeme hijo. – Gritó

David acercó su pene a su vagina y la penetró, y empezaron unas embestidas fuertes, su madre ya no gemía, gritaba. Ella se estaba volviendo loca de placer, su sexo chorreaba jugos vaginales. Sintió unos calambrazos y una tensión en su cuerpo, se le contraían los músculos, los gritos no aplacaban el placer, se estaba corriendo, mientras David le seguía penetrando. Durante varios segundos no pudo controlar su cuerpo, cada vez expulsaba más líquido de su sexo, estaba en la gloria, follada por su propio hijo. Que acabó corriéndose dentro de su madre. El exhausto se dejó caer sobre su madre mientras se besaban apasionadamente., El, la soltó y estuvieron unos minutos abrazados los dos desnudos, sintiendo que lo que había pasado era maravilloso.

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Y tú, mujer, tuviste alguna vez fantasías con un familiar cercano? Te espero en guruayudador@gmail.com para que puedas desahogarte y reflexionar sobre ello.