Capítulo 1
A las afueras de una gran ciudad puede encontrarse una clínica privada donde se realizan procedimientos supuestamente médicos, infundados pero eficaces, creados para crear, mantener y reafirmar la sumisión en el juego de roles, dándole a todos aquellos sumisos y amos que necesiten una ayuda en su relación de amo/sumiso.
La dueña y líder del lugar es Catrina, una ex cirujana que cansada de la carga laboral recibida en un hospital estatal promedio decidió ahorrar muchos años para poder crear un espacio laboral lleno de sus fantasías, donde dar trabajo y servicio a quienes compartan sus gustos. Como resultado ahora tiene un hospital con 3 alas principales y un equipo de enfermeros completo, igual de necesitados de vivir su sexualidad en paz que ella.
Ahora que el hospital posee cierto renombre entre la gente del mundo BDSM atiende para varios problemas, teniendo generalmente tratamientos eficaces.
En la puerta del hospital se encuentra Leandro quien lleva de la correa a su perrita, Maria. Ambos habían hablado múltiples veces de que Maria le entregara su cavidad anal pero en cada intento ella simplemente daba todo lo que tenía para huir. Leandro siendo un dueño desesperado, le dio a Maria la opción de ser llevada al hospital. Maria aunque era una sumisa bastante inexperta, era muy complaciente y la idea de seguir contradiciendo a su dueño le generaba cierta frustración, ella era miedosa y siempre tuvo un umbral al dolor bastante bajo por lo que aceptó sin pensarlo con tal de pasar la parte más dolorosa rápido, aunque no fuera con su marido.
-Buenos días- Saludó Leandro a la recepcionista con un tono rígido y seco.
-Venia para empezar un plan de tratamiento de dilatación anal para mi sumisa, a nombre de Leandro X- dijo mirando fijamente a María, la cual mantenía su mirada en el piso.
-Si claro, veo que pasó tanto sus datos como el pago de forma virtual, solo falta que firmen el consentimiento, si tiene alguna duda o especificación puede hacerla sin problema- dijo la recepcionista pasando completamente de Maria, ofreciéndole a Leandro el contrato y un bolígrafo. Ya estando el consentimiento firmado por el la recepcionista miro por un momento a Maria como si fuera un ser humano para decirle:
– Solo falta tu firma, recuerda que todo lo que se haga será también con tu consentimiento- dijo para volver a tratar a María como objeto apenas estuvo su firma en el papel.
-Bien, según lo acordado el tratamiento de dilatación anal incluye una noche ingresada, apertura de la cavidad anal, limpieza de este, estimulación, filmación de todo momento donde se este realizando el tratamiento y posibilidad de castigos en caso de ser necesarios. Alguna duda? Puede empezar cediéndole la cadena de su mascota a nuestra enfermera- dijo la recepcionista con total tranquilidad mirando a Leandro, mientras que este negaba con la cabeza y soltaba la cadena para entregarla a una enfermera. A todo esto María ya estaba bastante caliente, la vergüenza y el miedo la superaban pero ya había firmado y hablado de aceptar esto así que se limitaba a morderse la lengua.
Leandro se despidió de forma seca y dejo a María, en el fondo no podía esperar las grabaciones del procedimiento.
Maria era guiada por la enfermera por el pasillo hasta llegar al cuarto de revisión, se le pidió desnudarse sin darle nada de privacidad para que se subiera a la silla ginecológica, donde le acomodaron los pies y la ataron para que quedara completamente abierta de piernas. Luego de unos minutos se presentó una doctora, la cual noto de inmediato lo caliente y nerviosa que estaba Maria.
– Hola, soy Irina y estoy encargada de tu tratamiento, vamos a empezar de inmediato y por la información que nos dio tu amo vas a estar atada en todo el tratamiento, sabemos de tu resistencia al tacto que vamos a hacerte y en este hospital las mascotas como tu no pueden oponerse de esa forma- Dijo la doctora mientras se ponía un par de guantes de latex. Maria se sentía inquieta, como era una mascota no le daban lugar a hablar ni tenía derecho a la privacidad, se sentía muy avergonzada y su humillación se veía empeorada por la cámara que no dejaba de apuntar hacia ella en ningún momento.
-Bien, vamos a empezar, no te preocupes, voy a calmar un poco tus nervios- la doctora comenzó a pasar sus dedos por la pelvis de Maria hasta dar masajes circulares en su clítoris y entrada, cuando sintió los primeros gemidos de María dejó de tocar e introdujo un pequeño vibrador que puso en la potencia mínima.
-Tranquila, quiero que puedas relajarte para que esto no duela tanto así que te dejo ese pequeño «caramelo de consolación»- María seguía asustada pero claramente la excitación le estaba ganando y comenzaba a dejarse llevar, las ataduras ya no la asustaban tanto y podía sentir cierta relajación. Viendo esto la doctora empezó a poner lubricante en el ano de la mascota, con cuidado y evitando que fuera demasiado comenzó a introducir un dedo, esto fue suficiente para sacar a María de su transe quien empezó a forcejear.
-Shht, eso no se hace eh, si eres una perra mala voy a ser más bruta y no tendrás con que consolarte, esta bien?- mientras decía eso metía su dedo con más firmeza y apoyaba otro en su entrada para amenazar a Maria. La mascota a todo esto genero una pequeña queja pero dejó de moverse, el miedo ya no era tener el culo abierto, sino que el proceso de abrirlo doliera más de la cuenta. La doctora siguió, introdujo otro y aumento la potencia del vibrador en la vagina, y cuando vio a María un poco más cómoda con ambos dedos lo sacó.
-Bien perrita, es momento de limpiarte, como ya vi que con solo un dedo protestaste tendrá que ser en la silla, bien? Bien, ya tengo las cosas así que empezamos rápido- Otra enfermera entro con una bolsa de enema y le entregó la punta a la doctora, para luego agarrar un balde y ponerlo debajo de Maria. La doctora lleno la boquilla de lubricante y comenzó a introducirla lo que aterró a Maria y volvió a querer huir, como reacción la doctora inserto de un golpecito la boquilla y le saco el vibrador.
– Que te dije eh? Una perrita puta tenias que ser, con la carita de buena que tienes, te devolveré el vibrado luego de la limpieza, primero tienes que recibir toda esta agua qué hay en la bolsa y expulsarla-
-No! No nonono es demasiado para m- fue interrumpida por una mordaza de bola la cual la enfermera se tomó el tiempo de amarrar.
– Las mascotas no hablan- le reprocho la doctora mientras apretaba la bolsa de enema y miraba fijamente el vientre de Maria hincharse. Maria lloraba en silencio más por la humillación que por el dolor o los calambres. Cuando la bolsa estuvo vacía la doctora puso su reloj por 15 minutos y espero mientras veía a la mascota retorcerse de las ganas de expulsar y el placer que estaba sintiendo.
– Bien, ya esta, voy a sacar la boquilla y vas a hacer fuerza para expulsar todo, si no haces caso lo haremos de nuevo con más líquido y por más tiempo, bien?- sin darle tiempo a Maria de asimilar la situación retiro la boquilla de un tirón, la perrita solo alcanzó a soltar un gemido ahogado por la mordaza y a hacer fuerza para seguir las instrucciones. Cuando Irina estuvo satisfecha dejó a la mascota respirar un momento y volvió a introducirle el vibrador ahora en una vagina que no dejaba de chorrear.
– Vamos a comenzar con el especulo, no te mostraré cómo se abre porque honestamente no voy a tolerar más tus movimientos- Maria de aterrorizo al escuchar esto pero solo atino a quedarse completamente quieta para evitar temblores o malentendidos. Sintió como la doctora volvía a ponerle lubricante y como algo empezaba a entrar, con los minutos se acostumbro y logro acomodarse, la vibración le hacía más fáciles y placenteras las cosas.
-Ahora toca abrirlo, aunque no tolere tus movimientos tus gemidos si que son música- apenas dijo esto María comenzó a gemir por la apertura del especulo, cada vez expandir su culo era más un placer que un dolor.
– Muy bien, ya veo que estás empezando a disfrutar- dijo la doctora mientras miraba la apertura y con una de sus manos atinaba a masajear una de las tetas de la perra, Maria comenzaba a caer en el éxtasis de estar siendo humillada, abierta y estimulada, pero no llegaba al orgasmo por más que quisiera.
Sin decirle nada, comenzaron a desatarla, le sacaron el especulo y el vibrador y la dirigieron de la correa hasta lo que parecía una mesa metálica, le indicaron que se acostara en ella boca abajo sobre un almohadón duro que quedó en su vientre y la ataron de nuevo de manos, cadera y piernas.
– Esta vez tampoco quiero escucharte llorar pero usaremos un método algo más drástico por petición de tu amo- entre dos enfermeras agarraron la cabeza de Maria y la hundieron en un dildo que le hacía sentir la boca llena y le ataron la cabeza para que no pudiera alejarse.
-Ahora si podemos seguir- la doctora abrió las nalgas de Maria y apreció como iba su trabajo, dio una pequeña nalgada y puso un vibrador en el clitoris de maría a una potencia media.
-Ahora va a empezar la parte más complicada, si te mueves demasiado lo acelerare y será un dolor que de verdad no querrás aguantar- dijo mientras volvía a poner lubricante pero esta vez muchísimo menos, apresurandose a penetrar a María con un pequeño dildo del ancho de 3 dedos. Maria se sentía incapaz de huir y cada vez que se movía de más la doctora le daba una nalgada, sentía demasiada estimulación al mismo tiempo y eso solo la hacía desear que la doctora la follara de una vez, quería correrse pero sin demasiada estimulación ni nada insertado en su vagina lo veía imposible.
– Hoy perrita sabrás lo que es amar el anal- diciendo esto la doctora sacó de golpe el dildo y metió otro más largo y ancho, aunque lo inserto con delicadeza al momento en que vio a Maria relajada comenzó a moverlo con firmeza. Maria ahora solo podía gemir y aunque seguía con el reflejo de intentar zafarse los azotes qué recibía por esto la ponían aún más caliente, al fin sentía que se acercaba un orgasmo así que acerco más su clítoris al vibrador pero la doctora lo saco.
– Así que te quieres correr? El orgasmo lo vas a tener pero no como esperas- luego de decir eso saco el vibrador y metió el más grande con bastante fuerza, lo que le sacó un grito ahogado, pero no detuvo sus deseos de tener un orgasmo. La doctora comenzó a penetrarla con firmeza viendo el resultado de todo su esfuerzo, Maria sentía que estaba por tener un orgasmo y la forma en que la doctora la penetraba la volvía loquisima, no dejaba de chupar el consolador y de acercarle el culo a la doctora, esta empezó a ir aún más rápido y Maria solo alcanzó a gemir y temblar cayendo en un fuertisimo orgasmo pero la dejo ahí, tirada en la mesa
-Pero mira que perra más putita, pensabas que no ibas a llegar? Mira como te termino encantando el anal- La doctora descartaba los guantes y las enfermeras destacan a María mientras ella solo podía buscar más aire e intentar recomponerse, sentía que las piernas no le daban para más y estaba agotada.
Luego de que logro componerse las enfermeras la ayudaron a levantarse y la llevaron hasta el baño, donde ellas la bañaron y mimaron hasta que logro estar relajada, no le dieron nada de ropa y desnuda, únicamente con su correa puesta, le dieron de cenar y la llevaron a una habitación de hospital donde la esperaba la doctora junto a una camilla con ataduras
-Hola Maria, veo que ya estas preparada para dormir, por toda la resistencia de hoy te toca dormir atada- las enfermeras dejaron con delicadeza a Maria sobre la cama y la ataron pero solo de arriba
– También como parte de tu tratamiento para que todo nuestro progreso hoy no sea un desperdicio, te toca esto- levantó la doctora un cinturón de castidad en el que podían verse dos vibradores grandes junto a un control remoto, aunque María quiso patear para evitar tenerlo puesto, las enfermeras se lo pusieron sacándole varios gritos y gemidos, cuando al fin estuvo puesto con candado le ataron las piernas y le metieron una mordaza con un vibrador dentro junto a pequeñas pinzas en sus pezones qué la hicieron dar brincos al ponérselas quedando inmovilizada, callada e incómoda, pero tan excitada como cuando recien llego.
– Honestamente no creo que puedas dormir, pero tranquila que en este cuarto podrás tener todos los orgasmos que quieras, si dejas de moverte los vibradores dejaran de funcionar pero siempre que estés forcejeando el censor lo notará y cada vez irán más rápido, si perrita? Me alegra haberte tenido hoy, espero verte pronto así que le recomendaré a tu amo un tratamiento de educación para poder seguir azotando ese bello culo- la doctora la miró con malicia mientras hablaba, para luego acercarse y darle un beso en la frente con toda la dulzura qué parecía tener. Apago las luces y cerro con llave dejándola sola y a oscuras.
Maria estaba agobiada, no sabía si se arrepentía de firmar o si este era el mejor día de toda su vida, pero ahora tenia como meta dormir. La excitación la mantenía despierta pero el miedo a moverse la hacia mantenerse inmóvil, pasaron una o dos horas así hasta que se canso de pasar horribles siestas cortadas por la incomodidad de estar tan abierta y pellizcada, empezó a forcejear de la molestia y sintió en unos segundos como los vibradores se movían, esto la volvió loca, traía desde que la acostaron una calentura que aunque no lo aceptara quería terminar con un orgasmo, siguió sacudiéndose intentando liberar una mano o pierna y nada, todo lo que logro fue que los vibradores fueran más rápido, asumió que si se quedaba quieta iban a parar pero no, siguieron. Las próximas horas la hicieron sentir en un mar de placer, su ano ahora todo lo que le causaba era un profundo placer que antes de este día jamás había sentido, cada orgasmo que pasaba la hundía más y la hacía sentir que se derretía, ese mar de sensaciones jamás se terminaba hasta que exhausta de correrse se durmió.
Despertó cuando ya la estaban desatando, mojada por sus propios fluidos y con la sensación de no haber descansado nada.
Apenas pudo ponerse de pie le permitieron ir al baño y le devolvieron su ropa, revisaron qué no tuviera heridas y la llevaron de nuevo a la recepción. Una enfermera le entrego la correa a Leandro apenas llego junto a un pendrive qué contenía desde lo ocurrido en las camillas hasta los últimos orgasmos qué tuvo en la habitación.
Sin mediar palabra Leandro salió sin tener que tirar de la correa de Maria y apenas se sentaron en el auto Leandro habló
-Bien perrita, te permito decirme y expresarme lo que desees ahora mismo- Maria levantó la mirada y apretó sus tetas contra el brazo de Leandro
-Amo, deseo que apenas lleguemos a casa me revientes el culo, quiero ser tuya, completamente tuya y que proclames mi ano como tuyo, sabes que no le pertenezco a nadie más- Leandro solo la miro y le hizo un gesto, Maria entendió y abrió la boca para que el escupiera y así volvió a estar sentada derecha en el asiento copiloto y a estar cabizbaja.
-Eso esperaba de mi mascota, aunque si voy a tener que castigarte por tu comportamiento vergonzoso desde hoy todo tu cuerpo, incluyendo lo que no me permitías antes usar me pertenece, te amo perrita.