Capítulo 11

Día a día XI

CHARLINES

En cinco minutos ya estaba enfrente de mi sitio en primera clase. Raramente, estaba todo lleno. En el asiento de al lado había una preciosa rubia, con una cautivadora sonrisa.

  • Buenas tardes, soy Pablo
  • Hola, me llamo Patricia.
  • Es un placer hacer el viaje junto a una preciosidad como tú.
  • Muchas gracias jajajajaj adulador.
  • ¿De dónde eres?
  • ¿Yo…? colombiana.
  • Bonito país y preciosas mujeres ¿a qué te dedicas?
  • Trabajo en la promoción inmobiliaria. ¿Y tú?
  • Soy el jefe de la zona sur de GYD. Tresmayos. Gestión integral de empresas, asesoramiento, fiscal, contable y laboral. También tenemos un equipo de abogados para las negociaciones empresariales.
  • Pues mira por dónde, podría interesarme la gestión. Somos pocos y nos come el papeleo.
  • ¿Dónde tienes la empresa?
  • En Las Palmas, voy a Lanzarote por asuntos laborales.
  • Pues mira, yo también, mañana me reúno con el jefe de nuestra oficina en Lanzarote. Podemos quedar a comer y así ves lo que se te puede ofrecer y lo que te puede interesar.
  • Pues no me parece mala idea. Toma mi tarjeta, me llamas sobre las 12 y concretamos cita.
  • Perfecto te llamaré.

Patricia se recostó en el asiento mientras yo pedía un botellín de champagne con dos copas, los 45 minutos del vuelo nos permitían tomarlo tranquilamente.

  • ¿Quieres?
  • Cómo no, que galante. ¿En qué hotel te hospedas?
  • Pues espera que lo mire, mi secretaria me organizó la reserva, hotel Secrets Lanzarote Resort & Spa. Espero que este bien, no conozco Lanzarote.
  • Noooo, ¿No sabes lo que te pierdes? Por cierto, yo voy al mismo hotel, es espectacular, me encanta.
  • Me alegra mucho eso que me dices. Te invito a cenar si me enseñas la isla ¿aceptas?
  • Como no aceptar, pero yo elijo el sitio, ¿vale?
  • Perfecto.

El avión llegaba al aeropuerto y nos abrochamos los cinturones, para el aterrizaje. Aterrizaje perfecto y aplausos en la cabina.

  • Tengo que recoger el equipaje y luego me espera un coche en la puerta, ¿si quieres te llevo al hotel?
  • Muchas gracias, tendría que coger un taxi.

Fuimos a recoger el equipaje y salimos a buscar el transporte.

  • Buenas noches, ¿el señor Garrigues?
  • Si, buenas noches
  • Coloquen aquí el equipaje por favor.

El trayecto no fue muy largo y llegamos al hotel rápidamente. Fuimos a recepción a recoger las llaves. Yo tenía la 333 y Patricia la 337, casualidades de la vida.

  • ¿Nos cambiamos y te espero en la recepción?
  • Perfecto, no me tardo.

Guiñándome un ojo desapareció dentro de la habitación. Por cierto, la habitación era espectacular, tendría más de 60 metros cuadrados y una terraza que daba a un canal justo pegado a la terraza, donde podías refrescarte cuando pegase el sol. Me puse un pantalón de lino azul marino y una camisa también de lino blanca y bajé a la cafetería a esperar a Patricia.

Patricia llegó radiante con un vestido blanco que resaltaba su bonito moreno y sus preciosos pechos.

  • Estas espectacular, seré la envidia de todos.
  • Muchas gracias

Una preciosa sonrisa apareció en su cara y mi polla pegó un bote como movida por un resorte.

  • ¿Dónde vamos?
  • A la Cabaña Macher
  • Perfecto, cogeremos un taxi.

El taxi nos llevó hasta la puerta del restaurante. El sitio era muy coqueto, buena decoración y un ambiente muy relajado. Nos acomodaron en una mesa del jardín. Pedí una botella de Remírez de la Ganuza blanco reserva. Pedimos una especie de menú degustación que por cierto estaba espectacular. La cena fue pasando entre risas, hasta que llegamos al tema sexual.

  • ¿Tienes pareja?
  • Jajajjaaj nooo, no me interesa, vivo muy bien sola, así puedo hacer lo que quiero sin tener que dar explicaciones a nadie. ¿y tú, tienes que dar explicaciones?
  • Pues no jajajaj tampoco.

Y acercando mi boca a la suya le besé muy tierno y muy suave. Patricia se estremeció mientras mi mano acariciaba su espalda desnuda. Su lengua se juntó con la mía en un baile lento y parsimonioso.

  • Qué bonita boca tienes, me estaba volviendo loco por probar esos labios.
  • La verdad es que yo también tenía ganas de probarte.
  • ¿Quieres tomar una copa?
  • Mejor la tomamos en el hotel, paga la cuenta y nos vamos.

Pagamos y marchamos camino al hotel. Al pasar por recepción pedí una botella de champagne y nos subimos a la habitación.

  • Perdona, pero he de ir al baño.

Mientras Patricia estaba en el baño, llegó el champagne. Cuando salió del baño la abracé sosteniendo su cabeza entre mis manos, le besé muy lento mientras le bajaba la cremallera del vestido, dejándolo caer a sus pies. Mis manos recorrieron su espalda bajando desde su nuca a su precioso culo, para volver a subir otra vez.

Mi lengua se bañaba en su boca y mis manos no paraban de subir y bajar buscando ese precioso culito. Subía lentamente por su costado hasta llegar a sus pezones, los que pellizque con poca fuerza y un suspiro escapó de su boca. Este era el presagio de que le gustaba el sexo más duro, pero tendría que esperar. Mientras mi boca le besaba con pasión y desesperación en un morreo continuo, mis manos bajaron a su culito y a su coñito y los acariciaron muy suave. Patricia movía su cuerpo buscando las caricias mientras su boca ya libre de la mía, que había pasado a sus pechos, gemía sin parar. Mi dedo pegado a sus braguitas las introducía dentro de su sexo en un lento y corto mete y saca, que provocaba un baile en Patricia buscando que aquel dedo profundizase. Fui bajando mi boca lentamente a la vez que bajaba sus braguitas hasta los tobillos y las sacaba fuera. Mi boca se apoderó de su excitado y abultado clítoris y recogiéndolo en mis labios lo fui succionando en un chupón sin fin.

  • Sii, asiii, siiiii, más, no parees.

Gemía Patricia mientras mi boca y mi lengua succionaban y relamían tan jugoso apéndice. Las manos de Patricia sujetaron mi cabeza y la pegaron a su coñito, buscando el máximo placer.

  • Siii me estas matando, no pares, sigueeee.

Mientras mi lengua relamía una y otra vez su clítoris, mi dedo recogió parte de sus jugos acariciando su ano, bailando en su entrada, mientras Patricia subía y bajaba intentando que entrase el dedo en su culito hasta que lo consiguió.

  • Siiiiii, asiiii, no pares, no pareeees

Mi dedo entraba y salía muy despacio, provocando espasmos de placer en Patricia, hasta que apoyada contra la pared lanzó un fuerte grito y mientras atraía mi cabeza a su cuerpo empezó a correrse bañando mi cara y boca con sus jugos. Tras unos segundos de espera, subí y besé su boca con pasión y desenfreno compartiendo sus jugos, que devoramos con lujuria.

Patricia se dejó caer de rodillas y sujetando mi polla la llevó hasta el fondo de su garganta, para sacarla lentamente, chupar mi capullo y volver a metérsela hasta el fondo. Esto lo repitió unas cuantas veces, si seguía así, me correría en su boca sin remedio. La cogí y la subí en él reposa manos del sofá, dejando su culito expuesto. Patricia se dio la vuelta y se puso a cuatro sobre el sofá.

  • Vamos fóllame , rómpeme el coño.

Poniéndome detrás de ella acerqué mi polla a su coño y de una se la clavé hasta el fondo. Cogiendo sus brazos a la altura de los codos, empecé un rápido y duro mete y saca.

  • Siii, siiii, asiiii, me estas matando cabrón
  • Sii, te voy a reventar, te voy a dar muy duro

Y diciendo esto se la clavé hasta los huevos lanzando unos buenos chorros dentro de su coño.

Nos besamos y nos sentamos en el sofá a seguir con la copa. La mire fijamente a los ojos y acerqué de nuevo mi boca a la suya.

  • ¿te apetece un 69?, suavecito, muy suavecito.
  • Cómo no, tienes una lengua prodigiosa.
  • Pues ponme el coño en la boca.

Patricia se levantó y poniendo una pierna a cada lado de mi cabeza fue bajando lentamente hasta apoyar su precioso coñito en mi boca. Mis manos buscaron una almohada para poner debajo de mi nuca y así poder elevar un poco mi cabeza para llegar mejor a su coñito. Lamí el interior de sus muslos dándole pequeños mordisquitos en la parte interna mientras mis manos acariciaban sus nalgas, haciendo que su piel se erizara. Patricia apoyaba cada vez con más fuerza su coñito contra mi cara y los restregaba buscando mi lengua.

Lentamente se fue deslizando hacia delante hasta meter toda mi polla en su boca. La sacó lentamente para chupar alrededor del capullo, muy lento, mientras lo metía y sacaba muy lentamente de su boquita. Su lengua envolvía mi capullo y la volvía a meter hasta el fondo. Mis manos se apoderaron de su precioso culito y lo clavaron contra mi boca, sus labios se abrieron y mi lengua llegó a su clítoris. Lo lamí con pasión, succionándolo y pasando por él, muy lenta la punta de mi lengua. Su boca me estaba volviendo loco y la mía parece que a ella también, pues ya movía su coñito arriba y abajo. Sujeté con fuerza su culito contra mi boca mientras mi lengua empezaba un rápido movimiento hacia los lados. Patricia introdujo mi polla hasta el fondo, abrió sus piernas y regó mi cara con sus jugos. No dejé que cambiara de postura y así según estaba apretada por mis manos contra mi boca, aproveché los fluidos de su cuerpo, para a la vez que seguía chupando su coñito, ahora de arriba abajo. Meter mi dedito en su culito, que se lo tragó de una sola vez. La boca de Patricia emitió un gemido que hizo que mi polla entrase aun un poco más en su boca. Su chupada me estaba volviendo loco y mis caderas acompañaban el movimiento de mi dedo en su culito. Otro dedo apuntó a su entrada y lo fui metiendo muy, muy lento hasta conseguir meterlo entero, lo saqué muy lento, centímetro a centímetro. Su cuerpo lo buscaba y su boca emitía pequeños gemidos. A la cuarta o quinta vez que mis dedos entraron en su cuerpo, sus piernas empezaron a temblar y un chorrito de flujo salió por su coño, se había corrido otra vez con mi polla en la garganta. Dejé que se recuperará unos segundos y ahora sí, mi polla imprimió un fuerte ritmo en su boca a la vez que mis dedos entraban y salían con mucha fuerza de su coño, mi polla cada vez entraba más adentro en esa preciosa boquita, hasta que al sentir un gran chorro que casi me ahoga, no pude menos que explotar en esa boquita y llenarla de mis jugos con mi capullo en la entrada de su garganta. Patricia temblaba encima de mi boca y estaba tan sensible que ya no aguantaba ni la punta de mi lengua en su coño. Le ayudé a colocar su cabeza sobre la almohada y le abracé hasta que su cuerpo volvió a una cierta normalidad. Me besó muy suave y se giró apoyando su culito en mi polla. Yo apretaba sus pezones y ella temblaba en pequeños orgasmos que su cuerpo le regalaba. Así nos quedamos dormidos.

La luz del sol nos despertó sobre las siete de la mañana. Yo había quedado a las diez con Felipe.

Patricia aún dormía con su carita de ángel, su cara estaba preciosa y su boquita incitaba a pecar.

Me levanté sin hacer ruido y fui hacia la ducha.

  • ¿Por qué no me has despertado?
  • Estabas preciosa ahí tumbada con esa boquita pidiendo guerra.
  • He dormido como una reina, ayer me dejaste muy relajada jajajja
  • Me alegra oírte decir eso, yo también lo disfruté mucho.

Mi polla ya estaba mirando al cielo y Patricia la cogió entre sus manos, se arrodilló y la metió en la boca como si estuviera adorando a un dios. La metió muy lento en su boca y la sacó llena de babas para volver a meterla y sacarla, cada vez imprimía más velocidad a su boca. Yo agarraba su nuca para intentar detener tan tremenda mamada, no quería correrme en su boca.

La levanté del suelo de la ducha y la puse de espaldas a la pared, metí mi polla en su coño y agarrándola de los brazos la follé muy fuerte buscando solamente mi corrida.

  • Siii , siii te voy a llenar entera, tomaaa, tomaaaa.

Mi polla estalló con una gran cantidad de chorros que consiguieron su corrida y tuve que sujetarla, pues sus piernas perdieron fuerza y casi se cae.

  • Joder tío, menuda follada me has dado, casi me desmayo, hubo un momento que no veía nada.

Después de ducharnos desayunamos en la cafetería del hotel. Comentamos las reuniones de la mañana y nos despedimos con un beso. Pedí un taxi y me dirigí a nuestra oficina en Arrecife. Aún era pronto, así que di un paseo por la ciudad sin ningún rumbo. Entré en una bonita cafetería y pedí un café solo, miré mis correos y leí la prensa. Miré mi reloj y salí en dirección a la oficina, llegué dos minutos antes de las diez. La puerta estaba cerrada, pero había gente dentro. A las 10 en punto la puerta se abrió.

Entré y vi a Felipe al fondo frente a una máquina de café.

  • Buenos días, Felipe.
  • Buenos días, don Pablo.
  • ¿Qué tal va todo?
  • Pues ya puede usted ver como tengo la mesa.
  • Ya veo ya, es impresionante.
  • ¿Si quiere le puedo presentar a algún cliente y así de paso vemos un poco la isla?
  • Perfecto, así podemos hablar por el camino.

Salimos rumbo a las bodegas Vega Yuco, posiblemente la mejor bodega de la isla. En ella nos reunimos con el director y dimos una vuelta por la bodega probando alguno de sus excelentes vinos. Nos estuvo explicando cómo se plantaban las viñas, dentro de un cono de lava volcánica. Que a la vez le proporcionaba, nutrientes, humedad y calor. Una vez visitada la bodega, fuimos hacia el Timanfaya. Que casualmente también estaba en la lista de mis clientes. Tras dar un breve paseo por las instalaciones. Mientras bajábamos hacia el golfo, sonó el teléfono. Era Patricia que ya había terminado. Le pregunté a Felipe dónde podíamos quedar y me dijo que en la Cocina del Colacho. Le dije a Patricia que alquilase un coche y que nos encontráramos en la Cocina del Colacho a comer. Nosotros aún teníamos un ratito también.

  • Por lo que he visto, te desenvuelves muy bien y tienes unos excelentes clientes.
  • La verdad que no se me da mal, por eso te comenté, ¿te puedo tutear?
  • Por supuesto.
  • Por eso te comenté lo de otra persona más, como mínimo una.
  • Ahora mismo facturas tu solo más del doble que Las Palmas de Gran Canaria. Creo que no sólo puedes contratar una persona más, sino además una secretaria que a la vez haga las funciones de comercial.
  • Yo tenía pensado contratar una persona para la oficina y dedicarme a las visitas.
  • Tu mandas, tienes libertad para hacer lo que quieras, la verdad es que confío en ti.
  • ¿Por cierto, tu amiga qué es lo que necesita?
  • La verdad ella te dirá, yo tampoco sé muy bien lo que quiere, me pasé el tiempo trabajando jajajja. La verdad es que además de ser preciosa, es una máquina.
  • Pues mejor, todos somos liberales por lo que veo, así no tendremos problemas.

Entramos en el restaurante que era espectacular, compaginando lo clásico y lo moderno dentro de un toque de glamour. Nos sentamos y pedimos una botella de Malvasía seco Yaiza. De las bodegas Vega Yuco.

El propietario de La Cocina del Colacho, también era cliente de Felipe. El camarero nos comentó que estaba ocupado pero que más tarde pasaría a saludarnos. Patricia llegó al restaurante y se la presenté a Felipe que quedó prendado de sus encantos.

  • Pablo me había dicho que eras preciosa, pero se había quedado muy corto.
  • Vaya jajá otro adulador.
  • ¿Qué es lo que pasa con tu negocio?
  • Pues la verdad no sabemos, la situación inmobiliaria no está en su mejor momento, pero tampoco es que esté tan mal. No sé, no nos cuadran las cuentas, por eso he venido desde Las Palmas.
  • Si vienes desde Las Palmas, solo te podré aconsejar, es a nuestra sucursal allí a quien corresponde llevar tu cuenta.
  • No, este negocio es independiente y, aunque los socios y el capital es el mismo, el negocio es de Lanzarote.
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