Capítulo 1

Capítulos de la serie:
  • Mi novia en la Feria I

Este es mi primer relato. Es una historia completamente real de la que solo cambiaré nombres.

Mi novia Ana tenía 23 años y aunque vivíamos juntos ella iba muy a menudo a su ciudad siempre que conseguía juntar varios días libres del trabajo. Yo casi nunca podía acompañarla.

Un verano conseguí coordinar mis vacaciones con las suyas y me pidió que fuera con ella a la feria de su ciudad para conocerla.

Se puso un vestido azul anudado al cuello que le hacía escote en los laterales del pecho y dejaba toda la espalda al aire hasta debajo de las lumbares y muy corto, lo justo para tapar las nalgas. Por la forma del vestido no llevaba sujetador (tiene una 90B de pecho) y se puso un tanga lencero negro casi completamente transparente en la zona del pubis y de hilo por detrás. Para que no se le vieran las tetas se puso unas bandas de pega a los lados de cada una sujetando el vestido.

Llegamos al sitio, una carpa grande en un descampado y ya estaba la música a todo volumen. Ponían muy buena música y el alcohol estaba barato estábamos cogiendo tono muy rápido bailando juntos y calentándonos.

Llevaríamos una hora bailando cuando apareció su grupo de amigos y empezaron las presentaciones. Conocía a un par pero la mayoría eran nuevos. Era un grupo de 8 o 9 chavales de su edad, todos con muy buen rollo.

Pero hubo uno que me llamó la atención. Lo llamaré Alberto. Era bastante más alto que nosotros con muy buen cuerpo, moreno y con la típica actitud de chulito. Cuando saludó a mi novia se agachó y la levantó en el aire rodeándola con los brazos justo debajo del culo.

Ella, riéndose, se quejó y dijo que se le iba a ver todo y el le contestó «pues mejor no?»

Tantas caras nuevas, el tontillo del alcohol y que no se me da muy bien conocer a tanta gente de golpe hicieron que no reaccionara lo más mínimo ante esto. Me dio rabia pero le resté importancia.

Se unieron los chavales a nosotros. Todos bailamos con todos, la gente se perdía yendo a pedir algo o a ligar por ahí, pero Alberto no se separaba de mi novia. Me estaba empezando a amargar la noche su presencia. Era bastante sobón. Charlando con ella le acariciaba la espalda, e incluso una vez estando ella hablando conmigo se puso a su lado y la agarró de la cintura, metiendo la mano dentro del vestido a la altura de la cadera.

En un momento que nos quedamos a solas me quejé lo más sutilmente que pude, y ella me dijo que eran tonterías mías, que lo conocía desde la infancia y que era como un hermano que él era así y que no pasaba nada.

Al rato ecesitaba ir urgentemente a mear. Le pedí a Ana que me acompañara pero solo me indicó por dónde tenía que ir. Había un campo de olivos como a 200 metros de la carpa que estaba a oscuras.

Con el aire fresco decidí olvidar lo que había visto, confiar en ella y disfrutar de la noche y no dejarme llevar por los celos.

Al entrar otra vez a la carpa me costó encontrarlos. Ana y Alberto se habían cambiado de sitio y se habían separado del resto del grupo y estaban bailando juntos. Cuando me acerqué suficiente me dio un vuelco el corazón. Estaban cara a cara bailando. Tenían algo de separación entre ellos, pero el tenía sus manos metidas por el escote de detrás del vestido. Le estaba masajeando el culo por dentro del vestido con las dos manos, y ella solo bailaba y reía como si no pasara nada. Me acerqué para interrumpir aquello y le toqué el hombro a Ana por detrás. Se dio la vuelta y se alegró de verme. Me dio un morreo y nos pusimos a hablar de tonterías.

Alberto estaba ahora detrás de ella, y yo podía ver perfectamente cómo le acariciaba la espalda desnuda con las dos manos e incluso metía una de ellas por delante acariciándole la tripa, con toda naturalidad mientras charlábamos como si fuera lo más normal del mundo.

Le dije a Ana que fuéramos a por bebidas a ver si la sacaba de ahí, y me salió el tiro por la culata. Me mandó a mí a por la bebida y encima me pidió otra para él. La barra estaba cerca pero había mucha gente. Mientras esperaba miré atrás y podía verlos más o menos entre la muchedumbre.

Alberto seguía detrás de ella acariciándola a placer mientras bailaban. En un momento pude ver cómo intentaba meter la mano directamente a su pecho, pero se topó con las cintas que se había puesto Ana en el vestido y no pudo. Menos mal…

Me sirvieron las copas pero me quedé mirando a ver qué pasaba. Alberto metía las manos desde la espalda de Ana acariciando su vientre por dentro del vestido. Subía la mano hacia el pecho y justo cuando iba a llegar Ana lo agarraba para que no siguiera. Hacía el mismo movimiento hacia abajo y cuando iba a llegar al pubis, lo mismo. Ana lo agarraba y él desistía.

Cogí las copas como pude y me acerqué a ellos. Cuando estaba a punto de llegar veo cómo Alberto le empieza a besar el cuello y Ana solo cierra los ojos y pone cara de placer, mientras él sigue acariciándole el vientre por dentro del vestido.

En lugar de pararlo, me quedé quieto deseando que no me vieran, avergonzado como si fuera yo quien lo estaba haciendo mal, esperando a que pararan para acercarme y que no se dieran cuenta de que los había visto.

Pero parecía que se habían olvidado de mi presencia. Bailaban lento mientras él le acariciaba el vientre y le besaba el cuello. Le decía cosas al oído y ella sonreía. En un momento, Alberto subió la mano por dentro del vestido hasta agarrar la teta derecha de Ana por dentro con fuerza. Ella puso cara de placer pero se apartó de él. Tardó un segundo en hacerlo, un segundo que se me hizo eterno.

Lo fulminó con la mirada, y yo aproveché que se habían separado para acercarme con las copas.

Ella misma me pidió que nos cambiáramos de sitio y parecía realmente cabreada con él. Nos alejamos y por fin pude respirar. Bailando con ella me di cuenta de que había perdido la pega de la teta que le había agarrado Alberto, y con algunos movimientos se le veía perfectamente el pezón. Esto me excitó mucho y me hizo olvidar el cabreo que tenía con ella. La besé y tiré suavemente de su vestido para que se le saliera la teta. No sé por qué pero me gustaba pensar que podían verla así. Cuando bailábamos nunca me dejaba pasarme de la ralla pero esta vez parecía hipnotizada. Tenía la teta derecha completamente a la vista y parecía no darse ni cuenta. Me besaba como si quisiera arrancarme la boca y jadeaba. En un momento que nos agachamos bailando metí la mano en su entrepierna y la encontré empapada y ardiendo como nunca. Tenía todos los muslos mojados. Le hice el tanga a un lado y le metí un dedo.

Como si le hubiera quitado el hechizo que tenía, se levantó y se recolocó el vestido. Me dijo que estaba muy cachonda, que nos fuéramos a follar. Nos pusimos a despedirnos de la gente.

Yo estaba deseando salir de ahí. Cuando terminé de despedirme de los dos amigos que conocía ya de antes, me di la vuelta buscando a Ana pero no la encontraba.

Pregunté a otro de sus amigos y me dijo que se había ido a mear.

¿Pero no nos íbamos ya?

En fin. Le agradecí la información y salí en busca de Ana.

Continuará