Esa noche estábamos realmente excitados.

Por la mañana, en la facultad sólo nos podíamos haber regalado caricias y besos a escondidas en cualquier rincón, pero aquella noche en la habitación del hotel, los dos al mirarnos sabíamos que ahora nada ni nadie pararía nuestra pasión y lujuria.

Ella llevaba puesta una de sus faldas negras cortitas, casi minifalda, y unas medias también negras muy tupidas que no dejaban ver nada más que la silueta de sus bien formadas piernas, duras y fibrosas aún pese a la edad.

Zapatos negros con tacón agudo que la hacían un poco más alta. Chaqueta roja de terciopelo y camisa de seda transparente.

Me acerque a ella muy despacio y cogiéndola su pequeña cabeza, la sostuve fuertemente mientras que nuestras lenguas jugaban sabrosas y muy excitadas.

Decidí que debía probar su sexo ya sin esperar más, así que después de introducirla lo más profundo mi lengua en su boca, baje lentamente besando por encima de su ropa hasta quedarme de rodillas mirando su falda en el sitio exacto donde sé que me esperaba su exquisito coñito.

Ella sabía lo que estaba a punto de hacerla porque con sus manos intentaba acercar mi cabeza a su pubis, pero yo me resistía, quería retener el momento previo al goce de esa mujer.

Cuando ella ya no podía más medio enfadada medio pensativa de por qué no atacaba su conejito me acerque raudo como un galgo a mi presa y empecé a acariciar su trasero por encima de la falda, ella movía sus caderas al compás acariciándose con mi cara su coño.

Pasé mis manos por debajo de su falda y empecé a tocar sus medias y tanga ya bien calientes por la excitación, la levante la falda hasta la cintura y baje sus medias y tanga hasta los pies, ella se los quito con rapidez deseosa de mí.

Me quedé parado mirando ese sexo que tanto me gustaba lamer y relamer, lo tenía como siempre recortado por los lados pero mantenía el suficiente bello para que lo tapara sus escuetos tangas, sus labios estaban algo hinchados invitándome a degustarlos y su clítoris ya se había vestido de un color carne intenso bien mojado.

La acaricié los muslos notando la suavidad y tersura de su piel, ella miraba al techo de la habitación con los ojos cerrados como si quisiera así aumentar las sensaciones que estaba sufriendo.

Mientras que la acariciaba la fui llevando lentamente de rodillas hacia la mesita de la cama y tras apartar la lámpara y demás cosas que en ella había la senté al borde de la misma, apoyada sólo con su trasero, dejando sus piernas y coñito más al alcance de mi boca llena de saliva por su comidita.

Me cogió la cabeza una vez más y me acerco lentamente a su sexo, cuando lo tenía a menos de 5 centímetros yo me detuve una vez más, ella estaba realmente excitada, su respiración había aumentado, y estaba gimiendo aun cuando ni siquiera había empezado a tocarla.

Deslice mis manos por sus piernas acariciando la cara interior de sus muslos hasta casi llegar a sus ingles, su piel se estremecía al paso de mis manos, coloqué una de sus piernas en mi hombro echándola un poco más hacia atrás con lo que en esta posición provocó que sus labios se abrieran dejándome ver la perla del placer que cualquier hombre desea saborear una y otra vez.

Coloqué la otra pierna encima del otro hombro y ella las colocó ya casi donde empiezan los brazos por lo que su abertura fue total debió a que Mari Carmen es más bien pequeña.

Sabía que ese era el momento así que empecé dándola besos en sus labios mayores y pasando mis mejillas por su rajita. Su calor era enorme y no olía excesivamente a flujos, cosa que me encanta ya que soy bastante escrupuloso en ese sentido, con mi mano izquierda mientras sostenía una de sus piernas con la derecha empecé suavemente a acariciar su culo, muy muy lentamente hasta llegar a su ano limpio y bien suavecito, lo acaricié también hasta que lo pasé sobre si vagina para mojarme bien los dedos; una vez mojados volvía a su ano e introduje uno haciéndola gemir con todavía más pasión después de uno, introduje otro y empecé a jugar con ellos en las paredes de su ano.

Como es comprensible al principio siempre intenta echar al agresor los músculos anales de cualquier mujer pero luego ya más relajada, disfrutaba como una niña con muñeca nueva.

Me estaba haciendo polvo el cuello de intentar alejarlo algún centímetro de su coño así que después del esfuerzo, la dí lo que ella quería. Introduje mi lengua en su vagina con si fuera un pequeño pene pero dirigible y saboree sus paredes vaginales, ella no paraba de gozar como nunca lo había hecho.

Después de diez minutos de comidita de vagina ataque a su clítoris con toda avidez rodeándolo de mi boca, dándole unos besos succionadores que lo hacían crecer una y otra vez, la excitación lo había llevado a un estado ya de color morado pero no abotargado sino muy sensible a mis acometidas, mi mano iba de su ano a separar sus labios para poder darla aún más placer.

Ella aguanto en esa situación más de veinte minutos y ya cuando su ano, vagina, clítoris, mis dedos mi lengua eran una maraña de saliva y de flujos estalló en un orgasmo increíble que la hizo poner los ojos en blanco del placer que sentía.

Mi boca y mis dedos se llenaron de su corrida de flujos y yo ya subí a su boca para que pudiera saborearse a sí misma, saborear su esencia de mujer.

Como podéis imaginar la historia no acaba aquí, pero eso ya lo contare en otro momento.

Mujeres apasionadas por los relatos eróticos, y por vivir experiencias con chicos jóvenes como yo, mandarme un email diciéndome si os ha gustado mi relato o si queréis vivir experiencias así conmigo. Agradeceré fotos. Un beso a todas en vuestros labios.