No pasaban ni 5 minutos de la hora acordada y allí estaba Javier, en la puerta de la habitación del hotel donde habíamos acordado la cita a ciegas. Estaba nervioso, pues era la primera vez que lo hacía con una milf como mi mujer, a la que no conocía de nada, tan solo por las fotos que yo le había enviado. En ninguna se le veía la cara pero en todas ellas se observaba el escultural cuerpo de Nuria: fotos de su coño, con lencería, vestida, desnuda, con tacones, siendo follada, después de ser follada… Un juego fantasioso en el que involucré a Javier durante las últimas semanas, correspondiéndonos éste con videos en los que se pajeaba y corría encima de las fotos de mi mujer.
Nervioso, introdujo la tarjeta en la ranura para abrir la puerta, habíamos convenido que Nuria lo esperaría atada a la cama en la posición de perrito, atada por sus cuatro extremidades y vestida exclusivamente con liguero, medias y tacones, un plug anal metido en el culo y con los ojos vendados.
Tras oír el clac de la puerta la abrió lentamente encontrándose a mi mujer tal y como habíamos acordado. No necesitaba excitarse más, el empalme que llevaba desde hacía varias horas era total, la polla ya la tenía dura, y tras saludarme a mí, sentado en la butaca de la habitación, con una encajada de manos, se dirigió sin hacer ruido hasta Nuria, se arrodilló y acercando su cara a su coño y su culo totalmente expuestos besó sus labios vaginales muy despacio y con mucha ternura, recreándose en ese coño que tantas pajas le había generado las últimas semanas. Besó todo su coño, sus manos se acercaron a su culo cogiendo ambas nalgas y separándolas para así continuar besándolo. Conforme iba recorriendo sus zonas erógenas iba notando como Nuria se estremecía. Siguió besando su culo, subiendo por la columna vertebral hasta llegar a la zona de la nuca donde, apoyando su peso encima de la espalda, besó la parte trasera de su cuello. Se retiró unos segundos intercambiando una mirada conmigo, no hizo falta que nos dijéramos nada, solamente nos sonreímos. Javier se volvió a arrodillar frente al coño de Nuria, que seguía atada y esta vez sí, después de volver a besar sus labios vaginales, sacó su lengua y empezó a recorrer su peludo coño de una forma muy sutil. Una excitación muy parecida a la de Javier debía tener mi mujer ya que desde el primer momento que se acercó a su pubis notó el calor que desprendía. El primer suspiro de Nuria fue automático en cuanto notó el contacto de la lengua de Javier con su húmedo coño. Pese a no ser una situación totalmente nueva para mi caliente mujer ni para mí, los dos estaban muy excitados, se entendían muy bien y habían aprendido a disfrutar del sexo solos o en compañía, dando rienda suelta a sus fantasías.
Empezó a masturbar el coño de Nuria -tenía claro antes de entrar que el primer orgasmo se lo iba regalar de esta manera-, no tenían ninguna prisa, iban a disfrutar de una larga sesión de sexo si las cosas salían bien.
Siguió chupando su coño mientras que sus dedos empezaron a jugar con los bordes del plug anal generando tensión en la zona. Nuria gemía cada vez más, el orgasmo se acercaba, no la hizo sufrir y aceleró los movimientos de su lengua y los de sus dedos jugando con el plug. Mi mujer comenzo a gemir y a gritar «¡Me corrooooo… Me corrooooo, Javierrrr! ¡Hijo de puta, me corrooooo! ¡Sigueee, sigueee… Me encanta tu lengua! ¡No pares de comerme el coño, por Diosss!», corriéndose majestuosamente y soltando una gran corrida mientras que Javier pasaba su lengua de nuevo por su coño saboreando tanto como pudo sus jugos vaginales.
Mi madura puta y zorra tenía totalmente excitado a Javier desde la primera foto que yo le había enviado en lencería. Después del primer orgasmo y con Nuria recuperando el aliento se subió a la cama buscando su cara con la misma dulzura con la que le había comido el coño hacía unos minutos. Tras un corto beso apasionado se retiró, dejándola con el beso a medias, se puso de pie encima de la cama desabrochando el botón de su pantalón y bajando su bragueta para poder liberar su dolorida polla. Ella no veía pero sí
que pudo oír el ruido delante de su cara. Con una voz entrecortada por la excitación le preguntó a Javier que si quería que le chupase y mamase la polla; él, sin contestar a su pregunta, la acercó directamente a su cara y ella se la comenzó a mamar de inmediato.
Javier se dio cuenta de la incomodidad de la situación y con un gesto me pidió a mí, que ya había empezado a pajearme, que desatara a mi mujer y empezara a comerle el coño. Tras soltar sus ataduras ocupé la posición que Javier había dejado libre para empezar de nuevo a comérselo con pasión desmedida. No fue nada complicado volver a hacerla gemir porque continuaba excitadísima. Tras unos pocos minutos de buenísima mamada a Javier y comida de coño a ella por mi parte, Nuria empezó a correrse mientras aceleraba la mamada a Javier, éste ya no pudo aguantar más, sacó la polla de la boca y se dirigió hacia su culazo a cuatro patas, corriéndose abundantemente encima.
Nuria se dió la vuelta y se acostó sobre su espalda para tomar aire después del segundo orgasmo y la extraordinaria mamada que le acababa de hacer a Javier, mientras que él, por su parte, continuaba cachondo y su polla tiesa por lo que, sin perder el tiempo, se situó frente a las piernas de Nuria separándolas un poco e introduciendo de golpe su polla en el ya muy mojado coño de mi mujer. La metió de golpe, procurando no hacerle daño, y un nuevo suspiro salió del interior de mi mujer. Un poco cansada de la venda en los ojos, ella acercó las manos a su cara y la retiró por completo, observando por primera vez al hombre con el que llevaba varias semanas fantaseando junto a su marido.
Tras unos minutos follándole a Nuria su peludo coño, me acerqué a mi mujer, que entendió perfectamente que yo buscaba descargar mi corrida encima de ella, como tanto le gustaba. No necesitó mamármela y chupármela viciosamente mucho tiempo para provocarme una corrida bastante ruidosa en su boca y encima de sus maravillosas tetas.
Javier continuó follandose el coño de mi mujer y hábilmente, con un par de dedos, agarró el plug retirándolo suavemente y con delicadeza de su culo dilatado por años de experiencia en el sexo anal. Tal y como lo retiró, cogió un cojín situándolo debajo de la cadera de Nuria con tal de facilitar su próxima misión que no era otra que follarse el culo por el cual había suspirado tanto. Con sus brazos, Javier elevó las piernazas de mi mujer para dejar totalmente expuesto su culo. Con lo excitada y dura que tenía su polla sabía que no le iba a costar mucho meterla en el orificio. Se la cogió con la mano y la dirigió directamente a su culazo presionando su entrada. No le costó mucho y la metió hasta el fondo, empezando a bombearla mientras que ella se encontraba ya fuera de sí por el gustazo y el placer inmenso que estaba recibiendo. Toda la delicadeza anterior con ella ya era historia porque tenía delante suyo un culazo increiblemente sexy por el que tanto había suspirado y ella vestida solo con preciosas medias, liguero y tacones.
Nuria empezó a gemir rápidamente mientras le decía «¡No pares, hijo de puta. No pares. Fóllame así, por Diooosss. Jodeeerrr, qué gustazo, cabrón. Qué polla más cojonuda tienes!», diciéndome a mí «Cari, mi vida, ¿estás viendo cómo me folla este hijo de la gran puta…? ¡Me encanta, cari, mi amor, me encantaaaaa!». En un momento de cordura Javier, me pidió que hiciese el favor de follarme el coño de mi mujer como se merecía mientras él le follaba el culo. De pie aunque con dificultad por la postura yo le follaba el coño y sin más los tres nos corrimos a la vez con la excitación que la situación nos producía.
Finalmente y tras retirar nuestras aún duras y tiesas pollas de una jadeante Nuria empezaron a salir fluidos de su coño y de su culo que cayeron encima de las sabanas. Cada uno por nuestro lado nos tendimos en la cama al lado de nuestra viciosa, zorra y puta hembra mientras ella nos correspondió con un largo y profundo beso a cada uno por el placer recibido.