Capítulo 3
CAPÍTULO TRES
Aquellas tres muchachas siempre salían juntas para ir al trabajo. Trabajaban en el gran hotel, donde siempre encontraban como apagar sus fuegos uterinos, que no eran pocos, a las tres les encantaba follar. Ese día como tantos otros llegaron al vestuario y se vistieron con sus uniformes de trabajo, por supuesto sin ropa interior. Todas eran camareras de planta y a primera hora les tocaba hacer habitaciones. Tenían hospedado un equipo de baloncesto de la universidad de Tennessee, por lo que ese día habían pedido hacer ellas esa planta. La primera en entrar en acción fue Almudena, esta entró sin llamar en una habitación, cosa mal hecha, y se encontró a un chaval de unos veinte años con una enorme polla en la mano. Almudena que a sus cuarenta y cinco aún se mantenía muy bien, se quedó un poco paralizada, esa polla era descomunal.
- Perdón, señor, perdón.
- Tranquila, ven acércate.
- Almudena se acercó y con sus ojos terriblemente abiertos, preguntó.
- ¿puedo?
- El muchacho meneo su cabeza afirmativamente.
Almudena metió esa barra de carne en su boca. Tuvo que abrir esta con gran esfuerzo y consiguió meter su cabeza en su boca. Su boca y su coño manaban la misma cantidad de flujos. Almudena se esforzaba en abrir su boca para que ese monstruo entrase en ella, pero poco podía hacer. Jamás había visto una cosa igual, cerca de veintisiete centímetros y posiblemente ocho de grosor. Estaba alucinada y caliente, muy caliente, menuda suerte, o eso pensaba ella. Se afanó en la felación haciéndolo, lo mejor que sabía. Chupaba los huevos y subía por ese interminable mango hasta rodear la cabeza con su lengua e introducía lo que buenamente podía en su boca. El muchacho gemía, sujetando su cabeza e intentando meter más su polla aun que se le clavaban los dientes.
- Desnúdate.
Almudena se levantó de la cama y se deshizo de su uniforme que quedó arrebujado sobre la alfombra.
Sujetándose la polla y mirando risueño a Almudena le dijo.
- Ven métetela, ábrete, ya te follare yo luego.
Almudena se subió a la cama, lo miró y sujetando esa dura polla la fue acercando lentamente a su coñito. Este se abrió baboso y engulló con gusto el capullo de esa polla. Almudena se paró, respiró hondo y siguió bajando por ese ariete que le iba abriendo su coño como si fuera la primera vez. Sintió como el roce con las paredes de su coño, le producía un cierto placer y dolor, un dolor extraño, casi placentero. Siguió bajando y cuando ya tenía la mitad dentro, paró, empezó a subir y bajar, pero tenía que hacerlo despacio, esa polla le desgarraba por dentro.
Por su parte el muchacho tenía que contener su ímpetu, ganas le daban de clavar de una su polla en Almudena, pero sabía que eso la desgarraría y ahí terminaría todo, sabía que tenía que ir muy despacio y por eso la dejaba a ella. Con sus propias manos, la irguió, sacó su polla de ese estrecho coño y la llenó con su propia saliva al igual que el coño de Almudena.
Ahora cuando Almudena volvió a dejarse empalar por esa polla, el placer fue mayor, la polla resbalaba mucho mejor. Esta vez consiguió meter tres cuartos de polla y sus ojos estaban casi en blanco.
- Ayúdame cabrón, ayúdame.
El muchacho la sujetó por su culo y empezó a moverse muy lentamente, poco a poco el coño de Almudena fue lubricando. La penetración para los dos era mucho más placentera.
Almudena notó como esa polla llenaba su coño, como lo estiraba y como, ahora sí, le proporcionaba un gran placer, tanto que ni se dio cuenta que la tenía entera dentro. El muchacho la mantenía en vuelo y le daba con fuerza desde abajo. Almudena con sus ojos en blanco pedía más y más y más rápido y más hondo y se corrió. Se corrió sentándose sobre esa polla que le había llegado donde ninguna polla le había llegado. Se apoyó sobre el pecho del muchacho y bamboleándose adelante y atrás, volvió a correrse otra vez. Miró al muchacho, bajó a su boca y lo besó.
- Aún no te has corrido, hazme lo que quieras, menos el culo, me partirías en dos.
El muchacho la acercó al borde de la cama, la puso en cuatro y él de pie tras ella empezó a meter su polla despacio hasta tenerla entera dentro. La sacó y la metió lentamente durante unos minutos. Se agarró a las caderas de Almudena, le azotó el culo con fuerza y aceleró, le azotó otra vez y otra y otra, hasta tomar un ritmo frenético que tenía a Almudena intentando escapar de esa polla. La sujetó por sus muñecas, la levantó, la clavó la polla hasta el fondo y empezó a darla sin compasión, fuerte, muy fuerte. Almudena gritaba, lloraba, se iba en jugos y estaba a punto de volverse loca, cuando él le clavó la polla en lo más hondo y se vacío en ella, mientras ella ahora bailaba sobre esa polla, recogiendo sus jugos y proporcionándole muchos más jugos. Almudena quedó rota sobre la cama y tardó unos buenos minutos en recuperarse, ese día ya no follaría más.
Encarna, era una muchacha de veintitrés años, gordita con unas grandes tetas y gracias al nuevo mundo, disfrutaba de su cuerpo como siempre le había gustado. Esa mañana se acercó a la mil cincuenta y uno, llamó a la puerta y le dieron paso.
- Perdón soy la camarera, vengo a hacer la habitación.
Dos robustos e impresionantes muchachos le sonreían con las toallas anudadas a la cintura. Encarna los miró y se ruborizó, ¡estaban tremendos, vaya cuerpazos! Ellos la miraron, el rubio con lujuria y pudo notar como la toalla tomaba diferente forma.
Encarna al verlo empezó a lubricar y por sus piernas desnudas ya corría una ligera gota de flujo. El moreno retiró la toalla dejando libre una fina polla de poco más de quince centímetros. Encarna abrió la boca y soltó las toallas que llevaba en la mano. Se acercó al muchacho y lo acarició desde su pecho hasta sujetar con su mano su polla. Sus ojos estaban fijos en el rubio. Lo miró, le guiño un ojo y soltó su toalla. Ante ella apareció una gordita polla de dieciocho centímetros.
Lentamente Encarna se fue dejando caer hasta tocar el suelo. Miró al moreno a los ojos y lamió su polla, una, dos, tres veces y la introdujo en su boca. Era fácil de engullir, pues era fina y no muy larga. Su garganta le dio paso y ahí la estuvo follando unos segundos. Tras esta pequeña felación, pasó al rubio, esa polla le costó más tragarla, era gorda y un poco más larga, pero lo consiguió, la introdujo hasta su garganta y ahí la follo. La sacó, miró al rubio y le dijo
- Fóllame
Mientras el rubio se colocaba tras ella, Encarna se metió la polla del moreno en la boca, se sujetó apretando sus nalgas y empezó a follarse la boca. El rubio sujetó su dura polla, la pasó por el coño de Encarna y le azotó este con la polla. Encarna gimió con la polla del moreno en la boca. El rubio apuntó y de una se la clavó hasta los huevos. Encarna se metió la polla del moreno hasta el estómago y dio una gran arcada. Esto provocó que apretara con fuerza la polla del rubio en el interior de su coño. El rubio gimió y arqueó su cuerpo para intensificar la penetración.
Tanto la boca de Encarna como la polla del rubio iban a toda velocidad, esto auguraba un final rápido. Encarna, paró, se sacó la polla de la boca y dijo.
- Rubito, guapo, túmbate que quiero que me folléis a la vez.
El rubio se tumbó y encarna se clavó esa polla que le entró como un misil hasta tocar con su clítoris la base de la polla.
- Ahora tú, métemela por el culo.
El moreno se puso tras encarna, le apretó la polla al culo, escupió en su mano y embadurnó el culo con ello. Su fina polla entró sin problemas hasta el final. El gordo culo de Encarna, se la comió entera.
- Joder que bien aprieta este culo.
Encarna empezó a moverse con las dos pollas en su interior. Le gustaba esa sensación de sentirse llena y el placer que le proporcionaban las dos pollas, era sublime. Con su esfínter oprimía la polla del moreno, mientras el rubio se las apañaba para follarla con fuerza. Los dos muchachos se afanaban en la penetración, disfrutando de ella y volviendo loca a Encarna. Encarna se clavó las dos pollas con fuerza y empezó a correrse, su boca buscó la del rubio y temblando le dio un beso muy largo y muy húmedo. El moreno no aguantó más y se corrió en su culo. El rubio se salió de Encarna, y tumbada en el suelo como estaba, le clavó su polla en el culo. El semen de su amigo hacía de lubricante.
Estiró sus brazos, abrió sus piernas y como si de unas flexiones se tratara, empezó a follarse con ganas el culo de Encarna que gritaba pidiendo más y más. Al tener ella las piernas cerradas, su culo oprimía la polla con más ganas lo que producía más placer al chaval que un minuto después se corría en su culo. El rubio cayó sobre la espalda de Encarna que lo movió a un lado y se salió de la penetración, se levantó y fue a la ducha.
Ángela es la más joven de las tres, acaba de cumplir los dieciocho y como no quería estudiar, su padre le buscó ese trabajo, donde un buen amigo era el director. Ángela aún recordaba aquel día donde su padre y el director, le hicieron una doble penetración antes de firmar el contrato. Ángela es una muñequita, uno sesenta, poco más de cuarenta y cinco kilos, muy menudilla, culito redondito y terso y tetitas casi inexistentes, pero con unos pezones prominentes que parecen dos pirámides.
Llamó a la habitación mil cinco. Una voz varonil le dijo que podía pasar. Entró y se encontró a un apuesto hombre de cerca de cuarenta años, alto y fornido y con una polla interesante, unos dieciocho centímetros y bastante gorda.
- Perdona que te reciba así, pero nunca me visto en los hoteles.
Ángela se acercó y suavemente le dijo.
- No es ningún problema, al contrario, tienes un bonito cuerpo.
Se acercó más a él y acarició sus nalgas, primero una y después la otra. Notó como esa polla iba tomando forma y como se hinchaba lentamente. Le dio la vuelta y acarició su rostro, mientras acercaba su boca a los pezones del hombre. Besó estos con ternura, mientras su mano recorría su pecho. Bajó a por su polla ya casi al máximo y la meneó en su manita muy despacio. Lo besó, mientras mecía con todo el cariño la gorda polla en su mano. El devolvió el beso con pasión, mientras sujetaba su cabeza entre sus manos.
Ángela se deshacía entre los brazos de ese hombre que le proporcionaba una gran seguridad. Él le dio la vuelta y soltó uno a uno los botones de su vestido, dejando caer este sobre la alfombra de la habitación. Besaba su cuello a la vez que acariciaba sus dos pezones con sus grandes manos. Por su parte Ángela, aún no había soltado la polla y seguía masturbándolo.
El hombre le apretó los pezones, duros y erguidos, los apretó fuerte y después se los acarició. Angela gimió y un escalofrío recorría su espalda, cada vez que el hombre apretaba y acariciaba sus pezones.
Angela movía su culo, frotándose esa dura polla. El hombre la cogió en sus brazos separándola del suelo. La elevó y la acercó a su cuerpo. Angela dirigió la polla a su coño y se dejó ir entre los brazos del hombre. Este la dejó caer lentamente hasta que la tuvo clavada entera. La sujetó por debajo de sus axilas, a la vez que ella se sujetaba con fuerza a su poderoso cuello. La balanceaba, clavando su polla hasta lo más hondo. Ángela gemía y temblaba sobré los potentes brazos y la dura polla. Los orgasmos se sucedían en el pequeño cuerpo de Ángela que gritaba que no parase, que no parase. Nunca le habían follado así y la estaba volviendo loca de placer. Lentamente el hombre fue depositándola sobre la cama, sin sacar su polla, levantó sus piernas hasta sus hombros y la follo muy lento. Veía ahora en sus ojos el placer y el goce de Ángela. El hombre aguantaba lo que podía viendo como Ángela se corría una y otra vez entre sus brazos, hasta que esta quedó inconsciente de tanto placer, se tumbó junto a ella abrazándola, mientras está temblaba, hasta que se recuperó.
- Jamás me había follado así, me he vuelto loca, ya no podía más. Quiero chuparte la polla.
Ángela se deslizó sobre el cuerpo del hombre hasta quedar de rodillas entre sus piernas. Besó sus huevos y subió lamiendo la polla hasta meterla en su boca. Movía su cabeza arriba y abajo introduciendo cada vez un poco más de polla. Le costó tragarse la mitad, era muy gorda y apenas le cabía en la boca. Notaba que el hombre estaba a punto, pero quería que la follara fuerte, duro, que le rompiera el coño y si tenía fuerzas, después el culo. Ese tío era un muy buen follador y quería aprovecharlo al máximo.
- Fóllame, fóllame fuerte y si puedes, después me rompes el culo.
El hombre sorprendido por el ímpetu de la muchacha, la puso en cuatro y se la clavó de una. Sujetó a esta con fuerza por sus codos y le dio fuerte, con todas sus fuerzas. Angela esta vez experimentó el squirt por primera vez y lo mandó parar.
- Para, para, que me matas, para.
El hombre paró y Ángela se dejó caer sobre la cama. Recogió sus piernas sobre su pecho y ahí, acurrucada, retomo fuerzas. El hombre se tumbó tras ella apretando sus prominentes pezones. Cada vez que el hombre apretaba, Ángela temblaba. Hasta que, sujetando su polla, la dirigió a su culo, apuntó a su agujerito y ella misma se penetró.
- Hasta el fondo, clávamela hasta el fondo.
El hombre dio un golpe a sus caderas y su polla entró en ese culo hasta los huevos. Angela gritó y ella misma empezó a moverse. Tras unos minutos moviéndose gritó de nuevo.
- Vamos, clávamela, rómpeme el culo, haz que me duela toda la semana.
Obediente él, la sujetó por su tripa y apretándole con fuerza se la clavó duro, muy duro mientras con la otra mano apretaba con fuerza su pezón. Esta vez, ambos se corrieron a la vez.
Ángela volvió a explotar en un squir que esta vez mojó toda la cama y él, en interminables chorros que llenaron el culo de Ángela.
Cuando la polla del hombre salió flácida de su culo, Ángela se giró y besó con dulzura al hombre mientras notaba como de su culo no paraba de salir el esperma de ese macho.
A la salida las tres muchachas se reunieron para volver a casa. Se contaron sus aventuras de ese día y las tres alucinaron de la buena suerte que habían tenido.