Capítulo 5

-¡Ay, joder!!!¿qué haces? -le dije excitado y cabreado-

-SShhh, calla zorrita -me contestó con un tono que no terminaba de entender- Vi que el Señor A te dio un guantazo en la nalga antes de cambiar de pareja, y por tu cara vi que te excitó.

Me agarró de las caderas, colocó su capullo en mi ojal y fue metiéndola lentamente, pero sin pausa, hasta que tenía todo su nabo dentro de mi culo. Comencé a gemir, me encantaba tener su polla dentro, dejó de moverse mientras acariciaba mis nalgas. Yo estaba muy excitado, comencé a moverme hacia delante y hacia atrás, sin sacarla completamente de mi culo. Sus manos buscaban mi polla, mis huevos…los acariciaba para soltarlos después. Me la sacó y me dejé caer sobre la cama, se tumbó encima besándome el cuello, me giré completamente. Parecíamos unos adolescentes, con una calentura increíble. Nuestras bocas se tocaron, nuestras lenguas se enredaron, lo eché a un lado y me puse sobre él, me coloqué entre sus piernas sin parar de comerle la boca. Quería estar dentro de él, mi polla buscaba su ojal y él me lo ofreció levantando un poco sus caderas. Con la mano llevé mi verga hacia la entrada de su culo, le levanté las piernas poniéndolas sobre mis hombro…ya su culo quedaba a mi merced. Apreté mi cadera contra sus nalgas y notaba como mi polla se abría paso por su ojal, como su ojal iba cediendo a la presión a la que lo estaba sometiendo. Entró mi capullo, sin parar seguí empujando hasta tener toda mi verga dentro de él. Gemíamos y jadeábamos, nuestras respiraciones estaban muy aceleradas, notaba como mi polla salía y entraba del culo de Carlos. Bajó sus piernas de mis hombros, yo le besaba, besaba sus pezones que estaban de punta y volvía a su boca.

-¿Te gusta así, cabrón? -le pregunté con la respiración entrecortada- Quiero reventarte el culo…

-Ufffff -me dijo entre gemidos- sabes cuánto me gusta tenerte dentro y no se te ocurra parar, quiero que me preñes.

Le agarré de los muslos tirando de ellos hacia mí al ritmo de mis embestidas. Cogió una de las almohadas y la puso debajo de la zona lumbar de su espalda, así le quedaba el culito levantado y haciendo que la follada se hiciese con menos dificultad. Lo observaba atentamente, su cara reflejaba todo lo que sentía, todas las emociones que tenía mientras se la clavaba. Su polla, dura como una viga, segregaba líquido preseminal a raudales, un hilo constante de éste le caía sobre el vientre al ritmo de mis movimientos.

-Dios, sigue cabrón, siiigueeee -me gritaba levantando un poco la cabeza- Me queda poco para correrme.

Le agarré la polla sin meneársela, notaba como empezaban las convulsiones antes de la corrida, muy levemente. La solté y le acaricié los huevos acelerando los movimientos. Mi concentración era extrema, no quería correrme aún. Me concentré en los sonidos, los gemidos de Carlos, el sonido de mi polla saliendo y entrando de su culo, mi respiración agitada, quizás con algunos gemidos y los golpes que daba el cabecero de la cama contra la pared.

-Sí, sí, síiiii, me corrooo -me dijo comenzando a soltar su leche-

Notaba en mi polla las contracciones su culo mientras se corría, su esfínter apretaba y soltaba el tronco de mi polla de manera rítmica. El primer trallazo de semen cayó sobre su pecho, le agarré la polla para dirigirlo, pero con mis embestidas aquello caía donde le daba la gana. Algunos trallazos más cayeron sobre su pecho, otros en su barbilla y alguno sobre las sábanas.

Le saqué la polla, su cara era de completa felicidad, me sonreía. Me tumbé sobre él, llenándome el cuerpo de mi semen, para besarlo, comerle la boca.

-No sabes el placer que me das -me dijo medio riéndose- Nunca he sentido ni disfrutado el sexo con nadie como contigo.

-Ummm, eso hace que mi ego suba muchos enteros -le dije riéndome-

Me giré hacia la pared, dándole la espalda. Se pegó a mí, haciendo la cucharita, notaba su polla morcillona entre mis nalgas. Besándome el cuello se acercó a mi oído.

-Prepárate, ahora me toca a mí darte mmmmmm -me dijo excitado, notando yo esa excitación en la herramienta que tenía entre mis nalgas-

Me acomodé echando el culo hacia atrás, me tenía cogido por la cintura mientras su boca besaba mi cuello. Su otra mano acariciaba mis nalgas y la llevaba hasta mi polla, me la tocaba como queriendo comprobar el estado de excitación que tenía, que era muy alto. Me agarró la polla y comenzó a meneármela despacio mientras notaba como su polla encontraba mi ojal. Él apretaba sus caderas contra mis nalgas mientras yo apretaba mi culo contra su polla. Noté que comenzaba a entrar, a pesar de haberse corrido hacía unos minutos, su polla comenzaba a ponerse dura de nuevo.

-Ummm cabrón, veo que te gusto demasiado -le dije muy excitado- Te has corrido hace nada y ya la tienes dura de nuevo. Clávamela ya, que no aguanto.

Su capullo fue entrando sin resistencia alguna, notaba como entró completamente, como se abría paso dentro de mí. Su tronco seguía entrando hasta que sus huevos se pegaron a mis nalgas. Me tenía empalado, lleno de él. Se puso a moverse despacio, acelerando el ritmo al ritmo de mis gemidos, o mis gemidos iban al ritmo de sus movimientos…. Yo giraba la cabeza para besarlo, me daba su boca, su lengua que enredaba con la mía. Con una mano me abría la nalga que no estaba apoyada en el colchón, yo aceleré mis movimientos contra su pelvis. Notaba que me quedaba poco, me agarró la polla y comenzó a meneármela mientras sus embestidas iban a más. Tuvo que notar que me quedaba poco para correrme, imagino que por el mismo motivo que lo noté yo antes de que él se corriera, por las contracciones de mi ojal en su nabo.

-Ya te vas a correr, putita -me dijo entre susurros- Voy a llenarte el culito de mi leche, voy a preñarte, cabrón.

Eso me puso a mil y mi polla se puso a soltar leche a borbotones, no paraba de gemir, estaba en otro mundo, en otra dimensión. Lo estaba disfrutando muchísimo cuando noté en mi interior un líquido viscoso y caliente inundándome, eso me trajo de vuelta, Carlos me daba unas embestidas tremendas, jadeaba, gemía, gritaba…Y yo, yo hacía lo mismo. Cuando acabamos, sacó su polla de mi culo, se derramó parte de su leche sobre la cama. No tenía fuerzas para levantarme, no podía. Había sido un polvo espectacular, Notaba como su leche iba saliendo de mi trasero lentamente, pero no me podía mover, los músculos no me respondían como yo quería.

-Joder Nico, que polvazo hemos echado -me dijo mientras me abrazaba y me apretaba contra él- No puedo moverme, me tiembla todo.

-Ummmm, parecía que hacía un viaje astral -le dije agotado- Estaba en otro mundo hasta que tus embestidas me han traído de vuelta. Quiero muchos polvos así. No sé qué pasará cuando nuestras mujeres regresen, pero no me gustaría que esto acabase aquí.

-Ya iremos viendo cómo hacerlo -me dijo aun recobrando el aliento- por ahora no están, así que esto lo podemos repetir. Cambiando de tema, esta noche la pasaré en mi casa. Hace días que no paso por allí y no quiero sorpresas de ninguna clase.

Me giré y lo besé, en ese momento noté como la mayoría del semen de Carlos comenzaba a salir de mi culo, me tapé el ano con una mano y entre risas salí corriendo hacia el baño.

Una vez cambiadas las sábanas y puestas a lavar, y duchados y limpios (y en bolas los dos) nos sentamos en el salón. Cogí mi teléfono móvil y mandé un WhatsApp a Pedro.

-Hola Pedro, ¿qué tal vas? ¿Por dónde andas? Escríbenos cuando puedas.

En dos minutos sonó una notificación de WhatsApp en mi teléfono, era Pedro.

-Hola Nicolás, ¿cómo estáis? Acabamos de pasar Madrid, así que no queda mucho para llegar. Ya he hablado con mi hermana y estaba llegando a la estación de Zaragoza, me muero por verla y abrazarla. ¿Habéis vuelto a estar con Emilio y con Pepeca?

Le enseñé a Carlos el teléfono, lo cogió y escribió la respuesta.

-Sí, Pedro. Pero dijeron algo que nos extrañó, nos dijeron algo así como que “lástima que en breve…” y el otro contestó que se callara, que cuando a ellos les “digan” en plural, ¿sabes algo?

-Sé que hay más gente metida, más poderosos que ellos, ellos son unos mandados nada más, pero no sé ni cuantos son ni quiénes son y tampoco qué quieren. Lamento no poder ayudaros en eso, de verdad.

-Bueno, no te preocupes. Ya solucionaremos esto, ahora preocúpate en disfrutar con tu hermana y en enderezar tu vida. No eres mala persona, solo un chaval que ha pasado por unos baches. En un rato volveremos a preguntarte, no nos hables hasta que no te preguntemos, un beso enorme.

-Besos para vosotros, sois únicos y unas personas increíbles. Esperaré a que me habléis primero, cuidaros mucho.

Carlos y yo nos miramos, no sabíamos a quienes se referían con aquello, estaba claro que serían más de uno, pero no sabíamos nada más y no íbamos a presentarnos en el chalet a preguntar.

-Oye, podríamos salir esta noche a tomarnos algo -le dije con ganas de cenar fuera y tomarnos algo- ¿Te apetece?

-Esta noche me quedaré en mi casa, podrías pasar la noche en mi cama -me dijo guiñándome un ojo- Podríamos salir a cenar, tomarnos algo e ir a mi casa después, para dormir.

-Ummm, buena idea -le comenté- Me parece una idea genial.

Quedamos en que en un rato se iría a su casa para arreglarse y cuando estuviese listo se pasaría por mí. Nos entretuvimos una hora más o menos, pensábamos un restaurante para cenar, él eligió que sería un restaurante colombiano que llevaba abierto un par de meses, él ya había comido allí y me dijo que la comida estaba espectacular. Llamamos y reservamos mesa para los dos.  Una vez arreglado el tema del restaurante, decidió vestirse e irse para su casa. En cuanto se marchó, me metí en la ducha, me afeité todo (barba, pelotas, trasero…) y preparé la ropa que me pondría. Me decidí por algo sport, unos pantalones chinos beige, una camisa de lino azul y unos zapatos marrones. Me quedé desnudo esperando que Carlos me avisara antes de venir para empezar a vestirme, mientras me serví un vermut con hielo y me senté a esperar. A los 10 minutos aproximadamente me llamó para decirme que saldría por mí en 5 minutos. Me acabé el vermut y fui a vestirme. Me puse un slip de los que marcan bastante el paquete, de los que lo suben, y acabé de vestirme, me peiné echándome un poco de espuma, y me rocié de colonia. Estaba un poco nervioso, como si hubiese quedado con una chica. Al ratillo llamaron a la puerta, salí a abrir, era Carlos, entró en el salón. Iba con un pantalón vaquero azul oscuro, de una conocida marca americana, una camisa blanca remangada y una blazer de cuadros. Estaba espectacular.

-Joder tío -le dije mirándolo de arriba abajo- A ver con cuánta gente voy a tener que pelearme hoy, jajajaja.

-Qué exagerado -me dijo riéndose y mirándome por todos lados- Yo sí que tendré que pelearme con la gente, jajajaja.

Nos besamos y dándome un cachete en el culo me indicó que nos fuésemos ya. Salimos, cerré la puerta y nos montamos en su coche.

-Espera -le dije con el móvil en la mano- Primero vamos a preguntarle a Pedro, ya ha debido llegar.

Abrí el WhatsApp de mi teléfono y le escribí a Pedro.

-¿Hola Pedro, has llegado ya? ¿Estás con tu hermana? Espero que el viaje haya ido bien, sin sobresaltos. Nosotros no sabemos nada de estos dos tipos, solo lo que te contamos antes.

La respuesta fue inmediata.

-Holaaaa, sí. He llegado hace como 12 minutos y muy bien. Ya estoy con mi hermana que me ha dado una sorpresa, mañana tengo que presentarme en una empresa de seguridad para trabajar. Mi cuñado ya lo ha hablado con esa empresa, así que en breve estaré trabajando.

-Perfecto, no sabes cuánto nos alegramos, pero ya sabes…Donde tengas la olla no metas la polla, no sea que te pase como antes… Así que el sexo lo dejas para después de la jornada laboral. No te entretengo más, ya vamos hablando como siempre. Tú esperas a que yo te hable, ok? Un beso enorme y cuídate.

-Perfecto Nicolás, esperaré que me preguntéis antes. Tengo que dejaros ya, otro beso y mucha suerte.

Llegamos al restaurante 10 minutos antes de la hora prevista y nos pasaron sin problema. Dejé que Carlos pidiera cervezas para empezar, para mí me pidió una Tres Cordilleras Mestiza, que estaba insuperable, con unos toques de frutas tropicales que me supo exquisita. Él se pidió una BBC (Bogotá Beer Company) Monserrate Roja, que la probé y estaba muy buena, pero prefería la que había elegido para mí. Dejé que pidiera por mí la comida, no conocía la cocina colombiana hasta ese momento. Pidió varios platos: arepas, lechona, tamales…todo tan bueno que a día de hoy soy un enamorado de la cocina colombiana. Una vez acabamos de comer, imposible acabar con todo, nos fuimos a una zona de locales, para tomarnos unas copas. Entramos en el que estaba más tranquilo, tenía una terraza amplia, la música no estaba fuerte. Había un grupo de mujeres, de unos 30 años, en una esquina del local, dos parejas sentadas juntas, dos mujeres de unos 40 años en la barra y nosotros.

Nos sentamos y la camarera se acercó para que pidiésemos, Carlos se pidió un Gin Tonic y yo me pedí un Bourbon solo con hielo. En nada de tiempo volvió la camarera con las copas y con un cuenco con un rebujo de frutos secos, hablábamos de nuestras mujeres, de donde nos gustaría ir de vacaciones, etc, cuando se acercó una de las mujeres que estaban en la barra.

-Perdonad que os moleste -dijo un poco cortada- ¿sois de aquí?

-Sí, claro -se adelantó Carlos- ¿Necesitas algo?

-Veréis, estamos aquí por trabajo, es nuestra primera noche y no conocemos nada, ni donde está la zona de marcha, ni buenos sitios para comer…y en el hotel que estamos hemos preguntado, pero nos parece que no saben nada -contestó ya más tranquila-

-¿En qué hotel os alojáis? -me adelanté en preguntarle- Igual tampoco son de aquí los de recepción, jejeje.

-Jajaja, no había caído en eso, la verdad -dijo con una sonrisa preciosa- Estamos en el NH que está aquí al lado.

-Vale, bien y una pregunta muy importante -dijo Carlos- ¿Cómo te llamas?

-Ostras, lo siento -contestó riéndose y llamando con la mano a su amiga- me llamo Ana y mi compañera se llama Silvia. ¿Y vosotros?

-Mira, este es mi amigo Nico -contestó Carlos- y yo soy Carlos. Si os apetece podéis sentaros con nosotros en la mesa.

Ana y Silvia se acercaron a la mesa, Carlos y yo nos levantamos y nos presentamos dándole dos besos a cada una. Traían sus copas con ellas, Ana bebía whisky con cola y Silvia tomaba Brugal con cola. Se sentaron y comenzamos a charlar los cuatro muy animadamente.

Ana era una mujer de 41 años de Valencia capital, según nos contó, separada desde hacía 4 años, su marido era abogado y con una entrepierna bastante “ligerita de cascos”, se acostó con dos clientas, una de las secretarias del buffet y una amiga de él, “eso que yo sepa con seguridad” fueron sus palabras. Una mujer muy guapa, morena con ojos color de miel, un pecho lo suficientemente grande para llamar la atención necesaria pero justo para que cupiese en la palma de mi mano sin que sobrara demasiado, un culo que llamaba la atención por su movimiento y forma, y unas piernas que no tenían fin, en una palabra, Ana era un pibón. Llevaba un traje ajustado de color rojo de cuello vuelto que hacía que se le ajustara totalmente al cuerpo, haciendo que sus pechos llamasen la atención, unos zapatos de tacón de aguja rojos, que le estilizaban las piernas de una forma que abrumaba Era muy consciente del cuerpazo que tenía, y sabía lucirlo y sacarle provecho.

Silvia tenía 39 años, separada desde hacía unos dos años, no por infidelidades de ninguna de las partes, simplemente porque el amor se acabó o quizás no se casaran enamorados. También de Valencia capital, era castaña clara de pelo largo, recogido en una cola de caballo alta, los ojos negros, muy negros y una boca que invitaba a besarla. También con un cuerpo espectacular, llevaba un traje beige ajustado, con escote de barco que invitaba a asomarse a sus pechos que eran del tamaño justo, su culo era respingón y redondo, y sus piernas acordes con el cuerpazo que lucía.

Habían venido por un tema de trabajo, eran de la Autoridad Portuaria del Puerto de Valencia, y venían a unas jornadas de mercancías en los puertos o algo así. Se quedarían hasta el domingo, llevaban un día aquí.

Nosotros les contamos que éramos casados, que nuestras mujeres, que eran compañeras, estaban por trabajo en Tarragona y que no vendrían hasta como mínimo el lunes, estábamos de Rodríguez los dos.

-¡Vaya, qué peligro! -dijo Silvia- Dos varones como vosotros en libertad…

-Justo iba a decir lo mismo de vosotras -le cortó Carlos- jajajaja, esos cuerpazos y solas…ummm

-No estamos solas -dijo Ana- estamos con vosotros, y espero que la noche sea de las que hacen historia.

Carlos y yo nos miramos, con eso nos lo dijimos todo. Las copas fueron unas detrás de otras, hasta que a cierta hora decidimos marcharnos, serían como la 01:30 de la mañana. Salimos del local y nos dirigimos a otros locales de la misma calle, pero estaban a reventar, no había manera de entrar siquiera para pedir unas copas. Seguimos probando por las calles aledañas, pero con la misma suerte.

-La opción más efectiva que veo es ir a mi casa, tengo variedad de bebidas. -solté viendo que se pasarían las horas y no pudiésemos entrar en ningún sitio- Si no os incomoda el veniros a mi casa, podríamos seguir la charla allí.

-Por mí perfecto -dijo Ana- Prefiero un sitio tranquilo y sin mucha gente, tu casa me parece buena idea, aunque no la conozca.

-A mí también me parece bien -dijo Silvia agarrándose de mi brazo- Tengo un poco de frío.

-Pues nada, vámonos para tu casa -dijo Carlos- Voy por el coche y os recojo aquí mismo. Lo tengo en el parking de ahí enfrente.

Me quedé con ellas, charlando de tonterías, Carlos apareció con el coche a los pocos minutos. Iba a dejar que Ana se sentara delante.

-No, no, siéntate tú delante -dijo con un tono autoritario- Yo me siento con Silvia detrás.

Y así distribuidos en el coche nos dirigimos a mi casa. Les dije que en cuanto llegásemos, deberíamos ir en silencio, la vecina del chalet de al lado era muy cotilla, a lo que se pusieron a reír. Estábamos cerca ya de la casa, cuando Carlos me da un toque en la pierna, lo miré y me hizo señas de que mirase hacia atrás. Me giré y vi a las dos besándose, la mano de Silvia estaba sobre el pecho izquierdo de Ana, quien tenía una mano acariciando las piernas de Silvia. Carlos aparcó a unos 30 metros de mi casa, por el tema de la vecina cotilla, ellas se separaron y nos sonrieron.

-Perdonadnos -dijo Silvia- creo que se nos ha ido un poco la pinza con tantas copas.

-Tranquila -le dije- no pasa nada, no nos vamos a asustar a estas alturas…

-Eso digo yo -soltó Ana- La verdad es que lo estaba pasando bien, aunque para deciros la verdad, no es la primera vez que nos besamos, pero no hemos ido más allá.

-Vaya, esperemos que esta noche crucemos todos juntos “al más allá” -contestó Carlos-

Los cuatro nos echamos a reír. Llegando a la casa, nos quedamos en silencio, abrí la puerta de entrada al jardín y pasaron, después abrí la puerta y quité la alarma, entraron todos y cerré.

Ya dentro de casa, Silvia necesitaba ir al baño, la acompañé y cuando regresé al salón Ana estaba besando a Carlos. Ella me hizo un gesto con la mano para que me acercara, eso hice y se giró hacia mí, me cogió la cara y me besó en los labios. Me fijé que su mano acariciaba el paquete de Carlos, en ese momento sonó la cisterna del baño y en nada apareció Silvia.

– ¿Habéis empezado la fiesta sin mí? -dijo excitada- Nico, ponme al día de lo que ha pasado aquí, por favor.

-Será un placer, Silvia -le dije acercándome-

La besé, me pasó los brazos por encima del cuello, yo la agarré de la cintura y la atraje hacia mí, quería que notara como estaba mi polla de dura ya. Y la notó. Bajó su mano hacia mi paquete y lo acarició. Le puse mis manos en el escote del traje y lo bajé hasta la cintura, sus tetas salieron duras y mirando al techo, como mi polla. Sus aureolas eran oscuras y grandes, sus pezones estaban duros y me señalaban directamente, la piel de sus tetas estaba muy broceada, se notaba que como mínimo hacía topless. Metí mis manos por dentro de su traje y lo bajé hasta que cayó a sus tobillos. No llevaba ropa interior, no sólo hacía topless, indiscutiblemente hacía nudismo. Tenía el coño completamente depilado, lo acaricié por encima, estaba muy suave. Metí mis dedos por debajo, buscando esa entrada gloriosa. Llegué a entrar un poco con los dedos, estaba mojada. Ella me quitó el cinturón, desabrochó el pantalón y bajó pantalón y slips, mi polla salió como un resorte, la tenía muy dura y mojada. Silvia se arrodilló, giré mi vista hacia Carlos, estaba con la polla fuera, besando a Ana, que tenía el vestido subido por encima de las caderas, él le tocaba el culo y el coño mientras ella lo estaba pajeando.

-Un momento, por favor -dije bastante excitado, todos pararon y me miraron- Podríamos irnos a la cama, tengo una cama bastante grande en mi habitación, o vamos cada pareja a una habitación distinta.

-Yo voto por estar todos en una cama -dijo riéndose Carlos- No nos sentiremos solos, jejejeje

-Jajajaja, voto igual que Carlos -dijo Silvia con mi polla en su mano- Tener dos pollas es mejor que tener una, ¿no?

-Por supuesto Silvia -dijo Ana- También voto por una sola cama.

-Vale -dije levantando a Silvia del suelo y con los pantalones por las rodillas- Seguidme, vamos a mi cama.

Cuando llegamos al dormitorio, no sé cómo Silvia y Ana estaban totalmente desnudas mientras que Carlos y yo teníamos los pantalones bajados y las camisas puestas aún. Ellas aprovecharon eso para tumbarse en la cama y comenzar una sesión de sexo lésbico impresionante. Comenzaron por besarse, sus lenguas se enredaban dentro y fuera de sus bocas, las respiraciones estaban alteradas, muy alteradas, las de ellas y por supuesto, las de nosotros. Nos quitamos la ropa sin perder detalle de lo que pasaba sobre la cama, ellas nos miraban y más se tocaban la una a la otra, más se besaban, más calientes se ponían. Ana, que estaba arriba, se giró 180º, ahora su boca quedaba a la altura del coño de Silvia. Le abría el coño a Silvia para que su lengua llegase hasta el fondo. Carlos y yo comenzamos a tocarnos las pollas mientras mirábamos el espectáculo que nos ofrecían las dos, cada uno se tocaba su propia polla. Me acerqué a Carlos, que parecía que me esperaba, lo besé en la boca y se la agarré, comencé a pajearlo mientras él me acariciaba las nalgas, la polla, las pelotas…

-Una pregunta ¿sois bisexuales? -preguntó Ana-

-Sí, desde hace bien poco, pero sí -dije sentándome en la cama y asintiendo con la cabeza- Os podéis ir si queréis, os llamo a un taxi.

-Ni de coña me voy ahora, joder -dijo Ana- Nosotras también lo somos, y no hemos coincidido con dos tíos bisex aún y, como comprenderás, ahora no nos vamos a ir. Y venid aquí ya, joder. Tenemos más sitios por donde disfrutar

Me subí a la cama y me coloqué detrás de su culo. Desde donde estaba, veía la cara de Silvia comiéndole el coño a Ana, coloqué mi polla en su ojal y empujé. Fue entrando sin resistencia alguna en su culo, su respiración se hizo más intensa, más fuerte. De vez en cuando notaba la lengua de Silvia lamerme las pelotas, cosa que me excitaba bastante. Carlos se había tumbado entre las piernas de Silvia, su cabeza estaba entre sus muslos y por debajo de la de Ana, se turnaban para comerle el coño a Silvia que se puso a gemir en cuanto se percató que tenía a dos personas comiéndole el coño. Yo aceleraba el movimiento, bien agarrado de las caderas de Ana, se la saqué del culo, y se la metí por el coño.

-Dios cabrón, dame fuerte -dijo Ana con la respiración entrecortada- quiero que me llenes todos los agujeros.

Nada más decir lo que me dijo, se puso a comerle la polla a Carlos, que gemía bastante. Saqué mi polla del coño de Ana y se la puse a Silvia en la boca. Se puso a lamerla mientras quitaba a Ana de encima suya, se giró colocando su coño delante de mi nabo. Abrió las piernas y me miró a los ojos, coloqué mi polla en la entrada se su coño y empujé. Su coño estaba caliente y muy mojado, movía los músculos vaginales apretando el tronco de mi polla dándome un placer increíble. Me incliné sobre ella sin dejar de mover mis caderas, le chupaba los pezones, los mordía suavemente, los besaba. Subí mi cara buscando su boca, su lengua salía ya buscando la mía, se enredaron fuera y dentro de nuestras bocas. Ana y Carlos estaban en el lado derecho de la cama, Silvia y yo estábamos atravesados en el lado izquierdo, perpendicular a ellos.

Ana se había sentado encima de la polla de Carlos y lo cabalgaba, con sus manos apoyadas sobre el pecho de él. Él la tenía cogida por la cintura, levantándola al ritmo que marcaba la cabalgada de Ana. Miré a Carlos, lo tenía cerca él me sonrió, me incliné más y pude besarlo gracias a que él también se inclinó. Ana se bajó de la polla de Carlos y se puso entre sus piernas, me miró y cogiéndole la polla me hizo un gesto con la cara. Salí del coño de Silvia y me tumbé sobre Carlos, nos besamos con pasión. Ana me acarició el ojal con suavidad, entre los besos de Carlos y el dedo de Ana, estaba muy excitado. Noté como colocaba el capullo de Carlos en mi ojal, me encantaba sentir su capullo ahí. Fui bajando mis caderas poco a poco, notando como su glande iba abriendo mi culo. Me detuve un momento, me encantaba notar como me abría con su miembro, como me perforaba. Seguí introduciéndomela hasta llegar al fondo, notaba sus pelotas en mis nalgas, me detuve un momento y en nada me puse a cabalgarlo como había hecho Ana hacía un momento. Esa sensación de tener aquello dentro de mí, junto a los besos de Carlos era lo más. Me erguí para estar más cómodo, siempre me pasaba que, si me inclinaba para besarlo, el placer que me daba por el culo, disminuía bastante. Ana se sentó sobre una mano de Carlos, mientras me comía la boca, a veces bajaba mi boca para comerle las tetas, lamer y mordisquear aquellos pezones duros. Silvia me pajeaba y besaba a Carlos a la vez mientras yo le metía dos dedos en su coño empapado.

Estuvimos un ratillo en esas posiciones. Estábamos calientes, las respiraciones alteradas. Me incorporé, besé a Carlos con mucha pasión, ellas se calentaban mientras veían como nos besábamos y nos tocábamos. Las manos de Carlos tocaban mi entrepierna, comenzaban por debajo de mis huevos, y subían hasta agarrar mi polla, todo eso sin parar de besarnos. Mis manos acariciaban el pecho de Carlos, bajaban hacia su vientre, pasaban sobre su polla y llegaban hasta sus pelotas.

Silvia comenzó a besar a Ana, las dos se abrazaron, sus manos se metían por todos los recovecos de sus cuerpos, sonaba a humedad, olía a humedad, sabían a humedad. Sus piernas se abrían al máximo, dejando libre la entrada hacia su interior, un interior muy mojado y un espectáculo visual increíble. El poder observar eso dos coños mojados, brillantes por el flujo, rojos, abiertos, hambrientos, era una auténtica delicia. Carlos y yo dejamos de besarnos y observábamos a las dos como se tocaban, se besaban… y eso nos calentaba más. Carlos agarró mi nabo y se puso a pajearme sin dejar de poner atención al espectáculo que teníamos al lado, yo acariciaba la nalga derecha de Silvia y las pelotas de Carlos. Nuestras pollas estaban muy duras y segregando el líquido preseminal, Carlos y yo nos mirábamos, nos estábamos calentado por minutos. Parecía que ellas nos invitaban a entrar en esos coños abiertos y mojados, invitándonos a follarlas. Me puse de rodillas, le pasé un brazo por la cintura a Silvia, la tumbé sobre la cama. Su mirada era muy caliente, se pasó su mano por su entrepierna tocándose, el movimiento de su mano mientras se acariciaba el clítoris me tenía hipnotizado, se abrió más de piernas delante de mí, con la otra mano se acariciaba los pechos, su cadera se movía hacia delante, se recostó sobre la almohada. Su mirada se posó en mis ojos, se mordía el labio inferior, a veces sacaba su lengua y se relamía los labios. A gatas me acerqué a ella, me incliné sobre sus muslos, mi lengua lamía el flujo que había ido saliendo de su vagina y le caía por el interior de ellos, Iba subiendo mi boca, buscando esa gruta maravillosa, esa cueva de la vida. Mi boca llegó a los labios superiores, los besaba, los cogía entre los labios de mi boca y tiraba de ellos mientras dos de mis dedos ya exploraban en su interior. Mi lengua encontró su clítoris, con la punta de ella lo masajeaba, su respiración se aceleró. Con sus manos sobre mi cabeza, la apretaba contra su entrepierna mientras su cuerpo se curvaba hacia arriba. Mi lengua bajaba hacia la entrada de su coño, entraba en él lamiendo todo lo que éste producía, ese flujo pegajoso, sabroso, algo dulzón y salado. Subí mi boca hasta sus pechos, de punta y con los pezones duros, los mordisqueaba, tiraba de ellos con los pezones entre mis dientes, aquello la excitó más aún.

-¡Métemela! Méteme esa polla que tienes, cabrón -decía como medio poseída- Y no me la saques hasta que te vacíes dentro.

-Shhhh, vaya boca tiene la zorrita esta -dije mirando a Carlos- No sabe aún quien manda aquí.

Carlos me miró y sonrió, estaba dándole por el culo a Ana, que estaba como rezan los moros con Carlos por detrás.

-Parece ser que no aprenden estas dos furcias -me dijo muy excitado-

Me coloqué sobre Silvia con mi nabo bien duro buscando la entrada de su coño, ella me lo agarró con una mano y lo puso en la entrada. Con un golpe de caderas, mi polla entró hasta dentro del todo. Notaba el coño muy caliente y muy mojado, mi cadera se movía a un ritmo tranquilo, dejando que ella lo gozase y era lo que hacía. Iba aumentando el ritmo de penetración poco a poco. Mi polla, el frotamiento que producía el movimiento de penetración iba acompañado de unos ruidos, el primero era el típico “plof” de la polla empapada, el segundo era el “plop” de mis huevos golpeando su entrepierna. La agarré de las caderas y coloqué una almohada en su espalda, flexionó las rodillas totalmente abierta de piernas. Nuestras lenguas se enredaban si para, mis manos pasaban de sus tetas a su clítoris, masajeándolo para conseguir una excitación mayor, lo que hacía que su coño segregara más flujo por lo que el sonido de la follada era mayor. Aceleré el movimiento más, de pronto noté un dedo en mi culo, miré y era Carlos. Estaba embistiendo a Ana de una manera brutal mientras me metía un dedo por el ojal. Eso me puso a 100, aceleré más, Silvia comenzó a gemir y jadear, su cuerpo se curvaba, iba a correrse, la agarré de las caderas y la embestí con fuerza. Notaba como los músculos de su vagina apretaban y aflojaban el tronco de mi polla, de repente noté más humedad, notaba como su flujo salía hacia el exterior, como si se hubiese bosado, sus gemidos y jadeos eran gritos de placer, se estaba corriendo. Le saqué la polla y me bajé de la cama, ella bajó y se arrodilló delante de mí, se puso a pajearme con la boca abierta esperando su ración de “Vitamina S”, con una mano me la meneaba mientras con la otra me acariciaba las pelotas. Noté como se acercaba el momento de explotar, moví mis caderas de forma acelerada, ella abría su boca más mientras su mano subía el ritmo. La agarré de los hombros y solté el primer trallazo que le cayó en la boca y en la cara, el segundo le entró en la boca completamente, algunas gotas se deslizaban desde su boca hasta su pecho. Se metió mi polla en la boca y la limpió completamente mientras seguía soltando leche.

-Ya has tenido tu ración de semen hoy -le dije riéndome-

-Y tú tu ración de conejo valenciano, jajajaja -se desternillaba de la risa, risa que me contagió-

Nos quedamos sentados en la cama observando como Carlos acababa la follada con Ana, ella se había corrido varias veces, él se movía muy acelerado, le sacó la polla del culo y, meneándosela, soltó el primer trallazo que llenó la espalda de Ana, Silvia se subió a la cama y puso la polla de Carlos en su boca, para recoger la leche que seguía soltando. Cuando Carlos acabó, Silvia se dirigió hacia Ana y, besándola, le pasó todo lo que había soltado Carlos desde el segundo trallazo. Se estuvieron besándose y pasándose la leche de una a otra, hasta que Ana la dejó caer por sus pechos y por los de Silvia.

Acabado ya la sesión de sexo, nos duchamos de dos en dos. Ana con Silvia (así lo decidieron) en una ducha y Carlos y yo en la ducha de mi dormitorio. En la ducha nos besamos sin parar mientras nos enjabonábamos, hasta enjuagarnos y salir. Nos secamos y fuimos al dormitorio. Al poco tiempo salieron ellas, radiantes y con cara de satisfechas.

-Bueno, vamos a buscar la ropa y nos vamos al hotel -dijo Ana- Llamaremos un taxi para que nos recoja.

-Os puedo llevar yo si queréis -le dije- y también os podéis quedar aquí a pasar la noche y mañana os acerco al hotel, al ahora que queráis. ¿A qué hora tenéis que estar en la Autoridad Portuaria?

-Pues a las 09:30 -dijo Silvia- No empezamos temprano. Yo por mí me quedo, ahora vestirnos para desvestirnos en un ratito…vaya tontería, jejejeje

-Vale, por mí me quedo también -dijo Ana- Yo no he tenido mi ración de “Vitamina S”, igual mañana por la mañana, antes de irnos…

-Vaya dos que estáis hecha -dijo Carlos- quedaos y mañana tendréis ración doble…o de madrugada, quien sabe, jajajaja.

Nos acostamos los cuatro en mi cama, cabíamos bastante bien, un poco apretados pero es lo que buscábamos, más roce, más tocamientos, más excitación.

Me quedé dormido con una teta de Ana en mi boca y la mano de Carlos en mi polla, dormí estupendamente. A eso de las 6 de la mañana me despertó un movimiento en la cama, Ana y Silvia se tocaban la una a la otra. Era un placer ver como las dos se tocaban, se excitaban, como se comían la una a la otra, se lo comían todo. Ana se dio cuenta que estaba despierto y que las miraba, más se exhibía, lo hacía a conciencia, abría sus piernas mirándome fijamente mientras Silvia le acariciaba el clítoris y las tetas. Se mordía el labio inferior y sus jadeos se hicieron más sonoros, estaba consiguiendo lo que se había propuesto, ponerme la polla dura de nuevo.

Carlos se despertó por el movimiento en la cama y por los jadeos de ambas, se espabiló y se puso a tocarse la polla que en breve se le puso como la mía.

Hasta aquí este capítulo, os espero para el siguiente.

¡¡¡Ahh, y no olviden supervitaminarse y mineralizarseeee!!!

Para cualquier comentario, crítica o sugerencia, mi email: vantheway@hotmail.com

Saludos, Vantheway

Continúa la serie