Capítulo 8

ÁNGELES

CAPÍTULO OCHO

CHARLINES

A medianoche, Ángeles se despertó turbada. Aunque ella no quería, había vuelto a soñar con Carlos y estaba completamente mojada. Había soñado como le enseñaba su coño lampiño y como él, se excitaba. Estaban en su casa y Carlos se acercó a ella y sujetando con fuerza su cabeza le fue metiendo la polla en la boca con toda la parsimonia del mundo. Una vez dentro de ella, sujetó su garganta y la atravesó con su hinchada polla, Ángeles tuvo una arcada que casi le hace vomitar. Pero Carlos siguió y siguió hasta que ya no pudo más y vomitó sobre sus pechos.

  • Maldita puta, mira lo que has hecho.

Sujetándola por los pelos, la llevó a la ducha, la tiró dentro y puso el agua a toda potencia. La levantó sujetando sus pelos con fuerza y le arrancó el vestido y las bragas. La puso contra la pared y le metió su polla de una. Ángeles tuvo que ponerse de puntillas. No lo entendía, pero su coño lubricaba sin parar y un orgasmo tremendo le hizo caer de rodillas sobre el suelo de la ducha. Carlos sujetó su cabeza y descargó todo en su garganta. Aquí despertó sobresaltada y tremendamente excitada

Cuando se despertó sentía su cuerpo totalmente acelerado, caliente. Rodrigo aún dormía a su lado. Intentando no hacer ruido metió su mano entre las piernas y sintió, que tenía el coño empapado. Palpó la ropa de cama y estaba mojada. ¿Acaso se había corrido con ese sueño? Masajeó su clítoris para calmarlo, estaba totalmente hinchado. Recordó cada detalle de lo que había soñado. Tuvo que tapar su cara con la almohada, para ahogar sus gemidos cuando se corrió pensando en la gruesa polla de Carlos que la ultrajaba y le daba un placer muy exquisito. Era la primera vez que había tenido que tocarse en mitad de la noche, con su marido al lado, por culpa de un sueño. ¿Tanto morbo le provocaba aquella polla? ¿le gustaba esa sensación de ser usada? Se ruborizó al darse cuenta de que sí.

La luz de la mañana la despertó colándose entre las rendijas de la persiana, se sobresaltó al ver tanta claridad, ¿Qué hora sería? Mierda, faltaban diez minutos para las ocho. Sintió la cama mojada y recordó lo sucedido durante la noche. ¿Qué le estaba pasando? El hecho de recordar, la hizo excitar de nuevo. Se levantó rápida de la cama y se puso una camiseta larga y unas bragas.

Cuando salió de casa vio que Pablo la estaba esperando para ir a caminar. Puso cara de desconcierto al ver que su vestimenta no era la apropiada para ese fin.

– Buenos días, joven

– Buenos días, Pablo

Lo miró con cara entre avergonzada y de súplica

– Lléveme a su casa por favor.

– ¿Qué te pasa?

– Luego se lo explico

Mirando a ambos lados de la calle comprobó que no había nadie y le cogió la mano para arrastrarlo hacia su casa.

Dentro de casa, Pablo vio cómo se quitaba la camiseta y las bragas. Desnuda se acercó a él y lo desnudó. Estaba erecto por completo, cada vez que estaba con esa joven lo hacía ponerse así. Ángeles lo besó con avidez y lo llevó hacia el baño.

–  Fólleme en la ducha por favor, fólleme con fuerza, vióleme

No hizo falta decirse nada más. Deseaba cumplir los deseos de esa muchacha, por ella, y porque en ese momento no había nada que deseara más que follarla.

Pablo la sujetó la cabeza con fuerza contra la mampara de la ducha, metió dos de sus dedos dentro de ella y viendo que estaba totalmente mojada, apunto su polla, a ese agujerito y se la metió de un golpe. Ángeles gritó de placer y excitación y en muy poco tiempo cayó de rodillas en el suelo. Pablo se posicionó tras ella, antes de entrar recogió un bote de crema. Se unto la polla y se la clavo por el culo con fuerza, con ganas, con todo su ímpetu. Ángeles gritaba y arañaba la pared, aquel hombre la estaba matando de gusto. Pablo le agarró del pelo con fuerza a la vez que le llenaba los intestinos con su caliente leche.

  • Gracias don Pablo, muchas gracias.
  • Un día me matas.
  • ¿Pablo estaré enferma?
  • ¿Por qué dices eso? – le sorprendió esa pregunta de ella – ¿Qué te pasa?
  • Es que estoy todo el día excitada y solo pienso en sexo todo el día. Creo que el estudio de los cinco sentidos me ha cambiado el cuerpo.
  • Tu cuerpo es el mismo cariño, – la mano de él, le acariciaba el pelo y la espalda.
  • No sé, mis pezones están más grandes y mi vagina está como hinchada. Antes no era así.
  • Eso es porque tu vagina y tus pezones están excitados todo el tiempo cielo. ¿No te gusta sentirte así?
  • Me encanta, pero me asusta un poco. Anoche tuve un sueño y creo que me corrí sobre la cama durmiendo.
  • ¿Por eso me pediste que te follara en la ducha?
  • Si, es que soñé eso. No quería decirle toda la verdad y confesarle que había soñado con el señor de la terraza, me desperté en mitad de la noche y tuve que masturbarme con mi marido durmiendo al lado.
  • ¿Habíais follado antes de dormir?
  • Si. Lo habíamos hecho, estuvimos dos horas follando – estaba recordando el día anterior y se sorprendía – y eso que acababa de follar con usted. Dice mi marido que voy a acabar con él de tanto sexo.
  • Y conmigo cariño.
  • ¿Con usted también? ¿Pero no le gusta follarme?
  • Me encanta.
  • Pues entonces, acabaré con los dos – le encantaba saber que su marido y Pablo se ponían tan excitados con ella.

A media mañana se fue de casa de su vecino pues tenía que hacer unas compras y había quedado con Rodrigo para que así la ayudara a llevar las bolsas en el coche.

Con su esposo era feliz, muy feliz y de un tiempo a esta parte sentía que su sexualidad juntos había mejorado muchísimo, quizás demasiado. Lo único que echaba en falta con él eran los juegos fuera de su casa y hacer el amor en otros momentos que no fueran solo por la noche. Comprando ropa en su compañía, intentó en varias ocasiones provocarlo, pero como única respuesta recibía un, estás loca, aquí nos pueden ver. ¿Es que su marido no era capaz de darse cuenta de que estaba todo el día excitada?

Comieron juntos y después de dar un paseo y hacer más compras, para Rodrigo y para casa, regresaron. La casa de su vecino estaba totalmente cerrada y viendo la hora supuso que su amiga aún estaría allí. Después de desempaquetar todo lo que habían comprado, de nuevo intentó provocar a su esposo y se sintió rechazada cuando éste le dijo que tenía que enviar unos correos electrónicos de trabajo y que ya follarían por la noche. Molesta se fue al jardín a tomar el sol.

En esos momentos, en la casa de al lado, su amiga Estela estaba totalmente desnuda sobre la cama de Pablo, tenía las piernas totalmente abiertas y ese hombre la estaba masturbando.

Habían estado hablando mucho tiempo en el sofá. Pablo masajeaba sus pies como hacía a diario y veía como esa joven cerraba los ojos y su cara era de placer. Estela le había dicho que necesitaba ir al baño y al salir ella no había vuelto al sofá. La vio cómo se desnudaba allí de pie frente a él y una vez desnuda se fue hacia la habitación. Enseguida siguió su mismo camino y la vio sobre la cama.

– Un segundo, voy a por el aceite.

No, tóqueme esta vez sin aceite.

Acarició su cuerpo con parsimonia, ella respondía a sus caricias con suspiros que se tornaban en gemidos cuando sus manos acariciaban sus tetas y atrapaba sus pezones entre los dedos.

A Estela le excitaba mucho ver la cara de ese hombre mientras la tocaba. Miraba su cuerpo fascinado, sus tetas, su coño. En esos momentos la estaba mirando entre las piernas y su cara era de auténtico deseo.

– ¿Le gusta?

– Es perfecto – los dedos acariciaban con delicadeza aquel sexo suave, lo abría delicadamente – Tu coño incita a muchas cosas.

– ¿Besarlo es una de esas cosas?

– Debe ser delicioso besarlo.

– Hágalo por favor. Bese mi coño.

Sin dudarlo, Pablo metió su cabeza entre las piernas de esa preciosa mujer. Le acarició con dulzura sus labios, mientras recogía ese néctar que desprendía para alimentarlo. Se sujetó con fuerza a sus caderas y le lamió el clítoris con ganas, sorbiéndolo y rodeándolo frenéticamente con su lengua. Estela ayudaba moviendo sus caderas, levantándolas de la cama y atrapando su cabeza con sus manos. Pablo siguió hasta que Estela arqueo su espalda y le regaló una fuente que bañó su cara.

Estela se quedó feliz, relajada. Aún con la sensación del orgasmo en su coño se incorporó y abrazó a Pablo. Le dio un beso en los labios y este sorprendido por aquel gesto le correspondió con otro beso.

– ¡Gracias! Me hace sentir muy valorada y deseada. Y estos orgasmos que me hace tener son maravillosos.

– Estabas muy bloqueada sexualmente.

Estuvieron hablando muchísimo tiempo de sus vidas, de su matrimonio y como la trataba Andrés. Cuando se dieron cuenta era más tarde de lo habitual.

Ángeles estaba tumbada en el jardín cuando escuchó la puerta de su vecino abrirse. Se puso muy celosa cuando vio que su amiga salía sonriente y como despedida le daba a su vecino un beso en los labios. Disimuló lo mejor que pudo cuando vio como Pablo le daba una palmada en el culo como despedida. Estela miró hacia donde estaba ella.

– ¡Hola, cariño! – se puso contenta, de ver a su amiga en casa, no se lo esperaba.

–  Hola Estela, ¿Qué tal estás?

–  Genial tía – el placer entre las piernas aún estaba presente al andar hacia donde estaba su amiga – gracias por aconsejarme a que diera el paso de hacer terapia.

¿Te ha vuelto a pegar?

–  No – se puso muy colorada – Otra cosa.

– ¿Qué has hecho? – Intentaba que no fueran evidentes sus celos.

–  Me dio un masaje y… – se acercó a ella para decirlo en voz baja, casi un susurro, me comió el chochete. Uff.

–  Veo que te gustó mucho, por lo que me dices – ¿estaba sintiendo celos por no ser ella quien lo había hecho? ¿O los celos eran por miedo a que a su vecino le gustara más el coño de su amiga que el de ella?

–  ¡Eh! – Estela sintió a su amiga rara – Me gustó mucho, pero tú también lo haces de maravilla.

– ¿Quedamos mañana y estamos juntas?

–  No sé si podré, sabía perfectamente que si quería podía quedar, mañana te digo algo. ¿Vale?

–  Vale, avísame si puedes por favor. Ahora tengo que irme, mi Andrés me va a matar.

–  Chao.

–  Chao cariño.

Ángeles la vio alejarse y no podía dejar de mirar el culo de su amiga. ¿Estaba enchochada por ella?

Cuando vio el coche de Estela alejarse se levantó y entró en casa. Rodrigo estaba en el cuarto que, hacia las veces de despacho, lo vio sentado al ordenador, estaba entretenido.

– Cariño voy un momento a casa del vecino que quiero preguntarle unas cosas de los apuntes.

– Vale cielo, cuando vuelvas cenamos.

Cuando Pablo abrió la puerta y la vio se quedó sorprendido. Aquella joven tenía el rostro desencajado y sus ojos brillaban pues estaba a punto de empezar a llorar.

– ¿Ángeles que sucede? – entró sin esperar la invitación de que pasase.

– ¿A usted le gusta mi amiga? Ella se quedó de pie frente a él. Estaba muy alterada, furiosa y le hablaba gritando.

– ¿A qué viene esa pregunta?

– Hoy vi cómo se despedían con un beso en la boca y se fue muy tarde de aquí. Estela me confesó que le había comido el coño, con un gesto de rabia se bajó la braga del bikini, ¿Le gusta más el suyo que el mío?

– Por Dios, no pienses eso cariño, Pablo la estrechó entre sus brazos y ella se derrumbó comenzando a llorar, tranquila, desahógate. Estás conmigo mi niña.

-Es que no soporto la idea de que usted, me deje de lado por mi amiga. Yo entiendo que ella tiene un cuerpo muy llamativo y su coño es precioso, pero no quiero perderle ni a usted ni a ella.

– Eso nunca sucederá cariño. Las dos sois unas muchachas maravillosas y solo deseo veros bien. A ella también la deseas, ¿verdad?

–  Sí y es algo que me asusta y me da vergüenza.

–  Es normal, cielo. Pero nadie tiene porque saber lo vuestro.

– ¿Usted lo sabía?

– Ayer os escuché cuando estabais tomando el sol y entrasteis en casa. Le acariciaba el pelo y era hermoso tener a aquella joven entre sus brazos. Hicisteis bastante escándalo, se nota que estabais disfrutando mucho.

– Es que no lo podía evitar.

– ¿Y tu marido aún no ha llegado?

– Si, está en casa, pero necesitaba venir aquí, a su lado.

Ángeles sé sintió feliz de nuevo al ver como ese hombre se arrodillaba delante de ella y la miraba el coño fascinado. Sintió como acercaba su rostro y lo estaba oliendo.

– Tienes un coño hermoso mi niña.

– ¿Más que el de Estela?

– Son totalmente diferentes, cariño. Los dos son preciosos y te aseguro que nunca cambiaré este coño tuyo por ninguno.

Los dedos de él abrieron su sexo con delicadeza y hundió su boca en él. Se lo besó y chupó como si estuviera comiendo el mejor de los manjares. Ella abría sus piernas y se agarraba a los hombros de él para no caerse pues éstas temblaban como preludio del orgasmo que se estaba adueñando de su cuerpo. Gimió y gritó de placer cuando comenzó a eyacular en su boca.

Estaba en una nube, después del placer que había sentido. Solo podía sentir agradecimiento hacia aquel hombre. Cuando Pablo volvió a ponerse de pie, ella se fijó en el bulto que tenía bajo el pantalón. Hacerle aquella comida de coño lo había excitado mucho. Lo acarició sobre el pantalón, su erección era intensa. Ángeles se quitó la camiseta y el sujetador del bikini y lo desnudó. Lo empezó a masturbar despacio y le encantaba ver la cara de placer que ponía con sus caricias. Lo agarró de la mano y lo hizo sentarse en el sofá. Esta vez fue ella la que se arrodilló entre las piernas de él, fue ella la que se entretuvo oliendo aquel sexo varonil y fue su boca la que se dedicó a saborear aquella polla. Le fascinaba sentir aquel glande dentro de su boca y masturbarlo al mismo tiempo con su pequeña mano. Cuando lo sintió totalmente entregado al placer, se subió sobre él. Lo mojada que estaba hizo que aquella polla resbalara perfectamente a su interior. Se miraban a los ojos. Estaba muy cachonda y comenzó a moverse de manera rápida, intensa. Le gustaba follarlo y sentir que Pablo, en esos momentos, estaba a su merced. Se corrieron juntos, mirándose. Hasta que sintió que aquel hombre se vaciaba por completo no se levantó.

Pablo la miraba feliz. La vio desaparecer en el baño y cuando regresó traía en su mano una toalla. Con mucha delicadeza le secó las piernas y el estómago, lo había dejado empapado con su orgasmo.

Esa noche cuando regresó a casa, Rodrigo le había dejado una nota sobre la mesa del salón diciéndole que se iba para la cama que ya era tarde. Miró el reloj y era medianoche. Había estado con su vecino y en ningún momento había pensado en su marido. Cuando se metió en la cama después de darse una ducha, se acurrucó junco a su marido y lo abrazó. Esa noche hubiera podido follar con él, pero había preferido hacerlo con su vecino.

Pablo se despertó sobresaltado al escuchar el timbre. Miró el reloj y eran las dos de la mañana. ¿Quién sería a esas horas? Se asustó al abrir la puerta. Allí estaba Estela en la puerta del jardín, con una pequeña bolsa de deportes. Su cara estaba desencajada.

– ¿Qué ha pasado?

– Perdone que venga a estas horas, pero no sabía adónde ir.

– Pasa, por favor.

Estela le contó que había llegado a casa y Andrés, su esposo, estaba como loco. Habían discutido y ella había decidido coger algo de ropa y marcharse.

– He llamado a Ángeles, pero tenía el teléfono apagado, entonces decidí venir aquí, a su casa, ¿le importa?

– No te preocupes, puedes quedarte aquí.

– ¿Cree que hice bien en irme? Estaba asustada, nunca había visto a mi Andrés así.

– Has hecho bien, mañana cuando esté más tranquilo, podréis hablar como personas adultas que sois.

–  Gracias por dejarme dormir aquí.

–  No pasa nada, dormiré aquí en el sofá, tú vete a mi cama.

–  No por favor, me sentiría aún peor si por mi culpa tuviera que dormir aquí. ¿Quiere que durmamos juntos en su cama?

– Estela eso depende de ti. ¿Quieres dormir conmigo?

–  Ahora al pensarlo, sí que quiero.

Se fueron para la habitación juntos. Él se metió en la cama, normalmente dormía desnudo, pero se dejó puesta la camiseta y el bóxer que se había puesto para abrir la puerta. Vio como ella se desnudaba. Lo miró con cierta timidez cuando se bajó las braguitas quedando totalmente desnuda. Enseguida se metió bajo la sábana y lo abrazó agradecida.

–  Hacía mucho tiempo que no estaba abrazada así con alguien para dormir.

– ¿A tu esposo no lo abrazas?

– No, si lo abrazo, él enseguida quiere follarme y me siento utilizada.

–  Tranquila, yo no soy como tu esposo.

– ¿Usted quiere follarme?

– Eres una mujer hermosa Estela, cualquier hombre desearía hacerlo contigo. Sentir los pechos de esa chica apoyados en su torso lo estaban excitando mucho, pero nunca haría nada que pudiera hacerla sentir mal.

–  Hoy me gustó muchísimo lo que me hizo, la mano de Estela acariciaba los vellos del pecho de él. Sentía los latidos del corazón de Pablo muy agitado. ¿Está nervioso?

–  Si te soy sincero, si lo estoy.

La mano de ella estaba descendiendo muy despacio por su estómago.

–  Yo también lo estoy.

Su mano se introdujo por el elástico de la ropa interior masculina y se encontró con el sexo erecto. Gimió al sentir lo excitado que estaba Pablo.

– Está muy dura.

– Me excitas mucho Estela.

Se besaron con deseo mientras se acariciaban. Para Estela era la primera vez que acariciaba a un hombre mayor como Pablo y le resultaba emocionante y muy excitante. Él le besó los pechos, estaban muy duros y ella mientras sentía esos besos lo masturbaba con cariño. Fue ella quien lo desnudó y la que dio el paso de pedirle que se pusiera sobre ella.

Pablo, se colocó entre sus piernas y con suma delicadeza y lentitud fue entrando en ella. Sentía su polla abrir ese coño, que le apretaba y le recibía llorando. Su lento compás, llevó a Estela a un tranquilo pero largo orgasmo.

Hacía mucho tiempo que no se corría siendo follada y lo miraba feliz. Los orgasmos de aquella joven eran intensos, su coño se descontrolaba y se contraía internamente de una manera deliciosa. Sentía en su polla cada contracción, lo que le hizo correrse dentro de ella. Le fascinó estar eyaculando y sentir la mano de ella en sus testículos agarrándolos con cariño.

Por la mañana se despertó abrazado a ella. Sus manos sobre aquellos pechos que demostraban su excitación, por sentirse de nuevo importantes para alguien, su sexo apoyado sobre aquellas nalgas perfectas. Estaba muy excitado al despertar con aquella joven a su lado.

Despertaron abrazados y Estela contra todo pronóstico despertó excitada al sentir el rigor de esa polla sobre su culo. Llevó lentamente la mano hacia atrás y apuntó esa polla a su entrada. Pablo de un movimiento seco de su pelvis, se la introdujo de un solo golpe. Pablo esta vez la follo con todas sus fuerzas haciéndola gritar de placer, notando como ese coño apretaba su polla a la vez que ella tenía pequeños espasmos. Esos pequeños espasmos, le llevaron a vaciarse en ella.

–  Buenos días, ella lo abrazó, estaba sudorosa y su piel morena brillaba, esto sí que es empezar el día bien.

–  Buenos días. ¿Qué tal has descansado?

–  De maravilla

Estuvieron hablando y dándose muestras de cariño mucho tiempo. Pablo estaba feliz pero no podía evitar pensar en Ángeles y cómo se tomaría que su amiga hubiera pasado la noche en casa, en su sitio donde sentirse libre.

Al encender el teléfono, Ángeles se asustó, tenía cuatro llamadas de Estela y habían sido de madrugada. Al instante le llegaron varios mensajes de WhatsApp, eran de ella, le decía que había discutido con Andrés y se había ido de casa. ¿Dónde estaría? Decidió llamarla. No soportaba la idea de pensar que su amiga estaba mal.

– Acabo de encender el teléfono. ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? – un torbellino de preguntas con voz nerviosa delataba su preocupación.

– Estoy bien cariño, es que te llamé y estaba apagado el teléfono.

– ¿Dónde estás, cielo? Vente para aquí por favor.

– Estoy en casa de Pablo, no sabía a dónde ir.

– ¿De Pablo?

– Si. ¿Puedes venir? Necesito verte cariño.

– Claro, me pongo algo y voy para ahí.

Se puso algo rápido y salió de casa y cuando se vieron no pudieron evitar abrazarse. Estela lloraba abrazada a su amiga. Para Ángeles era una sensación extraña pensar que su amiga había dormido allí, pero lo único que le importaba en ese momento era que Estela estuviera bien.

Cuando se separaron Ángeles miró a Pablo y vio su cara de preocupación. No pudo evitar abrazarlo a él también ante la mirada de sorpresa de su amiga. Estela se dio cuenta que aquel abrazo era especial y no un simple abrazo entre vecinos.

Pablo las hizo sentar en el sofá y les trajo café. Su amiga les contó con detalle todo lo sucedido en casa con Andrés. Su miedo de verlo así, su desesperación por no saber que hacer, su rabia de sentir que su matrimonio podía irse a pique a pesar de quererse tanto.

Estuvo una hora narrando todo y desahogándose. Cuando terminó miró a su amiga y a Pablo.

– No sabía que Pablo y tú, estabais juntos. Ahora entiendo que estuvieras celosa conmigo.

– Estela… – Ángeles se había puesto muy colorada – No estamos juntos. Es difícil de explicar.

– ¿Me lo podéis contar? Sabes que puedes confiar en mí.

–  Cuénteselo usted por favor. A mí me da vergüenza.

Pablo le contó lo de su estudio sobre los sentidos y como había surgido aquella relación tan especial con su amiga.

– ¿Y también folláis? – Estela como siempre tan directa con sus comentarios se lo preguntó a su amiga.

–  ¡¡Tía que bruta eres!!

– Eso es un sí, ¿verdad? – su amiga solo pudo afirmar con la cabeza – Tonta no te pongas roja, Pablo es un cielo de hombre y es normal.

– Me vais a sonrojar a mí.

Pablo sentía felicidad de ver como aquellas dos amigas podían entenderse hablando las cosas, pero a la vez también estaba avergonzado.

– ¿Pero tu con Rodrigo estás bien?, ¿no?

– Si, estoy en el mejor momento de nuestra vida juntos. Esto no tiene nada que ver con él, como dice Pablo es mi sexualidad y desde que empezó todo, el sexo con Rodrigo es mucho mejor.

–  Que alegría me acabas de dar – emocionada abrazó a su amiga – Pensé que igual estabas mal con tu marido.

Con la aprobación de los tres decidieron que Estela se quedaría en casa de Pablo una temporada hasta que se arreglara su problema con Andrés. Al principio ella no quería, por no interferir en la vida de su amiga y Pablo, pero ellos insistieron.

– Te prometo que este sitio seguirá siendo el lugar donde sentirte libre y cuando necesites estar a solas con Pablo yo me iré a dar una vuelta. ¿Vale?

–  Vale.

Escuchar eso la hacía enrojecer – Gracias.

Continúa la serie