En una casa abandonada el gordito me cogió

Mi padre, cambiaba bastante continuos sus trabajos, motivo que debíamos de cambiar de casa bastante seguido, a veces ir a otra ciudad o pueblo, esta vez nos tocó esto último.

No creo que contaba con 4000 habitantes, un cine que funcionaba los fines de semana, la iglesia, municipio todo alrededor de la plaza que constaba de cuatro manzanas. Por suerte había televisión, creo que era la única diversión para mí, los domingos algún partido de futbol, contra algún otro pueblo cercano, el famoso paseo del perro.

En esa época tendría 18 años, mi nombre es Manuel, era hijo único, concurría a una escuela secundaria, donde me fue bastante difícil hacer amigos, por lo menos en los primeros meses.

Era un pueblo perdido en el tiempo, realmente comencé a odiarlo, a pesar que a mi padre le encantaba esa soledad, la tranquilidad, esa sociedad que se ve el domingo y todos se saludan.

A veces, un domingo salía e iba al centro, nunca encontraba a nadie, saludaba alguno que otro, pero de ahí no pasaba más nada.

Con la única que criticaba ese lugar era con mi madre, que me decía:

“Hijo, tu padre tiene un muy buen trabajo el lugar es tranquilo, tendrás que encontrar alguna diversión, hacerte de amigos”

“Si, mama, pero donde vivíamos antes tenía amigos, había muchos lugares para           divertirse, acá no hay una mierda de nada”

“Pero Manu, no hables así, trata de ser más positivo”

Los días transcurrían, hice algunas amistades, pero era como que no tenían onda, con las chicas, diría que las más lindas, tenían la mirada en los varones que los padres, tenían una buena posición económica, estancieros, comerciantes, profesionales, gente de plata, para aclararlo mejor.

Al mes de mi llegada a ese pueblo de mierda, conocí a un chico, bastante gordito, de mi edad, o posiblemente algo menor, llamado Aldo, compatibilizamos bastante, pero lo rechazaba un poco por su sobrepeso, debo admitir que era yo bastante difícil, además.

Pero, mientras tanto fuimos manteniendo una cierta amistad, donde a veces pensaba de hacer relaciones con otros chicos, pero, trate de conservarlo, de ser amigable con él, sucedía que teníamos bastante cosa en común, cine, música, libros, juegos que eso hacía muy amena nuestra relación.

A veces íbamos algún lugar en bicicleta, que él conocía, había un arroya cercano, las sierras, unos bosques no muy tupidos, solíamos ir a cazar pajaritos, creo que eso en parte me hizo tomarle algo de interés en el lugar.

Así fueron sucediendo los días, y me comencé a ir adaptando a ese lugar. Una tarde decidimos ir hasta la sierra, era casi más de media hora en bicicleta, así que partimos con algo de provisiones, ya que nos llevaría bastante tiempo, después de pedalear bastante tiempo llegamos al pie de la sierra, pero ya era imposible continuar en bicicleta.

Así que optamos, comenzar a escalar ese cerro, que, si bien no era demasiada alto, era bastante agreste, piedras, curro que es un arbusto, negro muy espinoso, pero a pesar de todo comenzamos a remontar, con la intención de llegar a la cima.

Al principio bien, pero a medida que íbamos ascendiendo entre el cansancio y que cada vez se espesaba las matas, estuvimos a punto de claudicar, pero sumado a todo eso, se largó a llover de una manera torrencial, quedando totalmente empapados en minutos, sin tener donde poder cobijarnos.

Por suerte mi amigo tenía idea que había una cueva cerca de ahí, que sin un rumbo determinado comenzamos a buscarla, que después de casi veinte minutos, la pudimos localizar. No era demasiado grande, pero estábamos bastante cómodos. Aldo busco algunas ramas que estaban secas, y logro prender una fogata, pensando que era bastante hábil y precavido al traer unas cerillas.

Rápidamente el ambiente se fue calentando, mientras comenzó a sacarse la ropa frente al fuego, invitándome a hacer los mismo, que a pesar de ser algo reacio en desnudarme, tuve que hacerlo.

Ante mi sorpresa, se quitó los calzoncillos, dejando ver su miembro que era bastante grande, si bien no soy homosexual, me llamo la atención, hasta lo considere muy sexy, por la forma que le colgaba, por el grosor, pero sobre todo por su glande que superaba el diámetro de su tronco, sin saber realmente, a que se debía esa “admiración”.

Trate de ser discreto, y deje de observarlo, cuando me dice:

“¿Qué esperas para desnudarte, te da vergüenza?

“No para nada, ya lo hago” Mientras sacándome todo, quedando igual que mi amigo,

“Realmente me encanta estar desnudo, me siento libre, ¿a vos no te pasa lo      mismo?” Me pregunta

“En realidad, te parecerá raro, pero nunca estuve frente a otro desnudo”

No sé si me dio la impresión, pero tuvo una aptitud extraña, como de tocarme el culo, pero me gire tratando de ir hacia la abertura de esa cueva, no volviéndose a repetir.

Apenas terminamos de secarnos nos regresamos, las bicicletas están aún todas mojadas, las secamos como pudimos, y en media hora cada uno estaba en su casa. Creo que esa excursión sirvió para tener una mejor relación con mi amigo.

Casi todas las semanas, incursionábamos por distintos lugares, hasta que un día encontramos una casa abandonada, tenía una atracción especial, no era muy grande, tenía algunos muebles, según la leyenda, se decía, que pertenecía a una pareja que habían aparecido muertos y nunca se supo quién lo hizo, eso me conto Aldo.

“Te animas a pasar la noche, no está muy lejos” Le digo,

“Por qué no, hagámoslo, traigamos lo necesario y nos venimos el sábado”

“Listo, quedamos así”

Ese fin de semana preparamos todo, y nos fuimos a esa casa abandonada, mi padre se alegró que había encontrado una diversión y un amigo. Cerca de las 6 PM, arribamos al lugar, bajamos nuestras cosas, fuimos a buscar algo de leña, y encender una estufa, que previamente limpiamos. Salí en busca de curros, que es un arbusto durísimo, que arden rápidamente teniendo unas brazas bastante duraderas, Por desgracia me lastime por todos lados, los obtuve, pero a costa de una serie de heridas, apenas llegue, Aldo me vio, haciéndome sacar la ropa para curar las, heridas, por suerte había traído algunas elementos de primeros auxilios, suficiente para aliviar mis zonas dañadas, nuevamente me pidió de que me sacase el calzoncillo, que, si bien dude en hacerlo, lo hice.

Sentía una sensación extraña estar desnudo frente a Aldo, pero mientras intentada remediar mis heridas, no dejaba de agradarme su sutil contacto.

Encendimos el hogar, caldeándose el ambiente rápidamente, me puse los calzoncillos, cocinamos unas hamburguesas y unos chorizos, que parecían los más ricos que había comido en mi vida.

Luego comenzamos a contar anécdotas, experiencia y todo lo que se nos venía a la mente, por supuesto entramos en el campo del sexo, contándole algunas aventuras que había tenido con chicas. Aunque Aldo me conto, que nunca había tenido relaciones con alguna chica, me dio pena, pensando en que por su gordura debería de ser rechazado. Pero me conto, algo que le había ocurrido. Un día en un pajonal cerca de la vía, vio a una chica con unos perros, que se quita la ropa, se abre de piernas en el suelo, la lamen, después se pone en cuatro, la montan y se la cogen.

“No te creo, es un invento tuyo”

“Te juro, que es verdad” Dándome cada vez más detalle, de ese acto furtivo y morboso, que, por supuesto no podía impedir una erección, preguntándole cada vez más. Después de más de una hora sin cambiar el tema, estaba súper excitado, percibiendo que mi amigo, padecía algo similar.

Después de eso nos acostamos para dormir, mis pensamientos estaban alterados, desde la chica con los perros hasta la masturbación de Aldo, no podía conciliar el sueño, por la mañana siguiente regresamos.

Mucho antes del mes repetimos esa excursión, había tenido algunas fantasías eróticas con mi amigo, y no tenía dudas que esta nueva incursión nos llevaría a hacer algo distinto.

Encontramos las cosas como las habíamos dejado, preparamos todo, prendimos el hogar, cocinamos unos pedazos de carne, pero esta vez nos quedamos desnudos, si bien no nos tocamos demasiado algo iba a suceder.

Mientras cenamos oímos unos ruidos, realmente nos sorprendimos, tratamos de ver desde adentro sin llegar ver nada, a pesar que el ruido se volvía a repetir, cautelosamente, Aldo salió, regresando muerto de risa con un perro negro, que no daba la sensación de ser un animal vagabundo, sino que sería de alguna estancia cercana, le dimos algo de los restos de la comida que sobro, devorándosela.

Fue el animal entrando en confianza, se acercaba movía la cola, hasta que comenzó a oler a Aldo entre sus piernas, me reía, por lo que el perro le hacía, diciéndole:

“Déjalo, a ver qué hace” Apenas lo hizo, el animal, lamio rápidamente su verga que no tardo en erguirse, no sé qué me paso en ese instante, pero me excito la escena, el perro parecía bastante entusiasmado, con el sexo de mi amigo, Sentí en ese instante un deseo de sumarme al animal, mamando la verga de Aldo, pero me contuve, a pesar que estaba con mi pija dura.

El animal continuo, mientras Aldo le acariciaba la cabeza, hasta que eyaculo, bastante copiosamente, algo que volvió a alterarme, ir mamar su verga, pero, volví a contenerme.

En determinado momento el animal decidió irse, quedamos solos, y decidimos acostarnos, a pesar que no era muy tarde, me puse algo de ropa pues estaba bastante fresco.

Estaba boca abajo, cuando vuelvo a sentir la mano de Aldo acariciando mi culo, diciéndole:

“Otra vez, tocándome?”

“¿Disculpa, te incomoda?

“No sé realmente, pero me parece extraño”

“Déjame acariciarlo, si no te agrada, no lo hago más” Fue como un reto, lo deje que lo hiciese, comenzando a través del pantalón, hasta que comenzó a meter la mano, hasta rosar mi piel, comenzando a excitarme. Me quede quieto, dejando que actuase, observando que estaba desnudo, con su verga erguida. Mientras comenzó a bajar mis pantalones, dejando mi culo al descubierto.

Sintiendo su mano, acariciar míos glúteos, separándolos, descubriendo mi esfínter, percibiendo su dedo, recorrer mi orificio, produciéndome una aceleración en mi corazón, mientras comenzó a terminar de quitar mis ropas. Hasta que me arrepentí por lo que estaba sucediendo, frenándolo, ante su sorpresa y en parte cierto enojo, pero no me dijo nada, volcándose a un costado algo malhumorado.

Nos quedamos quietos en ese lecho improvisado, sin llegar a vestirnos, a pesar de intentar dormir no lo lograba, quedándome muy cerca de mi amigo. A la media hora, creo, comenzó a tocarme, nuevamente, separando mis glúteos hasta comenzar a introducir su dedo en mi ano, donde mi respiración entrecortada, se fue incrementando, introduciendo sus dedos en mi esfínter, desplazándose, con la ayuda de su saliva, que, si bien no estaba demasiado convencido, me atraía ese loco contacto.

Mi adrenalina se elevaba, mientras sus manos no dejaban de acariciarme, asiduamente, oprimiendo con su dedo mi ano, hasta que su lengua lamio, los bordes de mi esfínter, alterándome de tal forma, que comenzó a excitarme.

Pronto a llegar a ser penetrado analmente, pareció alterar mis hormonas, llegándome a orinar, sintiendo mis cálidas aguas, mojar mi entrepierna, el motivo es el nerviosismo que me embargaba, algo que solía pasarme, cuando tenia algún examen.

Finalmente me coloque boca abajo, separando mis piernas, mientras Aldo continuaba tocándome de una manera muy alterada y abusiva, sintiendo su miembro rozar mis piernas y posteriormente mis glúteos.

Nunca había tenido una experiencia de ese tipo, y menos siendo en parte impuesto, que a pesar de eso me fui entregando gradualmente, hasta que sentí uno de sus dedos, introducirlo hábilmente en mi orificio.

Mis gemidos se fueron acentuando mientras un segundo dedo acompañaba al primero, para iniciar un acompasado movimiento, besando y mordisqueando mi cuello. Estaba temblando, por la tensión, sintiendo mi cuerpo apesadumbrado y repleto de adrenalina, no sé si sentía excitación, o si lo deseaba, aunque no intentaba impedir lo que se avecinaba. A medida que me iba entregando, Aldo parecía acrecentar su dominio, donde de una manera implícita cada uno, asumía su rol.

Aglutinándose nuestros cuerpos, me gira, besando mis labios, mientras oprimía mi verga dura, no sé qué me sucedió, pero intente besarlo, mientras nos prendíamos en un apasionado contacto de nuestros labios.

Después de algunos movimientos, comencé a besar su verga, hasta mamarla con total devoción, mientras su dedo índice se introducía por mi recto, chupando con mayor ahínco su aparato, que trataba de humedecer totalmente.

Hasta que me giro separando nuevamente mis glúteos, metiendo dos de sus dedos por mi esfínter, sintiendo algo de molestia, pero sin frenar su loco intento,

Cuando sentí su aparato reproductor pasarlo por mi raya del culo, hasta apoyar su punta en mi abertura, comenzando a oprimir su extremo, intentando introducirla, sintiendo como lentamente se iba desplazando por mi virgen conducto, hasta parecer que me partía, percibiendo como si mis órganos se fuesen comprimiendo. Creo que como para justificar mi entrega, pensé, que estaba ayudando a mi amigo a tener su primer contacto sexual. Cuando sorpresivamente en escasos instantes su empinada verga, se había adueñado de mi interior, diciéndome;

“Eres una delicia, Manu, me encanta haberte podido coger” Mientras mordisqueaba mi cuello. Diciéndole:

“Quieres acabar en mii interior?

“Si, me encantaría” Comenzando a bombearme, lentamente para ir acelerando su ritmo rápidamente, percibiendo el roce de su aparto contra las sensibles paredes de mi recto.

El ritmo se transformó en algo frenético, apoderándose de mi cuerpo haciéndome gemir de placer, y en parte de dolor donde esas sensaciones se funcionaban disfrutando ampliamente de ese sexo anal. Cuando sus embestidas pronto se volvieron más fuertes, más violentas, percibiendo la fricción de su verga en mi membrana intestinal, que después de una serie de empellones rápidos y penetrantes supuse que estaba cerca de eyacular, y así fue… su verga tocó fondo en mí y sentí claramente cómo sus tibios jugos, iban regando mis intestinos.

Él temblaba, se retorcía apretando mis pechos y pellizcando mis pezones, se convulsionaba y temblaba como un poseído, gruñendo con cada disparo que salía de su verga, y de pronto se desplomó sobre mi espalda, abrazándome exhausto y sudoroso, pero sin sacar su verga de mi adolorida funda.

Mi cuerpo estaba empapado por el sudor, a pesar del fresco de la noche, cuando la quito de mi culo, inexplicablemente comencé a mamarla mientras me masturbaba, percibiendo un sabor extraño pero muy atrayente, posiblemente por esa mezcla de semen y mis heces. Cuando terminé de eyacular, me sentí algo avergonzado por lo que acababa de hacer, acurrucándome en un extremo de ese improvisado lecho “nupcial”, pensando en no repetirlo. En determinado momento de la noche; Aldo quiso volver a repetirlo, pero la explique que para mí ya era suficiente. Regresamos a la mañana siguiente.

Trate de mantener una distancia con Aldo, a partir de aquella noche, era un buen chico, pero no deseaba transformarme en su amante, a pesar que cuando recordaba lo sucedido, sentía algo de excitación, intentando no pensar en ese día. A pesar de haber venido un par de veces, no pasó nada, hasta que un día lluvioso, llego a mi casa a visitarme, estaba empapado por el torrencial aguacero, lo hice entrar que pasase al baño de mi dormitorio, para secarse, saliendo al rato en calzoncillos.

Nos sentamos al borde de la cama, charlando de cualquier cosa, notando que estaba con su aparato a full, intente no darle importancia, pero cada tanto observaba su bulto. A pesar que hubo unos leves rozamientos, no sucedió nada preponderante, sabía que mis padres no regresaban hasta tarde, eso en parte me preocupaba.

Si bien no tenía interés en tener sexo, su bulto no dejaba de atraerme, cuando tomo mi mano, acercándose a mi lado, a pesar de pensar de apartarlo, me quede quieto.

Cuando repentinamente se quita los calzoncillos, observando su erecta verga, diciéndole:

“Que haces”

“Sé que tenías ganas de verla”

“No para nada” Le respondo, cuando toma mi mano haciéndole acariciar su verga, que lo hago mirándolo a sus ojos, levantándose, para tomarme de los hombros, haciéndome arrodillar, que no pude contenerme comenzando a lamérselo, para luego llevármelo a la boca, mamándoselo con gran fervor.

Sin poder controlarme, besaba apasionadamente sus genitales, mientras me iba quitando mi ropa, permaneciendo desnudo adorando a ese tronco apetecible, apenas me desnude, me alzo, acostándome sobre la cama, elevando mis piernas, para penetrarme, hasta que sentí sus genitales pegados a mis nalgas. Donde sin demasiados preámbulos comenzó a bombearme, viendo su cara sonriente mientras lo hacía, masturbándome hasta acabar ambos, casi simultáneamente. Para preguntarme al rato:

“Me encanta cogerte Manu, y sé que te gusta” No le conteste nada, solo asenté levemente con la cabeza. Busco su ropa, que ya estaba seca, comenzando a vestirse, yo me puse el jogging y una remera. Nos besamos un poco mientras lo acompañaba a la puerta, que cuando llegamos al comedor, me abrazo, bajando mi jogging, flexionándome sobre la mesa, volviendo a penetrarme, tomándome de la cintura, oprimiendo mi cabeza sobre la tabla de la mesa, hasta que volvió a llenarme con su leche.

Nos despedimos, pensando cuando seria la próxima vez.