Violada en el baño de un cine.

Mi nombre es Roxana, tengo 18, mido 1,60, y mis medidas son 88-57-90. que con esas proporciones, soy blanco de que siempre me digan algo, que no me molesta demasiado y hasta me agrada.

Por supuesto que a mi novio Sergio, lo saca de las casillas, intentando trompearse, al oír que me digan algo.

Esto sucedió hace un tiempo, a Sergio se le ocurrió ir a ver una película de guerra, que la daban en un cine de barrio, me insistió en ir, a raíz que me negaba a concurrir al cine, porque era muy viejo, tenía un aspecto deplorable, y hasta había ratas, según los comentarios.

Mi negación llevó a una acalorada discusión, diciéndome que nunca lo complacía, que tenía ganas de verla, y le importaba un carajo si el cine era viejo, y una serie de reproches, que, para evitar de ir a mayores, termine aceptando.

Traté esa noche, de evitar problemas, me puse una pollera corta y algo acampanada, una blusa blanca y sandalias, me vino a buscar con su moto, que me reprocho por la pollera corta, por supuesto, después de esto enfilamos hacia el cine, que con el calor que hacia esa noche, era preferible ir a otro lugar.

Antes de entrar, estuvimos besándonos a la entrada, me toqueteo un poco las tetas y oprimió mis pezones punto muy sensible de mi cuerpo, al igual cuando me hace sexo oral, terminó orinándome, perdón me estoy yendo del relato.

El hecho que con esas leves caricias y besos fueron suficiente para tenerme bastante más conforme. Después de sacar las entradas, entramos en la sala, que era bastante deplorable, revoques caídos, manchas de humedad, las butacas, algunas con los resortes salidos, sin apoya brazos, sumado a todo esto el calor reinante por la carencia de aire, al ser sin numerar buscamos el sitio más adecuado.

El cine debía de ser de la época que se estrenaban las películas de Carlitos Chaplin, mi novio llamó al chico que vendía, golosinas, me compro las que más me gustan, besándolo por la atención.

Previo a dar la película que duraba como 2:30 hs o más, la tediosa propaganda., Sergio tocaba mis piernas, besándome, o agarrándome la mano, estaba más que cariñoso, que me contagiaba rápidamente su estado, soy de calentarme rápido, así que pensé que a la salida iríamos algún motel cercano.

Pero esa demostración, donde comenzó la película, se posesiono de ella, pasando a segundo lugar, o más bien, a ya no darme mucho apunte.

A los veinte minutos de comenzada, tenía ganas de irme, cuando siento que tocan mi pierna derecha, giro la cabeza, y se trataba de un pendejo de 17 o 18 años, que me mira sonriente., le quito la mano, y me abrazo a mi novio, que no tarda en soltarse.

Al rato el mocoso, vuelve a tocarme, repito lo de la vez anterior, pero a los minutos vuelve a tocarme, le clavo las unas, para que no me joda más, diciéndome al oído

“Que mala eres, te hago caricias y me las devuelves clavándome tus unas”

No le conteste nada, pero me hizo gracia, mientras mi novio compenetrado en la película, ni se enteraba lo que sucedía. El chico al rato volvió a insistir, sacando su mano, debe haber transcurrido 5 o 10 minutos, volviendo a la carga, pero opte por dejarlo, pensando que se calentaría y posiblemente se pajease, y listo.

Pero no fue tan así, la rotura de ese apoyabrazos, permitía acceder a mi pollera y pierna, perfectamente, donde mi novio ni se percataba, a lo que esa insistencia, fue afectando mi sensualidad, al punto de comenzar a humedecerme, mientras su mano recorría mi entrepierna, hasta que, al tocar mi ingle, no pude controlar un quejido de placer.

Eso pareció envalentonarlo, cuando sus dedos se fueron metiendo entre mi intima prenda, rozando parte de mi sexo, no podía creer que estaba ocurriendo, comencé a transpirar, por la nerviosidad que me estaba invadiendo, pensé en sacarme la trusa, para sentir sus dedos en mi concha, pero solo atiné a levantarme, para ir a la toilette, diciéndole a Sergio:

“Voy al baño” Que solo me respondió con un monosílabo, sin importarle demasiado que me sucedía, Mientras iba en dirección al sanitario, pensaba que era lo mejor que podía hacer, si se lo comentaba a mi novio, iba a ocurrir un escándalo, de quedarme, se transformara en un manoseo, con un final impredecible. A lo sumo nos encontrábamos en el baño, le dejaría tocarme, unos besos, a lo sumo lo pajeaba.

Mientras me dirigía a los sanitarios, gire la cabeza, pero no venía, entre a ellos, era deplorable su estado, igual que el resto del edificio, sucio, grifos perdiendo agua, inodoros mugrientos, me lave algo la cara para refrescarme un poco, secándome con unas toallas de papel. Cuando de improviso, entra el chico que estaba a mi lado, con dos más, que, a pesar de ser bastante jovencitos, su aspecto no era muy agradable.

Ya no se trataba de lo que pensé, así que les grité, diciéndole:

“Este es el baño de mujeres, vayan a otro lado”

“¿Y si no queremos, nos vas a clavar las unas?” Mostrándome la marca que le había hecho.

`          “Te calentaste putita, cuando te tocaba, vengo a continuarlo, con mis amigos que siempre me acompañan”

“Voy a gritar, si no se van”

“Vas a gritar de placer cuando te la meta”

“Pero grita, nadie te va a oír, el acomodador debe estar durmiendo en la sala” Intente salir, pero me lo impidieron rápidamente, mientras trababan la puerta del baño, chille con desesperación, pero me amenazo con amordazarme, desistiendo de mi intención, en el momento que se me acerca los tres, comenzando a manosearme.

Cuando mi vecino de butaca, me agarra la mano, llevándola a su sexo, diciendo:

“Toca, lo que te vas a comer” Percibiendo que, se trataba de algo voluminoso, no quería llorar para no demostrar mi debilidad, pero no estaba lejos de hacerlo, el acercamiento se hizo más cerrado, donde nuestros cuerpos estaban totalmente pegados, impidiendo moverme o tratar de huir.

Creo que en ese momento odie más a mi novio, por haberme llevado a ese cine de mierda, que, a estos pendejos, que comenzaron a levantar mi pollera, que me era imposible impedirlo, siguiendo refregando mis tetas, mi culo, donde se iba intensificando ese acoso colectivo, que me tenía muy asustada.

Ahí dos de ellos pela su pija, obligándome a postrarme, que hago bastante temerosa, obligándome a que se las mamé, que, ante su rostro amenazante, no vi otra opción, pensé en morderlos, pero de hacerlo, me iban a dar un merecido castigo. Cuando el jefe de esta pandilla, me dice:

“No te preocupes preciosa, es un pre calentamiento”

A pesar de mi temor, pensaba fríamente, si no accedía a sus pretensiones, me iban a obligar con violencia, así que opté por seguirle la corriente o más bien aceptar sus intenciones.

Después de haberme saturado de mamárselas, en la que Juan, así lo llamaron en un momento, mi vecino de butaca, fue el que eyaculo en mi boca, diciéndome:

“Eres una experta chupando pijas, mi putita” No haciendo caso a sus palabras, cuando me alzan en vilo, para acostarme sobre la mesada de los lavados, quedando mi cabeza sobre uno de esos recipientes y mis piernas en el otro, posición que impedía mis movimientos, sumado a estar apresada por los brazos de estos malditos.

Mi inmovilidad, fue suficiente para tocarme con más intensidad, mientras quitan mis sandalias, levantan mi pollera, comenzando a desplazar mi trusa, hasta quedar mi sexo al alcance de estos depravados.

Cuando uno de ellos comienza a lamer de mi vagina, acariciando mi entrepierna, mientras otro, levanta mi blusa, junto con mi sostén quedando mis tetas al descubierto, donde le dan un tratamiento especial, chupar mis pezones, que, junto con el sexo, a pesar de tratar de contenerme comencé a entrar en un estado algo candente.

“Vaya, parece que la putita se está calentando, habrá que darle un tratamiento    especial”.

Cuando se prendieron en ambos pezones y en mi concha, que, a pesar de tratar de contenerme, fui lentamente cediendo, con leves gemiditos, haciendo evidente que me gustaba.

Su manosea era suave, algo que les ayudó a excitarme, sumado a sus mordiscones y lamidas hicieron que comenzase a ceder, cuando levantan, piernas y uno de ellos lame mi culo, acto que hizo que comenzase a entregarme a ese desquiciado trio.

Acto seguido, me giran sobre esa mesada, elevando mis piernas, y uno de ellos con la verga en la mano me la inserta sin demasiado prólogo, haciendo gritar, comenzando a bombearme, viendo que los dos restantes, muestran sus respectivas pijas, sobresaliendo bastante la de mi vecino de butaca.

Aunque debía de estar llorando, este brutal tratamiento comenzó a agradarme o más bien a incitarme, me deje llevar y hasta llegue abrazarlo mientras me follaba asiduamente. Cuando este Juan creo que se llamaba dice:

“Sabía que eras una putita calentona, ni tu novio te ha cogido así, y eso que recién empezamos”

Creo que mi mayor temor fue en ese instante, saber que podría llegar a aparecer mi novio, si esto se hacía bastante prolongado y podría suceder cualquier catástrofe, mientras pensaba en eso el que tenía encima acabo, cuando el segundo me baja, me gira sobre la mesada, apoyando mis tetas sobre la superficie mojada, separando mis piernas, para penetrarme violentamente.

A esta altura de este acto sexual, realmente estaba bastante caliente, gimiendo ante el ímpetu de este nuevo macho, alentado por sus compañeros.

Mis tetas se refregaban contra esa superficie sucia y mojada, mientras su pelvis golpeando mis glúteos se hacía cada vez más armoniosa, no sé cuánto debe haber transcurrido, 15 o 20 minutos., pero apenas acabo en mi interior, el supuesto Juan, me tomo de la muñeca,

Quitándome la blusa y el sostén, mirándome de una manera abusiva, diciéndome:

“Que buena que estas, mi putita, vamos a utilizar otra abertura, no sea cosa, que la        devastemos, ese hermoso culo, merece un trato especial”

“No por favor, has lo que quieras menos eso”

“Ya está decidido” Mientras me llevaba a uno de los mugrientos cubículos, abriendo la puerta, haciéndome entrar, inclinando, apoyando mis manos sobre la pared, frente al inodoro, mientras no dejaba de acariciar mis glúteos.

Mi adrenalina se elevaba, mientras sus manos no dejaban de acariciarme, asiduamente, oprimiendo con su dedo mi ano, hasta que su lengua lamia los bordes de mi esfínter, alterándome de tal forma, que me habría todo lo que podía para sentir ese contacto, que comenzó a excitarme. Desnuda hincada, en ese mugriento cubículo, pronta a ser penetrada analmente, pareció alterar mi adrenalina, llegándome a orinar, sintiendo mis cálidas aguas, mojar mi entrepierna, el motivo es el nerviosismo que me embargaba, suele pasarme cuando tengo algún examen. Cuando Juan, comenta:

“Que rica concha tienes, y meada me encanta más, pero la dejaré para otro día

Nunca había tenido una experiencia de ese tipo, y menos siendo obligada, que a pesar de eso me fui entregando gradualmente, hasta que sentí uno de sus dedos, introducirlo hábilmente en mi orificio. Mis gemidos se fueron acentuando mientras un segundo dedo acompañaba al primero, para iniciar un acompasado movimiento. Dada la corta dimensión del retrete estaba en una posición bastante contenida, cuando se abrió la puerta del mismo, entrando en el cubículo otro de los muchachos que los acompañaban, diferente a los que se la había mamado.

Hasta que en determinado momento me inclinaron más sobre el retrete, con las piernas bien abiertas, Juan se colocó atrás de mí mientras el otro abría mis nalgas para que él friccionase su verga entre la unión de mis posaderas. Estaba temblando de miedo y sentía mi cuerpo apesadumbrado y repleto de adrenalina, no sé si sentía excitación, o si lo deseaba, aunque intentaba impedir lo que se avecinaba.

Nunca pensé que me sucedería algo así, pero no hice demasiado por impedirlo, aunque mi posición y lo chico del recinto impedía moverme, no sé si para no parecer una mojigata, o porque quería que realmente pasase, pero a pesar de eso traté de levantarme, pero me empujó nuevamente por la espalda y me obligó a apoyar mi cuerpo sobre el excusado.

Al hacer esto, mis orificios quedaron bien expuestos para lo que él quisiera hacerme. Entonces empecé a llorisquear, pero él no me hizo caso. Yo le rogaba que no lo hiciera, pero me mantenía pegada contra el artefacto, obligándome a permanecer inmóvil.

La presión contra mi abdomen, los nervios, o no sé qué, me llevo a tirarme una ventosidad sonora, motivo suficiente, para comentar:

“Vaya, parece que me está llamando”,

Ya no tenía dudas en cuáles serían sus intenciones, con mi cuerpo expuesto a su antojo, diciendo,

“Que hermoso culo, que tienes, grandecito, con la forma de una pera. Y juraría que tu novio, nunca lo uso”

El maldito tenía razón, jamás mi novio me lo pidió, cuando sentí su verga pasearla entre mis nalgas, toqueteando mis orificios. Oh Dios mío, eso me excitaba, me volvía loca. Con cierto temor, sentí que la punta de su miembro se colocaba en mi ano y empezaba a empujar una y otra vez, pero mi esfínter no cedía y yo sin fuerzas para dilatarlo. Al reintentar colocar su verga a la entrada de mi ano, di un salto para que no se metiera, pero él me dio una fuerte nalgada y me obligó recostarme nuevamente.

Grité al tratar de transgredir mi acceso, mientras el chico escupía sobre mí culo, intentando lubricarlo. Cada vez que se introducía algo, me dolía bastante, pero poco a poco mi propia lubricación hizo que me penetrara hasta el fondo. Sentía que me salía por la garganta, estaba enorme. Cada vez que salía me succionaba las entrañas y cuando entraba me empujaba todos mis órganos internos. Dándome la sensación, que era como una sanguijuela, adherida a mi cuerpo, intentando adueñarse de él.

Pensé que lo mejor sería disfrutar, o por lo menos intentarlo, dejó de apretarme contra el artefacto y tomó mis pechos en sus manos, acariciando mis pezones, sopesando mis pechos como queriendo juguetear con ellos, mientras su verga dominaba mi interior. Cuando sus embestidas pronto se volvieron más fuertes, más violentas, percibiendo la fricción de su verga en mi membrana intestinal, que después de una serie de empellones rápidos y penetrantes supuse que estaba cerca de eyacular, y así fue… su verga tocó fondo en mí y sentí claramente cómo sus tibios jugos, iban regando mis intestinos.

Él temblaba, se retorcía apretando mis pechos y pellizcando mis pezones, se convulsionaba y temblaba como un poseído, gruñendo con cada disparo que salía de su verga, y de pronto se desplomó sobre mi espalda, abrazándome exhausto y sudoroso, pero sin sacar su verga de mi adolorida funda.

Mi cuerpo estaba empapado por el sudor, como consecuencia de ese calor contenido en ese receptáculo sanitario, cuando ya suponía que estaba todo por finalizar, este cuarto personaje, quiso repetir lo de su compinche, insertando mi ano, con su verga hasta sentir su pelvis sobre mis glúteos, recibiendo un tratamiento similar a la anterior.

Después de esta transgresión, se fueron, me limpie como pude el esperma que salía de mis aberturas, sintiéndome una infeliz, busque las sandalias, que estaban tiradas en cualquier parte, me vestí, me lavé como pude, dirigiéndome a la sala, al sentarme, mi novio me dice;

“Donde estabas, que te paso, te perdiste toda la película” Solo le conteste;

“Me caí en el baño”  Dije sonriendo.

“Oh, siempre la misma torpe” Continuando viendo el resto de la proyección.

Me dio bronca por su contestación, estaba por decirle “Me cogieron muy rico, tres o más bien cuatro pendejos, y lo pase bárbaro, cornudo idiota”