Capítulo 2
- Chantajeando a mi abuela I
- Chantaje a mi primita III
Me puse en ese momento frente a ella, sin dejar de amasar sus tetas, cubriendo a propósito el plano de la cámara.
Al verme frente a ella, su frente se crispo, pues viéndome la cara ya no podía engañarse a sí misma diciéndose que quien estaba haciéndole algo tan sucio era un desconocido.
En ese momento le susurre muy bajo ( para que no lo registrase la cámara) Diciéndole suavemente: -cierra los ojos y te será más fácil, aguanta solo unos minutos más y podrás irte para siempre-.
Ella asintió imperceptiblemente y cerró los ojos. Era lo que yo querían ese momento empecé a acariciarla solo con la derecha, durante un par de minutos, para que se acostumbrara al cambio y después lentamente, para que ella no lo notase, fui llevando la otra hasta la videocámara, apagándola.
En ese instante, me moví rápidamente y antes de que pudiese reaccionar o ni siquiera abrir los ojos, le di un fuerte puñetazo en la boca del estómago que la dejo sin aliento ni fuerzas, sin llegar a caer, pero con fuertes náuseas.
Aproveche ese momento en que estaba a mi merced y empujándola contra la cama, tomé unas esposas de la mesilla y le encadene boca arriba con las muñecas al cabezal de la cama.
Imaginaros si podéis la escena, una criatura que a mí me parecía angelical, totalmente indefensa y para colmo sus grandes pechos se movían aún violentamente fruto de las arcadas que mi golpe le había producido.
Fue la escena más morbosa y excitante que vi jamás, tanto que no pude contenerme, me lance entre sus piernas, se las abrí violentamente y le arranque las bragas de algodón, grandes y blancas como las de una monja, pero que a mí me resultaron terriblemente excitantes.
A pesar de que aún no se había recuperado del todo, al notar lo que yo estaba haciendo empezó a gritar como una loca, pataleando, intentando quitarme de encima, pero era inútil, sin poder usar los brazos, no podía desalojarme de entre sus piernas.
Cogiéndole los muslos, los lleve brutalmente hacia delante, tanto que sus pies quedaron a ambos lados y más arriba de su cabeza.
Eso le dolió, lo vi en su cara, y sujetándola en esa posición con mi peso, me desabroché el pantalón y los calzones, liberando mi polla, que con el forcejeo estaba tiesa como un palo y enorme.
Sin esperar ni un segundo se la clavé hasta el fondo de sus entrañas.
Me dolió y a la primera no entro del todo, pues era de verdad virgen y estaba muy estrecha, pero volviendo a dar un nuevo empujón note que entro hasta la matriz y empecé a bombear rápido y seguido.
Si a mí me dolió, el tormento de mi primita debió ser indescriptible: Pegó un gran chillido cuando rompí su virginidad y todavía pataleo un poco, aunque después se quedó quieta (solo se bamboleaban sus grandes tetas con cada una de mis embestidas).
Gimiendo como un perro apaleado, sólo repitiendo una y otra vez la palabra no, no, no…. mientras un torrente de lágrimas le surcaba la cara.
Yo aproveche su inmovilidad para acomodarme mejor y poniéndome de rodillas entre sus piernas totalmente abiertas, la penetre aún más profundamente pudiendo mirar a la vez como entraba hasta el fondo de su coño. ella se estremeció débilmente al notar que las embestidas eran más profundas, pero era incapaz de ninguna otra reaccionó que yo aproveche para seguir follándomela sin piedad, hasta que no pude aguantar más y derrame un torrente de semen en su interior.