¡Que bello es vivir!
Sí, tal y como suena. Ya sé que es el título de una famosa película, pero como habrás deducido, no van por ahí mis tiros.
Gracias a Dios (esperemos que exista alguno, y si no es así…dios nos libre?), cuando tu vida se vuelve algo monótona, suceden hechos inesperados, que te pueden cambiar la vida, o por lo menos la manera de verla y enfocarla. Esto es lo que me pasó a mí.
Imagina un día de verano cualquiera, pero eso sí; muy caluroso.
Te levantas un Domingo, con un dolor de cabeza y cuello terrible, debido a la cantidad de horas de sueño sufridas en tu cuerpo.
Son las 11:30 de la mañana y estás completamente empapado en sudor. Giras tu cabeza, y ¿qué te encuentras?: a tu esposa que aún está dormida. Te levantas, te estiras, bostezas, y te diriges al W.C.
Después de esta paradita, vas a la cocina para ver si queda algo comestible en la nevera, tomas lo primero que pillas, y te haces algo de café. ¿Te suena esta situación? Para míe es la misma todas las mañanas de Domingo, pero por fortuna, aquel día….
Mi esposa Carolina, se levantó instantes después que yo, llegó a tiempo para tomar algo de café que aún quedaba en la cafetera, y nos sentamos en el sofá para planear el día.
Las opciones eran pocas, o nos íbamos a la playa un rato a tomar el sol, o aprovechábamos para poner al día la casa. Como no estábamos por la labor de trabajar, decidimos bajar un ratito a la playa, y tomarnos el día de relax, pero…
Justo en el preciso instante en que estábamos preparando la cesta de playa, suena el teléfono: es mi cuñada Andrea, la cual nos invita a comer algo en un chiringuito de playa y así vernos, ya que hace algún tiempo que no coincidimos las dos parejas, por motivos de trabajo, ya que su novio trabaja en un restaurante y es raro que libre un fin de semana.
Como de todas formas pensábamos ir a la playa, aceptamos de buen grado, (sobre todo yo, ya que vera mi cuñada ligerita de ropa es algo que me encanta… ¿a quién le amarga un dulce?).
Dicho y echo. Pasamos a recoger a la parejita, y decidimos irnos un poquito más lejos de lo habitual, por la zona de Estepona, ya que allí hay playas más solitarias y tranquilas, en definitiva, menos concurridas.
Por el camino vamos conversando de distintos temas: «qué bien estás…», «cómo te va el trabajo..?», «¿te enteraste de que tía…?», en fin, ya sabéis, lo típico, y entre rato y rato, yo no paraba de mirar por el retrovisor a mi cuñada, sentada junto a mi esposa, aunque lo que realmente miraba era su inmenso escote, el cual dejaba ver gran parte de su precioso «tetamen». Por fin, y después de 1 hora en carretera, llegamos a la playa.
Descargamos los bártulos de playa y nos encaminamos a buscar un sitio donde ubicarnos.
Elegimos un sitio cercano a la orilla, y comenzamos a dejar las cosas y colocar las toallas.
Entonces la situación comenzó a mejorar: Andrea preguntó a mi esposa si le importaba que hiciera Topless, a lo cual ella respondió que por supuesto que no, y que si mi cuñada lo hacía, ella también, ya que lo suele hacer habitualmente.
Puesto que todo quedaba en familia, las dos se quitaron las camisetas y dejaron ver sus ansiados «tesoros», para placer mío y de mi cuñado Antonio.
Si tuviera que describiros a mi esposa, os diría que es una mujer bastante atractiva, es morena con pelo largo y rizado, ojos verdes y figura delgada, con unos pechos muy bonitos y bastante firmes, aunque si tuviera que resaltar alguna zona de su cuerpo sobre las demás, sería su hermoso culo.
Es un culo perfecto, muy duro y con tan solo verlo, te pones a 100 por hora!!.
Y si tuviera que describir a mi cuñada, os diría que es una chica de aspecto juvenil, pelo largo y castaño claro, con ojos de un color verde muy claro y cara pecosa, también de complexión delgada, y eso sí, con unas tetas impresionantes, sin desmerecer todo lo demás.
Como podréis imaginar, verlas a ambas allí juntas sin bikini, es algo que te puede alegrar el día.
Para colmo, cuando Andrea se quitó el pantalón, creía que mi verga iba a reventar! Venía con un minitanga que dejaba volar mi imaginación y algo más!!.
Nos tumbamos en las toallas (por supuesto que yo lo hice boca abajo para no dar el cante) y nos dispusimos a tomar el sol.
Conversando con mi cuñado, no sé como salió el tema, pero recuerdo que el soltó algún comentario sobre el culo de mi mujer, a lo cual le respondí: «veo que te has fijado bien, ¿no?·» Él se puso muy nervioso, y me dijo que no era lo que parecía, que no me equivocara, a lo que yo me apresuré en responderle: «no me importa que te fijes en ella, es más, me enorgullece que otro hombre adule a mi mujer»
Él se quedó bastante sorprendido, y después de reirnos levemente, me confesó que él pensaba igual, y que si era así , yo tenía que saber que mi esposa le parecía bastante atractiva, y que muchos hombres matarían por tener un culo así para su disfrute. Le dí las gracias, y como no podía ser menos, le pregunté si le apetecía que le diera mi opinión sobre Andrea, a lo cual asintió.
Mi respuesta fue algo más «concreta» que la suya: » Andrea tiene unas tetas de infarto, y «YO» mataría por tenerlas, por lo menos, entre mis manos» Él puso una sonrisa, y sólo se le ocurrió decir:
«¿hace un cambio?» Ambos nos pusimos a reír, lo cual, llamó la atención de las dos hermanas. Como no nos atrevimos a contárselo, ellas propusieron ir a comer, lo cual fue del agrado de todos, y así lo hicimos.
Tomamos una paella y varias copas de vino, las cuales, con la ayuda del sol, se subieron más rápido de lo normal.
Comenzábamos a reírnos de cualquier cosa y a tontear unos con otros. Como la comida se extendió más de lo que pensábamos, decidimos marcharnos a casa y allí tomar la penúltima copa, y como todos estábamos de acuerdo partimos a mi casa.
Por el camino de vuelta, no paraba de pensar en la conversación con mi cuñado, y sobre todo en la contestación que yo le di.
Una vez en casa, tomamos alguna copa y como era algo tarde, decidimos invitarlos a que se quedaran a cenar en casa, era lo menos que podíamos hacer después de que ellos pagaran la comida.
Ellos aceptaron con gusto, ya que todo estaba transcurriendo en un ambiente bastante agradable.
Carolina comentó que si nos apetecía ducharnos, podíamos hacerlo antes de que ella preparara la cena, y ya que tenemos dos cuartos de baño, casi no haría falta que nos turnáramos.
Mi esposa me dijo que miráramos en el armario para coger algo de ropa. Medio en broma, Andrea me preguntó que ella suele utilizar tanga, así que le tenía que buscar algo para ella.
Podía haber reaccionado de mil maneras, pero sólo se me ocurrió decir: «Carolina tiene varios, pero, ¿crees que te estará bien alguno?». A lo que ella contestó: «enséñame alguno, me los pruebo, y decidid si me queda igual o mejor que a ella» Todos soltamos unas risas, y sorprendentemente, mi mujer dijo: «no eres capaz!»
Aquello fue el principio de una velada que no olvidaré en mi vida. Como si estuvieran poseídas, las dos comenzaron a discutir medio en broma, y comenzaron a sacar varios tangas y distintas piezas de lencería que pertenecían a mi mujer.
De repente, la situación tomó un giro inesperado: Nos preguntaron si ambos (mi cuñado y yo) queríamos hacer de jueces, nos miramos a la par y todo fue como si estuviera pactado de antemano: ¡SIIIII!! ¡claro que queremos!. Ellas cogieron varias prendas y entraron en el baño.
Antonio y yo estábamos algo pasados debido a las copas y el vino, al igual que ellas, pero decidimos que seguirles el rollo no haría daño a nadie, y de todas formas nosotros dos seríamos los más beneficiados, así que nos decidimos a esperar sentados en el sofá, a ver que pasaba.
Momentos después se abrió la puerta y aquella visión nos dejó casi sin habla a los dos.
Caroli (así es como llamo a mi esposa), llevaba un precioso conjunto de tanga y sujetador de encaje de color negro, y se había puesto también unos tacones de aguja de color negro, ya que sabía que a mí esto me encantaba, y al resto de los hombres suele agradar, ya que por norma general somos muy visuales; todo ello con la idea de ganar puntos extras.
A su favor diré que estaba bastante bien, verla allí, delante nuestra y en ropa interior era algo que me estaba sobreexcitando, y creo que a mi cuñado también, porque su pantalón no podía disimular la excitación de su miembro.
Se dio varias vueltas para que ambos comprobáramos la «mercancía», y si resultaba excitante su vista delantera, la vista trasera que nos ofreció lo era mucho más.
Entonces, mi cuñada preguntó desde el baño si estábamos listos para ver a la campeona, lo cual nos hizo reír a todos.
Cuando salió del baño, creía que estaba soñando: tan sólo llevaba un tanga blanco y muy minúsculo, nada más.
Cuando mi mujer la vió, empezó a quejarse, diciendo que eso era trampa, que estaba influenciando al público.
Ella se paseo por delante de los dos, dando varias vueltas, dejando ver su precioso cuerpo, casi al completo.
Como todos estábamos de acuerdo en que aquello no era justo, opté por imponer una solución, y dije: «esto debe ser una competición justa, y si aquí estamos buscando elegir a la que esté mejor, ¿qué te parece (me dirigía a mi cuñado) si las participantes se quitan toda la ropa para que podamos verlas en todo su esplendor?. La reacción de este no podía ser otra: «estoy de acuerdo».
Tal y como estaba la situación solo había dos salidas posibles: que las chicas cortaran por lo sano y se acabó el concurso, o que siguieran adelante y solo Dios sabe que más podía pasar…. Ellas tardaron un instante en reaccionar, y tras mirarse, esto fue lo que pasó:
Caroli se quitó el conjunto de encaje negro, quedándose tan sólo con los tacones, y Andrea no tuvo que hacer tanto esfuerzo: bastó con un leve gesto para desprenderse de la minúscula prenda que llevaba.
El espectáculo era casi inmejorable: mi esposa se acerco a ambos, casi a un palmo de ambos, se dio una vuelta y tras ponerse de espalda se agachó, dejándonos una vista de sus dos hermosos agujeros que no se podía pasar por alto.
El olor a mar en su pie junto con el olor de su coño (perfectamente depilado y con un aspecto muy apetecible) era algo que podíamos casi saborear.
Os podéis imaginar que los dos teníamos una erección de las que te piden a gritos sacarla del pantalón o correr las nefastas consecuencias.
Como Andrea no quiso ser menos, adoptó la misma posición que mi esposa, y allí estábamos loas cuatro, hasta arriba de alcohol, con un calentón de espanto, y nosotros dos con dos preciosas mujeres desnudas pidiendo guerra.
Como nadie reaccionaba, fue mi cuñada quién rompió el hielo, se volvió ante nosotros, se acercó a mi cuñado y abriendo sus piernas, se sentó sobre sus piernas, comenzaron a besarse apasionadamente y … ya no pude ver más, porque Caroli hizo lo propio conmigo.
Ella notó que el estado de mi miembro no podía quedar así. Me bajó el bañador, dejando mi polla al descubierto, y comenzó a pajearme suave y lentamente.
En otras circunstancias me habría dado mucho corte esta situación, y no la hubiera permitido, pero aquella tarde era especial, y las copas de más ayudaron bastante.
Cuando me quise dar cuenta, mi esposa estaba arrodillada delante de mi polla, y haciéndome una mamada. Giré la cabeza para ver cual era la reacción de mis cuñados, pero cual fue mi sorpresa cuando ví que ellos estaban en la misma situación.
Aquello hizo que mi verga se endureciera aún más, el ver a mi cuñada con una polla en la boca a escasos centímetros de mí es algo que yo no podía haber imaginado anteriormente (¿O TAL VEZ SÍ?).
Cuando todo hacía indicar que en breves instantes soltaría mi semen, Antonio soltó la siguiente frase: «me encantaría tocar el culo de Caroli». A lo que yo respondí: «sólo si ella quiere, y si es así, yo quiero tocar las tetas de mi cuñadita». La situación quedó congelada por un instante, y mi mujer contestó:
«¿y no sería mejor que directamente cambiáramos de pareja?»
No me podía creer lo que estaba pasando, y mucho menos lo que venía a continuación: mi cuñada se levantó y le cedió el turno a mi esposa, la cual me miró buscando un leve consentimiento, yo tan solo asentí con un gesto y acto seguido se arrodillo frente a mi cuñado, que estaba aún más atónito que yo, con una de sus manos cogió sus genitales y seguidamente se inclinó sobre su pene.
Cuando parecía que se la iba a introducir en la boca, dejó caer algo se saliva sobre la misma y comenzó a frotársela muy suavemente, dejando sus labios a escasos centímetros.
Esto ocasionó que mi cuñado soltara un gemido de placer que seguramente más de un vecino escucharía.
Pero no fue nada en comparación con el que soltó cuando Caroli, se introdujo su polla en la boca, y comenzó a succionar con fuerza, como si quisiera sacar todo lo que él llevaba dentro.
Aquella situación estaba a punto de causarme un ataque al corazón: estaba contemplando como mi esposa estaba haciéndole una mamada a otro hombre delante de mis narices, claro que por otro lado aquello me hacía sentir extrañamente excitado y morboso.
De repente mi cuñada, me hizo volver a la realidad. Se acercó ante mí y me dijo: «no creas que me he olvidado de ti, te voy ha hacer una mamada mejor que cualquiera de las que te haya podido hacer mi hermana», y al contrario que mi mujer hiciera con Antonio, se arrodillo de repente y se introdujo mi miembro en la boca.
Aquello hizo que yo soltara un pequeño grito , al principio de sorpresa y seguidamente de placer.
Os podréis imaginar el estado de excitación por el cual estaba pasando, mi cuñada, con la cual he tenido miles de fantasías, succionando mi miembro como una posesa, y a escasos centímetro nuestros, mi esposa, haciendo lo propio con mi cuñado.
Aquella situación era más bien propia de una película surrealista de Almodóvar. Y como en las películas del famoso manchego, todo tendía a complicarse y enredarse aun más.
Giré mi cabeza para mirar a mi esposa, justo en el preciso instante en que Antonio la estaba apartando de su verga. Yo creía que estaba a punto de eyacular, pero nada más lejos de la realidad.
Sin mediar palabra alguna con los demás, levantó a mi mujer y la volteó, quedando esta totalmente de espaldas a él, la inclinó levemente por la cintura y sujetando con una de sus manos el culo de mi esposa, introdujo su miembro de un golpe en su coño, sujetándose la base de la misma con la otra mano.
Aquello pareció no disgustar a mi mujer, más bien todo lo contrario, ya que incluso flexionó un poquito las piernas para hacer que Antonio la penetrara mucho más cómodamente.
Y pensar que tan sólo instantes antes yo estaba temiendo por el «¿qué dirá mi esposa de esto?». De todas formas aquello me estaba haciendo las cosas más fáciles, ya que lo que yo tenía en mente desde hace tiempo era penetrar a mi cuñada, y ahora, mi esposa Carolina, no podía reprocharme que lo hiciera, y mucho menos después de ver aquello.
En mi cabeza sólo tenía dos cosas, una que era la imagen de mi mujer siendo envestida por Antonio, y por supuesto, unas ganas tremendas de penetrar a mi cuñada.
No me lo pensé más, aparté a mi cuñada Andrea, la levanté y le susurré al oído: «¿vamos a dejar que ellos nos lleven la delantera?», a lo que ella respondió rápidamente: «de ninguna forma!».
Ella misma se giró quedando toda ella a mi merced. Tampoco yo pedí permiso a nadie, y lentamente, para disfrutar cada preciso instante, le fui metiendo mi verga en su por entonces húmedo y caliente sexo.
A cada centímetro que le estaba introduciendo mi excitación crecía cada vez más, y cuando llegué al tope, tan solo se me ocurrió quedarme allí, parado y quieto, sintiendo como yo la estaba llenando por completa.
Aunque este pequeño momento de placer, tan sólo fue eso: un pequeño momento, porque en seguida comencé a empujar mi polla una y otra vez contra ella, notando como mis genitales rebotaban en ella.
Estaba deseando que aquello no terminara nunca, cuando de repente, veo algo que me dejó perplejo: Antonio había colocado a mi esposa en el sofá, apoyada contra el respaldo y con las rodillas apoyadas en la base, y él se había situado detrás, empujando con más ganas que antes, pero con una variedad: estaba follándose el precioso culo de mi mujer!! Una vez más me habían sorprendido ambos, yendo más allá de lo que yo me figuraba que llegarían.
Lejos de enojarme, me estaba calentando de tal forma, que saqué mi polla del coño de Andrea, humedecí dos de mis dedos con los fluidos de mi cuñada y comencé a dilatarle el ano, muy despacio, para no hacerle daño.
Ella rápidamente comprendió lo que estaba a punto de suceder, y después de mirar lo que estaban haciendo su novio con mi mujer, se despejaron todas las dudas que le podían quedar, me miró sonriendo, agachó su cabeza, y separó un poco más sus piernas para hacerlo más fácil. Aquello me daba vía libre.
Cuando me pareció que su esfínter estaba lo suficientemente dilatado, saqué mis dedos de su ano, volví a introducir mi polla tan sólo una vez en su húmedo coño para lubricar mi verga, y seguidamente se la fui introduciendo en el culo, muy lentamente.
Al principio me costó un poco de trabajo, ya que tenía un culo muy apretado, pero cuando la saqué y la volví a meter varias veces, se adaptó perfectamente al tamaño.
Con cada empuje, la notaba temblar entera, y podía ver como se balanceaban sus enormes pechos.
Aquello era superior a mis fuerzas, dejé de sujetarla por la cintura, y llevé mis manos a sus pechos, sujetándolos con mucha fuerza. Esto hizo que la penetración fuera aún más profunda y placentera para mí.
Aquella postura estaba haciendo que mi eyaculación fuera casi inminente, y mi cuñada lo sabía, así que ella misma comenzó a moverse con más rapidez, hasta que le confesé que me correría de un momento a otro, entonces ella, se apartó de golpe, se sentó en el suelo y arqueó su cuerpo hacia atrás, dejando su cabeza a la altura de mi polla, volteó su cabeza también hacia atrás y se metió mi polla en la boca, mamándola una y otra vez, lo cual hizo que yo explotara.
Notaba como mi semen salía de mi pene, y bajaba por su garganta, sin que ella dejara escapar ninguna gota. Cuando ya no pudo tragar más, se la sacó de la boca y siguió pajeándome con una mano, dejando que mi semen le corriera por su cuello y llegara a salpicar sus pechos.
No me quedaban a penas fuerzas para mantenerme en pie, y mi cuñada insistía en exprimir hasta la última gota que quedaba en mí.
Cuando mi semen cesó de manar de mi polla, se dedicó a limpiar los restos con su lengua, de forma muy suave y casi me atrevería a decir que cariñosa.
No nos habíamos dado cuenta de que la pareja formada por mi esposa y mi cuñado, ya habían terminado su faena, no sé si de la misma forma que nosotros, pero a juzgar por sus caras de asombro, creo que no.
Ayudé a Andrea a levantarse, y le di un beso cariñoso en la boca, boca que aun olía y sabía a mí. Mi esposa se acercó a nosotros, me abrazó y comenzó a besarme, diciéndome lo mucho que había disfrutado con aquella experiencia.
El mismo echo se produjo en la otra pareja, con gestos de ternura y pasión.
Decidimos sentarnos en el sofá y tranquilizarnos un poco, hasta que a alguien se le ocurrió la idea de ducharse, la cual fue del agrado de los cuatro.
Carolina y yo nos duchamos en el baño principal mientras que mi cuñada y Antoni la hacían en el baño de invitados.
Mientras nos duchábamos, comentábamos los detalles de la experiencia vivida, y tal fue la excitación al recordarlo, que allí mismo, hicimos el amor, y a juzgar por las voces de mis cuñados, creo que ellos tuvieron la misma idea.
Luego tranquilamente, salimos del baño, nos vestimos y decidimos dejar la velada por hoy, ya que se había echo demasiado tarde y todos estábamos muy cansados, ya sabéis, la playa cansa mucho.
Nos despedimos los cuatro, prometiendo volver a quedar otro día para poder cenar, y quien sabe si algo más….
AL FINAL TODO QUEDARÍA EN FAMILIA!!!!