Mi esposa, su hermana y yo
Imaginad una tarde cualquiera de noviembre.
Suelen ser tardes frías, con mucho viento, y un ambiente típico de otoño, no hay casi nadie en la calle, y se puede respirar la humedad en el ambiente, e incluso verla reflejada en los adoquines de la calle, en fin, una tarde de otoño típica de película «made in Holliwood».
Pues bien, ¿Cómo una tarde así se puede convertir en una de las noches más calientes en la vida de un hombre cualquiera….? En seguida os lo descubro.
Mi nombre es Javier, tengo 29 años y estoy casado desde hace 4 años con una mujer preciosa y maravillosa, cuyo nombre es Carolina.
Ambos nos conocimos gracias a un amigo en común, y fue hace bastante tiempo ya, rondábamos los 16 maravillosos años.
En nuestra época de novios, solía visitar la casa de mis suegros, personas muy abiertas y agradables, lo cual me lo hizo todo muy fácil. Caroli (así es como llamo a mi esposa), tiene una hermana tres años menor que ella, llamada Andrea.
Son personas muy distintas, cosa que suele pasar entre hermanos, mi esposa es una persona dulce y simpatiquísima, con una elegancia a veces inusual, de una apariencia física comparable a la de un Ángel (cara aniñada, morena con ojos verdes, un cuerpo perfecto, con un trasero impresionante y muy duro, y una sonrisa que te desarma), y mi cuñada es todo un demonio (rubia con ojos verdes, unas medidas de infarto, unos pechos grandes y firmes), con un carácter algo menos inocente, más provocativa y un poco más alocada.
Muchas fueron las juergas que nos corrimos los tres juntos, copas, noches de marcha, cine….etc. A veces los tres solos, y a veces con alguno de los muchísimos novios que tuvo Andrea.
También fueron muchísimas las veces que me quedé a dormir en casa de mis suegros, y en algunas de ellas, Andrea, la cual dormía en la misma habitación que Caroli, salía a escondidas y me cambiaba durante varias horas su cama por la mía, para que pudiéramos hacer de las nuestras.
Y fue una de esas noches cuando me fijé por primera vez en mi cuñada, y cuando digo que me fijé, imagino que todos me habéis entendido.
Fue una noche de verano en la cual salió con unas braguitas diminutas y una camiseta de tirantas que dejaba casi todo su pecho al descubierto. Fue tan solo un instante, pero desde aquella noche, ella fue una de mis más ansiadas fantasías sexuales.
Cada vez que me tocaba me estremecía, y a veces en la playa, cuando las veías a ambas en las toallas, haciendo topless, me las imaginaba a ambas en una misma cama conmigo, lo cual me producía tales erecciones, que no me permitían dar la vuelta en un buen tiempo.
Bueno, una vez que pasó el tiempo, y me casé, se me pasó un poco esta fijación que tenía por ella, o por lo menos, eso pensaba…..hasta que…
Volvemos a esa tarde fría de otoño, en la que me dirijo a mi casa después de una jornada de trabajo. En ella me recibe Caroli, la cual me había preparado una cena y una sorpresa. Nos había visitado mi cuñada, a la cual no veía desde hacía varios meses.
Estuvimos charlando durante gran parte de la tarde, y cuando llegó la hora de la cena, Caroli le pidió a mi cuñada que se quedará a cenar.
Ella puso algún reparo, porque vió que la cena era algo especial, (algunas noches cuando mi esposa sale temprano de trabajar, prepara algo suculento de comer, adorna la mesa con velas y se pone alguna prenda más elegante y algo de lencería, para romper la monotonía), pero le insistimos tanto que finalmente aceptó.
Estuvimos recordando durante toda la cena, algunas de las fechorías que cometimos años atrás, y de las noches de camas a escondidas en la casa de sus padres.
Entre una historia y otra, nos tomamos entre los tres, dos botellas de Rioja, y el ambiente estaba bastante chispadito!!. De repente, y no se como surgió el tema de conversación, mi cuñada dijo que si su hermana no estuviera conmigo, ella habría intentado algo conmigo.
Como podéis imaginar, esto me dejó estupefacto, ya que no me lo esperaba, y no sabía como iba a reaccionar Caroli. Pero en contra de mis creencias, se lo tomó bastante bien, incluso invitó a Andrea a que lo intentara.
Lo siguiente que recuerdo es que ambas estaban echando a suertes quien de ellas se iba a quedar conmigo, algo totalmente inesperado.
Finalmente ganó mi mujer, y su reacción fue sentarse sobre mis rodillas y abrirme la camisa, me comenzó a besar el cuello y fue bajando hasta el pecho. Ella suele ser algo menos agresiva, pero cuando bebe un poquito…. no hay quien la pare!!
A continuación comenzó a meterme mano en el pantalón, y en ese momento fue cuando mi cuñada se levantó de la mesa para decir que mejor se marchaba, pero ante el asombro de ambos, mi mujer le agarró la mano y me la puso en el pecho, y después le dijo: «esta va a ser la única oportunidad que te voy a dar para que lo pruebes, pero tan sólo un poquito, así que tú sabrás!». Yo no sabía donde meterme, aunque para ser sincero, mi pantalón estaba a punto de estallar.
Fueron unos instantes muy tensos, pero por fin alguien reaccionó y fue mi cuñada. Soltó el bolso en la mesa, se sentó en mi otra rodilla, y comenzó a besarme el cuello. Aquello era demasiado para mí: una de mis fantasías más ansiadas llevada a la realidad!!!. Cuando me quise dar cuenta, Caroli me había desabrochado el pantalón, y me estaba masturbando muy suavemente, mientras yo tenía mis dos manos ocupadas, una en su pecho y la otra en uno de los pechos de Andrea.
Cuando vi que mi esposa se arrodillaba ante mí, ya sabía lo que venía a continuación. Me sujetó por los genitales, y se introdujo mi miembro muy lentamente en su boca.
Andrea no paraba de reír ante aquella imagen, y nos comentó que ya lo había visto antes, hacía muchos años, en su misma habitación, y que incluso, había fantaseado con ello varias veces.
Caroli la miró, y entre risas, le dijo que si quería probarla, solo tenía que arrodillarse, y nada más!. Yo creía que reventaba!!. ¿Cuál fue la reacción de mi cuñada? Muy fácil: se arrodilló ante mí, y mirando a mi esposa, como pidiendo permiso, sacó su lengua, y me la pasó lentamente, comenzando por mis genitales y acabando en la punta del glande, para seguidamente introducírselo todo en la boca, como si no quisiera dejarlo escapar.
Durante unos minutos, se fueron turnando, con un compás que pronto haría que yo descargara toda mi esencia sobre ellas.
Pero no fue así. Ambas murmuraron algo, se levantaron y me desplazaron hacia el centro del salón, donde tenemos una alfombra, allí me despojaron la última ropa que me quedaba.
Yo no quería ser menos, y comencé a quitarle el vestido a mi esposa, lo cual fu rápido, ya que sólo le tuve que soltar las tirantas, dejándola en tanguita y sujetador, y por supuesto los zapatos de tacón (algo que me pone a mil!!), pero con Andrea fue algo más engorroso, ya que llevaba unos vaqueros ajustados, botas y una camiseta, pero no hay nada imposible.
Y allí estaba yo, en mitad de mi salón, con dos mujeres a cual más explosiva, y ambas dedicadas enteramente a mí.
Ambas se arrodillaron ante mi y siguieron realizando una de las mamadas que todo hombre a soñado alguna vez.
Caroli se tumbó totalmente boca arriba, y me hizo poner a cuatro patas, dejando mi miembro justo encima de su boca (la típica postura 69 pero ella debajo).
Comenzó a comerme la polla con unas ganas increíbles, mientras yo me besaba con mi cuñada. Estaba disfrutando como un enano, pero lo que yo deseaba con todas mis ansias es que fuera mi cuñada la que me comiera a mí, en lugar de mi esposa.
Cuando menos lo esperaba, Caroli, paro de chupar, y salió debajo de mí, para invitar a su hermana a que la relevara. (Dios me había sonreído, pensé).
El simple echo de ver a mi cuñada colocándose debajo mía, me produjo más placer que la mamada que me estaba haciendo mi esposa, si es que esto es posible, y fue subiendo más aún cuando se introdujo mi pene en la boca.
Creo recordar, que no esperé ni a que ella comenzara a succionar, comencé a empujar mi verga contra su boca con todas mis ganas, casi sin darle tiempo ni espacio para reaccionar. Noté que al principio le costó trabajo, pero se acostumbró al momento, a soportar las embestidas que le estaba proporcionado.
Cuando estás en esa situación, debajo tuya tu cuñada, chupándote con fuerza la polla, y esperando a recibir tu descarga, con un primer plano de su coño depilado, y frente a ambos tu esposa, observando detenidamente todos vuestros movimientos.
Me fue imposible aguantar más , y sin aviso previo, me comencé a correr en su boca. Me dio la impresión de que no pudo con todo, y como estaba en una posición algo comprometida, sólo tenía dos opciones: dejar de comérmela, lo cual sería una verdadera putada, o intentar seguir y tragarse la mayor cantidad de semen que pueda sin atragantarse.
Para mi placer, optó por la segunda opción, y la verdad es que tuvo que hacer un gran esfuerzo, ya que la cantidad de semen que tuvo que tragar fue bastante considerable, dado que yo llevaba varios días sin tener ningún tipo de relación, y también debido a que era una situación con la que siempre había soñado.
Ver como realizaba todo tipo de esfuerzos para evitar desaprovechar ni una gota de mi semen, fue algo que me excitaba más aún, podía ver claramente como tragaba todo, y cuando ya no pudo más, no tuvo más remedio que apartar un poco la boca, con lo cual el resto fue a para a su cara y también en cuello y pechos.
Su mirada con un cierto tono de complicidad, y una sonrisa perversa, no se me olvidará en la vida, al igual que la imagen de su clítoris húmedo y carnoso. Al igual que tampoco olvidaré lo que vino a continuación.
Cuando ya pensaba que nada mejor me podía suceder, Caroli se apresuró en acercarse a su hermana, situándose ambas debajo de mí, y entre las dos comenzaron a limpiarme los restos de semen que aún quedaban en mi exhausta verga.
Pero no lo hicieron con cualquier cosa, no, comenzaron a darme lametones hasta que no me quedó ni una sola gota. Aquello fue una pasada, el ver como dos mujeres te maman a la vez, es algo que todo hombre debería experimentar aunque sólo fuera una vez en la vida.
Acto seguido, los tres nos tumbamos en la alfombra, riendo y hablando en plan sarcástico de lo que acababa de suceder. Y entonces fue Andrea quien dijo: «creo que nos debes una, ¿no crees hermanita?». A lo cual ella asintió. Ya sabía lo que eso quería decir, no tenían que volver a repetirlo. No sé de dónde saqué las fuerzas, pero reuní las suficientes para ponerme de rodillas, y quitarles las pocas prendas que les quedaban a ambas, y las dejé allí, tumbadas boca arriba, con tan sólo unos tacones puestos, y con las piernas flexionadas y bien abiertas.
Cómo no sabía por donde empezar, comencé por frotar ambos clítoris a la vez, y propuse que echaran a suerte quién de las dos sería la primera. Pero no fue necesario, ambas estaban de acuerdo en que fuera Caroli la primera, ya que era mi esposa y la anfitriona de la fiesta, así que me arrodillé ante ella y comencé a comerla como a ella le gusta, muy pero que muy despacio. No sé si sería por la excitación del momento anterior, pero tuvo un orgasmo en menos de 2 minutos, algo muy inusual en ella, así que decidí dedicarme a mi cuñadita.
Cuando me situé delante suya, pude comprobar detenidamente su coño, el cual estaba totalmente rasurado, con un color rosado, muy húmedo y con un aroma para nada despreciable. Tardé muy poco en lanzarme sobre él, y me lo comí con muchas más ganas de las que empleé con el de mi esposa, cosa que todos entenderéis. La oía de gemir, lo cual me animaba más aún. Ella tardó algo más en llegar al orgasmo, y cuando lo hizo, casi me estrangula, al cerrar las piernas con gran fuerza.
Para entonces mi polla ya se había recuperado por completo, y pedía a gritos algo más de guerra. Así que ni siquiera lo pregunté, me puse delante de mi cuñadita, le separé las piernas, y sin preguntar nada, le introduje de un golpe mi polla. El saber que ella usaba la píldora y que a estas alturas no creo que mi esposa se negara, me animó a hacerlo. Fue tal y como lo pensé.
Ninguna de las dos opuso ningún tipo de resistencia ni objeción. Una y otra vez hundía mi miembro en el suyo, y sentía ese calor abrasador típico cuando no se usa preservativo. La besaba una y otra vez, con avaricia, pensando que tal vez fuera esta la única oportunidad que me brindarían para ello.
De repente se me pasó por la cabeza que posiblemente varios hombres habrían disfrutado de mi cuñada antes que yo, pero no sabía si alguno de ellos habría disfrutado de su precioso culo. Esta práctica era usual entre mi esposa y yo, pero con mi cuñada…. Había que intentarlo!! Le pregunté si alguna vez lo había hecho, a lo que me respondió que no.
Le pedí que me dejara intentarlo, y que si ella sentía el menor dolor, lo dejaría sin ningún reparo. Ella dudo un poco, pero sorprendentemente, fue mi esposa quien la convenció, argumentando que ya teníamos experiencia en ello, y que disfrutaría muchísimo con ello. Finalmente accedió.
No esperé mucho para colocarla en el sofá, la hice subir en él, y que apoyara las rodillas en el mismo, dejando así su culo en una posición inmejorable para penetrarlo. Introduje dos dedos en su clítoris, y con sus propios fluidos, comencé a lubricar su ano, el cual estaba bastante tenso y cerrado, y cuando vi que su esfínter estaba a punto, mi propia esposa se agachó delante de mí, se introdujo mi pene en su boca y lo dejó totalmente empapado en saliva, para que entrara mejor, y ella misma lo dirigió hasta la entrada de aquél preciado agujero.
Como no quise hacerla daño, se lo fui introduciendo muy despacio. Al principio ella no dijo nada, pero conforme su ano se iba dilatando debido a la continua entrada y salida de mi polla, comenzó a gemir levemente, diciendo que no esperaba sentir ese placer que estaba experimentando.
El simple hecho de estar desvirgando analmente a mi cuñada, y de que mi propia mujer estuviera ayudándome a ello, me volvía loco de placer.
Cada vez la embestía con más fuerza, y ya que ella parecía disfrutar de ello, seguía empujando con más ganas.
No podía ni imaginar en mis mejores sueños lo que estaba ocurriendo en ese preciso instante: Yo penetrando a mi cuñada, y ella diciéndome palabras que nunca sospeché escuchar, del tipo de: «Dios, que polvazo tienes!», – «me vas a destrozar el culo, pero sigue!» o «Fóllame entera, hasta el final!».
Esto hizo que mi corrida estuviera cada vez más cerca, y cuando creía que lo haría antes que ella…. Comenzó a agarrarse con muchísima fuerza al respaldo del sofá, y me dijo que se corría!!. Esto hizo que yo también estuviera a punto, y dicho y hecho!!
Esta vez la cantidad de semen fue menor. Eyaculé en su interior, pero me di el gustazo de sacar mi verga cuando aún me quedaba algo de esperma y lo derramé sobre su hermoso culo.
Es algo que visualmente me excitaba mucho (creo que los hombres somos muy visuales, y disfrutamos con la vista más que las mujeres), y aunque esta práctica no se caracteriza por ser muy limpia, aquella visión era impresionante: ella apoyada en el sofá, con su cabeza y brazos sobre el respaldo, y su culo y espalda impregnados de mi semen ¿se puede pedir algo más?
Creo que no! Tras esta escena todos nos fuimos a la cama, pero esta vez para dormir un poco, ya que la noche estaba bastante avanzada, y una vez más no me podía creer que estaba en la cama con dos pedazos de mujeres.
Cuando entró la mañana, los tres desayunamos algo de café y tostadas, y no hablamos mucho del tema. Mi cuñada se marchó a media mañana y mi mujer y yo nos quedamos en la cama, ya que era sábado, y hablamos sobre el tema. No fue mal la cosa, ya que hicimos el amor acto seguido.
¿Qué como fueron las relaciones posteriores con mi esposa y cuñada…? ¿Qué si seguimos haciendo algún tipo de trío…? Eso es algo que reservo para mí,… o quién sabe? Tal vez más adelante me decida a contaros algo más…. Si es que lo hubo…