Capítulo 2

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Mi hermana Rosario apareció en mi vida II

Este relato continua y concluye la historia del mismo nombre entre dos hermanos que por necesidades de la vida conviven más de lo creían. Es necesario leer la historia anterior para comprender la presente.

Después de algunos momentos eróticos, llegó el momento de cambiar de ciudad para cumplir mi palabra empeñada a Rosario.

Con tiempo y sin utilizar mis conocidos, fui a varias entrevistas hasta acordar un buen contrato con un consorcio extranjero.

Después de varios contactos acorde la partida y finalice mis gestiones en la empresa en que laboraba, me despedí de los amigos diciéndoles que viajaría al extranjero a trabajar para a través de esto eliminar los futuros contactos con ellos. Lo más difícil fue despedirme de Diana, ella esperaba más de mi y verdaderamente resintió mi decisión, finalmente ya como amigos acordamos escribirnos y tal vez visitarnos algún día.

Preparamos la mudanza y partimos a la ciudad de San Antonio, Texas.

Prácticamente solo llevábamos ropa, documentos y algunos objetos personales y familiares, todo lo demás lo vendimos.

Al llegar e instalarnos en una hermosa pero modesta casa en las afueras de la ciudad, iniciamos la exploración de los centros comerciales para adquirir bajo la supervisión de mi hermana, algunos muebles, cortinas y demás accesorios. Yo invertí en mi computadora, fax y demás accesorios de trabajo.

La vida con Rosario había cambiado. Me encantaba llegar a casa y verla recibirme con aquella hermosísima sonrisa feliz, además de solo contar como única prenda una camisola que me dejaba disfrutar de la parte baja de sus nalgas desnudas, de aquellos cachetes carnosos que se masajeaban al caminar ella.

Otras veces me recibía con un vestido de una pieza sumamente ajustado y semitransparente color azul marino fosforescente que terminaba como minifalda, claro sin nada abajo. El caso es que siempre tenía puesta una prenda mínima que me decía todo lo que estaba debajo a mi disposición pero ligeramente oculto a mi vista, lo que lo hacía excitante.

Siempre con su porte elegante y distinguido, con su aroma exquisito, perfectamente peinada, con unos aretes discretos y su cadena delgadita de oro con un pequeño brillante (herencia de mamá), en su largo y delicado cuello. Era una diosa y era mi hermanita.

Solo existía un pequeño problemita que nos costo algunas discusiones que siempre ganaba con mimos y caricias, no podía hacerle el amor por la concha, estaba vetada. Se le había metido en la cabeza que ese sería nuestro castigo hasta que nos casáramos. Ambos sabíamos que eso no sucedería y también conocíamos la razón, pero se le va a hacer seguía en lo dicho (mujer al fin y al cabo).

Gracias a que los norteamericanos son mucho más liberales que en nuestra Latinoamérica, Rosario adquirió una costumbre que me volvía loco, al salir de casa nunca llevaba ni tanga ni bikini, totalmente libre abajo, sin embargo siempre utilizaba sostén.

Al verla caminar en las escaleras de los centros comerciales, locales y demás tiendas departamentales, siempre lo hacía delante de mi y eso me fascinaba, apreciaba la redondez de su firme culo, lo estrecho de su cintura y sus torneadas piernas, recordaba la visión de su blanco culo desnudo que yo veía desde arriba cuando ella estaba en 4 patas rebotando en mis huevos, de aquellas escenas siempre presentes en mi mente de mi pene asomándose y escondiéndose en su ano, el sonido de aquellos golpes húmedos y la vista de su cinturita perdiéndose en su delicada espalda, ¡que recuerdos!.

Desgraciadamente, siempre que salíamos de casa era imposible meterle mano, era simplemente una mujer elegantísima, distinguida y decente, pero cuando llegaba a casa era tremendamente sensual y apasionada, ¡entiéndalo!.

Teníamos sexo anal y oral casi a diario, en algunas ocasiones jugueteando y en otras con una gran intensidad e incluso algo de brutalidad. Nuestra vida funcionaba de maravilla, pero austeridad de coño y cada quién a su habitación.

Después de algunos 7 meses, en el medio en que me desenvolvía y los lugares que visitábamos, todos la ubicaban como mi esposa, como una mujer algo tímida y muy poco social.

Cierto día, y para sorpresa de ambos, en un congreso de abogados de la ciudad de Dallas, Texas, me encuentro con un par de colegas de México y Diana.

Ella estaba radiante, hermosísima, llevaba un elegante traje de corte negro, una blusa de seda blanca y un peinado nuevo que realmente le favorecía, iba en compañía de un individuo del tipo promedio.

Hola Luis, me da muchísimo gusto encontrarte, vaya sorpresa.

Hola chiquilla, estás hermosa, serás el tema principal de este evento.

Gracias mentiroso, ah perdón el es Mauricio un compañero, el es Luis.

Mucho gusto y bienvenido a Texas.

Gracias, apenas llegamos en la mañana pero espero conocer un poco más los alrededores.

Excelente, estoy a tus ordenes.

Por sus ademanes y la forma de moverse me daba a entender que lo haría junto con Diana, pero ella lo captó al instante y decidió intervenir.

No cuentes conmigo Mauricio, Luis y yo tenemos muchísimo que platicar, así es que si me lo permites me lo voy a robar un momento.

Me despedí con la cabeza y sonreí triunfante para alejarme capturado del brazo por Diana. Después de unos momentos de charla nos integramos a las dinámicas de trabajo de la conferencia.

Al terminar la jornada, le avise a Rosario (oculto momentáneamente en el recibidor), que llegaría un poco tarde al hotel para evitar que se preocupara.

Un retraso de más de una hora la ponía sumamente nerviosa, incluso un poco más de tardanza provocaba una gran cantidad de llanto por el temor a que me ocurriera algo, así que vivía cautivo del celular, por ese motivo anticipe avisarle para evitar problemas.

Fuimos a cenar a un lugar bastante agradable y entramos en gran detalle.

Como esta Rosario, no he sabido de ella desde la última vez que comimos los 3 en casa, ¿recuerdas?.

Claro que lo recuerdo, fue una reunión agradable.

Y ¿Cómo esta ella?, ¿superó su timidez?, ¿tiene galán?, ¿aún vive contigo?…..

Tranquila, tranquila. Ella esta bien, se quedó en casa, sigue tan soltera y tímida como siempre, pero es una excelente compañía aunque no pasamos mucho tiempo juntos por cuestiones del trabajo, como hoy. Ella se entretiene más en los deberes de casa y ahora dedica gran tiempo al ejercicio.

¿Va algún gimnasio?

No, compre un pequeño gimnasio y no se separa de él por las mañanas.

Es extraño que ella no socialice, las mujeres somos inquietas, necesitamos mucha interacción para completar nuestro día.

Que quieres que haga, ya la conoces.

Tal vez sea lo mejor, bueno ¡cada quien lo suyo!. ¿Donde vives?, ¿dónde trabajas?, dame tu tarjeta con tu número, para ponernos de acuerdo y visitarlos en alguna ocasión.

Claro,

Contra mi voluntad le entregue mi tarjeta y con ella parte de mi reciente tranquilidad. Seguimos charlando de muchas otras cosas y en el transcurso de esa conversación note con cierto gusto que Diana aún me recordaba, que aún quedaban cenizas.

Al llegar al hotel, le conté todo a Rosario y ella se molesto un poco, platicamos y al fin comprendió la razón por la que me vi forzado a darle mi tarjeta a Diana.

Termino aquella semana y la conferencia, Diana en la creencia de que estaba sólo, se despidió efusivamente y después de enviarle sus saludos a Rosario prometió hablarnos de vez en cuando.

Después de algunos meses, Rosario recibió la llamada de Diana, conversaron de lo más natural y empezaron una especie de amistad telefónica envuelta en una especie de estira y afloja.

Diana tenía algunas sospechas, según percibía Rosario, lo que nos inquietaba un poco.

Llegada la temporada navideña, Diana le anuncia a Rosario que vendría a visitarnos unos días y de ser posible, pasaría la cena de noche buena con nosotros aunque no el año nuevo, ya que ese lo pasaría en casa de sus padres en Aguascalientes, México.

Rosario estaba preocupada y molesta por el encaje de Diana pero le aclare que sería una oportunidad única para despejar todas las dudas de ella respecto a nosotros, Rosario pareció calmarse y asimilar la idea.

Diana me es muy agradable ¿sabes?, me encantaría como amiga si no fuera por un pequeño detalle.

¿Cuál?

Tú. Esta muy enamorada de ti.

¿Lo crees?

Ya me imagino lo que le habrás hecho, por eso no puede olvidarte.

¿Celosa hermanita?

Un poco, y tú pareces disfrutarlo.

Será algo divertido y emocionante ya lo veras.

Lo veremos.

El tiempo siguió su camino y la fecha se acercaba, Rosario empacó muchas de sus prendas sexy, lubricantes vaginales, etc., para disimular ante Diana. Revisó la casa y ocultó cualquier cosa comprometedora.

Un sábado por la tarde, Rosario y yo acudimos al aeropuerto a recoger a Diana. Vestía aún más distinguida y hermosa que aquella vez en el congreso, pensé en mi interior que lo había hecho a propósito, la lucha comenzaba abiertamente.

Rosario se mostraba natural, tímida pero amistosa. Partimos los tres de paseo por la ciudad y cenamos deliciosamente. Yo disfrutaba realmente de la visita, su compañía me agradaba, mientras ellas parecían un par de hermanas que no se habían visto en años. La timidez pasó y el día transcurrió tranquilo.

Al llegar a casa, seguimos conversando hasta tarde y nos retiramos a descansar.

Al día siguiente Rosario, durante el almuerzo, me susurró al oído:

Te necesito hermanito, estoy como loca, no creo aguantar más.

Y ¿Diana?

Esta dormida en su habitación, seguro despertará tarde si no hacemos ruido.

Vamos a la cochera.

No hermanito, lo quiero aquí mismo y ahora.

Apenas termino de hablar, me empujó contra el refrigerador, desabotono mi pantalón y bajo despacio el cierre, bajo un poco el pantalón y luego el bóxer, liberó mi pene que comenzaba a crecer ante la gran excitación de sus palabras y la emoción el peligro de ser descubiertos.

Se apoderó del pene con ambas manos y comenzó a devorarlo, mamaba como toda una experta, primero jugueteaba, luego lo lamía de arriba a abajo, se lo introducía hasta la mitad en su boca y retrocedía, repetía esta operación varias veces hasta comérselo totalmente.

Succionaba, movía su cabeza, descansaba lo lamía, siguió así hasta ponerme a punto.

Ya con una erección fuerte, la sujete de sus manos y la levante, la gire y acosté boca abajo sobre la isla de la cocina, doblándola a 90 grados. Tome su cintura exquisita con mis dos manos, levante ligeramente su blusa y sujete el elástico de su short negro, lo baje lentamente descubriendo que tenía su bikini también negro.

Continué bajando el short muy despacio para admirar como surgía poco a poco ese bien formado culo, apenas prisionero de su bikini. Mientras bajaba la prenda, acaricie sus nalgas delicadamente, en cuanto cayo el short a sus pies, sujete fuerte el bikini y en un movimiento violento e inesperado se lo arranqué de golpe, ella se sorprendió pero siguió quieta.

Me acerqué y toque sus labios húmedos con mi pene, roce su coño despacio primero y más rápido después, empapado tome mi pene y lo coloque en su ano, presione un poco pero estaba bastante estrecho, así que regrese al roce de la vagina, humedecí mis dedos y perfore suavemente su ano con ellos, lubrique por un rato y repetí el intento, en ese momento Rosario se movió como tratando de escapar, la sujete con violencia y la ensarte hasta la mitad, casi grita, apenas se contuvo.

Quedamos inmóviles por un momento, ella comenzó a retroceder. Yo empuje y pronto la tenía ensartada hasta adentro, empecé el bombeo sujetándola de la cintura.

Su blanco culo rebotaba en mis huevos, el bombeo era fuerte pero no violento, me encantaba ver salir mi pene de su ano y volver a entrar, decidí abrir sus nalgas con ambas manos para observar mejor pero fue ella la que lo hizo, el bombeo era más violento.

Saque mi hierro totalmente para luego clavarlo de golpe, me fascinaba ver su ano abierto, seguí con esta práctica un rato más, cuando estaba por venirme, Rosario lo notó, se saco el pene, giro, se hinco y lo introdujo en su delicada boquita. Descargue mi leche con gran alivio mientras ella se preocupaba en tragarlo apresuradamente para evitar derrames que nos delataran.

Totalmente seco, mi hermanita chupó y chupó hasta dejarlo impecable, guardó mi paquete en los bóxers, subió el pantalón, el cierre y lo abrochó. Tomo su short y al ponerse en pie lo subió hasta su lugar natural. Recogió los restos del bikini y los tiro al cesto de basura debajo del fregadero.

Te amo hermanito.

Yo también te quiero hermanita.

Voy a despertar a Diana para que se duche mientras preparo el almuerzo.

Se alejo, toco levemente a la puerta de Diana y entró a la habitación.

Diana, floja, levántate.

MMMMhhhh…., ¿Qué hora es?

Hora de bañarte.

Aún no, debemos platicar un poco, después será difícil con Luis.

Platicar, ¿de qué?

Ya sabes, de Luis, quiero saberlo todo.

¿Es que no averiguaste todo cuando eran novios?

Sí pero necesito actualizarme.

¿Qué quieres saber?

¿Anda con alguna gringa?

No que yo sepa o no me lo dice.

¿Estás segura?

Eso creo.

Vaya, eso es un buen principio. Rosario, quiero que me contestes sinceramente, ¿te gustaría ser mi cuñadita?

Claro, eres mi mejor amiga peroooo…, Luis es bastante solitario, ya lo conoces.

No te preocupes, con tu ayuda y algunas armas secretas casi seguro caerá y estaremos juntos los tres por siempre, ¿Sabes?, nunca logre olvidarlo.

Que es lo que más te gusta de él, platícame, cuéntame los detalles más secretos, quiero saberlo todo.

Es increíble, besa como nadie puede hacerlo.

En ese momento, Diana sale de entre las sábanas y se coloca en el sillón a un lado de la cama, esta cubierta con una pequeña playera suelta que no llega a su ombligo pero que si denota unos pechos bastante grandes y firmes, muy cercanos entre sí, con el pezón comenzando a marcarse, unas aureolas rosadas y pequeñas, una cintura menos fina que la de Rosario y un poco más ancha, unas piernas largas pero bien formadas, un culo muy pero muy carnoso y bastante abundante.

Debajo de su mini tanga blanca, se aprecia una mata de bellos negros, despeinada y exageradamente abundante.

Guauuu, eres muy hermosa, ahora entiendo tus armas secretas.

Gracias, pero no son tan secretas para Luis.

Cuéntame, ¿ya te ha visto?, ¿te ha tocado?, te ha…..

Todo. Le encanta agarrar mis nalgas bajo mi vestido, en ocasiones me pedía que no usara nada debajo para poder disfrutarlas en todo momento posible. Sus besos en mi cuello me enloquecen pero cuando besa y come mis pechos, estoy perdida.

¿Han hecho el amor?

Como salvajes, me coge tan deliciosamente que aún puedo recordarlo.

¿Te coge por atrás?

¿Por el ano dices?

Sí, ¿te la ha metido por ahí?

No, eso solamente podrá hacerlo cuando sea mi esposo. Me apena mucho hacerlo, pero en ese momento seré tan feliz que no me importará que me coja por el culo hasta que me reviente.

Con ese culo que tienes, difícilmente te reventará.

¡Cuñadita…! tu no cantas mal las rancheras eh. Cuéntame, ¿aún eres virgen?

Sí, aún no encuentro a la persona idónea.

Y ¿tienes experiencia con los chicos?, un poco aunque sea.

No, no he tenido tiempo para eso,

A ver Rosario, muéstrame tus encantos.

Anímate mujer, casi somos hermanas.

Esta bien, pero tu también lo harás ¿de acuerdo?

De acuerdo.

Rosario se levanto su blusa cruzando sus brazos y al extraerla por encima de su cabeza mostró sus senos cautivos en aquel sostén.

Desabrochó su sostén por detrás y libero esos senos medianos pero firmes, blancos, carnosos con los pezones bien erizados.

Después bajo tímidamente su short quedando al descubierto aquel monte espeso y unas piernas hermosas y bien torneadas.

Diana por su parte liberó sus senos de la mini blusa y se bajo la tanga blanca. Brotó su enorme mata de pelos que ya descubierta se apreciaba aún más impresionante. Giro coquetamente y le mostró su culo a Rosario,

¡Mi arma secreta!

Son hermosas tus nalgas, enormes.

Y están muy firmes, tócalas.

Rosario se acercó y apenas las apretó.

¿Qué te parecen?, me han costado muchos ejercicios tenerlas así, a tu hermano lo pierden.

¿Puedo ver tu?

Adelante, ábrelas, dentro se encuentra bien resguardado, virgen y estrecho.

Sí es muy pequeño, casi se pierde.

Ese será mi regalo de bodas para Luis, bueno si se me hace. Y tu Rosario, muéstrame lo tuyo.

En comparación contigo no estoy tan bien dotada.

Mentiras, tienes una panocha nuevecita y peluda, volverás loco a cualquiera. Sabías que a tu hermano le gustan así, muy peludita, si no fueras su hermana seguro ya la hubiera devorado.

Ese será mi regalo para mi esposo, llegaré virgen.

Excelente, yo no fui tan afortunada, tu hermano me estreno, y de que manera.

¿Tu se la has chupado a mi hermano?

Un par de veces pero no me agrada mucho, aunque el lo disfruta bastante.

Mira que tetas, son hermosas, ¿también vírgenes?

No del todo.

Hajjjjaaaaa, ya fueron probadas.

No, nadie las ha tocado, pero por accidente ya mi hermano las ha visto desnudas dos veces.

¿Y que tal?

Bueno, creo que le gustaron pero no me dijo nada.

Y a ti, ¿te gustó?

No lo se.

¡Basta!, enséñame tu culo.

Es bello, joven, ¿puedo tocarlo?

Sí.

Se siente muy terso, duro y blanquísimo. ¿Por qué no usas braga?

En la mañana me ejercito y de esta manera es más cómodo.

Tienes razón, bien voy a ducharme, ¿anda Luis por ahí?

Creo que en la cocina, es un goloso.

Entonces déjame ponerme la batita, empezaré el ataque.

Suerte.

Al salir Diana de la habitación apenas cubierta por la diminuta bata rosa, busco con la mirada a Luis pero sin éxito, así que se dirigió resignada a la ducha.

Rosario pronto encontró a Luis en el patio, sentado en la silla de sol bebiendo una soda.

Luis.

¿Qué pasó?

Viene decidida a conquistarte a como de lugar.

¿Lo crees?

Estoy completamente segura, ella me lo dijo.

No te preocupes, nada pasará, te lo prometo.

Lo sé, confío en ti, pero no se, es tan hermosa.

Ya la conozco, no es más bella que tú hermanita.

Tonto, por eso te quiero.

Anda y prepara el desayuno, me muero de hambre.

Transcurrió la mañana y salimos al centro comercial, paseamos en bote, recorrimos muchas tiendas de ropa y mientras Diana se concentro en el departamento de cosméticos, Rosario y yo nos vimos en las bancas frente a Dillars.

Es un martirio caminar con ustedes en las tiendas de ropa, tardan horas en dar un par de pasos.

Por eso me gusta que tu me compres la ropa.

Es cierto, gracias hermanita.

Luis, Diana me cae muy bien, es tan agradable, hablamos tantas cosas de mujeres que yo desconozco, me siento a gusto con ella, pero saber que te desea, me da celos.

Es muy hermosa, además muy inteligente y capaz, la quise mucho, pero ahora solo tengo bonitos recuerdos de nosotros.

¿De que te acuerdas pícaro?

No te preocupes, no tienes que sentir celos, es y será solo una buena amiga mía.

No lo sé, tal vez harían buena pareja.

¿Por que lo dices?, ¿y nosotros?, ¿no me quieres?

Con toda mi alma. Ella quiere casarse contigo y que vivamos juntos.

¿En que estás pensando hermanita?

Nada, no estoy segura.

Llegó la noche y regresamos a casa. Rosario entro a la ducha y Diana se cambió para acompañarme al estudio donde esta instalado el gimnasio.

Comencé a ejercitarme suavemente levantando pesas acostado y Diana observaba divertida mi falta de práctica.

Veo que las pesas no son tu fuerte.

La verdad, compre esto por Rosario, ella es la que lo usa regularmente, no le agrada ir al gimnasio, ya la conoces.

No crees que debería socializar más, deberías mimarla un poco menos.

Lo sé, intente los primeros años que saliera, que hiciera amigas, amigos pero después de un tiempo me dí por vencido.

Es muy hermosa, conquistaría de inmediato a cualquier tipo.

¿Alguna sugerencia?

Creo que lograr algo en ese terreno llevará más que unas vacaciones.

Bueno, basta de charla, ¿no piensas ejercitarte?

Voy a ejercitar mi pecho y mis glúteos, solo necesito calentar un poco.

Creo por mi parte que esos músculos no necesitan más ejercicio, están bien desarrollados.

Gracias a estos ejercicios disfrutabas de mi nalgas y mis pechos, ¿lo recuerdas?

Y como olvidarlo, pero en fin.

Luis, puedo preguntarte algo muy privado sin que te molestes?

Esperaba que me preguntaría por el pasado y futuro de nuestra relación, después de todo que más podría ser.

Adelante.

¿Te has dado cuenta que Rosario esta enamorada de ti?

No, creo que solo me admira como hermano mayor, debe ser eso.

No Luis, yo soy mujer, veo cosas que tu no ves, ella esta perdida por ti. Desde que nos conocimos me di cuenta que algo sucedía, con el tiempo y ahora con el trato lo confirmo, Rosario te ama.

No digas tonterías es mi hermana.

Sí pero también es una mujer, y muy bella. El día que por accidente le viste los senos, según me contó, se sintió excitada, se sintió mujer y recuerda que ella no conoce más hombre que su hermano.

Enmudecí, no esperaba ese diálogo, estaba sorprendido, Diana era más lista de lo que yo creía, sin embargo estaba seguro que no era todo, mi experiencia con Diana me dice que siempre guarda su mejor arma para el final.

Estas sugiriendo que ella quiere tener sexo conmigo, por eso no busca contacto con otros hombres.

¿Tú nunca has pensado en ella como mujer?

Bueno, es mi hermana, eso es imposible.

¿Ustedes han tenido relaciones?

¿No crees que estas rebasando el límite?.

Tal vez pero, tengo evidencia que respalda mi suposición.

¿Qué evidencia?, ¿de qué hablas?

Primero, ella no puede disimular sus celos por mi presencia, no usa ropa interior frente a su hermano lo que es poco común, cambian de residencia precipitadamente y terminas conmigo casi de inmediato, haces una llamada telefónica en el congreso algo sospechosa, lo que me hace suponer que le avisabas que llegarías tarde, Rosario me acribilla con preguntas respecto a nosotros y por último, encuentro en la basura de la cocina, por accidente, ropa interior destrozada el mismo día que ella no la traía puesta y antes de que yo me levantara. ¿Qué opinas Luis?

Eres muy creativa Diana, eso es lo que pienso.

Existe la posibilidad de que tengas razón, pero las evidencias son contundentes.

Esto no es un juicio, ni tu eres la fiscal.

Sin embargo, te ofrezco un trato justo.

¿Una oferta?, a ver ¿Qué tramas?

Si tu tienes razón, me disculpo con ambos, me retiro y no me vuelven a ver, si yo tengo razón y ustedes tienen una relación más allá del cariño, te ofrezco aceptar abiertamente su relación, casarme contigo e integrar una familia los tres sin secretos.

¿Sin secretos?

Así es, ustedes pueden seguir siendo amantes pero frente a mi, las dos seremos tus mujeres y al mismo tiempo seremos como hermanas, solo te pido un lugar en esta casa y en sus vidas.

¿Por qué dices esto Diana?

Porque no he podido olvidarte, porque solo contigo he sido hembra, porque mi cuerpo solo ha sido tuyo, porque te amo Luis.

Y ¿Cómo sabremos cuál de los dos tiene la razón?

Sencillo, Rosario dice ser virgen, si lo es tu ganas, sino yo gano, ¿Es un trato?

Hecho.

Después del trato llamamos a Rosario y Diana le contó nuestra charla y su oferta, yo guarde silencio, Rosario tenía el último as de la baraja.

De pronto, Rosario tomó a Diana de la mano y la metió en su habitación, se desnudó sin contemplaciones, se poso boca arriba en la cama y abrió sus piernas. Diana se ruborizó, se dejo caer en el sillón y comenzó a llorar como un bebe.

Discúlpame por dudar de ustedes Rosario, nunca había fallado mi intuición pero sin lugar a dudas hoy fue diferente, perdóname de verdad por esta escena desagradable, me marchare enseguida de sus vidas para siempre.

Ambas salieron lentamente de la recámara, se abrazaron muy fuerte llorando. Diana se me acercó, me dio un beso, bajo la mirada y dijo:

Lo siento, estoy muy apenada, me equivoque eres definitivamente un buen hermano.

Diana, yo….

No digas más, me voy, serias tan amable de llamar un taxi mientras hago la maleta.

No Diana, nada de irte (dijo Rosario).

Estoy muy apenada, no tengo perdón, necesito irme, se me cae la cara de vergüenza.

Nada de eso. Tu única verdad es amar a mi hermano con todo tu corazón, y además no estabas equivocada, mi hermano es mi hombre, el ser que más amo sobre la tierra y si bien no me ha hecho totalmente suya es porque no hemos querido y ahora se la razón de la espera, eres tú.

Pero que dicen, entonces….

Sí, acertaste, tenemos relaciones íntimas, pero si tu oferta esta aún en pie, y si mi hermano esta de acuerdo, podemos ser a partir de hoy una familia unida.

¿Luis?

Te amo Diana, pero igualmente amo a Rosario, las amo a ambas.

Entonces no hay nada más que hablar, es hora de ponernos a trabajar en la boda.

No chiquita, es momento de que me entregues ese pendientito que tenemos tu y yo y que nunca me dejó olvidarte.

Luissssss…., me da pena con Rosario.

No te preocupes, ella también tiene algo pendiente para mi.

Hermanito, eres un goloso.

Tome de la cintura a Diana y la bese apasionadamente, después de algunos besos profundos, retire de los hombros el elástico que sujeta su malla, lo fui bajando lentamente hasta descubrir esos senos inmensos que por su peso, cayeron ligeramente conservando su rigidez.

Los pezones iniciaban su movimiento apenas discretos, seguí bajando la malla hasta su cintura, la giré hasta que me mostró su espalda, me hinque y jale aún más, su culo asomo precioso, esas inmensas nalgas hicieron acto de presencia, contemple aquel tesoro hasta que su prenda toco suelo, una vez desnuda, me incorpore y la bese suavemente, camine hacia Rosario que parecía paralizada.

Tome su brazo, acaricie su cabello corto, mire directamente sus hermosos ojos verdes y le robe una sonrisa, la lleve hasta el sillón junto con Diana y ambos la desnudamos muy despacio.

Me senté en el sillón y Rosario comenzó a desnudarme, Diana se sentó frente a nosotros y solo observó.

Al terminar de despojarme de mis pantalones deportivos y el bóxer, Rosario se apoderó de mi pene y con gran destreza lo estiro para apreciarlo en toda su magnitud, en ese momento miro a Diana y le dijo:

Hermanita, acércate, te voy a enseñar a dar la mejor mamada que existe, a partir de hoy mi hermano es tan tuyo como mío.

Diana se acercó tímidamente, se coloco de rodillas junto a Rosario, se miraron un segundo y ambas rieron.

Creo que tengo mucho que aprender de ti hermanita.

Ya lo creo, no solo te voy a enseñar a convertirte en la mejor mamadora, claro después de mi, sino que también te voy a enseñar a moverte para que seas una diosa cuando mi hermano te de por el culo.

Tomo la mano de Diana y la colocó en mi pene, la acercó a él y juntas empezaron a lamerlo por los lados, Rosario tomo la iniciativa y se prendió de la cabeza, con los ojos le explicaba sin hablar a Diana, esta la relevó e ingirió la mitad de mi verga, mientras devoraba poco a poco mi verga y empezaba un sube y baja delicioso, Rosario se coloco detrás de Diana.

Con gran delicadeza la reubico un poco hacia la derecha y levantó su cadera, la acarició un momento mientras yo la observaba. Rosario me veía directamente, su boca mostró apenas una sonrisa de satisfacción.

Menudo culo vas a romper hoy hermanito.

Yo me encargo de prepararle el culo a Diana y luego ella me prepara mi conchita para que la estrenes.

Rosario se metió dos dedos a la boca, los ensalivó y separó las nalgas con gran paciencia, del fondo de aquellas montañas de carne surgió tímido el ano de Diana.

Rosario se acercó y mientras tocaba apenas los pliegues del mismo con su dedo, saco su lengua y chupó aquella delicia. Mientras chupaba introducía más su dedo, lo movía dentro en círculos, lo sacaba y lo volvía a meter. Así continuo unos minutos, luego insertó otro dedo y repitió el proceso.

Mientras Rosario trabajaba el culo de Diana, ésta hacia una pausa en su mamada cerrando los ojos, evidentemente disfrutaba la culeada.

Me incorporé y camine detrás de Rosario, me hinque detrás de su culo y así como estaba en cuatro patas, comencé a mordisquear su culo, acariciar sus nalgas, muslos y cintura, acaricie su conchita aún estrecha, estaba empapada, veía brillar su matorral y chorrear pequeñas babas de su conchita, con mis dedos inundados de su miel, los chupe, disfrutando lo prohibido, las mieles de mi hermana. Me coloque detrás de ella mientras continuaba con la culeada de Diana.

Diana había bajado su cabeza hasta tocar el piso, su culo más levantado y soberbio, se mostraba imponente, virgen, deseoso. Mis dos hembras estaban a punto, una con su conchita ardiendo, escurriendo, en posición para ser profanada; la otra concentrada una y exclusivamente en las sensaciones de su culo, lubricado, relajado, con la piel dorada y con unas nalgas de proporciones titánicas pero exquisitas a la vez.

Al acercarme a Rosario, roce con mi pene su vagina, continué el roce con un mete y saca sin penetrarla, solo provocando una deliciosa fricción en sus labios, podía sentir sus espasmos, y mientras preparaba su conchita, acariciaba su culo separando sus nalgas y apreciando aquel hermoso ano que había sido mi vida tantos meses atrás.

Sin mayor preámbulo, tome su espalda, la presione para que bajara su cabeza imitando la postura de Diana, levante su culo un poco y seguí apreciando el roce de su vagina.

Coloque con mi mano el pene en posición y abrí un poco sus labios con mis dedos, al entrar un poco, Rosario vibró, su interior estaba ardiendo, podía sentir sus paredes derretirse en la humedad, comenzó a respirar agitado, mi pene avanzaba muy despacio, el goce era indescriptible.

Llegue al limite de su feminidad, retrocedí en reverencia hacia aquella maravilla, de pronto embestí con gran violencia, arrancando un grito impresionante a mi hermanita y un poco de llanto revuelto con bramidos. Parecía una hembra furiosa, sometida, salvaje pero inmovilizada por mis poderosas manos sobre su cintura y ensartada hasta adentro.

Poco a poco cedió el dolor, comenzó a moverse en círculos lentamente, yo empecé a retirar un poco mi miembro y volver a avanzar, empezó el bombeo lentamente, no sacaba ni siquiera la mitad de mi verga, el bombeo se estabilizo, saque cada vez más mi verga mientras Rosario retrocedía buscándola, Empujando suavemente su culo hacia delante, libere mi pene repleto de jugos y sangre y lo volví a ensartar salvajemente. Bramó con furia, comencé a bombear cada vez más frenético aferrándome a su culo, mis huevos chocaban violentamente contra sus nalgas, los ruidos húmedos me excitaban, Rosario emitía unos sonidos entre suspiros y gruñidos que me aceleraban.

Sentí venir mi leche, los espasmos se sucedían, Rosario temblaba, su vagina me quemaba, empuje hasta el fondo mi estocada, jale su culo y la inunde con mi leche, ella gritaba mientras se incorporaba un poco.

Permanecí dentro unos momentos, mi hermanita volteaba y me sonreía, sus ojos verdes estaban llorosos, su boca abierta como jalando aire, su semblante colorado y su pelo cubría medio rostro, estaba satisfecha.

Al sacar mi pene, Diana de abalanzó prácticamente sobre la vagina de Rosario, comenzó a chuparla boca arriba. Rosario estaba como loca nuevamente.

Me senté un momento a observar a Diana y Rosario. Diana boca arriba y debajo de Rosario devoraba su vagina, mientras y para deleite mío con sus manos levantaba sus piernas medio abiertas para mostrarme su peludo monte y gran parte de su culo, sabía que era su turno.

Apenas unos minutos y comenzaba a recuperar la fuerza. Al poco tiempo mi erección era total, acudía a Diana, aparte un poco sus piernas y dirigí mi pene a su coño, entre sin mayor dificultad, estaba muy mojada, bombeé casi de inmediato con gran violencia, ella seguía concentrada en la concha e Rosario.

Me zafe y retrocedí un poco, con movimientos suaves comencé a voltear a Diana, la puse en 4 e inspeccione su ano, lo devoré un rato, introduje mis dedos húmedos de su vagina para comprobar su dilatación. Me coloque detrás de ella y la cabeza de mi pene en su ano, ella temblaba sin moverse, esperando lo desconocido atentamente. Rosario se había echado exhausta sobre el sillón boca abajo, mostrando su largo y hermoso contorno, las curvas vistas de lado de su culo, de sus senos y su tierna carita con los ojos cerrados.

Introduje casi de inmediato un poco más de la cabeza del pene en el culo de Diana. Que nalgas, apenas podía mantenerlas separadas, eran unos enormes y bien torneados montes de carne.

Que culo tienes Diana, es enorme.

AAAhhhhhhh.

Introduje despacio mi verga sintiendo la resistencia del estrecho y nuevecito ano, escapo una ventosa.

Relájate amor, afloja tu culo, déjame entrar.

MMMMMhhhhhhh.

Seguí avanzando sin que Diana se relajara. Después de unos minutos más de avance y retroceso delicados la maniobra llegó a su fin, choque con su culo, estaba ensartada hasta el fondo. Sentía muy irritado mi pene, supongo por el esfuerzo y la fricción de la entrada, sentía ardiendo su interior. Diana apenas temblaba sin mover un dedo. Pujaba pero al mismo tiempo trataba de apagar el ruido.

Retrocedí hasta sacarla, ella se relajó aliviada, mi pene estaba totalmente brilloso y rojo. Volví a la carga y penetre ahora un poco más rápido, Diana se había relajado momentáneamente aceptando mi hierro sin resistirse. Inicié el mete y saca de despacio a más rápido, el bombeo era seguido por sus caderas, mientras yo lo sacaba ella se movía hacia delante liberándose más aprisa de mi verga y de repente acometía yo y ella retrocedía hasta chocar mis huevos con su culo.

Estaba estrecha pero gustosa, era algo muy delicioso, a pesar de su evidente dolor, disfrutaba caliente la cogida a sabiendas de que me hacía muy feliz.

Me estas partiendo el culo en dos.

Me encanta tu culo, es enorme y estrecho, soberbio.

En esto me va a tener que ayudar tu hermana.

¿En que?

En darte culo, para descansar un poco.

Ni lo creas, este culo que tienes no lo suelto pronto. Te lo voy a moldear como a Rosario, y verás lo vamos a disfrutar de lo lindo.

Cállate y cojéeme, es mi regalo de bodas.

Gracias amor, me encantó.

Seguimos con un bombeo furioso y de repente vacié toda mi leche dentro de su culo. Nos separamos y nos recostamos un momento. Ella tirada boca abajo mostrando aún su culo con el ano enorme, chorreando de semen. Yo me tire para atrás para recuperar las fuerzas.

Después de aquella faena inolvidable, nos bañamos y sin cenar nos dormimos hasta el día siguiente, el día de la cena de nochebuena. No necesitamos regalos, tenía a mis hembras satisfechas y aún adoloridas.

Como reconocimiento a la noche anterior Rosario me dio una mamada soberbia y Diana su aún adolorido culo. Fue una navidad inolvidable.

Actualmente estoy por casarme con Diana, Rosario será la madrina junto con una hermanita de Diana, por mi parte he perdido 7 kilos gracias a mis 2 mujeres y no a las pesas.

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