Capítulo 1

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Fin de semana de camping con mi vecino en la playa I

Después de chantajes y amenazas por parte de nuestro viejo y perverso vecino, Tino, conseguimos convencer a los padres de mi jovencito vecino, Luis, para que lo dejaran venir un fin de semana a la playa.

Solo era ir el sábado y volver el domingo a la noche, por lo que tan solo estaría una noche fuera de casa.

Además, que el camping de la playa de Miño, quedaba muy cerca de la playa a donde solían acudir sus padres, por lo que el domingo iríamos a las 4 de la tarde para comer con ellos y luego venirnos con ellos para casa.

De esta manera fue como conseguimos a que sus padres accedieran a dejarlo venir.

Una vez el viejo de nuestro vecino, Tino, supo por nosotros que habíamos conseguido el permiso de los padres de mi vecinito Luis, para ir el fin de semana a la playa, se puso en marcha para preparar lo que hacía semanas estaba tratando de conseguir.

Lo que hacía tiempo pretendía, el muy cabrón del perverso de nuestro viejo vecino, era disponer de nosotros todo un día y noche, para disfrutar de nuestros cuerpos y poder darnos por el culo a su antojo.

Lo que nosotros no sabíamos, era que no iba a ser solo con el perverso de nuestro viejo vecino, si no que además iban a gozar de nosotros, sus amiguitos.

Nos iban a tener a su entera disposición todo el sábado y noche del domingo para hacernos suyos. Íbamos a ser las putitas de 4 viejos perversos durante todo un fin de semana.

El muy cabrón del viejo de nuestro vecino, había quedado en recogernos en el pueblo de Miño, justo en la parada del coche de línea, y desde allí llevarnos él al camping, donde ya nos tenía montada una pequeña tienda de campaña, con la que completar el engaño al que habíamos tenido que recurrir para que pudieran dejar venir al jovencito de mi vecino.

Claro que apenas íbamos a estar en dicha tienda de campaña, aquello solo era para simular y completar el engaño.

Donde prácticamente íbamos a estar todo el sábado y pasar la noche del domingo, era en una vieja casa que tenía el viejo de tino en aquel pueblo de la costa coruñesa.

Ni si quiera íbamos a poder gozar de la playa aquel buen fin de semana que se presentaba en aquellos primeros días de agosto.

El sábado a las 9 de la mañana, salíamos mi joven vecino y yo, rumbo a la estación de autobuses, cargados con nuestras pequeñas mochilas, donde llevábamos además de las toallas y bañadores, unas mudas, además de bocadillos y bebidas y los sacos de dormir.

En la estación de autobuses, sacamos el billete para el pueblo de Miño, y después de subir al coche de línea, a las 9:30 de la mañana, partíamos rumbo al pueblo de Miño, al que llegamos ya bien pasadas las 10 de la mañana.

Al llegar y bajarnos en la parada de dicho pueblo, ya nos estaba esperando el viejo y perverso de nuestro vecino, Tino. Nada más vernos bajar, se le iluminó la cara de lascivia y perversión que tenía el muy cabrón. Ya nos tenía allí para poder disfrutar de nosotros durante todo el fin de semana.

Nos preguntó si queríamos desayunar algo antes de marchar para el camping, diciéndole ambos que no, que ya habíamos desayunado, por lo que nos hizo que montáramos en el vehículo que tenía, llevándonos al camping, donde después de dejar nuestras pertenencias en la tienda de campaña, y de habernos cambiado poniendo el bañador, y vestirnos con unas bermudas, camiseta y sandalias de goma, volvimos a subir al vehículo del viejo Tino, yendo para la vieja casa que este tenía en el pueblo.

Era una vieja casa de planta baja y piso, donde estaban los 4 dormitorios. En la planta baja estaba la cocina, un baño y luego era todo salón comedor. La casa era vieja, pero todo el interior había sido reformado no hacía muchos años, por lo que se veía una casa en muy buen estado.

Además de la casa, tenía un buen terreno con árboles frutales en la parte posterior de la misma. La casa quedaba muy cerca de la playa, aunque algo alejada del centro del pueblo.

Bueno putitas, nos soltó nada más entrar en la casa, vamos a beber algo para celebrarlo y luego vamos a dar una vuelta por la playa donde os voy a presentar unos amigos, así luego podemos quedar para ver a donde os vamos a llevar a comer. No sé si preferirán comer aquí, o ir a algún sitio, a ver que dicen ellos.

Fue a la cocina dejándonos en aquel enorme salón comedor, apareciendo al momento con 3 cervezas, las cuales posó sobre la mesa, donde después de abrirlas, nos pasó una a cada uno, junto a un vaso para que bebiéramos. Vamos a brindar por este día, nos decía llevando su mano a mi entrepierna donde apretó mis genitales y polla.

¡Uff! Como lo vamos a pasar, mariconcitos, ya veréis que bien lo vamos a pasar este fin de semana. Vais a poder disfrutar todo el día y la noche siendo unas auténticas hembritas. Vais a quedar bien preñadas y satisfechas de polla, nos decía apretándome los genitales a la vez que pasaba la otra mano por mi culo.

¡Ufff! Maricón que ganas tengo ya de abrirte este culito tan sexi que tienes, decía pegándome a él a la vez que pasaba su lengua por mi cuello y oreja.

Yo que apenas podía moverme al estar agarrado por mis partes, dejaba que me sobara y lamiera, mientras sujetaba la cerveza y el baso, estremeciéndome al contacto de su lengua con mi cuello. Menos mal que no prosiguió, que si no ya me hubiese puesto caliente y empalmado como un burro.

Lo que hizo nada más soltarme, fue ir a por el jovencito de nuestro vecino, y agarrándole la polla y genitales igual que me había hecho a mí, lo empezó a manosear a la vez que le metía una mano por el elástico de las bermudas bajándole estas junto al bañador, dejándole el culo al aire, y llevando su mano al culito del adolescente de mi vecino, le empezó a meter un dedo en él, mientras le decía:

A ver como está mi putita, ¿tienes ganas de pollita, verdad mi putita?

¡Uy! Mira como se abre el agujerito, seguro que tiene hambre de polla.

Mi jovencito vecino, Luis, que era todo un caliente y salido al que le gustaba la polla más que un caramelo a un niño, se abría de piernas jadeando y disfrutando de la introducción de aquel dedo en su culo, mientras terminaba de beber la cerveza.

Menos mal que tenía en la mano la cerveza, que, si no, ya le hubiera sacado la verga al cabrón del viejo de nuestro vecino, y empezado a mamársela.

Bueno veo que venís calentitos y con ganas de polla, pero ahora es mejor que vayamos a la playa, así os podré presentar a mis amigos. Ya veréis que sementales vais a tener para dejaros preñados durante todo el fin de semana.

Ahí fue cuando ya no me quedaba duda de que el muy cabrón, nos iba a utilizar como putitas para sus amigos, además de aprovecharse él de nosotros.

Así que terminamos de beber las cervezas, recogió las mismas, llevando todo para la cocina, y salimos para la playa, donde nos iba a presentar a sus amigos. Todavía no sabíamos cuantos eran, por lo que al menos yo, iba algo intranquilo, además de no saber cuantos eran, me daba algo de vergüenza ya que era y sigo siendo muy tímido y no me gusta que sepan de mi condición sexual gente que desconozco, eso es algo que me aterra.

Cuando llegamos a la playa, nos presentó a 3 hombres más o menos de su edad, quizás el más viejo de todos fuese él, no lo sé, pero ya todos rondaban los 60 años. Joder que vergüenza pasé, aquellos 3 viejos, eran unos auténticos depredadores sexuales. Tenían una mirada de lujuria y lascivia, que no se podía aguantar, los cabrones nos estaban comiendo con la sola mirada. Se les veía un deseo y ganas de lanzarse a por nosotros, que de verdad que daba algo de miedo. Joder, y por encima íbamos a estar todo el puñetero fin de semana a disposición de aquellos depredadores.

Y así fue, tanto mi jovencito vecino como yo, fuimos las putitas de aquellos de predadores sexuales durante todo el fin de semana. Fuimos sus hembritas durante todo el sábado y noche del domingo.

Allí en la playa estuvimos durante algo más de una hora, donde estuvimos tomando el sol, además de estar siendo observados por aquellos ojos que nos devoraban con sus miradas.

Cuando tenía intención de darme un chapuzón, fue cuando nuestro vecino el viejo y perverso de Tino, dijo de marcharnos para la casa y parar antes a comprar algo para comer y así no tener que hacer nada. Vamos que iban a empezar a darnos por el culo, ya se les podía ver en la cara la lujuria y lascivia con la que nos miraban.

Cuando íbamos andando para la casa del viejo de nuestro vecino, en varias ocasiones, el muy cabrón nos había sobado el culo tanto a mi como al jovencito de nuestro vecino Luis, diciéndoles a sus amigos:

No os quejaréis de la yeguada que os he conseguido, ¿eh?

Son como 2 potrillos salvajes, ya veréis lo bien que saben galopar.

Los muy cabrones no dejaban de decirnos lo que nos iban hacer y lo que íbamos a disfrutar. Menos mal que no pasaba gente y nadie escuchaba aquellos comentarios, si no, yo me hubiera muerto de vergüenza. Ya iba todo colorado viendo como nos miraban y las ganas que se les veía por hacernos suyos.

Antes de llegar a la casa del viejo vecino, paramos en un bar, donde compraron comida para llevar. Los cabrones ya la habían encargado, así que una vez les dieron las tortillas, jamón asado y empanadas junto al pan, seguimos el camino a la casa del viejo de nuestro vecino.

No hicimos más que entrar y los toqueteos ya comenzaron. Dios, eran como buitres alrededor de su presa.

Mientras 2 de ellos llevaban la comida a la cocina, los otros 2, se lanzaron a por nosotros. Uno fue a por mi adolescente vecino, y el otro se abalanzó sobre mí.

Me abrazó por la espalda, y mientras mordía mi cuello, empezaba a subirme la camiseta con intención de sacármela.

Así mi hembrita preciosa, así, decía mientras me iba subiendo la camiseta. Deja que te desnude y pueda contemplar y saborear este lindo cuerpecito que tienes.

¡Ummm! Que delicia, susurraba volviendo a morder mi cuello una vez había sacado mi camiseta. Ya me tenía desnudo de cintura para arriba, y no dejaba de morderme el cuello a la vez que llevaba sus manos a mi pecho buscando mis pezones, los cuales empezó a pellizcar y retorcer haciendo que soltara un grito de dolor y placer, ¡ohhh! ¡ooohhh ohhh! Grité sintiendo como aquellas manos pellizcaban y retorcían mis pequeños y excitados pezones.

Oh putita, ¿te gusta eh?

Mira que duritos tienes los pezoncitos, ya estás excitado y caliente, ¿eh?

Pues no te preocupes, que vamos a complacerte, decía sacándose la camiseta que llevaba al igual que nosotros, quedándose tan solo con el bañador tipo bermudas, que llevaba puesto.

Siguió luego bajando mis bermudas, haciendo lo mismo con el bañador tipo Bóxer que llevaba puesto, cayendo estos a mis tobillos, quedando desnudo manteniéndome abrazado a él por mi espalda.

Así, ¡ooohhh así! Jadeaba acariciando con sus manos los cachetes de mi culo y genitales.

Estás empalmadito, ¿eh?

Mira que durita tienes la pollita, me decía empezando a descapullarla. Eres una hembrita muy caliente, ¿eh?

Tienes ganas de pollita, ¿verdad?

Pues vamos a abrirte este culito y darte lo que estás deseando, me decía llevándome así abrazado a él, hacia la mesa de aquel inmenso salón comedor.

Tuve que agacharme para subirme un poco el bañador y bermudas, ya que apenas podía andar, pero él sin soltarme en ningún momento, no me dejó, mientras se agachaba y mordía mis cachetes, con una mano me sacó por completo el bañador y bermudas, quedándome tan solo con aquellas sandalias de goma, que usaba para ir a la playa.

Así putita, así estarás mejor, eso aquí ya no lo vas a necesitar, me decía llevándome hacia la mesa.

Miré a ver donde estaban los otros, y lo que vi, me puso aun más caliente de lo que ya estaba. Los otros 2 amigos del viejo de nuestro vecino, ya tenían desnudo por completo a Luis, mi jovencito vecino. Uno le estaba lamiendo el culo, y el otro se estaba terminando de quitar el bañador, pudiéndole ver una tremenda polla, a la que el muy mariconcito de mi joven vecino, trataba de llevarla a su boca.

Dios que escena más caliente y morbosa. Ver aquello me hizo recorrer por toda mi columna vertebral una corriente que me hizo estremecer de placer.

Pero el viejo que estaba conmigo, también estaba caliente y desesperado, se podía palpar la excitación y deseos que todos tenían.

Me hizo apoyar el pecho sobre la mesa, y mientras me abría de piernas con sus pies, al igual que hacen los policías cuando cachean a uno, pasaba su mano por mi culo, palpando mis genitales y polla, parándose en la entrada de mi agujerito.

Presionó con un dedo en mi esfínter, viendo que este se abría dejándole entrar sin grandes dificultades, por lo que, separando mis cachetes con sus manos, se agachó, llevando su lengua a mi ojete.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Solté un fuerte gemido al notar su lengua pasar por la entrada de mi agujerito.

Te gusta lo que te hago, ¿eh? Me decía abriéndome más de piernas, mientras volvía a meter su boca, lamiendo mi hoyito y mordisqueando mi perineo y cachetes.

Yo que estaba que me derretía de gusto, no dejaba de gemir, ¡ohhh! ¡ooohhh ohhh! Notando como su lengua intentaba entrar por mi agujerito, y como me iba dando pequeños mordiscos alrededor de mi ano.

Mientras me tuvo así tumbado sobre la mesa, fue cuando pude ver en una ocasión, como el viejo y perverso de nuestro vecino, Tino, nos estaba sacando fotos y grabando. Hijo de puta, ya debería tener una buena colección de ellas, y el muy cabrón allí estaba desnudo con aquel pedazo de pollón que tenía, tiesa y con la punta enrojecida, volviendo a grabarnos mientras éramos enculados por sus amigos.

Al adolescente de mi vecinito, ya se lo estaban follando, uno le daba verga por el culo, mientras el otro se lo follaba por la boca. Se escuchaba como lo insultaban y le decían todo tipo de guarradas, mientras uno no paraba de ensartarle la polla en el culo, y el otro se la insertaba por la boca hasta los mismísimos cojones.

Cuando ya por fin, el que me estaba haciendo gemir como una perrita en celo, poniéndose de pie detrás mía, colocó la punta de su polla en la entrada de mi agujerito, y mientras me levantaba sujetándome con sus manos por las ingles, me introdujo toda su verga en el culo.

Dios, de una atacada ya me había insertado toda la polla, dejándome empalado en ella. El muy cabrón ya me había hecho suyo, me había introducido toda la verga por el culo hasta los mismísimos cojones.

¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba al sentir como su polla me abría el culo, introduciéndose en mí.

El muy bestia me había levantado las piernas del suelo, cuando me ensartaba toda su virilidad, quedándome apoyado sobre su pelvis y la mesa. Podía notar su bello púbico y pelvis pegado a mis cachetes y sus pelotas pegadas a la entrada de mi culo.

Sin apenas dejarme apoyar los pies sobre el suelo, empezó a culearme, dándome unas profundas metidas de polla, las cuales me hacían jadear y gemir sin poder dejar de lloriquear, mientras me estaba sodomizando.

Notaba como aquella tranca profanaba una y otra vez mi culo, clavándose por completo hasta los mismísimos cojones. Cada vez que me introducía su verga en el culo me levantaba en el aire, haciendo que me recostase más sobre la mesa, apenas apoyaba la punta de los pies en el suelo, ya recibía otra enculada que me levantaba en vilo haciéndome gemir y lloriquear notando como la pija aquella llegaba a lo más profundo de mis entrañas.

Joder, aquel cabrón iba a acabar conmigo, escuchaba como su pelvis golpeaba una y otra vez mi culo, sintiendo como mi culo se abría y sus pelotas golpeaban la entrada de mi ano, plof, plof plof plof plof.

Dios, aquella follada que me estaba dando era una follada con rabia, me daba unas culeadas bien profundas y rápidas, el muy cabrón, se notaba que tenía ganas de follar.

¡Ohhh que culo, maricón! Que culito más rico tienes cabronazo, te voy a dejar bien preñado, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba una y otra vez ensartándome su polla en lo más profundo de mis entrañas.

Casi a la vez que el que me estaba follando a mí, gritaba que se corría, lo hacía el que estaba follando al adolescente de mi vecinito. Se podía escuchar como gritaba, ¡ohhh me corro, me corro, me corro, ooohhh! Y casi al mismo momento, empecé a notar como el que me estaba enculando a mí, apuraba sus culeadas, empezando a gritar él también.

¡Ya maricón, ya me corro, ya me corro! ¡ooohhh maricón que gusto! ¡ooohhh ohhh que gusto! Gritaba descargando toda su leche en lo más profundo de mis entrañas.

Toma mi lechita, toma cabronazo, me decía terminando de soltar los últimos trallazos de leche dentro de mi culo.

Te voy a preñar bien preñado, cabrón, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gustazo, maricón! ¡ooohhh que culito más rico! Gritaba terminando de soltar las últimas gotas de semen dentro de mi abierto culo.

Una vez recuperada la respiración y su polla ya flácida había salido de mi culo, dejó que pusiera los pies en el suelo, pudiendo incorporarme.

Dios, tenía el culo dolorido y la polla toda pringada de líquido preseminal. Además de estar totalmente enrojecido después de aquella follada que me había dado, sudaba por todo el cuerpo.

Estaba con el culo apoyado sobre la mesa tratando de recuperarme, viendo al viejo que terminaba de darme por el culo, totalmente desnudo, como me miraba. El cabrón tenía cara de satisfación, miraba como mi polla estaba toda pringada y aun soltaba gotas de líquido preseminal, cuando acercándose a mí, llevó sus manos a mis pezones, poniéndose a pellizcarlos mientras me decía lo bueno que estaba y lo mucho que le había gustado follarme.

Estás muy bueno, cabronazo. Mira como todavía tienes los pezones erectos y excitados. No te has corrido, pero tu polla no deja de babear. Mejor así, cuanto más caliente estés, más placer nos vas a dar, putita y más vas a disfrutar tú.

Yo miraba como aquel viejo con cara de lascivia, manoseaba y pellizcaba mis duros y excitados pezones, pudiendo ver como el adolescente de mi vecino seguía inclinado chupando aquella polla de aquel otro viejo. El que le había dado por el culo, ahora le acariciaba la espalda y culo, viendo como se tragaba la verga del otro.

Joder, aquello era excitante y caliente, mi polla cada vez se ponía más dura viendo aquello. Tenía la polla hinchada y enrojecida viendo aquello, cuando veo que se acerca hacia mí, nuestro viejo y perverso vecino.

Venía con la cámara en la mano, desnudo por completo, con aquella tremenda verga que tenía, bamboleándosele. Dios el cabrón era el que tenía la polla más grande de todos ellos, se la veía hinchada y la punta enrojecida, y la cara de lujuria y lascivia que traía, sin quitarme la vista de encima. Sabía que venía a por mí, el muy cabrón ahora me iba a dar por el culo.

Al verlo acercarse y como me miraba, una corriente recorrió toda mi espina dorsal, haciendo que mi cuerpo se estremeciera.

No podía quitar la vista de aquella polla, sabía que me la iba meter por el culo y hacerme chillar de gusto, hasta que se corriera dentro mía, dejándome bien preñado y abierto.

¡Ufff! Un sudor frío me hizo estremecer cuando me sujetó por el brazo acercándome a él, a la vez que le pasaba la cámara a su amigo. Me pegó a él llevando su mano a mi nuca, acercó su boca a la mía, empezando a morderme los labios. Mordía y saboreaba mis labios, luego pasaba su larga lengua por ellos, hasta que la introdujo toda en mi boca, saboreando toda ella. No paraba de comerme a besos mientras me acariciaba con sus manos a la vez que me susurraba:

Ay maricón como me pones. Te voy a follar hasta hacerte desmallar de gusto.

Te voy a preñar este culito tan sexi y hacerte mi hembrita, me decía sin dejar de morrearme.

Fue llevándome con él hacia la cocina, mientras me iba diciendo que quería follarme en la cocina.

Ven mi hembrita, ven que quiero follarte aquí en la cocina, quiero verte cabalgar sobre mi regazo, me iba diciendo mientras me llevaba con él.

Nada más entrar en la cocina, pude ver que esta daba a la finca que había detrás de la casa, y que desde ella se podía ver los árboles frutales y toda la finca.

Colocó una banqueta pegada al mueble donde estaba el fregadero y una larga repisa de granito, y sentándose en ella con la espalda pegada al fregadero y repisa, me ordenó que me abriera de piernas y que me sentara a horcajadas sobre él.

Ven mi putita, ven aquí que vamos a abrir ese culito tan sexi que tienes y follarlo bien follado. Así, así, abre bien las piernas y arrímate a mí, me decía arrimándome a él.

Me abrí de piernas pegándome todo lo que pude a él, y una vez colocadas las manos sobre sus hombros, me ordenó que me fuese agachando.

Así mi putita así, ahora ve agachándote poquito a poco. Así, así, espera que vamos a buscar tu agujerito, me decía colocando la punta de su polla en la entrada a mi ano.

Así, ahora ve bajando poco a poco, me decía, notando como mi esfínter se iba abriendo cada vez que yo me iba agachando.

Dios, notaba como mi culo se iba abriendo, y la polla del cabrón de mi viejo vecino, se iba introduciendo dentro mía. Tenía el culo ya abierto y dilatado por la follada que terminaba de darme su amigo, pero aquella tranca que tenía el cabrón, era mucha tranca. Me iba agachando poco a poco, notando como mi esfínter se dilataba cada vez más, abriéndose mientras su verga se iba introduciendo en mí.

Cuando por fin dio pasado todo su glande, lancé un gemido notando como se colaba la cabeza de aquella verga que me iba a sodomizar, ¡ooohhh! Gemí al notar como esta traspasaba mi esfínter, introduciéndose en mí.

En ese momento el muy cabrón de mi vecino, impulsó su pelvis hacia arriba a la vez que con sus manos en mi cintura, me empujaba terminando por ensartarme el resto de la polla en el culo, ¡ooohhh ohhh ooohhh! Grité al notar como su verga me abría el culo en canal.

Dios, yo abría la boca dando unos fuertes jadeos, notando como aquella verga me abría el culo dejándome empalado en ella. Sudaba a la vez que me abrazaba a su cuello, sintiendo como mi culito era profanado por aquella polla que me había introducido.

Ya putita, ya está, ya la tienes toda dentro tuya, ya te la has tragado toda. Ahora vamos a hacerte gozar, vamos a preñarte este culito tan sexi que tienes y que me vuelve loquito.

Empezó a morderme el cuello mientras yo seguía abrazado a él. Me susurraba a la vez que daba impulsos a su pelvis, anda putita, mueve el culito y ve subiendo y bajando poquito a poco, ya verás como pronto vas a empezar a gritar de placer.

Empecé poco a poco a moverme subiendo y bajando, notando como aquella polla se empezaba a deslizar por dentro mía, haciéndome lloriquear mientras me abrazaba a él.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba en un constante lloriqueo mientras el muy cabrón me sodomizaba estando sentado en aquella banqueta de la cocina.

Así maricón así, mueve ese culito, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh mi putita que gusto! Gritaba el cabrón de mi viejo vecino, mientras me follaba el culo.

Yo cada vez me movía más rápido, subiendo y bajando, ensartándome una y otra vez la polla en mi ardiente y cada vez más caliente culo, apoyado con mis manos sobre sus hombros. Era como un jinete cabalgando sobre aquella enorme polla.

No paraba de gritar y gemir sudando por todo el cuerpo, ensartándome una y otra vez aquella polla en el culo, mientras el viejo de mi vecino me acariciaba con sus manos.

Así maricón así, mueve ese culito, me decía mientras me acariciaba el cuerpo con sus manos.

Después de un buen rato el cabronazo del viejo de mi vecino, me anunciaba que se iba a correr. Ya mi putita, ya me vengo, ya te voy a preñar esta barriguita.

De repente empezó a gruñir dando unos fuertes gemidos, ¡ohhh me corro! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Me corro, me corro, gritaba empezando a expulsar varios chorros de semen dentro de mi culo.

Yo que sudaba a chorros, notando como su polla empezaba a soltar los trallazos de leche dentro de mi culo, subía y bajaba a mayor velocidad, notando como mi orgasmo estaba a puntito de explotar.

¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba yo empezando a correrme sobre el abdomen del viejo de mi vecino.

¡Ohhh maricón que gusto! ¡ohhh que gusto! Me decía terminando ambos de soltar todo el semen.

Una vez terminamos de eyacular, mientras recuperábamos la respiración, yo abrazado a él, y él mordiéndome el cuello y hombro, nos fuimos recuperando, hasta que aquella polla empezó a salir de mi culo a la vez que me levantaba de su regazo.

Así mi putita, así, me decía dándome palmaditas en el culo. Ahora vamos a comer algo y recuperarnos para poder follaros por la tarde otra vez.

Nos fuimos a lavar un poco al baño, y así desnudos como estábamos, salimos para la finca, donde nos pusimos todos a comer en otra inmensa mesa de piedra que allí tenía.

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