Esta es la historia de una de mis tantas amigas… que con un café y una porción de torta de por medio, me contó esta historia, que es su historia secreta con su amante perruno…
“Hace 5 años me case con un hombre espectacular, todavía no tenemos hijos pero tenemos a Sultán, un labrador de 2 años, a pesar de todo nuestro matrimonio cayó en la rutina.
Como ambos trabajamos recién nos vemos a la tarde y hacemos lo normal… limpiar, hacer los mandados, lavar la ropa y más tarde, si hay suerte, algo de sexo.
El problema es que antes de casarnos teníamos sexo a cada rato, antes y después de la cena, antes de dormir, al despertar por la mañana… todo eso cambió, no de golpe, si no que paulatinamente, casi sin que nos demos cuenta.
Cuando reaccionas, ves que tenes sexo cada dos o tres días… a veces cuatro… incluso llegó a pasar una semana sin que tengamos sexo, eso a mí me despertó de golpe mi instinto sexual, me excitaba a cada rato y estaba todo el día con la raja húmeda… latente de deseo.
No podía esperar a llegar a casa y coger con mi marido, incluso algunas veces me quedaba con las ganas porque él estaba cansado o había llegado tarde, en esos casos tenía que satisfacerme yo misma, me iba a bañar y me masturbaba sin parar. Esto ya se estaba haciendo una costumbre en mí, tenía más orgasmos con mi mano que con mi marido.
Un día mi marido me dijo que tendría que irse unas semanas a otra ciudad por cuestiones de trabajo, y a pesar de que estaba triste porque iba a estar sola, mi corazón dio un salto de solo pensar todas las cosas que podría hacer en esas semanas, no había pensado serle infiel a mi marido, yo lo quiero mucho, lo que se me cruzo por la cabeza fue poder satisfacerme a cada rato y en cualquier lugar de la casa, incluso vi la posibilidad de comprarme vibradores y algún que otro juguetito sexual.
El lunes por la mañana mi marido de fue muy temprano, así que después de despedirlo, llame por teléfono a un sex-shop que había encontrado en Internet y ordené unos juguetes, al día siguiente estarían en casa. Aproveche para andar desnuda por la casa y masturbarme cuando quería, me masturbe unas tres veces en el sillón y varias en la cocina, allí improvise un vibrador con un pepino mediano y disfrute de lo lindo.
Mas tarde me di un largo baño y le di de comer a Sultán. Después entré en Internet a buscar algún video porno para entretenerme, entre los videos encontré unos videos de zoofilia y no podía creer lo que veía, los miembros de los perros eran enormes y largaban mucho semen, en ese momento me pregunté si Sultán tendría el pene grande, no aguante más y lo llame dentro de la casa, le hice mimos y poco a poco baje mi mano hasta su pene, comencé a masturbarlo despacio y fui aumentando la velocidad, mientras sentía como crecía su pene, me agache a verlo y era todo rojo y venoso, no me resistí y lo lamí para ver que gusto tenia , me gusto bastante y poco a poco lo iba mamando.
De pronto Sultán se empezó a mover como los perros hacen para coger a la hembra, retire mi boca de ahí y me di vuelta dejando mi culo en la cara de Sultán, el me olfateo y me lamió con fuerza mi vagina hasta que me desprendió un pequeño orgasmo, en ese momento se montó en mi espalda y empujó su pene buscando mi vagina hasta que después de un rato y un poco de ayuda de mi parte le atino, me la clavo profundo en el útero, y continuó metiéndola y sacándola cada vez con más fuerza, la sensación era fantástica y yo gozaba de lo lindo, sentía como mis jugos se chorreaban por mis piernas y lubricaban la entrada del pene.
Comencé a sentir que Sultán empujaba más fuerte y más a fondo, como queriendo meter algo, estire mi mano y sentí una enorme bola en su pene y él la estaba tratando de meter en mi vagina, cada ensartada sentía que me partía en dos, hasta que con mucha fuerza, en una última clavada me la metió, un fuerte dolor recorrido mi cuerpo y grite asustada, Sultán no detenía el vaivén de su pene, hasta que un calor me comenzó a llenar, era su semen, la eyaculación fue abundante, cuando termino, Sultán cruzo una de sus patas por mi espalda y quedamos culo con culo, él tiró un par de veces y como no salía se rindió, quedamos así unos minutos, y cuando nos despegamos salió a borbotones el semen de mi vagina, Sultán se acercó a mí y me lamió la raja hasta dejarla totalmente limpia, lo deje en la sala y me fui a bañar y después a dormir.
Al día siguiente bien temprano llego mi paquete, fui a la habitación y abrí la caja , quede maravillada con los tamaños y grosores, tome uno que era corto pero ancho para dilatar mi ano, lo lubrique bien e introduje la punta en mi ano, me fui sentando lentamente sobre el consolador hasta que lo metí completamente, deje el resto de las cosas sobre la cama, me vestí y fui a hacer unos mandados con el consolador puesto, me sentía una perra sucia y eso me excitaba más, cuando volví a casa tenía ganas de coger, así que llame a Sultán y el me volvió a montar con el consolador puesto en el ano, su pene crecía en mi vagina y apretaba en consolador en mi ano, los orgasmos y las corridas fueron espectaculares.
Cuando nos desabotonamos volví a mi habitación y me quite el consolador, salió lleno de mierda, así que lo deje en el baño para lavar, mi ano quedó abierto y deseoso de pene, así que mientras Sultán se recuperaba para la segunda vuelta yo probé los otros vibradores, esta vez unos ancho y largo para mi vagina, lo metí completo y me recosté a frotar mi clítoris , hasta que me corrí, las ganas de pene eran mayores, así que baje a la sala y llame a Sultán, jugamos un rato y cuando estuvo listo se montó en mí, estiré mi mano debajo de mi hasta encontrar su pene y dirigirlo a mi ano.
Cuando lo ubique Sultán no dudo y empezó su trabajo, el dolor y los orgasmos se mezclaron, el pene de Sultán entró más fácil con el ano dilatado pero este creció de forma descomunal, seguimos en el coito largo rato hasta que con mucho dolor Sultán me abotono con su gran bola y después de eyacular litros de semen, se dio vuelta hasta quedar de espaldas, nos quedamos así un largo rato, y después de desabotonarnos, mi ano quedó muy dolorido y dilatado, casi no me podía sentar, así que decidí que por ese día sería todo.
Era el tercer día de mis pequeñas vacaciones y no tenía nada planeado.
Me levanté tarde y desayune.
Cuando termine decidí bañar a Sultán, así que fui al patio y prepare todo, al principio costó pero después de un rato ya había terminado y él estaba todo limpio, yo hice lo mismo y también me bañe.
Salí a hacer unas compras y cuando llegué a casa, puse una película de zoofilia, esto ya me estaba gustando demasiado, el actor perruno era un gran danés que le partía el culo a una chica. Me empecé a mojar así que me quite el pantalón y la ropa interior, me estaba masturbando de lo lindo cuando siento una nariz fría.
Era Sultán que me estaba queriendo lamer, así que lo deje, me abrí bien de piernas y el lamia desenfrenado mi vagina y ano. Lo tome de las patas delanteras y me lo subí encima. El entendió perfectamente que quería y comenzó a buscar un agujero donde meter su pene.
Rápidamente encontró mi vagina, yo abrí mis piernas al máximo, para que el entrara más profundo, pronto me había metido la bola y eyaculo, mientras eyaculaba, lo tome de la cintura y lo movía hacia adelante y atrás, Sultán no protesto, es más, le gusto tanto que prolongo su eyaculación.
Cuando terminamos, él se dio vuelta, yo aproveche y movía mi cadera para tener más orgasmos.
Esta vez Sultán no tiro para soltarse, pero yo en la búsqueda de más orgasmos, le dije que se fuera varias veces, así que el tiraba para seguir mi orden, yo sentía su bola tratando de salir de mí, pero aún estaba muy grande, y esa sensación me calentaba tanto, que volví a tener un orgasmo, sintiendo sus tirones y frotándome el clítoris con la otra mano.
Los siguientes días transcurrieron de la misma manera, entre baños, masturbaciones, penetraciones de Sultán, y mas penetraciones de Sultán. Fueron las vacaciones más lindas de mi vida (al menos desde que estoy casada).
Una vez que mi esposo regresó, la vida volvió a ser la misma rutina de siempre, pero con la diferencia de que tres o cuatro veces por semana, cogemos con Sultán, y tan solo una o dos veces con mi marido.”