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Canfundida

Canfundida

Realmente nunca llegaremos a conocernos a nosotras mismas, podemos morir de viejas sin conocer ni la mitad de lo que llevamos dentro, en nuestra mente.

Me ocurrió hace algunos meses una experiencia que me demuestra la gran verdad de lo anterior y me ha sumido en un mar de confusiones que al no poder comentarlas, por su naturaleza, con alguna persona conocida o una confidente, he decidido utilizar este medio para comunicarlo y dar salida a esa presión interior que desde entonces me atenaza y me desorienta.

En busca de alguna información sobre el asunto he consultado libros, artículos y otros medios sin llegar a satisfacer mi curiosidad y mi necesidad de respuestas y finalmente he llegado estas páginas de relatos donde he encontrado una serie de historias ficticias y otras que ha mi modo de ver y según mi experiencia (aunque muy escasa), me han convencido como experiencias reales.

Hace unos tres meses asistí a un encuentro de exalumnas y tuve la ocasión de encontrar algunas amigas de pilatunas de mi época de estudiantes de secundaria y renovar nuestra amistad prometiendo mantenernos en contacto y reunirnos con frecuencia.

Hacía diez años habíamos culminado esa etapa de nuestros estudios y cada una había tomado su camino por sendas diferentes dejando poco a poco de comunicarnos, pero ahora que cada una había definido su línea de vida, nuestra amistad se renovaba.

Acordamos algunas fechas para encontrarnos y hablar de nosotras, a la primera reunión asistimos diez, la mayoría con sus afanes por sus obligaciones doméstica y laborales y no fue un encuentro exitoso, sin embargo convinimos en repetirlo el próximo fin de semana y solo asistimos seis, finalmente quedamos tres a las que la situación individual nos permitía disponer de más tiempo, las otras porque no se han casado y yo, porque mi esposo que es geólogo dura largas temporadas fuera de la ciudad y esta era una de ellas y además porque no hemos querido tener hijos aún.

Las tres nos reunimos con alguna frecuencia y rememoramos nuestras pilatunas escolares y creamos otras favoreciendo un buen ambiente de confianza y complicidad.

Hace tres semanas recibí en mi oficina una invitación remitida por Susan, con una nota breve en la que me animaba a no perderme esa fiesta por nada del mundo y comentaba como refuerzo que ella y Katty ya habían asistido a algunas reuniones y ahora asistiría con conmigo; la llamé para ampliar detalles y pude saber que se traba de una fiesta en una finca en las afueras de la ciudad, con un ambiente muy especial, para una clientela muy selecta y solo para mujeres.

Me causó curiosidad pues no había asistido nunca a una fiesta sin hombres y examiné con más atención la tarjeta de invitación-entrada.

Tenía un logo grande que decía PICHACAN party y en letra más pequeña consignaba la hora y el precio a pagar, daba un teléfono para confirmar asistencia y recibir instrucciones sobre la ruta y el lugar y otros detalles, el asunto estaba un tanto atractivo por lo misterioso, el nombre del lugar o de la fiesta que cité antes no me reveló nada, me pareció semejante al nombre de algunas ciudades y lugares como Culiacán ó Michoacán y solo después le encontré su intencionalidad.

Nos pusimos de acuerdo con Susan y Katty y confirmamos asistencia, consignamos el valor, por cierto bastante elevado, luego de que hubieron confirmado el pago nos llamaron para darnos instrucciones sobre la ruta a seguir y algunas claves que nos irían orientando en el camino hasta encontrar el lugar, cuya ubicación se negaron a comunicarnos diciendo que no era conveniente, que disfrutáramos de la sorpresa y de paso nos anunciaron que teníamos derecho a participar en la rifa de algunos premios sorpresa que habían preparado para mayor disfrute de las asistentes.

Durante los dos días restante para el evento me hice muchas conjeturas sobre el tipo de fiesta a que asistiría y llegué a la conclusión de que tendría que ser ó bien un show de strippers o un show de lesbianas, ninguna de estas dos posibilidades me entusiasmaba demasiado y en todo caso rogaba por lo primero, sin embargo existía un misterio y una especie de complicidad que me atraía.

El sábado nos comunicamos las tres y acordamos ir en el auto de Susan quien pasaría y nos recogería a partir de las 8:00 PM. Llegó la hora y todo según lo acordado nos dirigimos hacia el sur siguiendo la instrucciones y fuimos encontrando las pistas hasta tomar un desvió por una carretera secundaria y finalmente encontramos la chica acompañada de dos mastines negros, de acuerdo con las instrucciones y quién nos indicó, previa comprobación de nuestras invitaciones, el ramal a segur para llegar a nuestro destino distante ya unos 800m.

También nos proporcionó un botón forrado en tela con un rótulo que decía “invitadas” y debíamos enganchar con un imperdible a la cintura para distinguirnos del personal de atención y servicios y una máscara para cada una, parecidas a la máscara del zorro, según ella para aumentar nuestra libertad y ayudar a desinhibirnos, cosa que se no se habría logrado en tal grado de no ser por este detalle.

La chica fue la única persona que en todo el evento nos vio directamente a la cara aunque en la penumbra, esa gente cuida mucho de los detalles.

Al colocarme la máscara, como en la película de este nombre, comencé a sentirme distinta, el hecho de tener mi rostro parcialmente cubierto y la seguridad de que nadie nos podría reconocer hizo aflorar a la superficie otro yo que no conocía ni imaginaba tener, ¡Cuantas cosas descubrimos en nuestro interior al cubrirnos el rostro para el mundo exterior!. nos tornamos eufóricas, atrevidas y excitadas en todos los sentidos porque aumentó el aire de misterio y cofradía, me alegraba sentir que ahora habían aumentado en mi las expectativas de la fiesta y estaba lista para disfrutarla al máximo sin preocuparme ya por su misteriosa naturaleza, a esta alturas todavía no sabía nada y todo me indicaba que se trataba de una fiesta de lesbianas.

Era una gran casa campestre muy bien aseada y decorada, con un patio interior amplio y cubierto, en el centro destacaba una plataforma circular móvil de unos 60cms de altura a cuyo alrededor se ubicaban dos hileras de asientos acolchados para cuatro personas, con una mesita alargada y baja al frente, la mayoría de los puestos ubicados junto a la plataforma ya estaban ocupados, nosotras nos acomodamos en el mejor ubicado de los que estaban libres mientras una acomododadora –mesonera nos acompañaba y desaparecía luego para regresar con una bebida cremosa y alcohólica muy bien presentada y que aumentó mi sensación de complicidad, mi euforia, y mi expectativa.

Me dediqué a examinar a hurtadillas la concurrencia viendo que todas llevaban máscara , estaban igualmente eufóricas, muy animadas en grupos de tres a seis y las habías de diversas edades entre los 25 y los 45, (nosotras estamos alrededor de los 28), Había muy bonitos y gráciles cuerpos, damas muy elegantes de porte aristocrático algunas jóvenes más expresivas inquietas y desinhibidas que nosotras y otras chicas mas bien feas y masculinas lo cual confirmaba mis sospechas.

Continuamos charlando y gastándonos bromas de tono cada vez más subido, comentando detalles de aquella o esta asistente, etc, hasta que llegaron todas las chicas esperadas y entonces un señora muy bien moldeada, cercana a los 40 con su inevitable máscara de batichica, subió a la tarima y con micrófono en mano nos dio la bienvenida asegurándonos una noche muy divertida, para no olvidar, haciendo luego unas recomendaciones y anunciando un premio sorpresa que sería el cierre de la velada como tal y en cuya asignación no intervendría la voluntad humana, advertía que la feliz ganadora podría tomarlo o rechazarlo y que en cualquier caso las demás debían aceptar la suerte de las ganadoras y esperar otra oportunidad.

Esta advertencia me pareció fuera de lugar y muy enigmática olvidándola pronto, ¡mas tarde le hallaría la razón!.

Solicitamos más bebida y nos dispusimos a disfrutar el primer show anunciado: Salió a la tarima una chica muy hermosa y sensual y al son de una música de aeróbicos comenzó a contorsionarse en ritmo creciente con gestos y ademanes lujuriosos se quitó una a una la s pocas prendas que tenía encima, luego con movimientos cada vez más lascivos se entregó a una frenética danza y como por arte de magia apareció en sus manos una especie de pene sintético de una forma muy rara, no era humano sino mas bien canino y tenía forma como de signo de interrogación con una gran bola donde termina la curvatura y continúa un tramo recto de unos 18cms, a la bola tenía atado un sistema de correas cuyo uso ya se imaginarán en parte.

Ya besaba ya chupaba ese artilugio por uno u otro de sus extremos o se lo pasaba por el cuerpo acercándolo poco a poco a su pubis hasta que lo tuvo y lo mantuvo allí, se frotaba o introducía en su conchita ya un extremo, ya otro hasta que la parte curva (por cierto inmensa) fue desapareciendo en su vagina y finalmente no se veía sino la bola y el extremo recto, el espectáculo era muy erótico y arrancaba gemidos de algunas asistentes dentro de las cuales debo incluirme.

Cuando no quedó mas que la bola y un extremo visibles, se sujetó las correas y produciendo un oh! en toda la sala, apareció una segunda chica desnuda que hizo pareja con la otra y luego de movimientos, caricias besos y chupadas, terminaron enganchadas haciendo desaparecer entre ellas el descomunal artefacto ya de frente , ahora en cuatro patas la una y la otra haciendo de hombre.

Una especie de corrientazo recorrió toda la sala y se oyeron exclamaciones, gemidos y gritos que pedían que se metieran la bola cosa que me pareció imposible y en efecto, no lo hicieron. Después de todas las manifestaciones de haber logrado un gran orgasmo lo sacaron lentamente ya sin las correas y lo mostraron como un preciado trofeo al público consiguiendo un nutrido aplauso.

Para el segundo Show salieron al escenario dos chicas que repitieron el proceso de desnudarse y luego, aquí empieza lo que hasta ese momento para mi era insospechado, increíble, imposible; una tercera chica menos atractiva entró ceremoniosamente por un extremo del patio llevando con una cadena un perrazo labrador dorado, el ambiente se caldeó, todas nos levantamos a mirarlo y algunas querían tocarlo, el animal trató de cambiar de rumbo algunas veces como cuando pasaba junto a mi puesto y se dirigió hacia mí con mucha insistencia (me asustó) causando la envidia de algunas asistentes que lo reclamaban para ellas, su cuidadora haciendo un notable esfuerzo logró retirarlo tirándolo por la cadena y finalmente lo llevó hasta el escenario donde, como quien sabe que se espera de él, o guiado por su instinto, se dirigió directo a la chica que lo esperaba sentada y sin preámbulos comenzó a lamerle la concha, fue escalofriante y desconcertante para mí presenciar ese acto, ya con el show anterior había subido mucho mi excitación y ahora cada lenguetazo que el con proporcionaba a su amante lo sentía en mi clítoris y así debían sentirlo las demás a juzgar por sus movimientos y gemidos, a partir de este momento me olvidé de mis amigas y las otras concurrente y solo fui ojos y sensaciones, creo que esta especie de autismo parcial lo sufrieron todas.

Las chicas juguetearon con el labrador hasta que le hicieron sacar su gran pene (Jamás hubiera creido que fuera tan grande si no lo hubiese visto) y contrariamente a lo que para entonces esperaba y veía posible, se aplicaron en masturbarlo hasta que el desdichado can no pudo más y aceleró sus movimientos arqueando el espinazo y metiendo sus nalgas; entonces comenzó a moverse y fue acelerando progresivamente sus movimientos dando estocadas al aire mientras su pene todo expuesto crecía y su bola se hacía insufriblemente gruesa a ojos vistas y terminó en una eyaculación a chorros que le duraba intermitentemente bastante tiempo.

En tanto algunas de las asistentes muy ensimismadas se abrían de piernas, gemían y se movían en una especie de trance hipnótico, como si el can las estuviera penetrando.

Ya con todo afuera las chicas lo acostaron con el pene para arriba y se lo acomodó una en su vagina mientras la otra lo tomaba por detrás de la gran bola y ayudaba a su compañera, luego cambiaron y la electricidad ambiental se fue disipando un poco, la excitación general fue bajando de intensidad.

Finalmente se lo llevaron y al pasar cerca de nuestra mesa pude apreciar más de cerca esa increíble cosota que se mecía al viento, asombrándome al extremo por el tamaño de la bola que se le había formado y parecía a punto de estallar, ahora tenía una explicación de por qué quedan pegados un buen rato con la perra cuando realizan el coito.

En el intermedio volví a ser yo, regresé de ese mundo o estado en el que me había sumido y pude echar una ojeada a mis compañeras y a las demás, notando que estaban también muy excitadas e idas y que los murmullos y animadas conversaciones hacía rato se habían extinguido, ahora solo había respiraciones agitadas, sangre acelerada en las venas y un incómodo silencio.

Yo estaba un tanto decepcionada porque había supuesto y esperado un mejor desenlace, y lo que ocurrió me produjo lástima con el animal por lo que yo consideraba un engaño incomprensible para él.

La batichica volvió a hacerse presente en la plataforma para tranquilizarnos y romper el silencio, anunció el próximo número y el artista principal “Sileno” exhortándonos a disfrutarlo y prepararnos para el tan anunciado premio sorpresa que seguiría al próximo show.

Observé a mis compañeras y noté su respiración excitada y expectante afirmando mi presentimiento de que sabían y esperaban algo que ellas conocían y que yo no.

Katty siempre ha sido callada y melancólica pero muy expresiva en sus emociones, ahora estaba, diría yo, algo triste, pero era solo su apariencia pues aún con la tenue iluminación existente pude ver los movimientos rítmicos de su mano bajo la falda. Susan es más experimentada y extrovertida pero estaba quieta, callada y con la mirada muy brillante y sus bonitos labios entornados.

No pude continuar mis observaciones porque en ese momento hubo un cambio en la música la plataforma quedó brillantemente iluminada, todas las miradas se concentraron allí y apareció una esbelta joven en traje de domadora que cumpliendo la rutina se fue desnudando mientras ejecutaba su erótica danza, finalmente solo quedó con una especie de látigo corto en sus manos y hacía el ademán de masturbarse con el mando, de pronto cambió la música y se iluminó un sendero entre las mesas, apareciendo desde el fondo del recinto otra chica no menos atractiva que la del escenario quien conducía un inquieto y apresurado gran danés verdaderamente enorme con las patas delanteras enfundadas en un especie de medias de lana, éste como el anterior trató de extraviarse en su camino algunas veces y también trató de dirigirse hacia mi (Ya no me dio miedo) pero su conductora se lo impidió con algún trabajo, (recuerdo que susan me miró de un manera rara y se miraron con katty como si comprendieran algo vedado para mi), entonces entendió que su lugar estaba en la plataforma de los artistas y se subió de un ágil salto pasando de inmediato a olfatear por todas partes a la chica que lo esperaba, en segundos concentro su atención y olisqueos en la zona que más le prometía y comenzó a lamer, (no fue necesario aplicar mermeladas o miel como he leído, el animal sabía lo que tenía que hacer y puso hocico a la obra), la chica le dejó hacer y se lo propició separando bastante las piernas mientras permanecía de pie estremeciéndose con cada lengüetazo; como las ondas en el agua, los estremecimientos y gemidos se fueron propagando al público y comenzó nuevamente a cargarse la atmósfera de electricidad sexual, energía a la que todas contribuíamos y cuya liberación era propiciada por el uso de las máscaras.

Así continuó el espectáculo durante algunos minutos durante los cuales la herramienta de “Sileno” asomaba de su funda por momentos para volver a esconderse.

De pronto cambió de estrategia trató de rodear a su humana amante para ubicarse a sus espaldas pero la chica, conocedora de estas lides fue girando con él de manera que siempre quedaba de frente, en esta rara danza duraron algún tiempo hasta que el gran danés cambió nuevamente de táctica, miró directamente a la cara de su pareja, entre de lloriqueos de perro levantó una mano, la sostuvo por un momento a la altura de su cara y la bajó hasta el suelo en una clarísima invitación (Katty abrió sus piernas y se deslizó hasta el borde del asiento como acatando la invitación) y como su amante fingía no entender repitió la misma acción varias veces mientras parecía suplicarle con la mirada, luego optó por engancharle una pierna con su brazo, tratar de atraerla, retirarse, mirarla y repetir el gesto de invitación.

Esto para mí era sorprendente, increíble y aunque jamás me había imaginado siquiera en relación con la zoofilia, estaba dispuesta a acceder a tan cortés invitación si a mi fuera dirigida; si a las otras les sucedía como a mi, todas las cucas allí reunidas debían estar segregando fluidos en grandes cantidades y así debía ser por el olor del ambiente.

Al fin la chica se conmovió de los gimoteantes ruegos y se agachó, en un instante “Sileno” se le encaramó, la “Agarró” con sus patas delanteras por la cintura, buscó acomodarse y empezó sus movimientos de tanteo hurgando con la descubierta, roja y brillante punta de su pene por todas partes hasta que encontró la entada de la vagina y de envión le metió por lo menos la mitad de su increíble aparato iniciando una cascada de movimientos cada vez más rápidos.

Todo iba tan a pedir de cuca hasta que la chica se empinó obligando al perro a cambiar de posición y sacárselo, fue como si nos lo hubiese sacado a todas, sentía mi mojadísima vulva con los labios separados y mi vagína abierta, las asistentes aprovecharon para cambiar de posición, respirar y acomodarse de forma más asequible en el borde del asiento, la electricidad atmosférica estaba al límite, el deseo y urgencia sexual flotaba densamente, casi se podía tocar. La chica se acomodó nuevamente ahora cambiando de frente para que las espectadoras ubicadas en los extremos pudieran ver lo mismo y no había acabado de agacharse cuando ya tenía el perrazo encima, nuevamente tanteó, la ubicó y la clavó de envión repitiendo la escena anterior.

Desesperada, una chica del público tiró sus pantys al ruedo y la seguimos otras, las blusas se desabotonaron y los gemidos provenían de todas partes, tratando de conservar mi cordura miré para todos lados y lo que vi me sumió más en ese trance hipnótico que compartíamos, recuerdo que Susan me preocupó pues se le habían formado en la cara y en el cuello unas manchas rojas enormes pero no daba señales de sentirse mal y pronto lo olvidé al observar a una señora vecina de mesa con máscara de atracador que seguía el ritmo del can clavándose un descomunal vibrador, otra solo disponía de sus dedos y otra de los dedos de su compañera, en cuanto a mi, mis manos habían adquirido voluntad propia.

En el escenario la acción se repitió por tres veces y siempre cuando la chica sentía la gran bola se empinaba chorreando, dejando a su amante con todo por fuera, esa cosota tenía a partir del unos 18 cms y ya no era tan rojo sino más bien amoratado.

La cuarta vez duró más y cuando el perro alcanzó una velocidad increíble, de pronto paró un momento y a continuación empujó con mayor ímpetu arrancando un largo grito de su amante, grito coreado por algunas gargantas del público; continuó moviéndose pero su ritmo fue decreciendo aunque sus empujes eran más profundos hasta que se detuvo y miró a los lados como extrañado, subiendo una pierna sobre las nalgas de la mujer se bajó quedando pegado como ocurre con las perras.

Creo no equivocarme si aseguro que en ese momento todas las babeante vaginas presentes necesitaban con urgencia un pene no importa la clase de pene que fuera, El deseo sexual colectivo era tan denso que se podría corta con cuchillo.

Estando allí pegados los artistas de pronto se oyeron gritos y exclamaciones en la parte opuesta a nuestro sitio, explicándome Susan que se debía a los premios sorpresa, que ya había una ganadora, me explicó que el tres de los botones de identificación que nos dieron al llegar, estaban impregnados con los fluidos de una perra en celo y que ahora sacarían igual número de perros los que guiados por el olfato encontrarían el botón y su afortunada poseedora. Al saberlo comencé a concebir ciertas sospechas, olí mi botón pero no capte ningún olor en particular.

La unión cola con cola de los disímiles amantes en la plataforma, no duró mas de cinco minutos, al sacarlo el can, pude observar la gran cantidad de semen que se había represado en la vagina, la presión con que fue expulsado una vez libre y el desesperante tamaño del miembro del can que lucía ahora en todo su esplendor su enorme bulbo en forma de cebolla grande como mi puño, desde mi puesto podía ver los chorritos de semen que aún seguía expulsando.

Yo había enterrado mi conciencia, mi cordura, mi personalidad bajo una gruesa capa de lascivia y deseo. Ya había dejado de ser yo al colocarme la máscara y ahora con tantas impresiones y sensaciones nuevas no sabía quién o que era, claro que no me preocupaba, todo mi ser estaba concentrado en mis genitales, me sentía como una gran vulva hambrienta lista para engullirme cualquier pene. ¡Como deseaba ganarme el premio sorpresa! aunque no estaba segura de si podría sobreponerme a mi formación y dejarme poseer por un animal. … Y oh! Sorpresa: me lo gané.

Apareció desde el fondo un Labrador dorado y todas expectantes abrimos las piernas y cruzamos los dedos rogando que cayera en nuestro grupo, olisqueó, se oriento y se dirigió hacia mi como habían hecho los anteriores pero esta vez nadie lo detuvo, me quedé de una sola pieza, no sabía que hacer, mis amigas me felicitaban, me abrazaban y katty me besó llorando, me tranquilizaron prometiendo ayudarme y como vi que en otras dos mesas se había iniciado la fiesta sin remilgos, tomé mi decisión la cual no tuve que pensar mucho, mi vagina pensaba y decidía por mi. Ah, eso si, no me dejaría meter el bulbo.

El labrador fue directo con su hocico a mi entrepierna y al recibir el primer lengüetazo se crisparon todos mis músculo quedé como electrizada, lo que ocurrió después no lo recuerdo en detalle, dicen que la lengua de un perro es áspera, yo no puedo afirmarlo porque no estaba ya para fijarme es diferencias pequeñas solo sé que era sublime como lo fue el orgasmo que me arrancó con ese primer contacto.

Mis amigas me desvistieron, yo temblaba, acariciaron al can se acariciaron ellas; el perro siguió lamiendo y esperando su ocasión, yo, de nuevo no aguantaba más y me coloqué a cuatro patas e inmediatamente lo tuve encima, (La suavidad de su pelaje sobre mi sensible espalda era indescriptiblemente erótica), como ya había visto hacer, tanteó varias veces sin resultado hasta que Katty intervino para enfocarlo y ¡auggg! Lo tuve adentro de un tajo, recuerdo vagamente que me dieron un aplauso pues de las mesas vecinas se reunieron en torno a nosotras para no perderse el espectáculo. Mi amante aceleró sus movimientos arrancándome orgasmo tras orgasmo,¡Es que estaba tan excitada y hambrienta!.

De pronto en la mitad de un orgasmo sentí que me empujaron con fuerza hacia delante y un dolor cortante en mi atiborrada cuca me obligó gritar pero mi orgasmo no se interrumpió sino que resonó en todas mis células aumentando su intensidad mientras mis vulva soltaba un mar de líquidos y mis ojos se regaban en lágrimas de placer y dolor.

Mareada de deseo y placer no recordé mi propósito y el muy travieso can me había metido completamente la bola y seguía creciendo, no creo que vuelva a experimentar esa victoriosa sensación de tener mi vagina al límite de su estiramiento, completamente llena y taponada en la entrada para que no se vaya a escapar una gota de canino semen.

Mi amante seguía moviéndose y de pronto se quedó quietecito por un momento, su quietud me dio otro orgasmo que fue simultáneo con el de él. No sentí como he leído que los chorros de semen manaran dentro de mi, solo me sentía completamente llena.

Sentí un nuevo dolor cuando el labrador se volteó quedando asido a mi cola con cola. Katty se me acomodó por debajo y comenzó a masajear con su lengua mi protuberante clítoris regalándome otro excelente orgasmo (Gracias tierna Katty).

A partir de aquí la situación se hizo muy incómoda, ya desfogada recuperé mi personalidad viéndome en una situación sumamente penosa pero la actitud de las demás me tranquilizaba pues no lo encontraban extraño como a mi me parecía.. y además estaba la máscara….

La chica del escenario solo había durado ligada unos minutos, yo llevaba ya mas de 20 fundida con el can y no parecía querer salirse de mi. Susan y Katty me tranquilizaron diciendo que ya pronto estaría libre que duraba tanto porque era mi primera vez. Luego las vi hablando con la batichica y al parecer acordaron algo y desaparecieron asegurándome que volverían en una media hora que yo sabría comprenderlas…

Al fin quedé libre, temblorosa, cansada y dolorida pero desfogada y orgullosa viendo el tremendo miembro del perro que yo había soportado bien y que ahora estaba lamiendo como si también estuviera adolorido; sin embargo me prometí no hacer esto nunca más, pero estoy muy confundida con mis deseos y sentimientos, con mis amigas acordamos no comentar esto con nadie ni aún entre nosotras porque según ellas así dura mas el placer.

Aun sin este compromiso no me atrevería a hablar directamente de esta experiencia a nadie y como es incontrolable el deseo de comunicarlo he dado con este medio.

Poco antes de decidirme a escribir este relato me llegó otra invitación similar por medio de Susan y mi yo instintivo, animal, está imponiéndose sobre mi yo racional y no se que hacer.

¿Hasta donde me llevará esto?

¿Debo continuar?.

¿Me entrego a mis instintos?.

Por favor necesito los puntos de vista sobre todo de mujeres corrientes experimentadas en esto ó que hayan pasado por similar estado de confusión.

Mi decisión es no volver a esas fiestas y huir de las circunstancias propicias pero en un rinconcito de mí, comienza a aflorar la seguridad de que volveré.

¿Qué te ha parecido el relato?


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