Hola. Tenía mucho queriendo publicar un relato y hoy después de tanto pensarlo por fin me decidí.

Me llamo Nelly, tengo 19 años y soy de Guadalajara México. Soy una chica morena, de esas a las que les llaman “gordibuenas”. Mido 1.66, pecho muy decente pero en su lugar, piernas anchas, cadera ancha, buen trasero, cabello un poco quebrado castaño oscuro, de cuerpo ancho, pero gracias al gym, al que no religiosamente asisto, pero que voy cada que siento culpa cuando como demasiado, jeje, no tengo abdomen abultado y nada me cuelga por lo que al verme en un espejo, si me gustaran las mujeres, sin duda hasta yo misma me enamoraría de mi.

El relato que voy a contar, me pasó en un viaje a Vallarta de vacaciones de semana santa. Fuimos mis papás, mis 2 hermanos, Jorge de 21 y hortensia de 27, mis 2 primos Luis de 19, Arturo de 20 y yo. Mi hermano por su edad, se lleva mucho con mis primos y son un trío de desastre a donde sea que vayan. Yo no soy una blanca palomita, por lo que también le entro al desmadre. Solo mi hermana, que es más madura, no nos sigue el ritmo de nuestras vaciladas.

Total. Llegamos al hotel, muy bonito por cierto, y nos fuimos cada uno a su habitación. A mi me tocó con mi hermana, no me molesta, sabía que no iba a tener esa libertad que había querido tener. Pero bueno, nos fuimos por a instalar porque dentro de una media hora íbamos a salir a la playa.

Estaba desempacando cuando me di cuenta de algo… ¡mis trajes de baño no estaban! Los debí haber olvidado en la esquina de la cama cuando estaba empacando. Los dejé hasta el final porque iban a ser mi atuendo habitual en estos 3 días de vacaciones. Pensé, “mis vacaciones se arruinaron”, pero créanme que soy muy creativa y no iba a dejar que este pequeño descuido me hicieran pasar un mal rato. Busque alternativas y vi que traía dos remeras largas una negra y otra blanca, de esas que llegan hasta abajo de la rodilla. También traía 5 calzones de los que les llaman cacheteros, para los que son de fuera de México son calzones tipo boxer que dejan media nalga de fuera, muy sexys por cierto. 3 de ellos son algo transparentes. Además traía dos shorts que usaría de pijama y unos cuantos tops que uso para el gym porque son muy cómodos y evito usar brasieres, los cuales ¡odio con toda mi alma! Juré no volver a usar brasier en mi vida desde los 15.

Este conjunto de prendas seguro me salvarían de pasar unos malos días por la ausencia de mis trajes de baño. Cabe mencionar que comprar nuevos no era opción, porque estos eran nuevos, mi mamá me los había comprado justo un día antes de venirnos de vacaciones y mejor quise evitar la reprendida.

Para esta ocasión me puse una remera negra, un calzón azul, uno de los shorts que traía y un top. Mi hermana me preguntó si no iba a alistar mi traje de baño y le inventé que por esta ocasión decidí no usarlos debido a unas ronchas súper grandes que me habían salido en mi espalda y me iba a sentir incómoda. Me lo inventé en ese momento sin pensar en más detalles, total si mi hermana sabía de mi descuido no pasaría a mayores. Pero no, tengo suerte que no le importó mucho ese asunto a mi hermana y ni siquiera le dio curiosidad por revisarme. ¡Que alivio!

Nos encontramos en el lobby del hotel, y mis primos y mi hermano ya estaban tramando las travesuras que harían llegando al mar. Obvio me les uní para reírme un rato de sus ideas. Nos fuimos a una playa muy bonita, a la cual llegamos por medio de una lancha. Tomamos fotos, videos y las compartimos en insta y WhatsApp. La vanidad ante todo, jajaja.

Al llegar a la playa, vimos que casi no había gente. Papa decidió que mientras más solos se disfruta más la playa. Y es cierto, venía con la idea de que iba a estar atiborrado de gente y no podríamos disfrutar nada por la saturación. Afortunadamente Puerto Vallarta es grande, y no sabía que había muchas playas para visitar, pero gracias a papá, pudimos encontrar esta playa tan bonita y tan poco visitada.

Mis hermanos y mis primos se metieron a la playa en cuanto llegamos a la orilla. Papá y mamá fueron a buscar una mesa en el pequeño restaurante que estaba ahí y mi hermana y yo nos quedamos tomándonos selfies para las redes.

Mi hermana me dijo que iría al vestidor a ponerse su traje de baño y me pidió que la acompañara. La acompañé y aproveché para ir a hacer pipí en el baño de al lado de los vestidores cuando una idea rumiante que tengo muy frecuente llego a mi cabeza. ¡Exhibicionismo! Pero dije: ¿aquí? ¿Hoy? ¿Como lo haría? ¿Será seguro hacerlo? En mi cabeza daba vueltas esa idea y no se iba. Mi corazón empezó a acelerarse y empecé a sudar cuál vicioso sin su droga. ¡Va! Dije para mi misma. Ahora, ¿como lo haría para no verme tan descarada? Bueno, para empezar la camiseta que llevaba era larga, como lo dije, me llegaba hasta abajo de mis rodillas. De hecho desde que salimos del cuarto, al verme en el espejo del lobby, ni siquiera se ve que traía el short debajo porque queda corto en comparación de la remera. ¡Chinguesu! Dije, me lo quito. Pero sentí que no era suficiente, todavía me sentí muy vestida porque traía mi top. Sin pensarlo, me quité la remera y posteriormente el top, poniéndome nuevamente la remera solo con mi calzón cachetero debajo. Guardé todo en mi bolso y salí del baño como si nada hubiera pasado. Fui a esperar que mi hermana terminara de ponerse su traje de baño y al salir me dijo, “¿tú no te vas a alistar?, ahh… es cierto, tus ronchas.”, yo solo pensé “si supieras hermanita…” y le dije que así estaba bien, que no quería quedar toda quemada por el sol. Ella solo encogió los hombros y los fuimos a donde estaban mis papás.

Al ir caminando la excitación me empezó a invadir. Yo, ahí delante de la gente y de mi familia solo con mi pequeño calzón semitransparente y mi remera larga. Ante la vista de todos yo seguía igual que como llegué, pero solo yo sabía cómo iba debajo de esa remera. Mi pequeño secretito.

Mi hermana me dijo, vamos al agua, se ve rica. Y fuimos. La verdad si estaba rica, no muy cálida ni muy fría, un punto medio que da mucho gustito meterse a bañarse. Al llegar vimos que mi hermano y mis primos estaban más adentro jugando con las olas a lo que mi hermana les gritó. Ellos vinieron por nosotras y nos fuimos a donde ellos estaban jugando. La verdad el agua estaba como para no querer salirse. Nos aventábamos agua, nos aventábamos uno al otro, como para video promocional de un comercial de seguros y esas cosas, jajaja.

Todo bien hasta ahí, nadie se había percatado de mis atrevimientos, o eso creía yo. vi que mi primo Arturo volteaba a verme mucho pero no le tomé importancia. Me zambullí para mojarme la cabeza y al salir me limpié la cara. Volteé un poco hacía abajo y ¡ups! me di cuenta de que mi remera estaba totalmente pegada a mi cuerpo debido al agua y mis tetas se marcaban dejando ver claramente su silueta y la de mis pezones. Sentí un poco de vergüenza pero eso no me iba a detener. ¡Todos tenemos pezones! Pensé. Ahí caí en cuenta de por qué mi primo se me quedaba viendo tanto. Seguimos jugando y nadie dijo nada al respecto. De pronto una ola grande llegó y no me di cuenta que me iba a golpear. Explotó justo encima de mi por lo que me “revolcó” entre agua y arena haciéndome dar dos vueltas debajo del agua. ¡Que vergüenza! Como pude me puse de pie y traía mi remera levantada por la parte de atrás por lo que inmediatamente la bajé, esperando que nadie me hubiera visto. Todos se estaban riendo a carcajadas debido a mi pequeño accidente, incluso la gente ajena a nuestro grupo. Algo que no soporto desde siempre es la burla colectiva. Eso me puso muy enojada por lo que, con dignidad, me limpié mi cara, me acomodé mi cabello, me sacudí la arena que tenía pegada a mi cuerpo y me salí de ahi para regresar a la mesa de mis papás.

Todos fueron tras de mí para disculparse de la burla, pero ya era tarde. Ya me habían hecho pasar un mal rato. Afortunadamente no soy tan rencorosa y el enojo que tenía pronto se fue y solo me empecé a reír de lo que pasó junto con ellos. Me dijeron que volviéramos al agua, y dije ok, pero que nada más no vuelvan a hacerme sentir mal como hace rato. Antes de eso quise ir a las regaderas porque sentí que tenía muchos arena por todo mi cuerpo.

Ya en la regadera, me estuve limpiando la arena cuando me di cuenta que se me había metido mucha dentro de mi calzón. Como era un espacio cerrado, con puerta cerrada, me lo quité, lo lavé y me empecé a lavar mi vagina y mi colita para que también se fuera toda la arena intrusa. De pronto, mi pensamiento rumiante volvió. ¡No puede ser! Jajaja. Tal como ese diablito que se para en el hombro de las personas en las caricaturas, escuché que me decía “ya no te lo pongas”, “quédate solo con tu remera, al cabo no se nota”, “nadie se dará cuenta”. La excitación volvió y hasta sentí una pequeña punzada en mi vagina. Como soy débil, le hice caso a mi subconsciente y ya no me puse mi calzón. Lo hice bolita y me lo llevé empuñado para que no se viera al fin y al cabo mi remera era larga y no se notaría que no traigo nada debajo. Nomas al abrir la puerta sentí una brisa que se metía por debajo y recorría todo mi cuerpo desnudo. ¡Wow que sensación! ¡Juro que mi corazón se salía! La adrenalina estaba a tope. Pero mantuve la calma y regresé a la mesa.

Al llegar a la mesa, guardé inmediatamente mi calzón en mi bolso sin que nadie viera. Sentí las miradas de todos sobre mí, pero solo era mi imaginación, en realidad mi apariencia seguía siendo la misma que hace rato y nuevamente solo yo sabía mi verdad.

Ya estábamos preparados para regresar al agua cuando dijo mi primo Luis: ¡Vamos a jugar voleibol! Pensé “eso es muy arriesgado hasta para mí” pero aún así tomé el riesgo. Total, trataré de no saltar tanto porque es muy peligroso y no tengo planeado dar show para nadie aquí. Empezamos a jugar. Gracias a que andaba todavía mojada, mi remera estaba pesada y no se levantaba por lo que el juego fue muy cómodo. En uno de los turnos que estuve adelante mi hermano me colocó la bola para clavarla. Estaba a punto de hacerlo cuando me arrepentí. Y solo le di un golpecito sin moverme mucho de mi lugar. De haber dado ese salto de me hubiera visto todo. ¡TODO! Mi remera se empezó a secar y cada vez tenía más movimiento porque estaba más liviana. En una ocasión me tocó dar el saque inicial. Golpeé el balón muy fuerte y eso hizo que la remera se me recorriera casi por encima de mi nalga. Nadie de mi familia me vio pero creo que unos chicos que estaban atrás de mí si lo notaron. El solo imaginar que alguien se había dado cuenta de que no traía ropa interior y me había visto hizo que mi excitación fuera cada vez más en aumento.

Pasando eso, me salí del juego y volví a la mesa con mis papás quienes no se daban cuenta de nada porque estaban platicando sus asuntos de adultos y no prestaron atención al juego. ¡Que alivio! Después de mi llegó mi hermana también a sentarse. Mis primos y mi hermano terminaron el juego y volvieron con nosotros. Nadie mostraba ningún interés en mi situación. Todo iba conforme al plan.

Ahora mi hermano dijo, vamos otra vez al agua. ¡Parecía que traían batería para rato! Se fueron corriendo y nos hicieron la seña a mi hermana y a mi que las siguiéramos. Fuimos pero no corriendo, yo ya estaba algo agotada por lo que no corrí al igual mi hermana. De pronto ella se acerca y me dice,

– Oye hermanita, ¿te puedo preguntar algo?

Ya lo notó… pensé… se dió cuenta y ya me lo va a decir y no se que voy a hacer.

– Si hermana dime.

Yo ya Estaba esperando su sermón de hermana mayor.

– ¿Que harás en la noche?

Uffff! Que bueno que es otra cosa.

– Ehmmmm… ¿en la noche? No, no se la verdad, no he planeado nada.

– ¡Hay que salir! – dijo. – nos vamos nosotros 5 a algún antro o algo, para pasárnoslos bien. ¿Qué te parece?

– Buena idea hermana, me parece muy bien. Llegando al hotel buscamos a dónde ir y ahorita le decimos a los muchachos.

– Si, para aprovechar estos días y que valga la pena el viaje.

La verdad casi no hablo ni me llevo con mi hermana, le parecemos muy inmaduros. Así que el que me invite a salir a algún lugar no pasa todos los días. Yo encantada de que ella me invite.

Llegamos con los muchachos y dice mi primo Arturo, vamos jugando de parejas, Nelly, ¡Súbete a mis hombros! Hortensia, ¡súbete a los hombros de Jorge! No les miento, mi corazón empezó a subir rápidamente de ritmo. ¿Cómo me iba a subir a los hombros de mi primo? ¡Claro que Jorge se iba a dar cuenta que debajo de mi remera andaba completamente en pelotas! Mi vagina, que a este momento ya estaba empapada de tantas emociones le iba a quedar en su nuca e inmediatamente lo notaría. ¿Qué creen que hice? Adivinaron… lo hice. Arturo se agachó para que me subiera en sus hombros y procedí a subirme, no sin antes meterme toda la parte de atrás y de abajo de mi remera bien adentro de mi culo y mi vagina, tratando que por nada del mundo hicieran contacto con la piel de Arturo. La parte de adelante la acomodé como pude y me la metí bien buscando también el mismo cometido. ¡Por dios quien me mete en estos líos! Claro, nadie más que yo misma.

Continuará…